Colombia: La violencia política reedita el dolor de una familia del poder
- MundoNews
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Tras dos meses de agonía, falleció el candidato presidencial Miguel Uribe, quien fue baleado por un sicario en un acto. Su madre también falleció cuando estaba secuestrada por Pablo Escobar hace 34 años. Eran parte de una dinastía familiar que tuvo hasta un presidente.
Por Gabriel Michi

Colombia acaba de reescribir otro capítulo negro en su historia política. Una historia política que está signada por la violencia. Y que, en este caso, tiene como protagonistas a los integrantes de una misma familia. Una familia que conoce del poder. Pero que también conoce de las tragedias. Después de dos meses de agonía falleció el ex candidato presidencia Miguel Uribe (39), quien había recibido un disparo en la cabeza en un acto proselitista en plena campaña. La política colombiana se volvió a vestir de luto por una familia que, lamentablemente, ya había sido víctima de otros ataques hace décadas. De hecho, la muerte de este hombre llega 34 años después de que el secuestro de su madre, Diana Turbay (una destacada periodista de 40 años), terminara de la manera más trágica. Aquel episodio, en enero de 1991, sacudió a la opinión pública no sólo por el prestigio que la profesional había adquirido sino también porque era hija del expresidente Julio Cesar Turbay y porque Diana murió tras un polémico intento de rescate cuando estaba en manos del cartel de Medellín, el clan criminal conducido por Pablo Escobar Gaviria.
Cuando se produjo semejante desenlace,. el hijo menor de Diana, Miguel Uribe Turbay, estaba cerca de cumplir 5 años. Paradójicamente, madre e hijo tenían la misma edad cuando murieron y Miguel también tiene un pequeño de 5 años (Alejandro), la edad que él tenía cuando se llevaron a su mamá. Más de tres décadas después, el sino de la violencia política parece regresar para ensañarse con esa familia. El candidato que acaba de fallecer se había convertido en un político prominente con título de abogado y maestría en políticas públicas. Y que pretendía llegar a la Presidencia de Colombia tras haber trabajado en la Alcaldía de Bogotá, ser concejal y, llegar a ocupar una banca en el Senado de la República. De hecho, su postulación a ocupar el sillón principal de la Casa de Nariño era una de las que encabezaba la intención de votos. Pero el pasado 7 de junio otra vez la violencia se cruzó en la historia de esta familia cuando Miguel fue baleado en un evento público ante los ojos de sus seguidores, de su campaña y en plena calle. Quedó muy malherido y fue sometido a múltiples operaciones, pero dos meses después, su vida se apagó.
Por el magnicidio fueron detenidas seis personas, incluido un adolescente de 15 años, acusado de ser el autor material de los disparos y que fue arrestado en el mismo lugar del ataque. De hecho se conocieron los videos donde se ve claramente como este joven se acerca al candidato para dispararle a la cabeza. El mismo joven reconoció su autoría.
Colombia ha atravesado momentos de mucho derramamiento de sangre durante décadas. Y hay familias que, por estar muy vinculadas al poder, suelen ser testigos directos de esa violencia. Los padres de Diana Turbay Quintero fueron personalidades en la política cafetera.
Julio César Turbay Ayala, su padre, fue presidente entre 1978 y 1982, era un referente del Partido Liberal, y había ocupado varios cargos diplomáticos. En tanto, su madre, Nydia Quintero, dedicó su vida al trabajo social y la filantropía, creando la Fundación Solidaridad por Colombia, con importantes campañas sociales en su haber. Diana tuvo dos hijos: la periodista María Carolina Hoyos Turbay -53- (de su primer matrimonio) y Miguel Uribe Turbay (de sus segundas nupcias), el candidato presidencial fallecido y quien, pese a haber compartido tan poco tiempo con ella, siempre se mostró muy orgulloso: "yo he conocido a mi mamá a partir de las historias de otras personas, especialmente de mi familia. Tengo clarísima la imagen del último día en que la vi, el último abrazo y el beso antes de que se fuera. Si para un adulto la muerte es difícil de entender, para un niño es peor".
Diana había logrado mucho respeto de sus colegas cuando desde una revista independiente y de un canal de televisión cubría el clima de violencia sin igual que atravesaba a Colombia en las décadas del '80 y '90 y que tenía como protagonistas centrales a los grandes carteles narcos, además de las guerrillas. En aquella época, por ejemplo, le tocó registrar, en un lapso de ocho meses, los asesinatos de tres candidatos presidenciales: Carlos Galán, Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro. Como una cruel vuelta del destino su hijo Miguel sería -más de tres décadas después- el cuarto aspirante a la presidencia asesinado en la historia reciente. Ella fue secuestrada por los llamados "Extraditables", un grupo conformado por varios narcotraficantes entre los que se encontraba Pablo Escobar, y que le tendió una trampa para raptarla. Estos capos de las drogas buscaban que esos secuestros sirvieran para presionar al gobierno colombiano y así no ser extraditados a los EE.UU. Ellos retuvieron a Diana por más de cinco meses en una finca en Antioquia, hasta que en un intento de rescate por parte de las autoridades resultó gravemente herida. Luego falleció en el hospital el 25 de enero de 1991.

En octubre de 2015, la otra hija de Diana, María Carolina, se encontró con Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias "Popeye", el único sobreviviente del cartel de Medellín que había estado involucrado en el secuestro de su mamá. Y allí el sicario de Pablo Escobar confirmó que Diana "fue un vehículo para tumbar la extradición, presionar al presidente y utilizar a su abuelo el señor Turbay". Y reconoció que si no se dejaba sin efecto la extradición la orden era matarla. María Carolina le contestó: "cuando ustedes secuestraron a mi mamá yo tenía 17 años y él [Miguel] tenía tres [en realidad eran cuatro] y ha sido muy duro, pero nosotros dos lo perdonamos. Yo lo perdono y mi hermanito también".
Es más, tiempo después el propio Miguel Uribe también señaló: "Yo perdoné a todos los que estuvieron involucrados, incluyendo a Popeye y compañía. Primero, entendí que ya había pasado, que nada que yo hiciera me devolvería a mi mamá, y en cambio perdonar sí me iba a enriquecer como persona y me permitiría vivir sin carga"
Como otro capítulo dramático de esta historia familiar, doña Nydia Quintero -madre de Diana y abuela de Miguel- murió a los 92 años el pasado 30 de junio, cuando su nieto aún se debatía entre la vida y la muerte tras el atentado. Estuvo internada en Bogotá en la misma clínica que Miguel. La ahora viuda del candidato, María Claudia Tarazona, compartió codo a codo estos últimos dos meses pegada a su marido hasta el trágico final. Llevaban 14 años juntos y vivían con las tres hijas de ella -de su primer matrimonio- y con Alejandro, el hijo de ambos.
Shockeada cuando ocurrió el ataque contra su marido no pudo dejar de reflexionar sobre la corta edad del agresor: "el problema está en qué tipo de sociedad somos nosotros y qué tipo de país somos y cómo normalizamos que niños de 14 años sean instrumentos para la guerra", señaló María Claudia. Tras conocerse la noticia de la muerte de Miguel, ella publicó un emotivo mensaje en sus redes sociales: "descansa en paz amor de mi vida, yo cuidaré a nuestros hijos". Su hermana, María Carolina, expresó: "estoy segura que nuestra mamá, que tanto te ama, te recibe hoy con los brazos abiertos. Mami … nuestra abuela, nuestra mamá de la vida, también te está esperando con ternura infinita".
En el ataque del 7 de junio -que desembocaría en su muerte- Miguel recibió varios disparos, dos de ellos en la cabeza. Con este desenlace la figura legal contra los acusados se agravó pasando al delito de "magnicidio", lo cual implicaría penas más altas para cualquier condenado. De eso se les imputa a los seis detenidos, incluyendo al menor de edad acusado de dispararle al senador, cuya identidad es protegida por las autoridades. Los otros encarcelados son Elder José Arteaga Hernández, alias 'Chipi' o 'El Costeño', a quien la Fiscalía considera uno de los "cerebros" del magnicidio. Aseguran que "Chipi" -de un extenso prontuario criminal- fue quien se encargó de reclutar a los involucrados en el atentado y realizar la planificación del crimen por encargo. Lo señalan como el que coordinó los detalles logísticos y operativos del atentado. Si bien aún no se identificó al autor intelectual, la Fiscalía señala que el grupo encabezado por "Chipi" fue contratado como "outsourcing criminal", es decir, un grupo delincuencial que realiza operaciones a sueldo.
Entre los detenidos hay una mujer: Katerine Andrea Martínez, alias "Gabriela", una joven de 19 años que habría proporcionado el arma al adolescente; y otros hombres: William Fernando González Cruz, alias "El Viejo" o "El Hermano", quien fue otro de los cabecillas logísticos del ataque. Y el cuadro lo completan Carlos Eduardo Mora González, un colombo-venezolano identificado como conductor de uno de los vehículos usados en el escape de los implicados y Cristian Camilo González Ardila, de quien la Fiscalía dice que debía encargarse de garantizar la huida del perpetrador. Aun se desconoce cuál fue el móvil del magnicidio, aunque las autoridades aseguran que podría tratarse de "una venganza de organizaciones del narcotráfico contra el gobierno (de Gustavo Petro) por los golpes que la fuerza pública les ha propinado".
Si bien hoy no existen los grandes carteles narcos que operaron en décadas pasadas (Medellín y Calí) si hay una gran cantidad de "Bancrims" ("Bandas criminales") que de dedican a delitos como robo, la extorsión y la venta de drogas. Se calcula que podrían llegar a ser 300 en todo el país. Operan en distintas ciudades colombianas y no responden a un único mando jerárquico, sino que muchas funcionan bajo "franquicias" o "subcontrataciones" que hacen más compleja las investigaciones de las autoridades y la posibilidad de llegar a sus líderes. Y encima, como en este caso, suelen recurrir a contratar como sicarios a menores de edad, aprovechándose de su situación de su vulnerabilidad y de los agujeros legales que hay al respecto.
Mientras todavía hay muchas preguntas sobre quiénes están detrás de la organización del magnicidio de Miguel Uribe, hay una línea que apunta a la "Segunda Marquetalia", una de las mayores disidencias de las FARC que retomó las armas tras el acuerdo de paz entre el gobierno y esta guerrilla en 2016. De hecho a eso apuntó Carlos Fernando Triana, de la Policía Nacional, quien dijo que "en el marco de la investigación todo apunta a que muy seguramente la 'Segunda Marquetalia' forma parte de este entramado en términos de los determinadores, pero eso está en investigación". Sin embargo, ni este grupo armado, ni ningún otro, se han atribuido el atentado contra Uribe Turbay. Por eso el enigma sigue. Como también la sensación de estar reviviendo un clima de violencia política muy conocido -lamentablemente. en Colombia. Un "deja-vu" dramático que atraviesa a una familia que conoce del poder. Y que conoce del dolor.

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