La primera vuelta de las elecciones desnuda la enorme grieta que divide a la nación, con una polarización entre Lula, que obtuvo el 48,43%, y Bolsonaro, con el 43,20%, y que borró casi del mapa a los otros candidatos. Lo que las encuestas no vieron: los 10 millones de votos "vergonzantes" o "útiles" que fueron al actual Presidente. ¿Qué puede pasar en el ballotage?
Por Gabriel Michi
"Voto vergonzante". "Voto útil". "Voto castigo". Son muchas las formas en que se puede considerar ese voto invisible para las encuestas preelectorales y que después dejan en offside a las consultoras que miden las intenciones de voto previo a una contienda. Pasó con Donald Trump, en EE.UU. Y ahora pasó en Brasil. Todos los sondeos que se conocieron antes del 3 de octubre daban una amplísima ventaja de Luis Inácio "Lula" Da Silva sobre el actual presidente Jair "Messías" Bolsonaro. Hablaban de entre 14 y 17 puntos de diferencia a favor del líder del PT, con una posibilidad clara de ganar en primera vuelta sin necesitar de tener que acudir al ballotage. Bueno, nada de eso ocurrió. Si bien Lula (ES) salió primero, cosechando el 48,43% de las voluntades, la distancia contra su contendiente fue de poco más de 5 puntos, ya que Bolsonaro (PL) obtuvo el 43,20% de los votos. Eso fue algo que ninguna consultora proyectó. Se les perdieron 10 millones de votos que no aparecieron en ningún sondeo. No le erraron por mucho a lo que iba a sacar Lula, pero si a lo que obtuvo finalmente el actual presidente.
¿Qué pasó? Para algunos analistas hay un "voto vergonzante" de personas que no reconocen por decoro que iban a volcarse por esa opción, ya sea por el desmanejo de la Pandemia o de algunas de las polémicas y discriminaciones de las que Bolsonaro fue protagonista en su mandato. Para otros fue el llamado "voto útil" y que llevó a aquellos que no iban a sufragar o lo iban a hacer por un tercer candidato, se volcaran mayoritariamente por el actual presidente para evitar el triunfo del petismo. Lula y equipo de campaña habían apuntado a otro "voto útil" para tratar de conquistar voluntades entre quienes iban a apoyar a Ciro Gómez (PDT), quien quedó cuarto en la contienda (3,04%), muy por debajo de las expectativas que apuntalaban las encuestas y detrás de Simone Tebet (MDB) que con el 4,16% obtuvo la tercera posición. Los restantes siete candidatos no movieron el amperímetro, obteniendo cerca del 1% en total.
Luis Inácio Da Silva tuvo su segunda mejor primera vuelta de las seis elecciones presidenciales donde participó, sólo superada por unas décimas por la que le permitió ser reelecto en 2007. Incluso Lula sacó más cantidad de votos que cuando llegó a la Presidencia por primera vez en el ballotage de 2002 contra José Serra (PSDB). El ex presidente conquistó en este 2022, 57 millones de voluntades, 6 millones más que su contrincante. En una contienda donde votó casi el 80% de los habilitados para hacerlo. Más de 118 millones de brasileños se inclinaron por alguna de las opciones. A Lula le faltó apenas un 1,57% de los votos para quedarse con la Presidencia en la ronda original. Algo así como 1.850.000 votos. Poco más de un tercio de los que se llevó Tebet o la mitad de lo que conquistó Gómez.
Bolsonaro cosechó 51 millones de voluntades, casi 1.800.000 que en la primera vuelta de 2018 cuando, con el 46% de los votos (3% más que ahora), le ganó al candidato del PT Fernando Haddad (29%). En aquel ballotage, el actual presidente se impuso con el 55%. Vale recordar que en esa elección se le impidió competir a Lula, quien terminó preso 580 días por decisión del juez Sergio Moro (después ministro de Justicia de Bolsonaro), en una causa por corrupción dentro del escándalo del "Lava Jato", que después fue invalidada por el Supremo Tribunal de Justicia.
Si bien es cierto que Lula corre con ventaja frente al ballotage que se disputará el próximo 30 de octubre, con la sorpresa de la primera vuelta todos se vuelven más cautelosos a la hora de dar por cerrada la elección. Si el candidato del PT saca 1 de cada 4 votos de los que fueron para otros partidos, ganará la contienda. Es decir, con sumar el 25% de los que eligieron a los que quedaron afuera, a Luis Inácio Da Silva le alcanzaría. Bolsonaro tiene la cuesta arriba de poder conquistar a más del 75% restante. Sin contar el desafío que ambos enfrentan de mantener los votos propios y conseguir nuevos entre los que no concurrieron a sufragar en la primera ronda, alrededor de 35 millones de personas.
Por eso los postulantes intentarán también tejer nuevas alianzas en un escenario hiper polarizado, donde la grieta ha hecho, por ejemplo, que las opciones de la derecha moderada desaparezcan de la contienda y el electorado de ese sector se haya volcado hacia la extrema derecha representada por Bolsonaro. Del otro lado está la opción de centroizquierda encabezada por Lula, que debió forjar frentes con otros espacios y figuras con los que mantuvo duros enfrentamientos por años. Hoy Brasil es un país partido al medio, con dos candidatos presidenciales a los que los separa un abismo. Y con 212 millones de personas que esperan por su incierto destino.
コメント