Un grupo de científicos descubrió en las nubes de Venus rastros de moléculas que señalarían la potencial existencia de vida microscópica. Ese planeta, el segundo más cercano al Sol, tiene temperaturas de 400 grados y una atmósfera muy adversa. El dato llega después de que un escaneo en 10 millones de estrellas no encontró indicios de otras civilizaciones.
Por Gabriel Michi
No fue en Marte, como tantas veces se soñó en la ficción. Tampoco se trató de peligrosos y horripilantes seres alienígenas, como la ciencia ficción llenó horas de pantalla. Ni siquiera hay posiblidades concretas de que el ser humano tenga contacto directo. Lo cierto es que en las últimas horas, un equipo internacional de científicos hizo un anuncio impactante: habrían encontrado vida más allá de la Tierra. Y fue en Venus, el planeta más cercano al nuestro, pero inexpunable para las personas por sus altísimas temperaturas (400 grados centígrados) y sus condiciones atmosféricas.
En concreto lo que hallaron en las nubes de Venus fueron restos de una molécula poco común, la fosfina, que sería una señal que indicaría la posible presencia de vida en el "Lucero". La deducción surge porque en la Tierra, este gas lo producen determinados microbios que viven en entornos sin oxígeno. Hace muchos años que el mundo científico astronómico viene trazando hipótesis sobre la posibilidad de la existencia de estos microorganismos en las nubes altas de Venus. Esta flotación a distancia del suelo los mantendrían lejos de la superficie que, como se sabe, es abrasadora. Sin embargo las dudas surgían de cuanta tolerancia deberían tener esos microorganismos para soportar las otras condiciones que rodean al aire de ese Planeta. Más allá de las cuestiones de presión atmosférica que habrían que una persona no podría permanecer con vida ni un segundo.
Estas revelaciones fueron publicadas este lunes 14 de septiembre en la revista Nature Astronomy . Y, según los especialistas, es un avance de alto impacto. “Cuando obtuvimos los primeros indicios de fosfina en el espectro de Venus, ¡fue un shock!”, señala en un comunicado del Observatorio Europeo Austral (ESO) la responsable del equipo, Jane Greaves, de la Universidad de Cardiff (Reino Unido). Estos hallazgos comenzaron con los primeros indicios arrojados en las investigaciones llevadas a cabo en el 2017 con el Telescopio James Clerk Maxwell (Hawaii) y en 2019, gracias a ALMA, un radiotelescopio más potente situado en el desierto de Atacaba en Chile, se pudieron confirmar los resultados y conclusiones que hoy salen a la luz.
Los investigadores del equipo (Reino Unido, Estados Unidos y Japón), debieron entonces descartar que la presencia de la fosfina en las nubes de Venus no tuviese que ver con otras situaciones, por ejemplo, meteoritos, rayos o volcanes. Una vez comprobado que no se partía de ninguno de esos fenómenos, se avanzó en analizar el grado de concentración que tenía y descubrieron que era muy pequeña: sólo una veintena de moléculas por cada mil millones. Con eso se descartó también que el origen pudiese ser de procesos naturales no biológicos del propio planeta.
En el artículo de Nature Astronomy se argumenta que: "Si ningún proceso químico conocido puede explicar la fosfina en la atmósfera superior de Venus, entonces debe producirse mediante un proceso que antes no se consideraba plausible para las condiciones de Venus. Esto podría ser fotoquímica o geoquímica desconocidas, o posiblemente vida”.
Además se tomó en cuenta que en la Tierra, para producir la fosfina, las bacterias adquieren fosfato de los minerales o de material biológico y a eso le agregan hidrógeno. Y, con eso, la sospecha científica es que un organismo viviente (sea cual sea y de la forma que sea) pudo originar esa fosfina que encontraron en su atmósfera.
Si bien los científicos no se quieren aventurar a afirmar taxativamente la existencia de vida extraterreste en Venus, los resultados los entusiasman. El lugar donde fueron encontradas esas moléculas, las nubes superiores, tienen temperaturas más "vivibles" (unos 30 grados centígrados) de lo que hay en la superficie (unos 400 grados centígrados). Pero su composición es en un 90% ácido sulfúrico, lo que sería letal para que cualquier microorganismo.
Pero la novedad no sólo entusiasma a quienes intervinieron en el hallazgo. Por ejemplo. Leonardo Testi, astrónomo del ESO y Director de Operaciones Europeas de ALMA, señaló que “la producción no biológica de fosfina en Venus está excluida por nuestra comprensión actual de la química de la fosfina en las atmósferas de los planetas rocosos. Confirmar la existencia de vida en la atmósfera de Venus sería un gran avance para la astrobiología; por lo tanto, es esencial dar continuidad a este emocionante resultado con estudios teóricos y observacionales con el fin de excluir la posibilidad de que la fosfina en planetas rocosos también pueda tener un origen químico diferente al de la Tierra”.
Un mega-escaneo sin resultados
Hace unos días, científicos australianos anunciaron que habían concluído con la búsqueda más profunda, detallada y amplia para detectar la posibilidad civilizaciones extraterrestres en más de 10 millones de estrellas. Esa pesquisa fue concretada a través del radiotelescopio Murchison Widefield Array (MWA), en Australia Occidental, y el resultado fue que no encontraron ningún indicio de que eso pudiera ser una realidad.
La investigación fue realizada a través de la búsqueda de emisiones de baja frecuencia -como si fueran FM- en estrellas de la constelación de Vela. "Observamos el cielo alrededor de la constelación de Vela durante 17 horas, mirándola más de 100 veces más amplia y profundamente que nunca. A pesar de ese conjunto de datos, no encontramos señales tecnológicas ni signos de vida inteligente", señaló la astrofísica Chenoa Tremblay, de la División de Astronomía y Ciencias Espaciales de la agencia nacional de ciencias de Australia y de la Organización de Investigación Científica e Industrial de la Mancomunidad (CSIRO). Y concluyó: "No es sorprendente que no hayamos encontrado nada. Todavía hay tantas variables desconocidas... La búsqueda de vida fuera de nuestro Sistema Solar es un gran desafío" y "no sabemos cuándo, cómo, dónde o qué tipo de señal podamos recibir para obtener una indicación de que no estamos solos en la galaxia". Por eso, la intención de este grupo de investigadores es seguir buscando. Así lo indicó el astrofísico Steven Tingay, de la Universidad de Curtin, en Australia, y el Centro Internacional de Investigación de Radioastronomía: "Diez millones de estrellas parecen mucho. Sin embargo, nuestra mejor evaluación es que hay alrededor de 100.000 millones de estrellas [en la Vía Láctea]. Así que solo hemos observado alrededor del 0,001% de nuestra galaxia"
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