Una de las consecuencias de la Pandemia fue el aumento de la violencia en los hogares. Esta problemática, que ya era preocupante en América Latina, creció a niveles alarmantes con el confinamiento. Con la apertura de los aislamientos, el panorama tampoco es esperanzador. Mundonews reproduce un trabajo de la periodista Vanessa Sarmiento para CONNECTAS.
Por Vanessa Sarmiento (*)
Para CONNECTAS (**)
Heidy Johana Soriano y su hija de cuatro años estaban cumpliendo la cuarentena obligatoria que impuso el gobierno colombiano como medida de protección frente a la COVID 19, resguardándose de ese enemigo invisible. Pero el verdadero peligro se encontraba en su propia casa: el pasado 14 de mayo, ambas fueron asesinadas por la pareja de Soriano, Marcos Díaz, a quien ya había denunciado previamente por violencia intrafamiliar. Como ella, miles de mujeres viven un peligro más grande adentro que afuera de su casa. Heidy y su hija son solo ejemplos del otro lado, no tan seguro, del aislamiento preventivo.
Las cifras de denuncias que se han realizado vía telefónica retratan en alguna medida las amenazas contra la vida de las mujeres. En muchos países de América Latina, estas aumentaron exponencialmente, como muestran los casos de los 19 países monitoreados en la investigación Violentadas en cuarentena, realizada por la plataforma digital de acontecer y análisis latinoamericano, Distintas Latitudes: En Argentina, se registró un aumento del 39 por ciento en los primeros 11 días. En Chile, las llamadas aumentaron un 70 por ciento solo en el primer fin de semana de aislamiento. Y esto por poner algunos ejemplos.
Esto no es un fenómeno exclusivo de la región. Las alarmas se han disparado a nivel mundial: en Francia, las denuncias por violencia doméstica aumentaron 30 por ciento durante el aislamiento y las autoridades tuvieron que habilitar hoteles para acoger a las víctimas. Incluso en la provincia de Hubei, China, el corazón del brote inicial de Coronavirus, los informes de violencia doméstica a la policía se triplicaron durante el aislamiento en febrero, reportó The Guardian.
Pero en Latinoamérica, una región que ya había sido declarada previamente como la que más maltrato infantil presenta, esta problemática no ha hecho sino empeorar. Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), “En América Latina, en promedio una de cada tres mujeres ha padecido violencia física o sexual en una relación íntima a lo largo de su vida y una de las principales estrategias de control de los perpetradores de violencia doméstica es la de aislar a la víctima”.
En la situación actual de aislamiento, la víctima tiene limitadas y a veces insuficientes opciones para acudir en busca de ayuda. “Debido a la cuarentena, las mujeres no solo están a merced de sus torturadores las 24 horas, sino que también les faltan lugares de refugio y el apoyo de personas de confianza como colegas o las madres de los compañeros de clase de sus hijos. Están más aisladas y son más vulnerables”, señaló la mexicana Renata Villarreal, portavoz del movimiento feminista Marea Verde.
Esto no solo es un problema de género, también ocurre con miles de niños víctimas de maltrato infantil. “El confinamiento, los cierres de escuelas y las restricciones al movimiento han dejado a demasiados niños a merced de quienes los maltratan, sin el espacio seguro que la escuela ofrecería normalmente” señaló la Directora Ejecutiva del Unicef, Henrietta Fore. Este organismo estima que, solo en Argentina, entre seis y siete de cada 10 niños y niñas están en riesgo de sufrir algún tipo de violencia.
Las situaciones de estrés, como las que viven muchas personas por el encierro, son las principales determinantes de la violencia, incluso en personas sin antecedentes de agresión. El psicólogo Edgar Enrique Díaz dijo a CONNECTAS que la cuarentena preventiva podría profundizar conflictos previos y degenerar en actos violentos. “Generalmente son un tema de control y poder. Si no tengo control sobre lo que hay afuera, tengo que buscar el control en casa, lo que hace que la persona que está siendo agredida se convierta en una mayor presa. La situación económica puede ser un estresor más y, muchas veces, el desahogo del estrés puede ser con los mismos niños”, añadió.
Sin embargo, analizar los impactos reales de la cuarentena en la violencia contra niños dista de ser fácil. Los niños no siempre tienen acceso a un teléfono, y sus redes de apoyo y de alertas tempranas suelen encontrarse fuera de sus casas, en colegios y jardines, muchos de los cuales permanecen cerrados por la pandemia. Esto podría estar ocultando actos de violencia. Por colocar un ejemplo, en Colombia, durante las primeras dos semanas de cuarentena, disminuyeron un 34 por ciento las denuncias de violencia en niños.
Que se aligeren las medidas de aislamiento puede permitir que las mujeres víctimas de abusos acudan a sus redes de apoyo más fácilmente; sin embargo en el caso de los niños y niñas es diferente, pues la mayoría de gobiernos latinoamericanos han decidido no retomar las escuelas presencialmente.
Además, como dice el informe Global Status Report on Preventing Violence Against Children 2020, esta crisis “ha resaltado cómo la violencia interpersonal reacciona a los determinantes sociales y económicos”, los cuales no van a desaparecer de la noche a la mañana. Según las previsiones del Banco Mundial, la economía global se reducirá un 5,2 por ciento este año. Este seguirá siendo un factor de estrés que puede desencadenar más violencia en las familias.
Incluso en casos en los que la violencia intrafamiliar fue realizada por primera vez en cuarentena, existe la posibilidad de recaer en este tipo de conductas al enfrentar otros tipos de estrés. Como afirma el psicólogo Edgar Enrique Díaz, “ya abierta una puerta, hay mucha más tendencia a repetirla”.
Algunos países ya han creado ciertos protocolos: En Chile y Argentina, cuando una mujer pregunta en una farmacia por un “tapabocas rojo” o “una mascarilla número 19”, los empleados apuntan sus datos personales e informan a las autoridades. En México, una iniciativa privada le dio una vuelta de tuerca al abordaje de esta problemática y montó Gendes, una línea de atención a hombres agresivos. Y, por extraño que suene, funciona; “cada día recibimos llamadas de hombres que dicen estar a punto de golpear a sus mujeres”, cuenta su fundador Mauro Vargas. “Con ayuda de técnicas de respiración y terapia conversacional, los psicólogos intentan impedir lo peor”. Además, muchos países de América Latina han habilitado líneas telefónicas especializadas para brindar atención a los casos de maltrato contra la mujer. Aquí algunas de ellas.
En estos países se ha comenzado a tomar medidas gubernamentales y privadas al respecto. Pero estas iniciativas se quedarán cortas mientras que no hagan parte de un plan de acción eficiente y un componente de fortalecimiento a la salud mental, así como la financiación del mismo como parte de la estrategia mitigación de las consecuencias de la COVID 19 en cada país durante y posteriormente a la Pandemia. Es necesario que las víctimas tengan acceso a mecanismos de protección y personal adecuadamente preparado para dar respuesta esta temática, que incluyan atención social, psicológica, refugios móviles, entre otros.
“Cuando faltan tales servicios vitales, las víctimas están obligadas a soportar el abuso y la violencia de sus propios cuidadores o los miembros del círculo interno de confianza”, afirman en un comunicado Maud de Boer-Buquicchio y Najat Maalla M’jid, expertas de la ONU en violencia infantil. “Tenemos que asegurarnos de que la protección infantil esté completamente integrada en la respuesta a la COVID 19, con recursos adecuados asignados tanto durante como después de la Pandemia”, concluyen.
(*) Vanessa Sarmiento es comunicadora social y periodista. Experiencia en locución, actuación, edición y docencia en el área audiovisual y radial. Integrante del Colectivo Radial y Cultural Localízate, enfocado en comunicación comunitaria. Trabajó en Rutas del Conflicto y actualmente se encuentra en el área multimedia de CONNECTAS.
(**) CONNECTAS es una iniciativa periodística sin fines de lucro que promueve la producción, el intercambio, la capacitación y la difusión de información sobre temas claves para el desarrollo de las Américas.
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