Desde adentro, cómo fue el envío de un avión Hércules de la Fuerza Aérea Argentina repleto de elementos sanitarios para Cuba y el regreso de los Cascos Blancos que viajaron a Haití, luego de que llevaran su ayuda por el último terremoto. Un relato en primera persona.
Por Gabriel Michi
El ronquido infernal del Hércules no da tregua. Es ensordecedor, pese a todos los recaudos para protegerse. El interior de este avión de transporte diseñado para las guerras más difíciles es como una enorme caja de metal que, increíblemente, vuela. Aunque lleve en su interior casi 10 toneladas de carga. El gigante tiene sus tripas casi al desnudo. Se pueden ver cables, caños, parantes, redes, sin necesidad de andar hurgando. Con sólo girar la mirada. Ese desnudo tiene su lógica. Está preparado para que cualquier desperfecto pueda ser solucionado en el aire, a miles de metros de altura, mientras soporta un ataque desde tierra, desde el mar, desde el cielo. Adentro, además de su sistema vital lleva la carga, en el mismo espacio en donde parte de su tripulación (la que no está en la cabina de los pilotos) y, en este caso, un dúo periodístico, transitan las largas horas que llevarán ayuda humanitaria a Cuba y Haití. Ese equipo periodístico, enviado por el canal de noticias C5N e integrado por el camarógrafo Ezequiel Pizzuto y el autor de estas líneas, tendrá el privilegio de poder vivenciar y cubrir el envío de varias toneladas de elementos sanitarios primero a Cuba -país jaqueado por el eterno embargo de los Estados Unidos- y a Haití, la nación más empobrecida de toda Latinoamérica. En este último caso la misión es recoger y llevar de regreso a la Argentina a los heroicos Cascos Blancos, quienes viajaron a brindar asistencia humanitaria después del último terremoto del 14 de agosto donde fallecieron, al menos, unas 2.200 personas.
El viaje en sí mismo tuvo un pequeño momento de zozobra. Alrededor de 30 minutos de haber salido desde El Palomar, el sábado 4 de septiembre, empezaron las corridas dentro del Hércules. Los oficiales iban y venían por el sector izquierdo de la aeronave y observaban con preocupación un recipiente colocado sobre unos de los lados. Otros miraban, también con detenimiento, una de las alas del gigante. De pronto, empezaron a verter, una tras otra, latas de algo que parecía aceite en el recipiente en cuestión y observaban con detenimiento el nivel del mismo. "Hay una pérdida de líquido hidráulico", llegaron a decir a los ocasionales testigos, el equipo de C5N. El Hércules había llegado a la altura de la localidad de Campana, a unos 89 kilómetros del punto de partida. Y allí emprendió el regreso a El Palomar, donde aterrizó sin problemas. La enorme pericia y la atención precisa del personal de la Fuerza Aérea -entre los que había profesionales mecánicos- pudieron sortear el problema. Y, dos horas después, tras haber estado detenidos en la pista, con el inconveniente ya solucionado, se emprendió nuevamente el viaje.
Mientras se volaba llegó la noche. Y el frío. Los asientos de paracaidistas (una tela en la base y una red de cintas rojas como respaldo) fueron las "butacas" de rigor. El vuelo hizo escala en Manaos. Allí, en el corazón amazónico de Brasil, recargó combustible. Manaos recibió a los tripulantes con un calor y una humedad agobiantes, algo que no era una novedad para los pilotos. Después de la recarga de combustible, el Hércules H -fabricado por la empresa norteamericana Lockheed en 1968- siguió su ruta hacia La Habana. No sin antes esquivar dos focos huracanados de tormenta sobre el territorio venezolano. Al mediodía del domingo 5 de septiembre, casi 20 horas después del despegue original, las ruedas del poderoso avión se posaron sobre la pista de aterrizaje del aeropuerto José Martí.
Allí desembarcarían las toneladas de elementos sanitarios enviados por el gobierno argentino y el Movimiento Argentino de Solidaridad con Cuba (MAS Cuba) que fueron recibidos por el embajador Luis Iparregui y la ministra de Ciencia Tecnología y Medio Ambiente local, Elba Pérez Montoya, quien agradeció con vehemencia el gesto. Hubo un acto simbólico en el que el comandante Pablo Andino, al frente -junto a Mauricio Vela- de una tripulación de 12 miembros de la Fuerza Aérea Argentina, entregó la primera caja de jeringas que viajaron en la carga con destino a Cuba.
Jeringas para las vacunas cubanas
En Cuba, el bloqueo impuesto por EE.UU. generó que, en este contexto de Pandemia, haya faltante de material indispensable no sólo para atender las necesidades más inmediatas producto del Coronavirus, sino incluso de las jeringas necesarias para aplicar las vacunas. Y, en ese contexto, gran parte del cargamento donado por Argentina vaya a atender esas urgencias. Paradójicamente Cuba ha logrado desarrollar cinco vacunas diferentes contra el COVID 19, pese a este bloqueo. Y eso tiene una razón de ser: la investigación en ciencia ha sido uno de los pilares que la Isla mantuvo por décadas, aún frente a las difíciles situaciones económicas que debió afrontar. Así, se convirtió en el primer país de América Latina en tener sus propios desarrollos en la materia. De esas cinco opciones, ya hay tres que han sido aprobadas por las autoridades sanitarias (Abdala, Soberana 1 y Soberana 2) y, con las tres aplicaciones necesarias y con la posibilidad de combinarlas, hoy lleva vacunada más de la mitad de su población de 11 millones de habitantes. De hecho, al momento de realizar esta cobertura, habían aplicado más de 15 millones de dosis y se acababa de iniciar la inoculación en niños de más de tres años, algo que despierta el interés de otras naciones, como por ejemplo la República Argentina.
Este periodista tuvo la oportunidad de entrevistar a las autoridades de BioCubaFarma, el organismo público que tiene bajo su supervisión las cinco vacunas. Su presidente, Eduardo Martínez, señaló: "Desde que surgió la Pandemia, de acuerdo a las capacidades que tenemos en el país y la experiencia en el desarrollo y producción de vacunas, nos dimos la tarea de desarrollar vacunas contra el COVID 19. Tenemos varias instituciones que se dedican al tema de las vacunas y las pusimos a disposición de estos proyectos. Empezamos con un grupo de proyectos teniendo en cuenta todas nuestras plataformas. Y finalmente llegaron a concretarse en cinco proyectos específicos. Estos proyectos tienen en común que el tipo de antígenos que utilizan es el mismo de la proteína de la espiga del virus SARS-CoV-2 y en un caso se obtiene este antígeno por una plataforma tecnológica de células de organismos superiores y en otros casos a partir de células de levadura. Los resultados fueron realmente muy satisfactorios. En el caso de Abdala su eficacia fue del 92% y en el caso de Soberana fue del 91%. Y, a partir de estos resultados, se tomó la decisión de avanzar en la vacunación masiva en el país".
En tanto, el vicepresidente de BioCubaFarma, Eulogio Pimentel, sostuvo: "En la ciencia contemporánea no se puede hablar de un científico aislado en una cueva haciendo ciencia... En el caso particular nuestro, desde el mes de enero de 2020 ya teníamos una de nuestras empresas mixtas en China trabajando en función de la Pandemia en Wuhan. Tal es así que la tecnología de producir interferón Alfa recombinante cubano que había transferido a esa empresa mixta fue uno de los primeros en ser utilizados en las terapias para el combate del virus. Y ya para febrero de 2020 habíamos presentado a la Academia China un proyecto de una vacuna PanCorona. Es decir, una vacuna que contemple varios antígenos, no sólo el SARS-Cov-2 como blanco de acción, sino antígenos ya ocurridos en otras epidemias y que pudieran prevenir próximas infecciones de virus Corona" .
Eduardo Martínez, el presidente de BioCubaFarma, ratificó ante el autor de este artículo, que vienen conversando con el gobierno argentino por la aplicación de vacunas cubanas en niños: "Nosotros con Argentina tenemos relaciones históricas, de trabajo y de hecho ha utilizado un grupo de medicamentos, inclusive vacunas, cubanos. Y en este caso hemos estado intercambiando con las autoridades del Ministerio de Salud y ellos están al tanto de los desarrollos y conocen los resultados. De hecho la ANMAT está evaluando la posible autorización de emergencia de nuestra vacuna y uno de los intereses que nos han manifestado es el de las vacunas para la población pediátrica, ya que son vacunas muy seguras y que, por su naturaleza (ya en Cuba se han aplicado 15 millones de dosis) y realmente los eventos adversos son muy bajos y leves. Incluso los perfiles de seguridad que hemos estado viendo con las vacunas han demostrado que son mucho más elevados que otras vacunas que hoy se usan contra el COVID".
Haití: Al rescate de los más golpeados
Luego de horas intensas en Cuba, el Hércules argentino emprendió un vuelo de casi tres horas hacia Haití, el país más castigado y empobrecido de toda América Latina. Allí esperaba una misión de 24 Cascos Blancos -muchos de ellos voluntarios- que, a pedido de la Cancillería argentina -conducida por Felipe Solá- habían desembarcado en la isla 15 días antes. Su llegada ocurrió luego del último terremoto del 14 de agosto. Estos verdaderos héroes que entregan su corazón en cada misión, no sólo atienden las cuestiones sanitarias que la misma urgencia impone sino que también habían viajado profesionales de otras disciplinas para ayudar a apuntalar el Hospital Néstor Kirchner (nombrado así por el UNASUR) que sufrió daños importantes por ese temblor.
Los Cascos Blancos, creados en 1994, enfrentaron allí cuadros desesperantes de personas que llevaban, por ejemplo, quebraduras desde hacía varios días y que recién obtuvieron la atención indispensable con el arribo de los argentinos. A alguno de los voluntarios le sorprendió el caso de un hombre que había permanecido dos días bajo las rocas que se precipitaron sobre él en medio del terremoto; luego sufrió los embates de un alud, mientras aún estaba atrapado; hasta que finalmente logró llegar a sus manos tras haber caminado toda una noche con una pierna con fractura expuesta. Habían pasado ya varios días desde que comenzó esa saga de desgracias para el hombre y recién allí pudo tener la atención necesaria. De ese tipo de historias se nutrieron, golpe a golpe, los Cascos Blancos durante su última misión en Haití.
Marina Cardelli, la Presidenta de Cascos Blancos, señaló: "En la primera semana estuvimos montando un hospital de primeros auxilios en Corail, con respuesta de traumatología, obstetricia, pediatría, medicina general: pudimos hacer ecografías, atender a muchas embarazadas en su primer centro médico y, por supuesto, había mucha gente con heridas vinculadas al terremoto. Llegamos una semana después de que temblara Haití (con un 7.2 en la Escala de Mercalli) en una región muy cercana al epicentro como es Corail. Y durante la última semana nos complementamos en las tareas del Hospital Néstor Kirchner, que es el que está en ese lugar. A lo largo de dos semanas atendimos a cientos de personas".
A pesar del dolor que pudieron percibir, Cardelli siente que nada fue en vano. "Nos vamos con la satisfacción de haber contribuido con el espíritu solidario a tiempo porque cinco días después ya estábamos con un hospital con 24 voluntarios, trabajando con mucha celeridad. Y también porque viajamos con una agenda de trabajo ya que hay un hospital, al sur y en la región más aislada y pobre de Haití, que se llama Néstor Kirchner. Y que se construyó con la unidad de UNASUR en su momento y que la Argentina tiene un compromiso inmenso con continuar la solidaridad con ese hospital, con Corail y con el pueblo haitiano. Siempre que nos necesita estamos ahí para desplegar este convencimiento que tenemos de que se sale adelante con unidad", sostuvo la Presidenta de Cascos Blancos.
Por su parte, Nicolás Sabuscuyán, vicepresidente de la entidad explicó: "Fue una experiencia estremecedora y emocionante. Una experiencia que también pone a prueba la capacidad de respuesta humanitaria de Argentina. Porque había que emplazar asistencia médica en un lugar donde no contábamos con ningún servicio. No contábamos ni con agua, ni con luz, ni con gas, por medios propios. Había que hacer todo de cero. Y eso obligo a articular con las capacidades locales, articular con quienes podían proveernos del agua, de alimentos. Más allá de que nosotros trajimos suministros siempre es necesario ver cómo organizarse en el terreno. La labor de Cascos Blancos no es reemplazar por unos días lo que tiene que hacer un Estado. Es acompañar a ese Estado para que recupere o tengan capacidades que queden instaladas".
Ese trabajo impresionante de los Cascos Blancos llegó en medio de una conmoción general provocada no sólo por este último terremoto o por los resabios que quedan del anterior (en 2020, donde murieron 300.000 personas) sino también por el clima de violencia extendida y hasta el asesinato de un presidente como fue el de Jovenel Moise y del que dio cuenta MundoNews en la nota "El país de la tragedia permanente". "En el caso de Haití este terremoto ocurrió en un momento en el que además había una conmoción social muy grande por el asesinato del Presidente, más cuestiones estructurales que existen en el país. Un país con el que la Argentina ha sido solidario cada vez que pudo, no sólo enviando donaciones, no sólo enviando ayuda humanitaria, sino también dando testimonio de cuerpo presente. Y este es un capítulo más de esa larga tradición que nosotros esperamos continuarla y honrarla también porque estamos representando al Estado argentino y a su solidaridad"
Tras brindar esas palabras los Cascos Blancos subieron al Hércules que los llevaría de regreso a la Argentina. Fue después de unos quince días muy intensos que, esperan, no sean los últimos. De hecho, el autor de esta líneas consultó a varios de ellos y todos coincidieron con que sueñan con volver pronto a Haití. Para extender sus manos y sus corazones. Como lo hacen siempre, como verdaderos héroes de carne y hueso que son. Ejemplos en un Mundo donde las urgencias propias suelen desatender la solidaridad con quienes más lo necesitan. Pero los Cascos Blancos constituyen esas excepciones que engrandecen a un país y agigantan a los seres humanos.
Y de todo esto fue testigo el equipo de C5N que viajó al corazón de esas dos misiones humanitarias. Las de la solidaridad argentina con Cuba y con Haití. Y, a modo de confesión, permítanme usar la primera persona por única vez: les juro que es una experiencia que nunca voy a olvidar.
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