En 2022 al menos 686 personas perdieron la vida o desaparecieron intentando cruzar el límite entre los 2 países. Como en el Mediterráneo, sueños transformados en pesadillas.
Por Gabriel Michi
Así como el Mar Mediterráneo se convirtió en el cementerio acuático más grande del Mundo por la enorme cantidad de migrantes que mueren cada año intentando llegar a Europa, la frontera entre EE.UU. y México es la más letal en cuanto a las rutas terrestres. Así surge de un informe elaborado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) que señala que en 2021 al menos 686 personas murieron o se encuentran desaparecidas a lo largo de la frontera que separa ambos países. Al menos 307 de las muertes en la frontera sur estadounidense corresponden a los peligrosos pasos en los desiertos de Sonora y de Chihuahua, mucho más lejos que otras regiones desérticas en las que la migración irregular prevalece. Si a eso se suma la gran cantidad de migrantes que pierden la vida a lo largo de la ruta que los lleva hasta ese lugar, como por ejemplo los que perecen en la selva del Darién (tal como informó MundoNews), el cuadro es por demás dramático.
Si se tiene en cuenta que en el Hemisferio Occidental se registraron registró 1.457 muertes y desapariciones entre personas que buscaban un refugio para sus vidas, se refleja una preocupante tendencia en ascenso. Y es un dato sin precedentes desde que la agencia de la ONU inició en 2014 su "Proyecto Migrantes Desaparecidos", que busca evidenciar las tragedias que sacuden a los desplazados forzosos que intentan alcanzar un sueño de un futuro aunque sea un poco mejor. Tragedias que muchas veces son silenciadas o invisibilizadas. Estas estadísticas representan “las estimaciones más bajas de las que se disponen”, por lo que es de esperar que el dato global sea aún mucho mayor.
Otra tendencia “preocupante” para la OIM es el aumento de las muertes en las rutas migratorias del Caribe, con 350 fallecimientos documentados en 2022, mientras que en el Tapón del Darién, la zona selvática que separa Colombia de Panamá, las víctimas fatales habrían sido al menos 141.
La directora de la OIM para Norteamérica, Centroamérica y el Caribe, Michele Klein Solomon, denunció que las “alarmantes cifras” representan “un crudo recordatorio de la necesidad de que los Estados actúen firmemente”. Para eso es fundamental contar con información completa y confiable que es la que permitirá tener un diagnóstico más claro de la situación y planificar una política que garantice “rutas migratorias seguras y regulares”.
El problema es que, lejos de eso, los gobiernos tienden cada vez más a endurecer sus políticas migratorias, con lo que llevan a las personas desesperadas a tomar alternativas y rutas que se vuelven cada vez más peligrosas. Ya sea por los propios riesgos topográficos de las geografías, o por lo impenetrable de los muros o vallas que lo separan, o porque terminan siendo "carne de cañon" de las bandas criminales que operan en el tráfico humano. Así es que -como ocurre en el Mediterráneo con miles de ahogados cada año- la frontera entre México y EE.UU. se transformó en la ruta terrestre más letal para esos migrantes. Personas desesperadas que ven cómo su sueño de una vida mejor se transforma en una pesadilla de dolor y muerte.
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