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La increíble paradoja chilena

En el plebiscito de validación de la nueva Constitución ganó el rechazo por amplia diferencia. Todo eso pese a que el 80% había estado de acuerdo en cambiar la Carta Magna de Pinochet. Y a que hace poco tiempo ganó la Presidencia la izquierda de Boric. ¿Qué pasó?


Por Gabriel Michi



Chile enfrenta una paradoja pocas veces vista. Hace poco más de dos años el 80% de los chilenos votaron a favor de dejar de atrás la Constitución instaurada desde 1980 por el dictador y genocida Augusto Pinochet. Ahora, casi el 62% de los ciudadanos rechazó, en un plebiscito, el texto acordado por la Convención Constituyente que sesionó por meses. En el medio hubo distintos momentos donde el voto de los ciudadanos parecía seguir el sendero trazado por la revuelta popular de 2019, aquella que pujó por mayor igualdad y por cambiar la Carta Magna. Después del mencionado plebiscito que dijo que había que enterrar aquel vestigio pinochetista, sobrevino una elección de convencionales mayoritariamente por fuera del sistema político y el triunfo del candidato de izquierda Gabriel Boric en el ballotage presidencial de este 2022. Pero así como parecía que todo iba en el mismo sentido, ahora el voto abrumadoramente mayoritario parece haberle puesto un freno a esa corriente.


La opción "Rechazo" obtuvo el 61,88% de los sufragios, contra el 38,12% de la opción "Apruebo". Hubo una participación récord con casi 13 millones de electores que concurrieron a las urnas. Claro que esta vez, a diferencia de todas las anteriores, era obligatorio. Para algunos analistas esa fue una especie de "bomba de tiempo" que dejó instaurada el ex presidente Sebastián Piñera para atentar contra la nueva Carta Magna por sus claras diferencias a la conformación que tuvo la Asamblea Constituyente. ¿Por qué? Porque no siendo voluntaria la participación se podría garantizar una mayor convocatoria a aquellos sectores, en especial de derecha, que no siempre concurren a votar. Si bien las encuestas previas daban cuenta de un clima muy fuerte a favor de rechazar la nueva Constitución, nadie presagió una diferencia tan amplia a favor del "No". Eso sorprendió a todos. 7.882.958 votos eligieron el "Rechazo", un 23,72% más que la opción del "Apruebo".


Si bien el gobierno de Boric no hizo una campaña abierta por el "Sí" por una cuestión de responsabilidad institucional, claramente lo apoyó. Por eso, en el oficialismo esto representa una dura derrota. De la vereda de enfrente se plantaron los sectores y partidos de derecha, que conformaron los Comandos de "Rechazo", sino también sectores de centroizquierda y el "Comando Amarillos por Chile". Sin embargo, muchos de los dirigentes que se inclinaron por el "No", quieren una nueva Constitución que exilie de una vez y para siempre la de 1980. Pero no estaban de acuerdo con la letra de esta reforma. Y esa convicción de un cambio surge también de la lectura de aquel plebiscito de octubre de 2020 en que 8 de cada 10 votantes optaron por enterrar el texto pinochetista.


Los que apoyaron la opción "Rechazo" a la nueva Constitución obtuvieron un holgado triunfo en las urnas y festejaron.

Ahora, ¿por qué fracasó en las urnas este proyecto si hay tal voluntad de cambio? Y las razones que asoman son múltiples. La primera quizás radique en la variopinto conformación de la Asamblea Constituyente donde había una mayoría de integrantes outsiders de la política o que habían surgido como referentes en plena revuelta de 2019 pero sin mucho basamento para ocupar ese lugar. De hecho hubo una serie de papelones de algunos de esos personajes que en cierta manera desprestigiaron el proceso.


Otra de las razones pudo ser la mala campaña de defensa que hicieron los promotores del "Apruebo", que no supieron explicar a la ciudadanía los alcances de esta reforma y no lograron desarticular muchas de las "fake news" que esgrimieron algunos sectores que la rechazaban. Y allí cobra fuerza también cómo algunos sectores -en particular de la derecha- lograron instalar la idea de que esta Constitución atacaba principios muy arraigados como el de la propiedad privada y la unidad nacional. En este punto, la mayor autonomía que se le otorgaba a las comunidades de los pueblos originarios -incluso en materia judicial- en aquellos territorios ancestrales, fue otra de las grandes divisorias de agua que generaron una enorme negativa en una porción importante de la sociedad chilena.

El hecho de que entre los referentes del "Sí" primó un concepto denominado “aprobar para reformar” tampoco ayudó. Eso significaba un reconocimiento implícito de que el texto de la Carta Magna sometida a votación tenía falencias pero que lo importante era que se ponga en marcha para después hacer los cambios que sean necesarios. Algo que tampoco fue bien visto.


Y tampoco ayudó a los portadores del "Apruebo" la complejidad de tener que hacer docencia con un complejo texto que contenía 388 artículos. La mayoría de los ciudadanos no conocían ni una mínima parte de esa redacción. Y lo que trascendía fue muy utilizado por sus adversarios para generar una sensación de miedo y desconcierto entre la población.


El presidente Boric reaccionó rápido y sostuvo: “Esta decisión de los chilenos y chilenas exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, con más respeto y cariño hasta arribar a una propuesta que nos interprete a todos, que dé confianza, que nos una como país. Allí el maximalismo, la violencia y la intolerancia con quien piensa distinto deben quedar definitivamente a un lado”.


El presidente Boric aceptó el resultado de las urnas y dijo que convocará a analizar un nuevo proceso constituyente.

Una de las ideas que maneja el gobierno es llamar a elecciones nuevamente para integrar una nueva Convención Constituyente que redacte otro texto. Y que eso sí logre el consenso de los partidos políticos y la sociedad civil. En ese plano Boric se comprometió en trabajar “en conjunto con el Congreso y la sociedad civil un nuevo itinerario constituyente que nos entregue un texto que recogiendo los aprendizajes del proceso logres interpretar a una amplia mayoría ciudadana”. Quizás ese sea el camino para terminar de enterrar una Carta Magna que, con modificaciones y todo, viene de las entrañas del pinochetismo. Y que hoy vuelve a ser la que manda en esta increíble paradoja chilena.

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