El planeta enfrenta un fenómeno récord de aumento de los precios en los productos básicos. Eso potencia la inseguridad alimentaria y la desigualdad. Los incrementos, acelerados por los efectos del Coronavirus y la guerra entre Rusia y Ucrania, son un drama para los gobiernos.
Por Gabriel Michi
El Mundo se enfrenta a una nueva Pandemia. Ya no es la del COVID 19, que sigue presente. Es la Pandemia de la inflación. Y con ella, la inseguridad alimentaria de miles de personas se multiplica porque el precio de los productos esenciales se disparó por todo el planeta, como nunca se había visto. Como una consecuencia inesperada de la situación que se vivió por el Coronavirus pero también de la guerra entre Rusia y Ucrania, el hambre y la desnutrición aparece en un horizonte sombrío y desolador. Esta crisis mundial empujará a millones de personas a la pobreza extrema y se romperá la tendencia internacional de mejoras en determinados estándares socio-económicos que se venían registrando.
Cuando el "parate" general por la Pandemia parecía empezar a quedar atrás y se veían signos de reactivación económica en diferentes sectores, apareció en escena la invasión rusa sobre territorio ucraniano lo que produjo una disminución abrupta en determinadas cadenas de suministros estratégicos, como los alimentos y la energía. Es más, el aumento del precio de la comida está afectando especialmente a la población de los países de ingreso bajo y mediano, que -por no poder darse demasiados lujos- el porcentaje de su economía que se destina a la alimentación es mucho mayor. En los países de ingresos altos los precios de esos productos también están aumentando, pero tienen más espalda para afrontar la situación y, en todo caso, redistribuir sus prioridades o recortar por otro lado. En las naciones empobrecidas este fenómeno se traduce en una inseguridad alimentaria que, si no tiene una respuesta inmediata, traerá consecuencias inhumanas.
Algunos datos para graficar la grave situación:
- Desde enero de 2021 a julio de 2022, el alza de los precios agrícolas fue del 19%. Es decir, en tan sólo un año y medio. El trigo subió un 22% y el maíz un 16. En tanto que el arroz aumentó un 14 % más bajos.
- Entre marzo y junio de 2022 hubo una elevada inflación en casi todos los países de ingreso bajo y mediano; el 93,8 % de los países de ingreso bajo, el 89,1 % de los países de ingreso mediano bajo y el 89 % de los países de ingreso mediano alto. En todos ellos los niveles inflacionarios fueron superiores al 5 %. Muchos enfrentan una inflación de dos dígitos.
- Según el Banco Mundial, la guerra en Ucrania alteró tanto los patrones mundiales de comercio, producción y consumo de productos básicos que los precios "se mantendrán en niveles históricamente altos hasta fines de 2024 exacerbando la inseguridad alimentaria y la inflación".
- Los productos básicos más afectados son el trigo, el maíz, los aceites comestibles y los fertilizantes.
- Los factores que más presencia tienen en la complicación de este cuadro son la reducción de los suministros de cereales, aumento de los precios de la energía, aumento de los precios de los fertilizantes y perturbación del comercio debido al cierre de los principales puertos.
- Rusia y su aliado Bielorrusia son los principales exportadores de fertilizantes y las sanciones y el cierre del flujo desde esas naciones están produciendo un faltante y encarecimiento de esos insumos fundamentales para la agricultura.
- La crisis alimentaria mundial se agravó también porque muchos países productores impusieron restricciones a sus exportaciones para privilegiar la oferta interna y atenuar el alza de precios dentro de sus naciones. Así, 18 países aplicaron 27 prohibiciones a la exportación de alimentos.
- El número de personas afectadas por hambre ya había aumentado en 2021 (antes de la guerra Rusia-Ucrania) a 828 millones, un incremento de alrededor de 46 millones desde 2020 y de 150 millones desde 2019, antes del brote de la pandemia de COVID-19. Ahora la situación es mucho peor. El Programa Mundial de Alimentos y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advirtió que la inseguridad alimentaria aguda podría empeorar en 20 países o zonas entre junio y septiembre de 2022.
- Ya durante los dos primeros años de la Pandemia de COVID-19, una encuesta realizada en 83 países reveló que un número considerable de personas se quedaron sin alimentos o redujeron su consumo. Según FAO: "La disminución de la ingesta de calorías y la nutrición deficiente amenazan los avances obtenidos en materia de salud y reducción de la pobreza, y podrían tener efectos duraderos en el desarrollo cognitivo de los niños pequeños". Hoy, con los nuevos problemas de suministros y el aumento de la inflación mundial, el cuadro es aún mucho peor.
El 13 de abril de 2022, las máximas autoridades del Grupo Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio dieron a conocer una declaración conjunta en la que exhortaron a la comunidad internacional a tomar medidas urgentes para abordar la inseguridad alimentaria, mantener el comercio abierto y apoyar a los países vulnerables, entre ellas proporcionar financiamiento para atender las necesidades más urgentes.
Pero todos los esfuerzos parecen pocos frente a una situación que se salió de control y donde los responsables son muchos. Lo cierto es que el hambre apremia en el Mundo y la Pandemia de la inflación global no está haciendo otra cosa que acelerarlo. Como la pobreza extrema y la desigualdad social. Y, lamentablemente, la proyección es que todo se agravará. Aún más.
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