Los ex presidentes de EE.UU. y Brasil atraviesan conflictos similares en sus propios países por sus posibles violaciones de la ley e incluso por las intentonas golpistas cuando perdieron.
Por Gabriel Michi
Ambos gobernaron grandes potencias. Ambos se postularon para la reelección. Ambos perdieron, por poco, pero perdieron. Ambos minimizaron los efectos del COVID 19. Ambos son negadores seriales del cambio climático. Ambos son conservadores en sus valores morales. Ambos abrazan todo tipo de teorías conspiranoicas de dudosa (o nula) comprobación. Ambos utilizan las redes sociales para fortalecerse. Ambos se mostraron como outsiders de la política aunque siempre coquetearon con ella. Ambos están salpicados por los hechos más graves en lo institucional en sus países. Donald Trump es investigado por la violenta toma del Capitolio en Washington que protagonizaron sus seguidores más extremistas el 6 de enero de 2021 en los Estados Unidos. Jair Bolsonaro, por su parte, es investigado por el violento intento de Golpe de Estado con la toma de los edificios de los tres poderes en Brasilia también por parte de sus fanáticos el 8 de enero de 2023. En ambos casos sus partidarios se habían montado en la campaña impulsada por sus líderes que ponían en duda la legitimidad de las elecciones en las que fueron derrotados. Y para eso tanto desde las trincheras de Trump como de las de Bolsonaro construyeron todo tipo de teorías conspiradoras y fake news que motivaron a sus fans más exacerbados a intentar frenar el traspaso del poder a manos "enemigas".
En el caso de Trump, la Suprema Corte de EE.UU. debe resolver si inhabilita al ex presidente para que se pueda presentar en las próximas elecciones nacionales -5 de noviembre de 2024- en una carrera que ya comenzó y donde el magnate le sacó hasta el momento una amplia ventaja a sus competidores en las internas que ya se celebraron en el Partido Republicano. La Corte nacional tiene que estudiar la impugnación a la postulación de Trump que ya sentenció el Tribunal Supremo del Estado de Colorado. Es difícil que este máximo estamento ratifique su prohibición para competir ya que hay mayoría conservadora de 6 a 3, y algunos de ellos fueron nombrados por el propio Trump.
En el caso de Bolsonaro, parece más acorralado porque no sólo están sus diatribas públicas y por redes sociales en las que ponía en duda el sistema electoral, sino que en los últimos tiempos el juez del Supremo Tribunal de Justicia Alexandre de Moraes encontró pruebas concretas que vincularían al ex presidente y su entorno con la intentona golpista. De hecho, en uno de los 33 allanamientos ordenados esta semana le secuestraron el pasaporte para que Bolsonaro no se pueda escapar de Brasil. Vale recordar que el ex presidente está inhibido judicialmente para poder ser candidato hasta 2030.
Trump está batallando en la Corte Suprema de EE.UU. para que le garanticen "inmunidad" frente al pedido de juicio en su contra (en un tribunal federal de Washington) por cuatro cargos penales formulados por el abogado especial Jack Smith, incluido otro en un tribunal estatal de Georgia también relacionado con sus esfuerzos por revertir su derrota de 2020. Los abogados argumentan que Trump actuaba como candidato, no como presidente, cuando presionó a los funcionarios para que anularan los resultados de las elecciones y animó a sus partidarios a marchar al Capitolio el 6 de enero de 2021 en orden de presionar al Congreso para que no certificara la victoria de Joe Biden. Y como tan, no tiene inmunidad. Los casos que más complican al ex presidente son el soborno para callar a la actriz porno Stormy Daniels; los papeles secretos del Estado que encontraron en su residencia de Mar-a-lago; el intento de revertir el resultado electoral de las presidenciales de 2020 y el caso mencionado de Georgia. Además tiene pendiente causas vinculadas a sus manejos financieros y fiscales en torno a la Organización Trump y una condena indemnizatoria por 83,3 millones de dólares por daños y perjuicios a la columnista E. Jean Carroll, quien acusó al expresidente de Estados Unidos de destruir su reputación como periodista al negar que la violó a mediados de los años noventa en un probador de unos almacenes de lujo en Manhattan. Pero, desde lo institucional y político sin duda la causa más grave es su presunta responsabilidad en incentivar la insurrección que llevó a la toma del Capitolio, hecho que se saldó con 5 muertos.
Por su parte, Bolsonaro no sólo arrastra sobre sí la sospecha -como su admirado Trump- de haber inspirado de una u otra manera el intento de Golpe de Estado para evitar que Luis Inácio Lula Da Silva asuma su tercera presidencia, sino que también tiene un compendio de acusaciones más. Entre ellas, el Tribunal Superior Electoral (TSE) analiza el presunto abuso de poder político y uso indebido de los medios de comunicación durante una reunión que Bolsonaro celebró en Brasilia con embajadores, el 18 de julio de 2022, con desinformación y mentiras sobre las urnas electrónicas y sugirió la participación de las Fuerzas Armadas para "corregir fallas" del sistema de votación; en el TSE se tramitan en total 16 casos por los que el ex presidente fue declarado "inelegible" hasta 2030. También enfrenta otras dos investigaciones por haber filtrado informaciones confidenciales de una investigación policial sobre un ataque cibernético a la corte electoral y por declaraciones sobre la pandemia de COVID 19, cuando asoció la vacuna con un supuesto riesgo de contraer VIH. Hay otro proceso por "subversión al orden" por participar en manifestaciones con consignas antidemocráticas el 7 de septiembre de 2021, algo que de ser condenado podría llevarlo hasta 40 años de prisión. Además, Bolsonaro está acusado por quedarse con joyas regaladas por Arabia Saudí -por un valor de 3,2 millones de dólares-, algunas de las cuales habrían ingresado a Brasil de forma irregular en 2019. Y hay sospechas de que falsificó su certificado de vacunación contra el COVID 19 -para poder ingresar a EE.UU.-, enfermedad de la que siempre se mostró escéptico y que había asegurado que jamás se vacunaría. Esas son algunas de las 20 causas que complican a Bolsonaro, pero sin duda -como en el caso de Trump- el más grave es la de su presunta participación en la organización del Golpe de Estado contra Lula.
Hoy ambos ex presidentes -que se regalaban elogios todo el tiempo- transitan el presente como en espejo, reflejándose no sólo en sus polémicos perfiles populistas de extrema derecha y con personalidades excéntricas y provocativas. Transitan también un presente que se proyecta en los tribunales. Y que los ponen al límite del abismo, político y personal. Producto de sus propios pecados. Así son los peligrosos caminos paralelos de Donald Trump y Jair Bolsonaro.
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