En Ginebra, se dio la primera cumbre entre Joe Biden y Vladimir Putin para desescalar el clima de máxima tensión entre EE.UU. y Rusia. El encuentro llega después de una serie de desencuentros graves que llevaron a ambas potencias al mayor distanciamiento en décadas.
Por Gabriel Michi
El frío. La distancia. Los cruces verbales. Las amenazas. Las sanciones. Las expulsiones. En ese contexto -el peor desde el final de la "Guerra Fría"- EE.UU. y Rusia llegan a una mesa de negociación tras una escalada, verbal y en los hechos concretos, sin precedente en décadas. Joe Biden y Vladimir Putin se estrecharon la mano en Ginebra, Suiza, desde de semanas de tensiones en distintos aspectos de las relaciones bilaterales.
La cumbre - en un palacio del Siglo XVIII de Villa La Grange, con vista al Lago Lemán- transitará temas muy ríspidos entre ambas administraciones y después de que el presidente norteamericano llegara a sugerir que Putin podría ser un "asesino" y "no tener alma". O, sea, un clima cuando menos hostil. Sin embargo, antes del comienzo de la reunión y en medio del apretón de manos ante la prensa, el jefe de Estado ruso le agradeció a Biden por convocarlo a ese encuentro para limar asperezas. "Siempre es mejor verse cara a cara", le respondió el norteamericano. Y parece ser así: después del encuentro que, según ambos mandatarios, fue muy "constructivo", decidieron que los respectivos embajadores regresen a sus lugares de trabajo a cumplir su misión diplomática. Así, el ruso Anatoly Antonov volverá a Washington y el norteamericano John Sullivan se dirigirá nuevamente a Moscú.
Entre los temas que más han generado tensiones en el vínculo de ambas potencias en el último tiempo figuran:
- Las escalada de sanciones y expulsiones mutuas de diplomáticos a raíz de las acusaciones de supuestas interferencias electorales del Kremlin en las elecciones de EEUU en 2016 y que llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca.
- Los ciberataques contra distintos organismos norteamericanos y donde, según su versión, provinieron de Rusia. En ese marco, también entran en juego los problemas suscitados por grupos delincuenciales de hackers que secuestran datos de empresas y piden cifras millonarias como rescate.
- La situación de los opositores al gobierno de Putin, con el arresto de Alexéi Navalni como símbolo principal de ese escenario.
- Las acusaciones mutuas de haber violado tratados anteriores en materia de control de misiles y armas nucleares.
- Las tensiones por Ucrania.
Más de 4.000 policías y militares blindaron la cumbre en Villa La Grange, donde se reunieron ambos mandatario. El anfitrión fue el presidente suizo, Guy Parmelin, quien también recibió a los responsables de las Relaciones Exteriores de ambas naciones: el estadounidense Antony Blinken y el ruso Sergei Lavrov. . En la presentación se desató un pequeño caos con los periodistas, camarógrafos y fotógrafos que se amontonaron para cubrir los saludos protocolares. Fue tal el torbellino que se volvió imposible escuchar los que se decían ambos mandatarios.
Este viaje representó el fin de una gira trascendental para Biden, donde participó de la cumbre del G7 en el Reino Unido y de la OTAN en Bruselas. El encuentro también significó algo central para Putin: en su primer viaje internacional desde que se inició la Pandemia de Coronavirus. Y el escenario, Ginebra, no parece haber sido algo azaroso ni aleatorio: más allá de la historia de "neutralidad" de Suiza, esta ciudad fue en el pasado el lugar donde se desarrollaron algunas de las cumbres y acuerdos más importantes del Mundo y, en particular, con estos dos protagonistas, Washington y Moscú. En noviembre de 1985, en la agonía de la "Guerra Fría", allí se reunieron Ronald Reagan y Mijaíl Gorbachov, último presidente de la entonces URSS. Como contracara, en 1955, en los primeros pasos de ese distanciamiento, allí se encontraron Dwight Eisenhower y Nikita Jrushchov, en el marco de la "Cumbre los Cuatro Grandes", junto a Francia y Reino Unido.
Hoy esta cumbre llega en un momento muy delicado. Pero los actores principales se conocen desde hace tiempo. En 2011, cuando Putin ya era Presidente de Rusia y Biden era vicepresidente de los EE.UU. (secundando a Barack Obama) se estrecharon la mano. Si bien existe cierta desconfianza mutua porque en su momento Putin había mostrado su favoritismo por Trump (lo definió como "un individuo talentoso" pero impulsivo, y dijo que Biden, como político de carrera, es "radicalmente diferente" y menos "colorido") y porque en Moscú creen que el gobierno del demócrata tiene un sentimiento más "anti-ruso" que su antecesor.
En ese escenario los dos líderes buscaron descongelar una relación que rememoraba los gélidos años de la "Guerra Fría". Sólo resta ver ahora si con estos gestos se alcanzó el objetivo. O, nuevamente, habrá que observar un espectáculo que no beneficia a nadie. Y que preocupa a muchos.
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