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La insólita guerra del lobo

En Europa explotó una disputa por la proliferación de estos animales gracias a las leyes que los protegen. Los chacareros quieren que las quiten porque se están comiendo su ganado.


Por Tomás Michi


La eterna discusión por el cuidado del medioambiente suma un nuevo capítulo. Mientras se profundizan discursos sobre la importancia de concientizar sobre una problemática tan presente en el Mundo, impulsada incluso por organizaciones mundiales con gran incidencia en la toma de decisiones, paradójicas declaraciones de la Comisión Europea suscitaron polémica estos últimos días. Frente al curioso aumento del número de lobos en Bélgica, lo que provoca protestas y reacciones de los ganaderos preocupados por sus animales, la máxima institución del Viejo Continente pidió revisar el estatus de protección de los mamíferos que se multiplican en esa zona.


El mes pasado, la presidenta de la organización europea, Ursula von der Leyen, había afirmado que la reaparición de manadas de lobos en algunas regiones europeas es un "peligro real" para otros animales y "potencialmente para los seres humanos". Bajo esa línea, expresó en un comunicado: "La concentración de manadas de lobos en algunas regiones europeas se tornó un peligro real para la cría de animales y potencialmente también para los seres humanos". Leyen fue una de las primeras en advertir sobre este fenómeno, cuando instó a que las "autoridades locales y nacionales tomen acciones donde sea necesario", y recordó: "De hecho, la actual legislación europea les permite hacerlo".


En esa instancia, la Comisión Europea había convocado a científicos y comunidades de ese continente a brindar datos actualizados sobre la población de lobos, para, luego, con esa información, decidir "una propuesta para modificar, cuando resulte apropiado, el estatuto de protección de los lobos" en la Unión Europea (UE). En la vereda de enfrente, grupos ambientalistas luchan contra estos recursos y consideran que la reaparición de lobos en bosques europeos es un gran avance de la restauración natural de la cadena alimentaria. Además, hay un dato que no puede pasarse por alto: los lobos están protegidos por una normativa europea de 1992.


Y esto tiene un motivo, en los siglos XIX y XX -en un esfuerzo por prevenir la depredación del ganado- los lobos, así como otros depredadores como los osos, linces y glotones, fueron erradicadas sistemáticamente y casi llevadas a la extinción. Ahora aquella legislacciòn proteccionista de 1992 permitió un importante crecimiento en la población de los lobos: se estima que actualmente existen alrededor de 12.000 individuos en todo el continente europeo. Por eso los especialistas señalan que resulta importante para restaurar los procesos naturales que mantienen a los animales de presa, como ciervos y jabalíes, en cantidades no abusivas para el medio ambiente.


Aquí entra la controversia: pese a que el aumento de lobos implica una mejora de los ecosistemas, los trabajadores rurales que viven de la ganadería no están contentos. Es por esto que, en diálogo con Europa News, el ganadero Ludwig Heinen mostró su preocupación al considerar que "si los lobos destrozan a los animales, eso es una cosa. Pero si los lobos ponen nerviosos a los animales que están libres en el campo, no es fácil volver a calmarlos". Frente a esta situación, el ganadero belga aseveró: "Mi opinión es clara: si un lobo causa problemas, entonces deberíamos poder dispararle". Sus declaraciones se dan luego de que una manada de lobos matara a un ternero y varias ovejas en esa región.


En ese sentido, Ingrid Mertes, líder de la asociación local de ganaderos, se sumó al reclamo y advierte que los lobos no deberían estar en esas zonas campestres, por lo que propone una polémica solución: habilitar la caza. "Los granjeros quieren tener sólo un número limitado de lobos que puedan vivir en la naturaleza y alimentarse allí. Si los lobos abandonan su hábitat para atacar a los animales en las zonas agrícolas, entonces tenemos demasiados. Por eso queremos establecer un límite", dijo. Este mensaje no trajo buenas reacciones en el mundo ambientalista. El experto en el estudio del hábitat de los lobos en Bélgica, Joachim Mergeay,

negó que estos animales generen daños económicos significativos, pero reconoció que el rechazo se debe a cómo hace sentir a los humanos "la presencia de los lobos como agricultor, como actor rural". Es por esto que propuso que los contactos entre el ganado y los lobos podrían evitarse con vallas.


No obstante, una rebaja del estatus de conservación de los lobos no alcanzaría para habilitar la caza, por lo que los problemas de los ganaderos seguirían existiendo. "Bajo estos niveles de protección reducidos, sólo se puede cazar si las poblaciones se encuentran en una situación saludable, en un estado de conservación favorable. Aún no estamos allí. Cambiar este nivel de protección no significaría que puedas cazar. Estas poblaciones de lobos todavía necesitan crecer. Y no resolvería ninguno de los conflictos que actualmente están en la base de estas cuestiones", aseveró Mergeay.


Como en toda temática relacionada al cuidado del medio ambiente, las posturas opuestas chocan por cuestiones económicas, políticas, sociales e ideológicas. Este fenómeno que atraviesan ciertas regiones de Europa trae consigo una carga vinculada no sólo a la preservación de la fauna, sino también el derecho de aquellos pequeños ganaderos que viven de los animales que hoy se encuentran en peligro. Una puja de difícil solución. Entre el Hombre y la naturaleza. Una vez más. Un nuevo capítulo de una película ya conocida. Y que en este caso se expresa en la guerra del lobo.




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