En un operativo sin precedentes la Policía detuvo a 25 ultraderechistas que pretendían dar un Golpe de Estado e imponer un "nuevo orden", anulando la Constitución germana. Al frente del gobierno buscaban instalar a un hombre de la nobleza local: el "príncipe" Heinrich XIII.
Por Gabriel Michi
Hay reflujos del pasado que parecían desterrados para siempre. Sobre todo aquellos con reminiscencias del peor de los terrores. Pensar en la reaparición de grupos nazis en una Alemania que buscó que esos movimientos se vuelvan una quimera, parecía un imposible. Y para ello impuso duras sanciones a todo aquel que reivindique aquel horror graficado en el Holocausto. Sin embargo, la peor pesadilla está sucediendo. Y cada vez hay más grupos reaccionarios que aparecen en escena. Contra eso lucha. En las últimas horas un megaoperativo sin precedentes, con más de 3.000 policías, terminó en la detención de al menos 25 personas -hay otras 27 bajo investigación- en 130 lugares de 11 de los 16 Estados que integran Alemania. Los extremistas de derecha querían derrocar al gobierno mediante un Golpe de Estado armado, que incluso planeaba anular la Constitución germana. Y tenía un objetivo, crear un "nuevo orden" con un líder máximo: un hombre de la aristocracia local conocido como Heinrich XIII PR, o el "príncipe Reuss". El movimiento negacionista y de ultraderecha que los agrupa se llama "Ciudadanos del Reich" (Reichsbürger), y participan también miembros de las Fuerzas Armadas alemanas y hasta una ex diputada que hoy es jueza.
El cabecilla de la movida sería el propio Heinrich XIII PR, un hombre de 71 años que forma parte de la nobleza alemana y que, según la información que trascendió, habría mantenido contacto con otros países para ver qué base de apoyo podrían tener para semejante aventura golpista. De hecho se señala que habrían intentado un diálogo con autoridades rusas, algo que desde el Kremlin desmienten. Aunque también hay una ciudadana de ese país, identificada como Vitalia B. que fue detenida y a quien le asignan esos intentos de contactos. El número dos del intento de Golpe sería un ex militar paracaidista, Ruediger v. P., de 69 años y también fue arrestado. Ese veterano teniente coronel de las Fuerzas Armadas alemanas, sería encargado del brazo militar y el encargado de reclutar a más colegas y policías.
El ministro de Justicia, Marco Buschmann, describió las redadas como una “operación antiterrorista” y agregó que los detenidos estaban planeando "un ataque armado contra instituciones del Estado". En un ilógica lógica conspirativa estos grupos estarían "impulsados por fantasías de golpes violentos e ideologías de conspiración". Desde el movimiento "Reich Citizens" no sólo rechazan la Constitución de posguerra de Alemania sino que piden abiertamente la caída del gobierno. La ministra del Interior, Nancy Faeser explicó que: “La investigación ofrece una idea de las profundidades de la amenaza terrorista dentro del entorno de los 'Ciudadanos del Reich'. Solo la investigación adicional proporcionará una imagen clara de hasta dónde habían llegado los planes de Golpe”. Los cálculos oficiales señalan que habría 1.500 extremistas con este tipo de ideas que participarían de esos grupos desestabilizadores, golpistas y neonazis, capaces de protagonizar un atentado de semejantes características.
Entre los lugares allanados se destacaron los cuarteles de la unidad de fuerzas especiales de Alemania KSK en la ciudad suroccidental de Calw. Hace tiempo que allí se viene investigando el involucramiento de algunos soldados en grupos de ultraderecha. También hubo detenciones fuera del país: una en la ciudad austriaca de Kitzbuehel y otra en la ciudad italiana de Perugia. En Alemania, la operación policial se llevó adelante en los Estados de Baden-Württemberg, Baviera, Berlín, Hesse, Baja Sajonia, Sajonia y Turingia.
Según los fiscales que investigan el expediente se trata de una “organización terrorista con el objetivo de anular el orden estatal existente en Alemania y reemplazarlo con su propia forma de Estado, que ya estaba en proceso de fundación”. Y que obviamente involucraba acciones militares concretas, que ya habían empezado a ejercitar en campos de entrenamiento. Su idea incluía la toma del Congreso alemán -algo similar a lo ocurrido con los fanáticos de Donald Trump en el Capitolio, el 6 de enero de 2021- y para eso se iban a nutrir de la credencial de la exdiputada de Alternativa para Alemania (AfD) y jueza del Tribunal Regional de Berlín, Birgit Malsack-Winkemann, quien también fue detenida.
Su plan consistía en destituir a las autoridades democráticas constituidas, formar un gobierno militar de transición que intentaría buscar el apoyo a ese nuevo orden con las potencias aliadas que triunfaron en la Segunda Guerra Mundial, en especial Rusia. Desde noviembre de 2021 mantenían reuniones secretas para planificar el derrocamiento del Gobierno. y, según los investigadores, hasta crearon “estructuras similares a la administración designando incluso a posibles ministros de los distintos departamentos, reclutaron nuevos miembros, compraron material y establecieron un campo de entrenamiento de tiro". Y eso no es todo: estaban organizados en un “consejo” que presidía Heinrich XIII, al que se consideraba el futuro jefe de Estado.
Los abonados a "Ciudadanos del Reich" abonan a todo tipo de teorías conspirativas -como los trampistas inspirados en QAnon- y creen que Alemania está gobernada por el llamado “Estado profundo” que atenta contra los "intereses patrióticos", algo que también se hacía presente en la diatriba del magnate que gobernó EE.UU. entre 2027 y 2021. Dentro de la locura que militan -dentro de los "Querdenker" (pensadores laterales) se alistan fanáticos de todo tipo: ultraderechistas, nacionalistas, neonazis, negacionistas del COVID y hasta algunos con impronta esotérica.
Hace tiempo que las autoridades alemanas vienen advirtiendo sobre el crecimiento de grupos de ultraderecha y señalan que son la mayor amenaza terrorista para la seguridad interna, mucho más que los posibles grupos islamistas extremistas que en el pasado encabezaba la nómina de potenciales sospechosos capaces de provocar algún atentado letal. La amenaza se puso en evidencia en junio de 2019 con el asesinato de Walter Luebcke, un referente regional de Kassel que integraba el partido de la ex canciller Angela Merkel y por el que fue condenado a cadena perpetua el militante ultraderechista Stephan Ernst. Además ese peligro extremista también se expresó en un mortal a una sinagoga el mismo año. Y en otro episodio que podría ser catalogado como el preámbulo de los planes que tenían para el futuro próximo: luego de una marcha anticuarentena un grupo de extremistas -que también son negacionistas del Coronavirus- intentó vanamente tomar el Parlamento alemán.
La organización terrorista alemana que ahora fue golpeada por estas detenciones habría sido fundada a finales de noviembre de 2021 y, según las autoridades, tiene como objetivo derrocar “el orden estatal existente en Alemania y sustituirlo por una forma de gobierno propia”. Y que eso sólo puede realizarse mediante el uso de medios militares y la violencia contra los representantes del Estado. “Esto también incluye cometer homicidios”, destacaron desde la Fiscalía. Aunque parezca increíblemente anacrónico esos fantasmas volvieron a resurgir en una Alemania que pretende desterrarlos para siempre desde hace años. Y que son un peligro para la democracia. Y para la Humanidad.
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