En 1987, después del trabajo vanguardista de Abuelas de Plaza de Mayo, se creó el Banco Nacional de Datos Genéticos, pionero en todo el Planeta en la aplicación de esta ciencia en la reparación de los Derechos Humanos. Gracias a ello ya se logró la restitución de 81 nietos secuestrados por la dictadura militar. Sus descubrimientos fueron un antes y después global.
Por Gabriel Michi

Ellas son ejemplo de muchas cosas. De lucha, de perseverancia, de Justicia. Con su búsqueda no sólo anhelan dar con la identidad de sus nietos, sino la identidad de todo un país. Porque cada uno de ellos que aún faltan, son piezas de un rompecabezas que contiene a toda la sociedad. Cada nieto sustraído por la dictadura militar -esa que sumergió a la Argentina en su peor pesadilla- y que aún no ha sido restituido es una herida abierta en el corazón de toda la nación. Y es una deuda pendiente de todos. Las Abuelas de Plaza de Mayo no sólo han sido un ejemplo de dignidad sino que incluso, con su lucha, le han enseñado al Mundo un camino en el que la ciencia sirve para desnudar las violaciones a los Derechos Humanos y también a reconstituir algunos de esos tejidos que han dejado dañados para siempre los genocidas.
Hace 35 años nacía en la Argentina el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), pionero en el Mundo. Desde su creación ya permitió la restitución de 81 nietos que fueron víctimas del robo sistemático en la última dictadura. Aquel surgimiento del 1 de junio de 1987 -por la Ley 23.511 del gobierno de Raúl Alfonsín- no fue otra cosa que el resultado de todo un camino iniciado por las Abuelas cuatro años antes cuando recorrieron 12 países para ponerse en contacto con los más renombrados genetistas Así lograron llegar al revolucionario "Índice de Abuelidad", en 1984. En declaraciones a la agencia Télam, Florencia Gagliardi, responsable del área de ADN Mitocondrial del BNDG, explicó que "el Índice de Abuelidad es un cálculo estadístico que usa las frecuencias de esos marcadores serológicos, porque conociendo este dato uno puede calcular si el niño compartía esos antígenos por azar o porque estaban relacionados biológicamente con esos familiares, con una certeza del 99.9%". Por su parte, Nicolás Furman, responsable de Laboratorio en el Banco, establece: “La genética forense tal como se la utiliza hoy en día se desarrolló al calor de la pregunta de las Abuelas de cómo filiar con la ausencia de los padres”,
A partir de allí se abriría un camino inexplorado hasta el momento ya que los escasos conocimientos que se tenían en materia de ADN eran en cuestiones de la criminalística tradicional y no en la aplicación sobre hechos vinculados a las violaciones a los Derechos Humanos. La iniciativa empujada por la garra y el empeño de las Abuelas fue clave en este proceso. Y así el BNDG fue el primero en el Mundo y se convirtió en la referencia para los bancos de ADN de criminalística y búsqueda de personas que comenzaron a surgir en todo el Planeta a mediados de la década del '90. Fue la ciencia aplicada para que los Estados puedan reparar sus propias violaciones a los DDHH cuando eran gobernados por dictadores asesinos. Actualmente, el BNDG incluye los perfiles genéticos de unos 300 grupos familiares y un promedio de entre 100 personas por mes acuden a hacerse un análisis de ADN comparándolos con su base de datos. Aún hay 278 de esos grupos familiares que esperan dar con sus nietos o nietas no recuperados. Antes esos estudios se hacían uno por uno en el Hospital Durand.

En 1986, un año antes de la creación del Banco Nacional de Datos Genéticos, Paula Logares –que por entonces tenía ocho años- se convirtió en la primera nieta restituida gracias a estudios genéticos. Se aplicó el vanguardista "Índice de Abuelidad". "Está buenísimo contar con la ciencia como aliada, como sustento (para las restituciones), por el valor que tiene la ciencia en nuestra sociedad y sus herramientas, que excede lo político", dijo a Télam.
Paula, la nieta recuperada número 23, señaló: "Dentro de lo terrible y absolutamente lamentable que nos tocó vivir a mí y a un montón de gente de mi edad, estuvo muy bien que haya existido el Banco Nacional de Datos Genéticos, que en realidad es una respuesta al pedido socialmente indiscutido de Madres y Abuelas (de Plaza de Mayo)". Fue gracias a la perseverancia de su abuela Elsa Pavón, que la reconoció a la salida de un colegio en Chacarita, que Logares logró recuperar su identidad. Esa identidad que le había sustraído su apropiador el subcomisario de la Policía Bonaerense Rubén Lavallén, tras la desaparición de sus padres Mónica Grinspon y Claudio Logares el 18 de mayo de 1978, cuando la pequeña tenía casi dos años.
La novedad es que en este cumpleaños 35 del BNDG, con la tecnología que se está incorporando, en dos años se va a poder rastrear la identidad de los nietos que aún faltan, a través de las huellas genéticas de los bisnietos. Eso servirá en el caso de que sus padres (los nietos sustraídos) fallecieron antes de conocer su verdadera identidad, se pueda descubrirla a través de los hijos de éstos.
Ese camino, que iniciaron las Abuelas de Plaza de Mayo, ha logrado avances increíbles en los últimos años a nivel mundial. Pero todo comenzó gracias a ellas. A su empuje, a su fuerza, a su perseverancia. Y a que, a partir de su propia búsqueda, sembraron el campo para que florezca el Banco Nacional de Datos Genéticos. Ese que se convirtió en vanguardia a nivel mundial en la reconstrucción de las más horrorosas violaciones a los Derechos Humanos cometidas por dictadores genocidas. Ese organismo que hoy cumple 35 años de memoria, verdad y justicia.

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