La Agencia Mundial Antidoping entró en una disputa sin precedentes con la estadounidense por usar deportistas que incurrieron en esas prácticas para identificar a otros infractores en los JJ.OO. Un caso de 23 nadadores chinos generó una enorme crisis. La polémica sigue.
Por Gabriel Michi
¿Se puede luchar contra la trampa haciendo trampa? ¿Corresponde incurrir en la ilegalidad para descubrir otra ilegalidad? Ese es uno de los dilemas que más se discute en el ámbito del espionaje. Dicho de otra manera: ¿El fin justifica los medios? Es todo un debate que incluso en algunas ocasiones se judicializa y termina todo en un terreno fangoso en el que la forma irregular de acceder a esas verdades concluye contaminando los resultados y llevándolos a un camino sin salida. Sin embargo, esas técnicas se siguen utilizando en distintos ámbitos. Incluso en el deporte. Un ejemplo muy claro quedó expuesto en estos días después de una insólita y desconocida pelea por la utilización de "deportistas espías" que se infiltran entre los atletas para detectar casos de doping. La disputa escaló y llegó a enfrentar a la agencia antidopaje mundial y a la estadounidense, ésta últimas que defienden las tácticas encubiertas que ellos utilizan para intentar atrapar a quienes hacen trampa en el control de drogas utilizadas por deportistas.
En ese marco, la guerra trepó tanto que la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) acusó a la agencia estadounidense USADA de romper el código global al permitir que varios atletas que había descubierto entre 2011 y 2014 violando las normas antidopaje, actuaran de forma encubierta y siguieran compitiendo sin ser procesados a cambio de información sobre otros infractores. Sin embargo, la USADA se defendió argumentando que esa táctica de espionaje no sólo es necesaria sino que está permitida y sostuvo que quiere seguir utilizándola. Pero AMA, también conocida por su sigla en inglés WADA (Word Anti Doping Agency), denunció que esa política va en contra de su Código y que los atletas que sean sorprendidos infringiendo las normas antidopaje no deberían poder participar en las competencias, porque eso incluso habilita la posibilidad de ganar premios en dinero y medallas, sin antes ser procesados y sancionados públicamente por haber incurrido en prácticas antideportivas.
Es más, las dos agencias también están inmersas en una pelea sobre el sistema global de vigilancia del dopaje en el deporte, en donde se mezclan otros intereses y pulsiones. El caso que disparó esta batalla fue el de 23 nadadores chinos, que generó toda una polémica gigante en los actuales Juegos Olímpicos de París. Desde la agencia estadounidense atacaron a la Mundial por no sancionar a esos deportistas argumentando que -según la emisora alemana ARD- esos 23 nadadores chinos habrían dado positivo en trimetazidina (TMZ), un medicamento que aumenta el flujo sanguíneo al corazón, meses antes de los Juegos Olímpicos de Tokio en 2021. Sin embargo, los atletas fueron absueltos por una investigación china que afirmó que estuvieron expuestos inadvertidamente a la droga a través de contaminación en la cocina del lugar donde residían. La Agencia Mundial Antidopaje afirmó que no tenía pruebas para cuestionar las conclusiones de China y que un asesor externo había desaconsejado apelarlas. Lo que enfureció a los EE.UU. que incluso aprovechó el caso en su disputa geopolítica global con el gigante asiático y en medio de la competencia sobre cuál de las dos naciones quedará al tope del medallero olímpico.
Sin embargo, esos atletas asiáticos fueron sometidos a muchísimos más controles que sus pares de otros países. El número total de pruebas realizadas al equipo chino de natación superó las 600 desde enero de 2024, y cada nadador fue sometido a ellas unas 21 veces, mientras que sus principales rivales lo han hecho una media de entre cuatro y seis veces, según las estadísticas oficiales de World Aquatics. Mark Adams, director de comunicaciones del Comité Olímpico Internacional (COI), aclaró que "han sido completamente examinados y revisados". Pero la Agencia antidoping estadounidense sigue en su tesitura.
En cambio, la Agencia Mundial contraatacó a la de EE.UU. con el hecho de permitir que deportistas que sí fueron descubiertos en el pasado con dopaje positivo, fueron habilitados para competir con el único fin de que espíen a sus competidores y suministren información sobre ese tipo de prácticas antideportivas en las que ellos incurrieron en el pasado. "La AMA tiene conocimiento de al menos tres casos en los que a atletas que habían cometido graves violaciones de las normas antidopaje se les permitió seguir compitiendo durante años mientras actuaban como agentes encubiertos de la USADA, sin que ésta lo notificara y sin que existiera ninguna disposición que permitiera tal práctica bajo el Código (global) o las propias reglas de la USADA", dijo la Agencia Mundial Antidopaje en una comunicación con la agencia Reuters.
Esos tres atletas "espías" a los que la agencia mundial hace referencia -sin identificarlos- ya se han retirado de la competencia olímpica en París. Sin embargo, su preocupación continúa incluso por la propia integridad de esos deportistas que actuaron como una suerte de "topos" entre sus pares y, por ello, no quisieron hacer públicos sus nombres ya que temen por su seguridad.
Por su parte, la agencia estadounidense defendió su decisión de permitir que algunos de aquellos deportistas que violaron las normas sobre drogas puedan competir y así usarlos como informantes encubiertos. Asegura que esa "asistencia" había proporcionado inteligencia a una investigación FBI de Estados Unidos sobre un esquema de tráfico de personas y drogas. A tal punto que el propio director ejecutivo de la USADA, Travis Tygart, señaló: "Es una manera eficaz de abordar estos problemas mayores y sistémicos", aunque no quiso dar detalle de cuál fue la ayuda que los deportistas "espías" les brindaron en sus pesquisas. Tygart, conocido por impulsar el procesamiento de su agencia del ciclista estadounidense Lance Amstrong, defiende abiertamente la técnica de utilizar a atletas infractores para exponer a los más veteranos, así como para reunir información sobre criminales organizados implicados en el dopaje y el tráfico deportivo: "Si hay agentes u otras personas que se aprovechan de los deportistas y trafican con ellos... creo que es totalmente apropiado", expresa.
Según el Código Mundial Antidopaje, del que la USADA es parte, un atleta que colabore "sustancialmente" en una investigación de este tipo puede solicitar que se suspenda una parte de cualquier exclusión deportiva pero sólo se contempla eso después del procesamiento. Aún así, no existe nada que diga explícitamente que los atletas que han infringido las normas antidopaje pueden seguir compitiendo sin ser procesados y sancionados primero, algo que pone pimienta a la disputa entre la Agencia Mundial y la estadounidense.
Desde la AMA aclararon que la idea de que el Código "puede usarse para justificar la falta de procesamiento de un caso durante años mientras los atletas dopados son enviados de nuevo al campo como informantes encubiertos para competir contra atletas limpios es obviamente errónea". Ante este reclamo de las Agencia global, Tygart aseguró la estadounidense se abstendrá de usar la táctica nuevamente a menos que lo autorice, aunque intentó justificarse diciendo que buscaron tomar una "posición antideporte limpio" y que la USADA creía que estaba permitido según el Código.
Vale decir que las agencias antidoping vienen lidiando con esas prácticas antideportivas utilizando distintas mecánicas, intentando seguir el ritmo de los cambios constantes de las sustancias utilizadas y que la tecnología diseñadas para obtener ventajas injustas siguen mutando, como también las mecánicas para disimularlas sin ser detectadas. Por eso, esas agencias ahora archivan muestras tomadas de atletas durante 10 años para que puedan volver a analizarse más tarde en busca de sustancias que mejoran el rendimiento y que en ese presente aún resultan desconocidas para los controladores. Así, las nuevas pruebas de muestras de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 y Londres 2012 sirvieron para decretar docenas de descalificaciones e incluso para reasignar medallas que habían sido obtenidas por atletas que utilizaron sustancias prohibidas pero que en aquellos momentos no había forma de detectarlas.
En 2021, USADA le informó a la AMA que desde 2011 había permitido que atletas infractores de las reglas actuaran como informantes, y la agencia global le dijo que detuviera la práctica de inmediato. Pero no lo hizo. Según la AMA, cuando USADA le comunicó sobre esas actividades, los atletas involucrados ya se habían retirado y que su seguridad sería un riesgo si exigían que se anulen los resultados de carreras o la devolución del dinero del premio, dado que el trabajo de informantes que habían estado haciendo los podía exponer a potenciales represalias del resto de los deportistas.
De hecho hubo un caso de un atleta de alto perfil que nunca fue publicado ni fue sancionado porque quisieron evitar una situación de peligro hacia el deportista. Frente a ello, la AMA afirmó que su Departamento de Inteligencia e Investigaciones evaluó que los riesgos para el atleta eran lo suficientemente reales como para no poder rechazar la solicitud de la USADA de cerrar el caso. "Al verse en esta posición imposible, la AMA no tuvo más opción que aceptar", afirmó. Por su parte, la agencia estadounidense explicó que la global estaba al tanto de los casos antes de 2021 y calificó su denuncia como "una difamación" hecha en respuesta a las críticas sobre su manejo del caso de la natación china, el mismo que fue desechado por las autoridades.
Así se está escribiendo una historia desconocida en la elite del deporte internacional. En una guerra desatada entre una agencia antidoping de alcance mundial y otra que -pese a formar parte de ella- impuso sus propias reglas, como fue la estadounidense. Usando tácticas de espionaje por lo menos cuestionables y apelando a atletas infractores a los que -bajo promesa de inmunidad en sus prácticas antideportivas pasadas- los convierte en "agentes secretos encubiertos" para denunciar a sus pares que podrían incurrir en sus mismos pecados. Es decir, haciendo trampa para detectar trampas. O usando tramposos para atrapar tramposos. Un verdadero escándalo. Y un despropósito en sí mismo en medio de los Juegos Olímpicos que, se supone, deben inspirar otros ejemplos y no ser parte de una insólita guerra de espías entre los deportistas.
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