Si bien estos dispositivos portátiles para almacenar datos se dejaron de fabricar en 2011 y fueron superados por otras tecnologías, hay lugares donde los siguen utilizando. Los casos.
Por Gabriel Michi
El último disquete lo fabricó Sony en 2011. Ya para ese entonces, otras tecnologías lo habían superado ampliamente en rendimiento y capacidad de almacenamiento. Los CD's, las memorias USB y la nube desplazaron por completo a aquel dispositivo que, aún así, sigue siendo el ícono que todas las computadoras y sistemas tienen para guardar un archivo. Su limitada capacidad de almacenamiento -1,44 megabytes- hoy hasta es superado ampliamente por la memoria de cualquier teléfono inteligente: una fotografía en buena calidad guardada en un celular supera ese peso. Desde la fabricación de ese último disquete hay más de 1.000 millones de personas más en el Mundo (eran 7.000 millones y hoy superan los 8.000 millones) y la mayoría de las nuevas generaciones jamás vieron un disquete en sus vidas y no sabrían qué hacer con él. Es más, hace años que las computadoras (sean PCs o notebooks) no traen siquiera la posibilidad de insertar uno de estos dispositivos. Sin embargo, aunque parezca fantasioso, hay países, empresas e individuos que aún siguen usando los disquetes en sus actividades cotidianas. Y eso no ocurre en lugares empobrecidos o periféricos, sino en potencias del Primer Mundo como Japón y Estados Unidos, por ejemplo, y otros que lo abandonaron hace muy poco como Noruega. Increíble pero real.
En el caso japonés, paradójicamente uno de los países con desarrollos tecnológicos más avanzados, el lento proceso de digitalización institucional generó que se mantengan los disquetes por décadas en procesos administrativos. Por eso, hace un par de años el ministro de Digitalización, Taro Kono, declaró “la guerra” a los disquetes. Con el anuncio, Kono reveló que no sólo la administración pública japonesa aún requería el uso de disquetes sino también de dispositivos de almacenamiento similares como el CD o el minidisc, en unos 1.900 procedimientos para presentar solicitudes y otros formularios, pese a que se supone que esos dispositivos ya quedaron en el pasado. También el ministro anunció que eliminarían otras herramientas obsoletas, como el fax o el hanko, un sello rojo tallado que sigue siendo necesario para firmar documentos oficiales, como las licencias de matrimonio. “Vamos a revisar estas prácticas rápidamente (...). ¿Dónde se puede comprar un disquete hoy en día?”, preguntó Kono en una conferencia de prensa, alertando que aún enfrentaba ciertas resistencias al respecto. Entre ellas, figuraban una serie de obstáculos legales que dificultaban la adopción de tecnologías modernas, como el almacenamiento en la nube, para un uso más amplio dentro de la burocracia. Posteriormente, el Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón anunció que el gobierno ya no exigiría a las empresas que presentaran formularios y solicitudes oficiales en disquete.
Hasta hace pocos años, Estados Unidos aún usaba disquetes para contener, ni más ni menos, su programa nuclear. Recién en 2019 empezó a reemplazarlos en aéreas tan sensibles y migrar hacia tecnologías con mayor capacidad y seguridad. Sin embargo, había sectores de las Fuerzas Aéreas que defendían su continuidad ya que señalaban que esa tecnología no podía ser hackeada, como sí ocurre con otros soportes digitales más modernos.
Pero, en donde sí se sigue utilizando el disquete hoy en día en el sistema de transporte de San Francisco. Así ocurre, por ejemplo, en los subtes. El tren ligero Muni Metro, inaugurado en 1980, necesita todas las mañanas que el personal a cargo tome un disquete y lo introduzca en la computadora que controla el Sistema Automático de Control de Trenes (ATCS). "Hay que decirle al ordenador lo que debe hacer cada día", explicó un portavoz de la Agencia de Transporte Municipal de San Francisco (SFMTA). "Sin un disco duro, no hay ningún lugar donde instalar software de forma permanente". Sin embargo, tiene sus contras: la computadora debe reiniciarse repetidamente por temor a que se degrade su memoria. El sistema de control de trenes en el subte de Market Street todavía se carga desde unidades de disquete de 5,25 pulgadas, un formato de unidad que se introdujo por primera vez en 1976, hace 48 años, y fue reemplazado en gran medida a fines de la década de 1980 por las unidades de disquete más pequeñas de 3,5 pulgadas. Pero el problema es que no sólo los disquetes se suelen averiar, también las disqueteras lectoras tienen una vida útil acotada.
Por su parte, el caso noruego es muy particular. En este país nórdico, que detenta uno de los mejores estándares de calidad de vida de todo el planeta y que ha desarrollado tecnología de punta, su sistema de salud dependió hasta 2016 de la utilización de disquetes. Cada mes el gobierno de Noruega les entregaba un disquete a cada médico de su país con la información sobre pacientes y el listado de profesionales de salud de toda la nación. El costo de este sistema de almacenamiento resultaba mucho más económico que otros. Según Gundersen, aunque los médicos tenían la opción de acceder a una base "online", los médicos creen que este sistema de almacenamiento es más seguro y con menos probabilidades de error. Y en eso destacan que usándolos no dependen de servidores en línea. Es cierto que se enfrentan al enorme desafío de que, habiéndose dejado de fabricar hace 13 años, se queden sin ese recurso en poco tiempo. Además de que los lectores de disquetes tienen una vida útil mucho menor que la de los propios disquetes.
Pero no sólo hay países o ciudades que aún conservan el uso de disquetes. También lo hacen grandes empresas en determinados usos específicos. Quizás uno de los datos más llamativos es que los Boeing 747-400, que dejaron de fabricarse en 2009 y tienen una capacidad de más de 500 pasajeros, todavía utilizan disquetes para cargar las bases de datos de navegación críticas. Y esos aviones no están sólo en empresas marginales, sino que compañías de primera línea aún los tienen.
También los "Floppys disk" están presentes en la industria textil. Kirsten Swanson, de Bordado.com, explicó que muchas máquinas de bordar tienen aún hoy unidades de disquete incorporadas que le permiten insertar un disquete que hará que se cosa un determinado diseño en un trozo de tela.
LA HISTORIA DEL DISQUETE
Este invento, que nació en 1964 cuando un ingeniero de IBM, Alan Shugar, creó el primer diseño del "floppy disk" (disco flexible): tenía 20 centímetros de diámetro, pero fueron reduciendo su tamaño hasta los casi 9 centímetros de los más famosos y utilizados. A medida que pasó el tiempo fueron popularizados como "diskette" (disquete). Su diseño significó una revolución, ya que los discos duros que se utilizaban hasta ese momento (creados 11 años antes), eran muy incómodos por su gran tamaño. Para graficarlo: el primer disco duro pesaba nada menos que una tonelada.
Los disquetes portátiles de 5 y 1/4 (pulgadas, poco más de 12 centímetros) fueron los primeros difundidos más ampliamente y conocidos como "floppy disks". Otros que lograron una gran popularidad fueron los de 3 y 1/2. Tienen 1.44 MB de almacenamiento por unidad,
Así como hoy parece una tecnología vetusta y ampliamente superada, hay defensores a ultranza de los disquetes. Entre los entusiastas señalan que tienen algunas ventajas sobre la tecnología más moderna, como el estar exentos de hackeos Tom Persky, presidente de floppydisk.com, señaló que los disquetes son "extremadamente estables, extremadamente bien comprendidos, no realmente pirateables y realizan un trabajo increíblemente bueno con fragmentos de datos muy pequeños". Persky se dedica a la compra y venta de estos dispositivos de almacenamiento y, según contó, su negocio sigue teniendo su clientela.
Hay fanáticos que todavía juegan con la tecnología de la vieja escuela y videogames que se conservan en esos disquetes. Persky, que los ofrece por alrededor de 1 dólar cada uno, aunque algunas versiones de mayor capacidad cuestan hasta 10 dólares por disco, tiene clientes en todo el mundo y señala que entre ellos la mitad son aficionados y otros usuarios industriales que quedaron atados -voluntaria o involuntariamente- a aquella tecnología hoy en desuso. Pero, que sigue estando vigente en varios países muy modernos. El reino del disquete se niega a extinguirse y resiste con sus últimos suspiros. Créase o no.
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