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El ejemplo de Nueva Zelanda

Es considerado el país que mejor hizo las cosas en la prevención de los contagios de COVID 19. Con 5 millones de habitantes, sólo tuvo 2.500 casos y 26 muertes. A su joven Primera Ministra no le tembló el pulso al tener que decidir por una cuarentena estricta. Y el resultado está a la vista: hoy sólo tienen que usar barbijo en medios de transporte público. Las claves.


Por Gabriel Michi



Todo el Mundo lo observa con admiración. Otros con sorpresa. Y muchos quisieran poder emular su ejemplo. Nueva Zelanda se convirtió en el modelo de manejo de la Pandemia de COVID 19 que el universo de los científicos -y de los políticos también- hubieran deseado emular. Y las razones sobran: desde que comenzó la Pandemia, en un país con 5 millones de habitantes, tan sólo hubo alrededor de 2.500 contagios y 26 fallecidos. El éxito de la gestión de la Primera Ministra Jacinda Adern (40) fue tal que un ranking realizado por el Instituto Lowy, de Australia, ubicó a Nueva Zelanda como el país que mejor manejó la Pandemia en un universo de 98 naciones estudiadas. En la otra punta, en la nómina de los que peor administraron la crisis sanitaria, aparece -con toda lógica- el Brasil de Jair Bolsonaro.


Pero ¿cómo hizo el gobierno neozelandés para obtener semejante resultado? Las respuestas son varias: más allá de que su condición de país insular favoreció la implementación de controles en el ingreso, hubo una férrea decisión de la Administración Adern de cerrar todo lo que fuera necesario y por el tiempo que se precisara, sin temblarle el pulso. Y con un altísimo acatamiento de parte de la sociedad que es muy respetuosa de lo que su gobierno disponga.


Así lograron números admirables: Desde fines de abril de 2020, sólo hubo 7 fallecidos. El último ocurrió el 15 de febrero pasado. Pero para ir al anterior, hay que remontarse al 14 de septiembre de 2020. Es decir, cinco meses sin que haya una sola víctima fatal. El día que más personas fallecieron fue el 14 de abril de 2020 con 4 decesos. Hoy tienen un promedio de 5 contagios nuevos por día, con apenas 80 casos activos en todo el país. Y cuando hay que colocar restricciones se hace sin medias tintas. Un ejemplo: el 28 de febrero pasado (cuando se cumplía un año del primer contagio registrado) toda la ciudad de Auckland, la más grande de Nueva Zelanda (2 millones de personas), volvió a entrar en una semana de confinamiento, tras la detección de un nuevo caso de Coronavirus.



Calles vacías y mucha cartelería informativa, una de las postales más comunes en Nueva Zelanda.



Las claves del éxito neozelandés:


- Confinamiento rápido y firme: El 15 de marzo de 2020, cuando Nueva Zelanda tenía menos de 100 casos confirmados y ninguna muerte, cerró sus fronteras a los viajeros extranjeros y obligó a las personas a regresar a sus hogares en cuarentena durante 14 días. Luego, 10 días después, impuso medidas de confinamiento total. Sólo negocios de alimentos, farmacias, hospitales y las estaciones de servicio podían permanecer abiertos. Los viajes en vehículos particulares fueron restringidos y las personas sólo se podían relacionar con quienes compartían el hogar. Obviamente la clave también fue el control de esa situación y el respeto por parte de la sociedad.


- Control de fronteras: Cerrado al turismo desde el inicio de la Pandemia, sólo pueden ingresar al país aquellos ciudadanos neozelandeses o extranjeros con ciertas excepciones,. Entre esas excepciones está la de tener familiares en el país.


- Cuarentena obligatoria al ingreso: Cada persona que llegue a Nueva Zelanda debe pasar de forma obligatoria 14 días aislado en instalaciones gubernamentales habilitadas para ello. Sobre todo son hoteles.


- Test: Aquel que llegue al país debe contar con un PCR negativo. Luego, el ingresante deberá realizarse otras dos pruebas, una al día 3 y otra al día 12, independientemente de que tenga síntomas o no los tenga. Vale señalar que las autoridades sanitarias hacen test a cada ciudadano que presente algún síntoma. Los trabajadores de hoteles y otras actividades en contacto con potenciales viajeros son testeados en forma permanente, como también de otras áreas estratégicas.


- Rastreo: Con un sistema muy cuidadoso, el Estado se propuso una estrategia de detección y rastreo de los casos muy activa. La idea es, por un lado, anular cualquier intento de "escapatoria" en aquel que busque no ser localizado, pero también poder ubicar fácilmente a un portador del virus y sus contacto. A tal punto es así que el propio gobierno señala que consigue localizar, hacer pruebas y poner en cuarentena "al 80% de los contactos" de cada positivo en los cuatro días siguientes a la exposición. Esa es la efectiva acción de rastreo con la que el Estado ha logrado neutralizar la diseminación del virus. La utilización de tecnología (APPS en celulares) que utiliza la mitad de la población.


- Campaña de prevención: El gobierno de Jacinda Adern decidió encarar una clara campaña comunicacional para lograr un amplio nivel de concientización. Allí se brindaban mensajes muy claros y directos sobre las claves para frenar el virus, desde el distanciamiento social, la higiene de manos, el uso de barbijos en lugares potencialmente riesgosos, y, por supuesto el "quedarse en casa", sobre todo si la persona tiene síntomas.



Así se veían las calles de las distintas ciudades neozelandesas en el momento más duro de la cuarentena.



Así lograron no sólo tener tan bajo nivel de contagios y fallecidos por COVID 19, sino también que hoy, prácticamente puedan desarrollar una vida normal. De hecho, sólo se exige barbijo cuando se utilizan los medios públicos de transporte o se viaja en los vuelos internos. Y, como la situación de su vecina Australia también es muy buena, van a crear una burbuja aérea entre ambos países. También sugieren que la mascarilla se debería usar "cuando no se pueda mantener la distancia en interiores concurridos, como supermercados".


Ese éxito de Nueva Zelanda se pudo graficar en lo vivido hace unos días en una festividad nacional donde se pudo ver a la Primera Ministra disfruntando de una barbacoa con mucha gente en un parque sin necesidad de uso de barbijo y expresando, de esa manera, el triunfo de su forma de encarar la Pandemia.






Oksana Pyzik, profesora principal de la Facultad de Farmacia del University College London sostuvo que el éxito del modelo neozelandés tuvo que ver con la buena determinación de su gobierno: "La piedra angular de una respuesta pandémica para cada país debe ser encontrar, probar, aislar y atender cada caso, y rastrear y poner en cuarentena cada contacto. Esa es la mejor defensa de todos los países contra COVID-19 y así es como Nueva Zelanda logró superar COVID-19". La especialista asegura que si bien el carácter insular de este país pudo colaborar en hacer más efectivas esas medidas, no fue lo único: "A pesar de las ventajas de la pequeña población y la ubicación remota de Nueva Zelanda, las lecciones que otros países pueden, y deberían aprender, están en torno a la importancia de moverse rápidamente", sostuvo Pyzik.


Aún no se puede afirmar que Nueva Zelanda le haya ganado la guerra al COVID 19 porque aún hay algunos registros, aunque menores. De hecho, el propio Ministerio de Sanidad señala que "esta estrategia de eliminación del virus estará vigente hasta que tengamos tratamientos efectivos contra el COVID 19 o se haya inmunizado de forma masiva a la población mediante la vacuna". Mientras tanto, la mirada atenta se mantiene. Hoy comenzó la vacunación por el personal de fronteras y de centros de aislamiento, donde más del 90% de estos trabajadores ya recibieron su primera dosis. Pero, al finalizar la primera semana de abril de 2021, sólo aplicó 90.000 vacunas.


El horizonte para Nueva Zelanda aparece como más promisorio que cualquier otro Estado en el Mundo. La fuerte decisión de su gobierno de hacer lo que se tenía que hacer, por muy doloroso que pareciera, dio resultados. Y hoy, lentamente, los frutos de semejante disciplina, acompañada por el respeto de los ciudadanos, conscientes de lo que enfrentaban, es un ejemplo para todos. Y ese ejemplo no debería ser una isla.





Acompañamiento económico 
El gobierno de Jacinda Adern (Partido Laborista de Nueva Zelanda) acompañó las medidas de restricción con una inyección de ayuda social y económica muy importante. El 17 de marzo de 2020, a horas del inicio del confinamiento, el Ministro de Finanzas Grant Roberson  anunció un paquete de más de 8.000 millones de dólares para mitigar los efectos sociales y económicos derivados de la crisis por el Coronavirus. De ese total, 250 millones fueron destinados a fortalecer el sistema sanitario, además de la mejora en tecnologías para videollamadas y consultas telemáticas; 6.133 millones se dirigieron a apoyar a los negocios para mantener los puestos de trabajo; 1.973 millones en ayudas para los sectores más vulnerables y fomentar el consumo, como también para reforzar un programa que acompaña económicamente  a quienes no alcanzan a pagar las facturas de electricidad.
Ya transcurrido poco más de un año de la Pandemia, el gobierno de Adern decidió reforzar su programa de ayuda: Subió el salario mínimo a 14 dólares la hora, a la vez que incrementó el impuesto a las personas que más ganan llevándolo al 39%. Durante todo este año, además multiplicó la cantidad de subsidios por desempleo: de 60.000 a 200.000 beneficiarios. 

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