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Gaza: La ayuda que se volvió tragedia en medio de la tragedia

Foto del escritor: MundoNewsMundoNews

Al menos 23 personas murieron por los paracaídas con víveres que EE.UU. y otros países están lanzando sobre la Franja frente a la hambruna general por los bombardeos israelíes.


Por Gabriel Michi




La Franja de Gaza atraviesa un compendio de infiernos tras otros infiernos. O, mejor dicho, un cúmulo de desgracias en medio de la desgracia. A tal punto que algo que podría ser un hecho positivo se convierte en un condimento más de la tragedia general: la terrible situación de hambruna y destrucción que atraviesa la población llevó a que varias naciones decidan enviar ayuda humanitaria. Y, ante la imposibilidad de que esa mercadería llegue por tierra por el conflicto bélico con Israel, la lanzan con aviones con paracaídas que caen azarosamente en tierra o en el mar. Fue así como en las últimas semanas un drama se sumó a ese cuadro: al menos 23 personas murieron por la caída de esos suministros: 5 lo hicieron aplastados cuando uno de esos gigantescos packs impactó sobre un campamento de refugiados, 12 lo hicieron ahogados en el mar Mediterráneo tras zambullirse desesperados para conseguir algo sin saber nadar y otros 6 que fueron víctimas de estampidas que los atropellaron. Un abanico de tragedias dentro de la tragedia.


Desde el brutal ataque de Hamás -el 7 de octubre de 2023- que dejó más de 1.200 muertos en territorio israelí, además de 250 secuestrados y cientos de heridos, Israel lanzó una feroz embestida con bombardeos y ataques que no se detienen -pese a la demanda internacional de un cese al fuego- que ya ocasionó más de 32.000 fallecidos, en su mayoría civiles. A eso se suma la enorme destrucción de casi toda la infraestructura de la Franja de Gaza y la situación de hambruna generalizada que sumergen a sus habitantes en una de las peores crisis humanitarias del Mundo. Frente a eso y ante la imposibilidad de enviar ayuda por tierra (por los bloqueos israelíes y el desborde de la frontera sur con Egipto), y después de las dolorosas experiencias de camiones con víveres que fueron asaltados por gazatíes desesperados -incluso con saldos letales por las avalanchas sobre los convoys humanitarios- fue que llegó la decisión de varios países de enviar suministros vía aérea y lanzarlos con paracaídas sobre el territorio de la Franja. Con este trágico resultado: que al menos 23 personas resultaron muertas por este intento de ayuda.

Por todo eso fue que las autoridades de Hamás -que gobiernan la Franja de Gaza- pidieron que "cesen inmediatamente" esos envíos y exigieron abrir los accesos terrestres tras anunciar las muertes de esos ciudadanos. "Advertimos a los países que llevan a cabo estas operaciones del peligro, porque una parte cae al mar, otra en los territorios palestinos y otra en zonas peligrosas, poniendo en peligro la vida de civiles hambrientos", destacó la oficina de prensa del gobierno de Hamás. Sin embargo, Jeremy Anderson, teniente coronel de la Fuerza Aérea estadounidense, había señalado previamente que: "La preocupación primordial es la seguridad de los destinatarios. Nos aseguramos de que si el paracaídas no se abre, termine en el mar y no hiera a nadie". Más allá de esas supuestas precauciones, la realidad fue otra.






Los paquetes lanzados con paracaídas son transportados por aviones jordanos, egipcios, franceses o estadounidenses. Para distinguirlos suelen están marcados con pequeñas banderas de los donantes: Emiratos Árabes Unidos, Francia, Bélgica, Alemania o Estados Unidos. Los destinatarios son las 300.000 personas que permanecen en el Norte de Gaza, donde casi no llegan los pocos camiones que ingresan desde el sur. La agencia gubernamental israelí Cogat registró 44 lanzamientos desde el aire en las últimas semanas. Esa modalidad está muy lejos de compensar lo que sería un flujo normal por las vías terrestres. Según la ONU, antes de la guerra entraban en Gaza por lo menos 500 camiones al día, en comparación con los 98 en promedio de la actualidad.


Más allá de aquellos que fallecieron por aplastamientos (por la caída de los paquetes sobre sus carpas o por las estampidas humanas que se suscitaron), las doce personas que murieron ahogadas en el Mediteráneo se adentraron en un mar que estaba muy agitado y lo hicieron encima sin saber nadar. Así lo contó a la agencia AFP Uday Nasar, en la playa de Al Sudania, en el Norte de Gaza: "Cuando los paracaídas cayeron al agua, se lanzaron hacia allá y algunos no regresaron". El primer episodio trágico de esta saga había ocurrido el 8 de marzo, cuando cinco personas perecieron y diez resultaron heridas en el campamento de refugiados de Al Shati, por el impacto de los paquetes cuyo paracaídas no se abrió.





La decisión de enviar la ayuda humanitaria de esta manera se tomó después de la muerte de un centenar de personas en una estampida mientras trataban de conseguir alimentos del convoy de ayuda, en un controversial episodio en el que no faltaron acusaciones de que el ejército israelí habría disparado contra las personas desesperadas. El comisionado general de UNRWA, Philippe Lazzarini, explicó que “el hambre está en todas partes. Se avecina una hambruna creada por el Hombre”. Y, frente a eso y los problemas generados en los accesos terrestres, fue que los gobiernos de distintos países decidieron esta modalidad de envío de víveres que hoy se cuestiona.


La vía aérea como opción de la llegada de la colaboración internacional surgió de un pedido realizado por el rey Abdalá II de Jordania, país que estableció contactos con distintas ONG desplegadas en la Franja de Gaza para coordinar la recepción y distribución de la ayuda. Aunque, más allá de las tragedias mencionadas, este tipo de envíos con aviones también son muy cuestionados por resultar costosos, complejos e ineficientes. Quienes lo defienden aseguran que es el “último recurso”, ante una situación catastrófica como la que atraviesan los gazatíes y apuntan que es la única manera de llegar a puntos más alejados del norte de la Franja, donde todos los accesos están cortados por el bloque israelí tras años de conflicto y, en particular, tras la embestida terrorista del 7 de octubre.


¿Por qué se dice que son ineficientes? En principio, porque los paracaídas tienen una capacidad alrededor de cinco veces menor que los camiones, y los paquetes no siempre caen en el punto esperado debido a que la Franja de Gaza es un territorio de apenas 40 km de largo y 12 km de ancho en su parte más amplia. Desde el gobierno de EE.UU. -uno de los que arrojó ayuda desde el aire- explicaron que: “El desafío no ha sido llevar físicamente 250, 300 camiones cargados de asistencia a Gaza. El problema ha sido la distribución, y la distribución es lo que importa”.


Los paracaídas puede transportar entre 700 y 800 raciones de comida individuales, mientras que en los camiones entran el equivalente de 3.700 raciones, Según Matthew Hollingworth, director del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de la ONU en Palestina, el contenido de 35 camiones de ayuda humanitaria puede abastecer a 130.000 personas. Algo que es mucho menor en los envíos que se hacen vía aérea.


La mayor parte de los paquetes enviados contienen atún enlatado, harina de trigo, pasta, judías enlatadas y pasta de tomate enlatada. En el último convoy, por ejemplo, se han encargado además de transportar 44.000 botellas de agua potable. Actualmente, el PMA retiene un total de 930 toneladas de alimentos preparados en la frontera de Rafah (a 30 kilómetros del sur de Gaza), listas para entregarse en el momento en el que Israel permita el acceso de nuevo. El ex asesor de medios de la UNRWA en Gaza, Adnan Abu Hasna, sostuvo que "en este momento, el número de camiones que entraron a Gaza en los últimos días es de aproximadamente 98 camiones por día, pero esto es mucho menos que los cientos de camiones necesarios". Como se dijo, es muy poco si se tiene en cuenta que antes de los ataques terroristas del 7 de octubre solían llegar 500 camiones por día y que la situación humanitaria es hoy mucho más difícil tras casi medio año de este nuevo capítulo de enfrentamientos.


Por toda esta situación, tanto por las dificultades terrestres como aéreas, Estados Unidos y otros países están analizando abrir un corredor marítimo. Incluso hay planes de crear una especie de puerto flotante, a unos cuantos metros mar adentro, que sirva de base operativa para enviar vía lanchas víveres a tierra. Pero todo tiene su complejidad. “Ninguno de estos —corredor marítimo o lanzamientos aéreos— es una alternativa a la necesidad fundamental de mover la asistencia a través de tantos cruces terrestres como sea posible. Esa es la forma más eficiente de llevar ayuda a gran escala”, apuntan desde la Casa Blanca.


Lo cierto es que los 2 millones de gazatíes atraviesan una situación dramática. Miles de tragedias dentro de una tragedia mayor: la de la destrucción de la guerra. La de la muerte. La del hambre. La de la miseria más absoluta. Miles de infiernos en medio del infierno. Allí donde hasta la ayuda se puede convertir en desgracia.





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