Emma Riddle, una joven estudiante de 18 años, sobrevivió a dos balaceras en apenas unos meses: una en su secundaria en Oxford, donde murió su mejor amigo, y la segunda en la Universidad de Michigan. Su historia muestra la locura armada que se vive en ese país.
Por Gabriel Michi
"No puedo creer que esto esté sucediendo de nuevo". Entres llantos, incredulidad y miedo, Emma Riddle repetía esa frase escondida bajo una mesa de su Universidad mientras aún se escuchaban los disparos. Y las palabras de Emma tenían un sentido claro. Era la segunda vez en pocos meses en que quedaba en medio de un tiroteo. Su caso es uno de los reflejos más cruel de la epidemia armada que sufre EE.UU. y que desemboca en balaceras letales en distintos lugares pero en especial en instituciones educativas. Este último que la tuvo a Emma como protagonista y víctima involuntaria, ocurrió este 13 de febrero en la Universidad Estatal de Michigan cuando ella se se encontraba en el campus. Esa noche un hombre armado, Anthony McRae, ingresó al lugar y comezó a disparar a diestra y siniestra matando a tres estudiantes e hiriendo a otros cinco, antes de suicidarse. Enseguida a Emma se le volvieron a la mente los tristes y aún vívidos recuerdos de lo que había vivido apenas 14 meses antes, el 30 de noviembre de 2021, mientras cursaba el último año en la secundaria Oxford (En el mismo Estado), cuando un estudiante armado acabó con la vida de cuatro adolescentes, uno de ellos su amigo Justin Shilling. Y otra vez sintió en carne viva esa sensación de horror y temor.
Emma se encontraba en su habitación cuando empezó a escuchar los disparos. Inmediatamente llamó a su familia. Su padre, Matt Riddle, intentó controlarla. Su lamentable experiencia anterior hizo que esta joven conozca forzosamente cómo actuar. Con su papá mantuvo un diálogo que grafica el terror:
- "Papá, hay un tirador activo. Tengo miedo".
- "Te amo. No va a ir a los dormitorios. Han cerrado los edificios", respondió su padre intentado tranqulizarla.
Claro que su familia como ella misma tenían muy presente lo que ya había tenido que sufrir en Oxford. Así que cualquier esfuerzo por tratar de contenerla era en vano. Con la muerte de su amigo y de las otras víctimas de su anterior tiroteo, Emma conoció ese miedo original y el dolor posterior: los funerales, los memoriales recordatorios y hasta las reuniones comunitarias para poder afrontar todo el stress port-traumático.
Fue algo tran dramático lo experimentado en Oxford que su recuerdo volvía y volvía entre los 20 estudiantes que estudiaban en la Universidad de Michigan pero que antes habían transitado su secundaria en el lugar de la primera balacera. Con el horror a flor de piel Emma tuiteó: "Hace 14 meses tuve que evacuar de Oxford High School cuando un niño de quince años abrió fuego y mató a cuatro de mis compañeros de clase e hirió a siete más. Esta noche, estoy sentada debajo de mi escritorio en la Universidad Estatal de Michigan, una vez más enviando mensajes de texto a todos 'Te amo'. ¿Cuándo terminará esto?".
Más allá de la particularidad de este caso, en el que una sobreviviente de dos tiroteos pudo contar las dos pesadillas por las que tuvo que transitar, su historia no deja de ser una postal que sintetiza la epidemia de locura armada que se vive en EE.UU. Y en particular la repetida saga de tiroteos en escuelas y universidades, un fenómeno que -en cantidad y en gravedad- no se da en ningún parte del Mundo.
Algunos datos: 2022 fue pasó a la historia como el año en el que más niños y adolescentes murieron por culpa de los tiroteos en Estados Unidos: 1.637. Así lo señala un informe de la ONG Gun Violence Archive, que recoge esta estadística desde 2014. Y hubo períodos en los que se rompieron todos los récords más negativos: entre el 17 y el 31 de mayo se produjeron 30 tiroteos masivos (donde mueren o resultan heridas cuatro o más personas, sin incluir al atacante). En este 2023 son decenas las víctimas fatales que dejaron los tiroteos masivos. El más grave ocurrió en los festejos del Año Nuevo Chino en California donde fueron asesinadas 11 personas en un salón de baile.
Frente a esta situación el año pasado, el Congreso de Estados Unidos aprobó un "pacto histórico", que permite aumentar el control de las armas de fuego compradas por menores de 21 años. También se extendió a todo el país las llamadas leyes de "alerta de peligro" ("Red Flag"), ya vigentes en estados como California, Nueva York y Florida, y que permiten activar un procedimiento legal para confiscar las armas de fuego de quienes representen un peligro para terceros o para sí mismos. Pero todo parece poco frente a las proliferación y extensión de esta violencia armada, con defensores a ultranza de la Segunda Enmienda de la Constitución estadounidentes (que permite armarse a la población ante un peligro) y el poderoso lobby de la Sociedad del Rifle y los fabricantes de armas.
Se calcula que hay 393 millones de armas en manos de civiles en EE.UU., para una población de 330 millones de habitantes: es decir, más de un arma por persona. Eso representa el 46% de todas las armas civiles en el Mundo (850 millones), cuando la principal potencia del Planeta apenas cuenta con poco más del 4% de la población global. Esa adicción a las armas tiene sus consecuencias. Y una de ellas es esta: la epidemia de tiroteos masivos. La historia de Emma, la joven de 18 años que sobrevivió a dos de ellos, así lo demuestra.
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