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Un año de una guerra sin final

Se cumple el primer aniversario de la invasión rusa sobre Ucrania y nadie avizora qué podrá ocurrir. Se calcula que hubo alrededor de 300.000 víctimas y millones de desplazados. El autor de esta nota estuvo en el comienzo del conflicto y cuenta la otra cara de este horror.


Por Gabriel Michi



"He tomado la decisión de llevar a cabo una operación militar especial". Con esas palabras el presidente ruso Vladimir Putin anunciaba el inicio de algo que se venía gestando desde semanas antes. En realidad muchos creen que desde años antes: La invasión a Ucrania. La misma que desembocó en una guerra que hoy, a un año de aquel comienzo formal el 24 de febrero de 2022, parece muy lejos de llegar a un final. ¿Por qué? Porque Rusia se resiste a abandonar todos los territorios conquistados en el Este y Sudeste ucraniano. Porque Ucrania se niega a perder la soberanía de esas regiones. Y porque otros actores externos tampoco hacen nada para que ese final llegue. Y en este último grupo entran especialmente las potencias occidentales encabezadas por EE.UU. y la Unión Europea, con su apoyo incondicional a Volodymyr Zelensky, además de todos los que se beneficiaron con la guerra, como los fabricantes de armas o los que ganaron con la crisis energética y económica desatada mundialmente por el conflicto bélico. En el medio hubo muerte, destrucción y un horror absoluto.


Si bien no existen cifras oficiales (y si las hay son muy tendenciosas) desde el lado ruso o ucraniano sobre la cantidad de víctimas fatales que dejó este año de guerra hay estimaciones que señalan que podrían haber alrededor de 310.000 muertos y heridos. De ellos 280.000 serían militares combatientes y 30.000 civiles. Ese es cálculo que hicieron desde el Estado Mayor del Ejército de Noruega. En él señalan que habría 180.000 muertos o heridos en las filas del Ejército de Rusia, y 100.000 de lado ucraniano, además de 30.000 civiles fallecidos. Desde EE.UU. señalaron que Rusia perdió a más de 100.000 soldados y Ucrania otros 100.000, entre muertos y heridos.


Distintas son las cifras que dan desde ambos países de litigio. Por ejemplo, Ucrania asegura haber acabado con la vida de 140.000 militares rusos. Sin embargo, dista mucho de los 6.000 bajas que Rusia acepta entre sus tropas. Según el gobierno de Zelensky de su lado entre 10.000 y 13.000 soldados cayeron en los combates, algo que Rusia ubica arriba de los 100.000. Más allá de los miles de heridos.


Según el gobierno ucraniano ya lleva desplegados 700.000 uniformados desde el inicio del enfrentamiento. Mientras que Rusia había puesto en marcha 280.000, algo que duplicó en septiembre cuando llamó a filas a 300.000 reservistas.


La guerra también generó uno fenómeno de desplazados en poco tiempo no visto en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Más de 10 millones de ucranianos se vieron obligados a dejar sus hogares, gran parte de ellos hacia otros países. Hoy, habiendo transcurrido un año y con las batallas centradas en el Este ucraniano, la cantidad de exiliados alcanza a los 8 millones de personas. Paradójicamente el país que más emigrados ucranianos recibió es Rusia, con más de dos millones y medio. Le siguen Polonia (1.563.386), Alemania (1.055.323), República Checa (489.865), Italia (169.837), España (166.832) y el Reino Unido (161.400). Además hay millones de desplazados internos dentro de la propia Ucrania, sobre todo aquellos que dejaron el Oriente del país hacia el Oeste.




Desde el comenzó de la guerra Ucrania ha recibido más de 157.000 millones de euros en ayuda humanitaria, militar y financiera de Occidente, en primer lugar de los Estados Unidos y luego de la Unión Europea. A eso hay que agregar la batería de sanciones que se le impusieron a Rusia, que potenciaron las que ya tenía antes del conflicto. Desde febrero de 2022 se activaron 11.327 nuevas medidas restrictivas que se sumaron a las 2.695 que ya tenía. Rusia es hoy el país con más sanciones en el Mundo, superando a Irán, Siria y Corea del Norte.


Pese a eso, el gobierno de Putin no parece retroceder. Ni por las sanciones, ni por los resultados en el terreno y la resistencia ucraniana, ni tampoco por la condena internacional como la ocurrida hace pocas horas en el seno de la Asamblea General de Naciones Unidas: Allí 141 naciones (entre ellas Argentina) votaron a favor de la inmediata salida de Rusia del territorio ucraniano. Hubo también 32 abstenciones y 7 países que votaron en contra: además de la propia Rusia, rechazaron la propuesta Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea, Mali, Nicaragua y Siria.


Vale recordar que antes del inicio de lo que Putin llamó una "operación militar especial" aquel 24 de febrero de 2022, hubo una guerra que ya estaba en marcha en el Este y Sur de Ucrania que primero terminó con la anexión de la Península de Crimea a la Federación Rusa y luego se extendió en los combates en los territorios dominados por los separatistas pro-rusos en la región del Donbás. Esos enfrentamientos, que se extendieron por 8 años, no sólo habían dejado cerca de 15.000 muertos sino que hubo denuncias de gravísimas violaciones a los Derechos Humanos de ambos lados.


Eso es una parte fundamental para entender la previa a esta guerra. Como también el enojo de Rusia sobre las pretensiones de Ucrania de intentar ingresar a la Unión Europea y, especialmente a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). Eso fue uno de los puntos que más irritó a las autoridades del Kremlin porque denunciaron que la OTAN lo que buscaba era avanzar hacia el Este europeo e intentar cercar mucho más a Rusia.


Más allá de lo que puede pasar en la macro geopolítica, lo concreto es que el horror de la guerra sigue su marcha, un año después. Y que ni la destrucción, ni los miles de muertos y heridos, ni los millones de desplazados, parecen mutar la opinión de quienes podrían parar este conflicto y no lo hacen. El dolor, el desgarro y el sufrimiento de los seres humanos que son los convidados de piedra de estas decisiones no parecen importar. En una guerra a la que nadie avizora un desenlace. Una guerra sin fin.



Experiencia personal






El autor de estas líneas estuvo cubriendo el inicio de la guerra para el canal de noticias argentino C5N, junto al camarpgrafo y documentalista Leo Da Re. En esas semanas en que comenzó la ocupación rusa sobre territorio ucraniano se pudo reflejar primero el dolor y desgarro de los millones de refugiados que dejaban su país para irse a otros como Polonia, la desesperación por cruzar la frontera para escapar de los bombardeos, los centros improvisados de acogida, el trabajo solidario de los voluntarios y las organizaciones humanitarias y, ya del lado de Ucrania, las postales de un conflicto bélico que se reflejaban en cada rincón. En la saga de notas publicadas en MundoNews se da cuenta de ello. Lo pueden leer en los siguientes links.


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