Un grupo criminal tomó un canal de TV en vivo, mientras otros cometían todo tipo de delitos en varios sitios. El gobierno les declaró la guerra. Pero su poder de fuego es letal, lo mismo que su dominio en las cárceles. Los homicidios se multiplicaron, como la violencia general.
Por Gabriel Michi
Las imágenes se dieron en un set de televisión. Pero nada de lo que allí ocurría estaba ficcionado. Todo lo contrario. Era la muestra más evidente y provocativa de la impunidad con la que se mueven los peligrosos grupos criminales que acechan y aterrorizan a Ecuador. Una banda de hombres con armas largas y explosivos irrumpió en el canal de televisión TC de Guayaquil y, en medio de la transmisión en vivo, tomó de rehenes a todo el personal. El terror se adueñó de periodistas, productores y técnicos que se vieron rodeados por esos criminales que parecían dispuestos a todo. Finalmente, tiempo después, la Policía logró tomar el control y detener a 13 delincuentes. Mientras eso ocurría, en otros puntos del país se desataban una serie de ataques de pandilleros, que incluso llegaron a secuestrar a 7 policías y provocar explosiones por doquier. Fue un capítulo más de una película que muestra un cuadro general donde las muertes violentas aumentaron a 8.008 en 2023, casi el doble que la cifra de 2022: hubo un promedio de 22 asesinatos por día, casi uno por hora. Según la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Crimen Organizado (Unodc), el país registró una tasa de 44,9 asesinatos por cada 100.000 habitantes, la cifra más escalofriante de su historia, lo que lo convirtió en la nación más violenta de Latinoamérica y la quinta en el Mundo en esa trágica nómina.
La situación en Ecuador es tan grave que el presidente Daniel Noboa -quien asumió en noviembre pasado- declaró la guerra e identificó a 22 pandillas como "organizaciones terroristas" que serían perseguidas por los militares. El gobierno decretó el "Estado de Emergencia" por 60 días, en particular por la violencia descontrolada que se viven en las cárceles, donde ha habido una sucesión de motines con centenares de muertos, la mayoría de ellos vinculados a las guerras entre grupos narcos que se diputan el control en el territorio -para el consumo interno- y en los puertos -para la exportación a EE.UU., Europa y Asia-, de droga producida en especial en Colombia o Perú. Y, hasta a veces con asociaciones con cárteles de esos países o de México. La falta de controles internos, la corrupción y la complicidad parecen ser los socios del crecimiento de ese fenómeno, junto con una dolarización de la economía que facilita el lavado de dinero. Eso fue reconocido por el propio presidente Noboa que hace un tiempo dijo: “En el último año, se exportaron más de 2000 toneladas de coca desde nuestros puertos. A precio mayorista son 60.000 millones de dólares. Ese es el valor de la deuda externa del Ecuador. En dinero, eso representa el 60% del PBI de Ecuador. Esa es la desproporción total económica que existe en el Ecuador”. Y agregó: “No hubo un control fronterizo real y como estamos dolarizados, eso ayuda al narcoterrorista porque ni siquiera tiene que cambiar para hacer sus transacciones, simplemente entran dólares, salen dólares, no hay rastro cambiario”.
La embestida criminal de ayer estaría relacionada con la aparente fuga del líder de la pandilla "Los Choneros", Adolfo Macías Villamar, más conocido como "Fito", ocurrida durante el fin de semana. Esa peligrosa banda criminal figura entre las que fueron declaradas como "terroristas" por el gobierno de Noboa. Según el gobierno, esta irrupción de violencia extrema de los últimos días se vincularía con el plan del presidente de construir una nueva prisión de alta seguridad para líderes de pandillas, adonde trasladarían a personajes como el propio Macías. Según el jefe del comando conjunto de las Fuerzas Armadas, el almirante Jaime Vela, estos grupos criminales "han creado una ola de violencia para asustar a la población" y agregó que el decreto convertía a las pandillas en objetivos militares.
Hasta el momento, esas guerras en las prisiones entre grupos narcos también se proyectaron hacia las calles y dejaron al desnudo una especie de "Estado fallido" frente a semejante violencia. Ese fenómeno, que se disparó durante el gobierno renunciado de Guillermo Lasso, se proyecta también sobre el flamante titular del Poder Ejecutivo en manos de otro derechista como es Noboa. Los puertos de Ecuador se han convertido en el principal centro de partida de la cocaína que sale de América Latina hacia los consumidores del Primer Mundo, tal como lo informó MundoNews en su nota "La cocaína de Latinoamérica inunda a Europa como nunca".
Eso ha generado que la violencia interna y fronteriza se expanda. A tal punto que Perú declaró una emergencia a lo largo de su frontera con Ecuador, mientras que otras naciones sudamericanas como Brasil y Colombia vienen incrementando su seguridad en los límites que los separan. Otro dato: China, un importante inversor en Ecuador, cerró su Embajada y consulados hasta nuevo aviso. Y EE.UU. ofreció su "ayuda" militar para combatir al narcotráfico, algo similar a aquel recordado y polémico "Plan Colombia".
Este nuevo capítulo de violencia transmitido en vivo por el canal de televisión mientras los terroristas reducían y amenazaban a sus trabajadores, tirándolos al piso y apuntándoles con armas largas e, incluso, colocándole una granada al conductor del programa, despertó la atención en todo el Mundo. En el medio se escucharon disparos y gritos, antes de que llegaran comandos policiales para rescatar a los aterrorizados empleados de los medios. Los atacantes dispararon contra un camarógrafo en la pierna y a otro le rompieron el brazo. La Policía rodeó la emisora de televisión y las unidades tácticas intervinieron. En el edificio desde donde trasmite el canal privado TC también está la emisora pública Gamavisión y varias estaciones de radio. De hecho, los criminales ingresaron por la recepción de Gamavisión, agredieron al personal del lugar y dejaron dinamita
Mientras todo eso ocurría y como parte de la extendida violencia en Ecuador, en la ciudad sureña de Machala, en Quito y en la provincia de Los Ríos, siete policías fueron secuestrados en tres incidentes diferentes. Los tres agentes detenidos en Machala fueron liberados el martes por la noche y hubo diez arrestos. La Policía confirmó explosiones en Esmeraldas y Los Ríos, mientras que las alcaldías de Cuenca y Quito confirmaron otras, y la Fiscalía General dijo que investigaba una en Guayaquil. Los medios también informaron de explosiones en Loja y Machala.
En paralelo a todo esto, un grupo de 39 prisioneros escapó de una penitenciaría en Riobamba, incluido el líder pandillero Fabricio Colón Pico, quien era sospechoso de un complot contra el fiscal general. Algunos fueron recapturados, pero otros no. Según se pudo saber, los fugados eran delincuentes muy peligrosos. Esa situación se suma a otras ocurridas en las cárceles donde, en los últimos dos días, al menos 11 guardias fueron tomados como rehenes y liberados, pero hay otros 139 que seguían retenidos por los presidiarios.
Además, las autoridades de Guayaquil denunciaron que hubo incidentes de "toma" en cinco hospitales, pero que la Policía y los soldados habían restablecido el orden y retomado el control en esos lugares. En simultáneo, las redes sociales mostraron a hombres armados en las calles de esa ciudad, en algunos casos incendiando vehículos que estaban estacionados. Todo eso en el término de pocas horas. En un país que está convulsionado por la violencia y que incluso pudo ver cómo el año pasado asesinaban ante los ojos de todos al candidato presidencial Fernando Villavicencio, quien justamente había recibido amenazas de muerte del famoso "Fito", el líder criminal fugado que originó esta reciente ola de violencia que buscó frenar su traslado a una cárcel de máxima seguridad. Así se vive en Ecuador, una nación jaqueada por las pandillas y el terror.
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