La vuelta al poder en Afganistán por parte de este grupo genera pánico en muchos sectores de la sociedad, en particular las mujeres. Los 20 años de guerra que pasaron desde que la coalición liderada por EEUU decidió invadir el país, tras los atentados del 11-S, y los billones de dólares invertidos no alcanzaron para vencerlos. Vivencias que explican el miedo.
Por Gabriel Michi
Veinte años. Y un fracaso descomunal. Más de 150.000 muertos, 60.000 de ellos civiles. Una crisis humanitaria como pocas. Más de 2 billones de dólares de dinero gastado. 83.000 millones de dólares invertidos en un ejército de 300.000 militares que, cuando tuvo que batallar contra el enemigo, entregó las armas y se fue a su casa o abandonó el país. Y, encima, la avalancha de conquistas territoriales por parte del talibán en poco tiempo dejaron al desnudo el fracaso de la invasión de la coalición de la OTAN, encabezada por EE.UU, en estas dos décadas donde intentaron hacer desaparecer del mapa cualquier vestigio del viejo régimen que hoy vuelve al poder. Y ese regreso presagia, a su vez, una reinstauración de un sistema opresivo contra vastos sectores de la sociedad, en particular, las mujeres. La caída de Kabul, la capital, luego de que casi todas las provincias -menos una, Panjshir- fueran conquistadas por los talibán y la huida del presidente Ashraf Ghani -señalado como una especie de títere de Occidente- a Emiratos Árabes Unidos, son dos señales unívocas de que otra historia se empezó a escribir. Y es muy posible que sea escrita con más sangre.
Frente a ese cuadro es que miles de afganos corrieron desesperadamente hacia el Aeropuerto de Kabul desde donde parten los aviones militares -los comerciales fueron suspendidos- que evacúan al personal de las Embajadas y a ciudadanos afganos que colaboraron con ellos. Muchos ciudadanos, sin un salvoconducto de ese tipo, se colgaron de las alas de los aviones y algunos de ellos cayeron al vacío desde el aire y murieron. Otros lograron aferrarse al tren de aterrizaje del avión pero no lograron sobrevivir. Ese fue el caso de Zaki Anwari (19), un jugador de la Selección juvenil de fútbol de Afganistán, cuyo cuerpo fue encontrado en el tren de aterrizaje de la aeronave militar estadounidense c-17, una vez que el vuelo descendió en la base militar que EE.UU. tiene en Doha. "La Dirección General de Educación Física y Deportes de Afganistán confirmó que Zaki Anwari, jugador de la Selección nacional de fútbol juvenil, estaba entre los cientos de jóvenes que intentaron salir del país aferrándose a un avión militar estadounidense", comunicó el medio afgano Ariana News. "Con gran pesar nos enteramos de que Zakia Anwari, uno de los jugadores de la selección nacional de fútbol juvenil, murió en un trágico accidente", ratificaron tiempo después desde el Departamento General de Educación Física y Deportes de Afganistán. Era una de las joyas más prometedoras del futbol afgano.
La de Zakia Anwari fue una de las miles de historias de desesperación que se registraron en este intento de fuga masiva del infierno que avizoran tras la caída de Kabul, del repliegue y retirada de las fuerzas de la OTAN y de la conquista de casi todo el territorio afgano en manos de los talibán. Quizás una de las postales más dramáticas de este escenario es la imagen de padres entregando a sus bebes y niños -a través de los muros que rodean al Aeropuerto de Kabul- a soldados norteamericanos, con el objetivo de que se los lleven del país. Es tal el infierno que imaginan que prefieren alejarse de sus niños, que ellos se críen en un lugar lejano y extraño, que los contengan familias de desconocidas y hasta la posibilidad de nunca más volverlos a ver, antes de que permanezcan en un Afganistán que emule la tragedia vivida entre 1996 y 2001 cuando los talibán, con su mano de hierro, manejaron el país con la Sharía -una interpretación radical del Islam- como doctrina disciplinaria que avanzaba sobre los derechos, en particular de las mujeres.
Las más jóvenes, sobre todo las que se criaron en las grandes ciudades durante toda la intervención de las potencias occidentales y los gobierno que prácticamente les imponían, no conocieron esa realidad que se precipitó luego de que Estados Unidos y sus aliados decidieron invadir Afganistán para cazar a Osama Bin Laden y Al Qaeda, y también cercar el apoyo talibán. Todo eso después de los atentados contra las Torres Gemelas y el Pentágono el 11 de septiembre de 2001, donde murieron unas 3.000 personas. Las represalias por esos ataques en territorio norteamericano se llevaron muchas más vidas estadounidenses y de sus aliados, que los que perecieron el propio 11-S. Ni hablar de la cantidad de vidas de afganos que se perdieron. Un saldo demasiado alto para todos. Y, encima, 20 años de guerra y destrucción encuentran, al final de camino, a este grupo extremista de nuevo en el poder.
El terror porque el régimen talibán vuelva con todos los atropellos conocidos lleva a que miles de mujeres quieran abandonar su tierra. Así por ejemplo ocurrió con Aryana Sayeed, una de las cantantes más famosas de Afganistán, quien escapó de Kabul en un avión de carga estadounidense. La cantante confirmó en su cuenta de Instagram que había llegado a Doha, Qatar. "Estoy sana y salva y, tras un par de noches inolvidables, he llegado a Doha, Qatar, y estoy esperando mi vuelo de vuelta a casa, a Estambul", señaló Sayeed.
Otra de las personas cuyo testimonio de desesperación se conoció en todo el Mundo y que pudo escapar del régimen talibán es Sahraa Karimi, una directora de cine muy consagrada de Afganistán. “Mis queridos amigos, no se preocupen. Estoy bien y segura”, publicó en su cuenta oficial de Twitter, una vez fuera de su país. En una carta pública, Karimi describió al talibán como un movimiento "ferozmente feudal y paternalista" y manifestó su temor acerca de la amenaza que representa frente a los derechos de las mujeres. “Nuestros derechos van a ser escondidos entre las sombras de nuestras casas y nuestras voces y nuestra posibilidad de expresarse se va a ahogar en el silencio. Cuando los talibán estaban en el poder ninguna niña podía ir a la escuela. Desde que se fueron, nueve millones de niñas empezaron a estudiar, pero en las últimas semanas los talibanes destruyeron numerosas escuelas y dos millones de niñas se vieron forzadas de nuevo a abandonarlas”, detalla la artista.
También otra cineasta hizo un desgarrador pedido de auxilio. Se trata de Sharbanoo Sadat, destacada en varios festivales internacionales, quien con sus videos dio cuenta del terror que sentía por la reconquista de los extremistas islámicos. "Si sobrevivo a esto y tengo la oportunidad de hacer más películas, mi cine habrá cambiado para siempre", señaló. En una entrevista a The Hollywood Reporter, la realizadora, premiada en el Festival de Cannes de 2016 con su ópera prima Wolf and Sheep, describió cuál es su situación y la de miles de compatriotas. "El mayor problema ahora mismo es cruzar los puntos de control bajo dominio talibán que hay que pasar para llegar al aeropuerto; y, una vez allí, encontrar un avión". Según Sada,t nadie imaginó que la caída de Kabul en manos del régimen talibán fuese tan rápida: "estás todo el tiempo escuchando que los talibán se han hecho con el control de tal sitio, o están entrando en otro, y pierdes un poco la perspectiva de cuál es el peligro real".
Las estrictas normas que se impusieron durante los cinco años que gobernó el talibán (ver el detalle más abajo) y que limitan las libertades individuales no sólo están llevando a que miles de personas se agolpen en las inmediaciones del Aeropuerto de Kabul sino que también están generando un éxodo masivo en las fronteras terrestres que este país mediterráneo de 32 millones de habitantes tiene con Pakistán (al sur y al este), con Irán (al oeste), con Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán (al norte) y con China (al noreste a través del corredor de Waján). Si bien no todos los países vecinos han abierto sus puertas para que ingresen los desesperados afganos que huyen del talibán.
Un mensaje de "moderación" ficticio
Pese al supuesto mensaje de "moderación" con el que los talibán volvieron al poder, a las pocas horas de la reconquista de la capital se empezaron a conocer distintas persecuciones y hasta fusilamientos a aquellos considerados "traidores" o "colaboracionistas" del gobierno amparado por Occidente. O simplemente aquellos que pudieran tener una opinión disidente. Así, por ejemplo, reprimieron y causaron varias muertes entre quienes se manifestaron en las calles contra ellos. Y fusilaron (y difundieron el video) a Haji Mullah Achakzai, ex jefe de la Policía de la provincia de Bagdhis. O armaron retenes en los caminos hacia el Aeropuerto para frenar a aquellos que querían huir. Son sólo algunas de las muestras de por qué se duda de que los talibán hayan vuelto al poder de una manera más moderada.
De hecho, una de las primeras cosas que hicieron fue dar una conferencia ante la prensa internacional. Y, poco después, se pudo ver cómo hostigaban a la corresponsal de la CNN, Clarissa Ward, quien luego de pasar horas amenazantes en las calles de Kabul entre fusiles de asalto AK47, disparos y burkas, logró salir de la capital afgana en un avión de evacuados. En los días previos había mostrado los testimonios de personas aterrorizadas por lo que se podría venir con los talibán en el poder. Y, en esa valiente cobertura, fue presionada una y otra vez por los milicianos armados.
Ward tuvo que pasar horas de enorme incertidumbre y angustia esperando un lugar en algunos de los aviones de carga de la OTAN que siguen sacando personas de Afganistán. "Los soldados en la pista del aeropuerto de Kabul me dicen que aquí hay 10.000 personas procesadas y listas para ir... pero ningún lugar adonde llevarlas porque Qatar se niega a aceptar más afganos porque han alcanzado su capacidad. Es abismal... alguien necesita dar un paso al frente", escribió la reportera, antes de subirse finalmente al vuelo del Ejército norteamericano.
Pero no fue el único ataque a la Libertad de Expresión que acometieron los talibán. Una de sus primeras acciones al llegar a Kabul fue ingresar y tomar el control de la televisión pública. Y decidir que no habrá más mujeres al frente de la pantalla. Una de las primeras víctimas de esta medida fue Shabnam Khan Dawran, la más famosa presentadora de noticias de Afganistán. Ella misma denunció que le prohibieron entrar en el edificio donde se encuentra el cana pese a las promesas de los islamistas radicales acerca de que iban a respetar el trabajo de las mujeres. "Nuestras vidas están amenazadas", señaló Dawran en un video colgado en las redes sociales,
Otra trabajadora de prensa que quiere llamar la atención del Mundo sobre el peligro que se avecina tanto a ellas como a otras mujeres es Anisa Shaheed, distinguida en abril pasado como la "periodista del año" por la rede Free Speech Hub de Afganistán. Ella aseguró que temen que su libertad para trabajar y estudiar con el advenimiento de los talibán nuevamente en el poder. Pero también apuntó la responsabilidad que le cabe al gobierno del ex presidente fugado Ghani.
En su Twitter Anisa publicó: "Toda la miseria que sufren hoy los pobres de esta tierra se debe a la incompetencia de los líderes y políticos que durante años engañaron al pueblo y se llenaron los bolsillos. ¿Qué funcionario y político conoces que tenga esposa e hijos en Afganistán? Sacaron dinero de los bolsillos de la gente e invirtieron y vivieron en el extranjero". Además detalló una lista de 51 miembros del gobierno depuesto que se escaparon cuando vieron que los talibán rodeaban Kabul. "¿Ghani y sus compañeros ven estas imágenes? El corazón humano está hecho pedazos. Es la resurrección. Qué miserables somos. ¿Qué tan miserables somos? ¿Quién es el responsable de esta situación?", sostiene la periodista en otro tuit donde muestra las imágenes de horror que se viven en las inmediaciones del Aeropuerto de Kabul.
Un desenlace escandaloso
El domingo 15 de agosto, cuando el entonces presidente de Afganistán, Ashraf Ghani y un número indefinido de colaboradores huyeron de Afganistán por el avance talibán, la bandera del Emirato Islámico de Afganistán no tardó en izarse sobre el palacio presidencial donde rápidamente los líderes de este movimiento islámico radicalizado tomaron su lugar. Ghani y sus secuaces habían abandonado a su gente en manos de ese enemigo al que no supieron, no pudieron o no quisieron derrotar pese al apoyo multimillonario de los Estados Unidos y el resto de las potencias. De nada sirvieron los billones de dólares con el que la coalición armó y entrenó a un ejército de 300.000 hombres, un número muy superior a los 80.000 combatientes con que se calcula que contaban los talibán.
Pero la escandalosa fuga de Ghani sería aún más vergonzosa si se confirma la información de que el ex presidente huyó del país con tanto dinero que no entraba en la aeronave y que hubo varios millones de dólares que quedaron abandonados en el aeropuerto. Es más, el propio embajador afgano en Tayikistán denunció que Ghani “escapó con bolsos llenos de 169 millones de dólares cuando Kabul caía”. Por eso esa misma sede diplomática solicitó a Interpol que detuviera al ex presidente y a otros funcionarios que escaparon por el robo de dinero público, para que esos fondos pudieran regresar al país. Pero Ghani logró su asilo dorado en Emiratos Árabes Unidos y desde allí negó todas las acusaciones y dijo que huyó "para evitar el derramamiento de sangre" en Afganistán. Derramamiento de sangre que hoy está sufriendo su pueblo, al que él abandonó.
El temor a lo que se viene
La experiencia en el poder que los talibán ejercieron entre 1996 y 2001 genera mucho temor entre la población. La aplicación de la Sharía implicaría un retroceso en los derechos de toda la población, pero particularmente de las mujeres. Aquí un detalle acerca de qué tipos de limitaciones tendrían las mujeres si el régimen vuelve como se fue en aquel entonces:
- Completa prohibición del trabajo femenino fuera de sus hogares. Solo unas pocas doctoras y enfermeras tienen permitido trabajar en algunos hospitales en Kabul.
- Completa prohibición de cualquier tipo de actividad de las mujeres fuera de casa a no ser que estén acompañadas de su mahram (parentesco cercano masculino como padre, hermano o marido).
- Prohibición de cerrar tratos con comerciantes masculinos.
- Prohibición de ser tratadas por doctores masculinos.
- Prohibición de estudiar en escuelas, universidades o cualquier otra institución educativa (los talibanes han convertido las escuelas para mujeres en seminarios religiosos).
- Las mujeres deben llevar burka, que las cubre de la cabeza a los pies.
- Prohibición de usar maquillaje.
- Prohibición de hablar o estrechar las manos a varones que no sean su mahram.
- Prohibición de reír en voz alta.
- Prohibición de llevar tacos, que pueden producir sonido al caminar (el argumento es que un varón no puede oír los pasos de una mujer).
- Prohibición de subir a un taxi sin su mahram.
- Prohibición de tener presencia en la radio, la televisión o reuniones públicas de cualquier tipo.
- Prohibición de practicar deportes o entrar en cualquier centro o club deportivo.
- Prohibición de andar en bicicleta o moto, aunque sea con sus mahram.
- Prohibición de llevar indumentarias de colores llamativos. Para los talibanes, son "colores sexualmente atractivos".
- Prohibición de reunirse con motivo de festividades o con propósitos recreativos.
- Prohibición de lavar ropa en los ríos o plazas públicas.
- Modificación de toda la nomenclatura de calles y plazas que incluyan la palabra "mujer".
- Prohibición a las mujeres de asomarse a los balcones de sus apartamentos o casas.
- Opacidad obligatoria de todas las ventanas, para que las mujeres no puedan ser vistas desde fuera de sus hogares.
- Prohibición a modistas de tomar medidas a las mujeres y coser ropa femenina.
- Prohibición del acceso de las mujeres a los baños públicos.
- Prohibición a las mujeres y a los hombres de viajar en el mismo ómnibus. Los buses se dividen ahora en "solo hombres" o "solo mujeres".
- Prohibición de pantalones acampanados, aunque se lleven bajo el burka.
- Prohibición de sacar fotos a mujeres.
- Prohibición de la existencia de imágenes de mujeres impresas en revistas y libros, o colgadas en los muros de casas y tiendas.
En el caso de que las mujeres incumplan algunas de esas normas, los talibán establecen durísimos castigos. Por ejemplo:
- Azotes, palizas y abusos verbales contra las mujeres que no vistan acorde con las reglas del régimen talibán o contra las mujeres que no vayan acompañadas de su mahram.
- Azotes en público contra aquellas mujeres que muestren los tobillos.
- Lapidación pública contra las mujeres acusadas de mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Aunque ellas llevan la peor parte, no son sólo las mujeres las que sufren la opresión de estos extremistas. También los hombres. De hecho, en un llamado a la conciencia y la solidaridad, Asociación Revolucionaria de Mujeres de Afganistán difundió algunas de las normas que deben cumplir tanto hombres como mujeres en aquellas regiones controladas por los talibán si no quieren enfrentarse a duros castigos físicos, el encarcelamiento o incluso a la muerte. A saber:
- Se prohíbe escuchar música.
- Se prohíbe ver películas, la televisión y, en definitiva, cualquier tipo de vídeo.
- Se prohíbe celebrar el tradicional Año Nuevo (Nowroz) el 21 de marzo, ya que los talibán la consideran una fiesta pagana.
- Se prohíbe celebrar el "Día Internacional del Trabajo" por ser considerada una celebración comunista.
- Se prohíbe tener un nombre no islámico. Todos aquellos que no tengan un nombre islámico tendrán que cambiárselo.
- Todos los jóvenes afganos están obligados a raparse el pelo.
- Todos los hombres deben llevar ropa tradicional islámica y algo con lo que cubrirse la cabeza.
- Está prohibido afeitarse o recortarse la barba, que debe crecer lo suficiente como para sobresalir del puño si se toma por debajo de la barbilla.
- Todo el mundo está obligado a acudir a la mezquita para rezar cinco veces al día.
- Queda terminantemente prohibido criar y jugar con palomas o cualquier otro tipo de pájaro, ya que se considera anti-islámico. Aquellos que incumplan esta norma serán encarcelados y los animales sacrificados.
- Se prohíbe que cualquier persona vuele barriletes u otros juguetes considerados anti-islámicos.
- Los espectadores de actividades deportivas tendrán que animar a los jugadores con cantos de 'Allah-o-Akbar' ("Dios es grande"), y tendrán prohibido aplaudir.
- Cualquier persona que lleve encima literatura 'cuestionable' será castigado.
- Cualquier persona que se convierta del Islam a otra religión será ejecutado.
- Todos los hombres que estudien (las mujeres lo tienen prohibido), están obligados a llevar un turbante en la cabeza.
- Las minorías no musulmanas deben distinguirse con una insignia o coser una tela amarilla en su vestimenta para diferenciarse del resto de la población.
- Se prohíbe el uso de Internet, tanto para nacionales como para extranjeros.
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