Un "fantasma" que nadie mira: hay 1.000 millones de personas con problemas de salud mental
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Pese a afectar a 1 de cada 8 personas en el Mundo, los Estados no invierten los suficiente en la atención de estos trastornos, que tienen a la ansiedad y la depresión entre los males más comunes. Las mujeres, las más afectadas. La OMS denuncia las desigualdades y falta de políticas pese al dolor y las pérdidas por 1 billón de dólares que generan estas problemáticas.
Por Gabriel Michi

Es un fenómeno conocido, pero ignorado. O, al menos, escondido. Pese a que afecta a uno de cada 8 habitantes del Mundo. Y que en toda familia siempre hay una o más personas que lo padecen. Los trastornos en la salud mental afectan a más de 1.000 millones de personas en todo el planeta. Pero, lamentablemente, es un fenómeno que suele ser invisibilizado. Y eso hace que no haya políticas acordes a esas necesidades. Los nuevos datos publicados por la Organización Mundial de la Salud revelan ese impresionante número de personas con estas afecciones -muchas veces reflejados en cuadros extremos de ansiedad y depresión-, algo que genera enormes costos humanos y económicos que podrían prevenirse a amortiguarse con políticas adecuadas. Fenómenos a los que muchos Estados le dan la espalda o, por lo menos, no cumplen con su rol de cuidado y atención.
La OMS señala que, si bien muchos países han reforzado sus políticas y programas, es imprescindible aumentar la inversión y la acción en todo el Mundo para atender los trastornos de salud mental. Algunos de esos trastornos son muy frecuentes en todos los países y grupos poblacionales, y afectan a todas las edades y todos los niveles de ingresos. Según los datos de la agencia, éstos constituyen la segunda causa de discapacidad prolongada. Y no sólo eso: también disminuyen los años de vida saludable, a la vez que de generar mayores "gastos en atención de salud para las personas y las familias afectadas y ocasionan pérdidas económicas sustanciales en todo el planeta".
Como se mencionó, entre las afecciones más comunes figuran los trastornos de ansiedad y la depresión que -según cuantificó la OMS- le "cuestan" a la economía mundial alrededor de un billón de dólares cada año. Frente a eso, la organización plantea la necesidad de fortalecer las políticas públicas en cada nación pero también lineamientos internacionales para orientar esas estrategias. Estos van a ser los ejes principales de la "Reunión sobre enfermedades no trasmisibles y la promoción de la salud mental y el bienestar" que se llevará adelante en el marco de la Asamblea General de la ONU a fines de septiembre.
El informe de la OMS detalla que los trastornos de salud mental puede variar en función del sexo y que, en ese plano, las mujeres "resultan desproporcionadamente afectadas en conjunto". Además, revela que los trastornos más habituales tanto en las mujeres como en los hombres son la ansiedad y la depresión.
Por otro lado, el suicidio sigue siendo un problema devastador: se calcula que, en 2021, fue la causa de unas 727.000 defunciones. Y es una de las principales causas de defunción entre los jóvenes de todos los países y contextos socioeconómicos. Es más, según detalla el informe, la reducción conseguida de la mortalidad por suicidio "no basta para alcanzar la meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas consistente en reducir en un tercio los índices de suicidio de aquí a 2030. Si se mantiene la tendencia actual, sólo se logrará una reducción del 12 % para esa fecha".
Pese a lo desolador del panorama, la OMS señala -a través del "Atlas de salud mental 2024"- que los países "han mejorado significativamente sus políticas y planes de salud mental desde 2020". Sin embargo, pocos han promulgado leyes sobre la salud mental basadas en los derechos, y solo el 45% de los países señaló que su legislación cumplía plenamente las normas internacionales de Derechos Humanos. En ese punto, es realmente preocupante la falta de aumento de la inversión en el sector. Según los datos, el promedio del gasto público sigue siendo apenas el 2% del presupuesto total en salud, un porcentaje que no ha variado desde 2017. Y, claro., vuelve a aparecer el desequilibrio por desigualdad también en este área: mientras que los países de ingresos altos invierten 65 dólares por persona en salud mental, los de ingresos bajos dedican apenas 0,04 dólares.
Y, aunque hay compromisos del conjunto de naciones de incrementar los recursos que se destinan a estas problemáticas, menos del 10% de los países han completado la transición a modelos de atención comunitaria. De hecho, la atención hospitalaria continúa dependiendo en gran medida de los hospitales psiquiátricos. "Casi la mitad de los ingresos hospitalarios se llevan a cabo sin el consentimiento del paciente y más del 20% conllevan estancias superiores a un año", reporta el informe de la OMS. Pese a lo desalentador que aparece ese escenario, hay algo para destacar: se observa una mayor integración de la salud mental en la atención primaria y más del 80% de los países ofrece actualmente apoyo a la salud mental y psicosocial como parte de la respuesta a las emergencias, frente al 39% en 2020, lo que es un avance significativo. También aumentó la disponibilidad de servicios de telemedicina, aunque el acceso a ellos sigue siendo desigual.
Son buenas señales, aunque por el momento muy lejanas a lo deseable frente a una problemática tan extendida como ignorada. Una problemática que muchas veces es escondida bajo la alfombra y que, con eso, no recibe la atención necesaria. Pese a que en cada familia del Mundo pueden haber personas que transiten ese padecimiento. Y a que 1 de cada 8 habitantes de la Tierra sufran trastornos en su salud mental. En definitiva son 1.000 millones de seres humanos que se esfuman ante los ojos de las autoridades. Son un "fantasma", un gigantesco "fantasma", al que nadie quiere ver. Pese al dolor y la injusticia que eso representa.

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