En su afán refundacional, Trump tiró abajo el Ala Este de la Casa Blanca
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En un hecho sin precedentes, el presidente de EE.UU. demolió todo ese sector de la sede de Gobierno y ahora planea levantar allí un suntuoso salón de baile. Hay críticas y polémicas.
Por Gabriel Michi

Nadie se animó a tanto. Ningún presidente de los Estados Unidos llegó tan lejos. Por lo menos en lo que respecta a una pieza arquitectónica tan simbólica como la Casa Blanca. Pero Donald Trump es Donald Trump. Y con su afán refundacional, en su ambición por quedar en la Historia como el mandatario más disruptivo, con sus pretensiones de dejar su sello para siempre, de aquí a la eternidad, ahora embistió contra el edificio que es el ícono del poder en la principal potencia del Mundo. El republicano ordenó demoler el Ala Este de la Casa Blanca -su despacho está en el Ala Oeste- y en poco tiempo quedó en ruinas. Su objetivo es construir en ese sector un gigantesco salón de baile para grandes recepciones. La embestida trumpista está generando estupor e indignación. Y un desconcierto descomunal. Lo cierto es que el pequeño edificio presidencial -la Casa Blanca tiene apenas 5.000 m2, cinco veces menos que la Casa Rosada de Argentina, cuya superficie es de 25.000 m2- vio entrar máquinas demoledoras en sus jardines como nunca había ocurrido. Y en pocas horas el emblemático edificio de Washington DC fue escenario de un hecho jamás imaginado: su histórica Ala Este había desaparecido. Para muchos este último hecho no es otra cosa que un fiel resumen de lo que significa la "Era Trump": una demolición de todo lo establecido, incluido aquello que tiene un valor histórico y que referencia una identidad nacional.
Para defender su polémica iniciativa, Trump señaló que la nueva construcción será una suerte de monumento "a la grandeza del país". Sin embargo, atentos al escándalo que se ha desatado, sus colaboradores intentan minimizar los alcances de las "refacciones". La secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt argumentó: “Casi todos los presidentes que han vivido en esta hermosa Casa Blanca… han hecho sus propias modernizaciones y renovaciones”. Y citan los casos, por ejemplo, de Franklin Roosevelt que construyó el actual Despacho Oval o de Harry Truman que reconstruyó todo el interior para evitar que se derrumbara.

Sin embargo, esas explicaciones no alcanzan. Kate Andersen Brower, quien ha escrito extensamente sobre la denominada "Casa del Pueblo", señaló que si bien esa afirmación puede tener algo de cierto jamás en la Historia se dio algo semejante: “Nunca hemos visto que se utilice una bola de demolición contra toda una Ala”. En palabras Stephen Collinson, de la CNN: "Quizás nunca haya existido una mejor metáfora para una presidencia. Trump ha pasado nueve meses destrozando el Gobierno federal, el Estado de Derecho y la democracia. Ahora ha lanzado su bola de demolición contra la propia Casa Blanca. Todo sin consultar a los ciudadanos que le dieron un arrendamiento temporal del lugar"..
Lo cierto es que cuando Trump empezó con su proyecto trató de relativizar el peso específico y la importancia que el Ala Este tenía para la Casa Blanca. De hecho, calificó a ese sector como “un edificio muy pequeño” que “nunca se consideró gran cosa”. Sin embargo, los antecedentes dicen otra cosa. La propia experta Brower aclara: “Sin duda yo le tenía mucho respeto porque era el dominio de la primera dama. Es el único lugar que realmente puede llamar suyo”, dijo, refiriéndose al hecho que históricamente ese sector del edificio era usado por las esposas de los presidentes en sus tareas protocolares y hasta humanitarias.

En términos generales, por el Ala Este es donde ingresan los visitantes y los turistas y su microcine/teatro ha sido protagonista de un sinnúmero de situaciones que marcaron la Historia de los EE.UU. En un principio allí se situaba una entrada para carruajes -desde la Presidencia de Theodore Roosevelt en 1902- pero luego se convirtió en ese moderno espacio que cada año lo visitaron millones de invitados. Durante la Segunda Guerra Mundial se construyó un búnker subterráneo de emergencia en ese lugar y se necesitaba el edificio para ocultarlo: allí nació la estructura que estuvo en pie por décadas hasta su actual demolición .
Para llegar a la Sala Este desde el edificio principal hay que atravesar el Cross Hall, desde la puerta principal en la fachada norte. Allí cuelga la evocadora imagen de un pensativo John F. Kennedy, y se ese espacio es muy recordado porque es donde el presidente Barack Obama caminó por una larga alfombra roja para anunciar la muerte de Osama bin Laden en mayo de 2011.
Por las actividades que allí se realizaban fue considerada por años como una zona secundaria de la Casa Blanca ya que el Despacho Oval y las oficinas más trascendentes (como la Sala del Gabinete y las dependencias de los más altos funcionarios) se agrupaban el en Ala Oeste. A tan punto que alguna personas la llamaban "Siberia" por lo aislada y lejos que estaba del lugar donde se tomaban las decisiones. Por eso, al Ala Este se la consideró generalmente una centro de "poder blando", más relacionado con eventos sociales que con las disputas políticas del cotizado Ala Oeste.

Sin embargo, alguno sucesos muy recordados que fueron públicos se dieron en la hoy derrumbada Ala Este:
En 1911, multitudes de simpatizantes se reunieron bajo sus farolas para desearles un feliz 25º aniversario al presidente William Howard Taft y su esposa, Helen.
En 1952, el presidente Dwight Eisenhower se sentó -en el cine privado- para ver “High Noon”.
En 1963, el presidente John F. Kennedy vio “From Russia With Love” poco antes de ser asesinado.
En 1973, el presidente Richard Nixon presenció “The Sting”
En 1993, el presidente Bill Clinton reunió a su equipo y amigos políticos para ver el Super Bowl.
En 2004, el presidente George W. Bush usó el Ala Este para practicar su discurso sobre el "Estado de la Unión".
En 2009, el presidente Barack Obama fue fotografiado corriendo jugando por un pasillo con su perro Bo.

RONALD Y NANCY REAGAN SOLÍAN DISFRUTAR DE PELICULAS EN EL MICROCINE DEL ALA ESTE HOY DESTRUIDO. LO MISMO QUE BARACK Y MICHELLE OBAMA. Más allá de esos hechos particulares, la verdad es que el Ala Este tuvo mucho protagonismo en la época que fue ocupada, por ejemplo, por Jackie Kennedy que se encargaba especialmente de cuidar sus jardines que fueron bautizados años más tarde como "Jardín Jacqueline Kennedy" por su sucesora, Lady Bird Johnson, y que se convirtió en un espacio fue escenario de bodas, recepciones y otros eventos. Más cerca en el tiempo, en el Ala Este la actual primera dama Melania Trump colocó unos famosos árboles de Navidad rojos durante el primer mandato de su esposo.
La experta Brower señala sobre el Ala Este: “Si ibas a una fiesta de Navidad, por ahí entrabas. Era un espacio hermoso, con retratos magníficos de las primeras damas a lo largo de los años adornando las paredes”.
Pero más allá de esos hechos curiosos y anecdóticos, también es verdad que el Ala Este fue un escenario de hechos más dramáticos. Por ejemplo, allí funcionaba un búnker debajo —al que llamaron "Centro de Operaciones de Emergencia Presidencial"— en donde el vicepresidente Dick Cheney permaneció durante los ataques del 11 de septiembre, y donde Trump fue llevado durante las protestas que se desataron en su primer mandato.

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Esta avanzada destructiva de Trump en el Ala Este estuvo precedida por otro esbozo por dejar su sello en ella: hizo poner un cuadro con una imagen de su rostro superpuesta con un diseño de la bandera estadounidense entre los retratos de Laura Bush y Hillary Clinton. También llenó el Despacho Oval de baratijas de oro, cuando la mayoría de los presidentes, se aferran a respetar la sobria decoración tradicional. Las críticas actuales por haber tirado abajo el Ala Este se suman las que recibió en su primera Presidencia cuando decidió "pavimentar" el icónico "Jardín de rosas" de la Casa Blanca, emulando la terraza de su retiro de Mar-a-Lago en Florida, con sombrillas amarillas incluidas.
Pero sus proyectos de dejar su particular (y discutible) sello en lugares históricos no terminan allí. De hecho, Trump también está pensando en alterar el clásico horizonte de Washington DC levantado un enorme arco que cruce el Puente Memorial de Arlington desde el Monumento a Lincoln para conmemorar el 250 aniversario de Estados Unidos el próximo año.

Además del rechazo a la destrucción de esa estructura arquitectónica, existía una preocupación grande por los objetos históricos del Ala Este. Supuestamente el gobierno de Trump retiró esos bienes antes de comenzar con la demolición. Ahora avanzará en la construcción de un costoso salón de baile -.unos 300 millones de dólares- que podría recibir a cerca de 1.000 personas, para así reflejar "la gloria del país" de la manera que el presidente considera adecuada. Como otro mecanismo de defensa el republicano aclaró que todo será financiado por donantes privados. Trump quiere que el enorme edificio festivo tenga al menos 8.300 metros cuadrados —casi el doble del tamaño de la propia Casa Blanca- y esté revestido con su característico pan de oro. Y su sueño es que allí se realicen grandes eventos sociales.

Stephen Collinson, de la CNN concluye: :"De todas las cosas impactantes que Trump ha hecho hasta ahora en su segundo mandato, la demolición del Ala Este es la más tangible. Las retroexcavadoras que desgarran el yeso blanco probablemente sean una de las imágenes definitorias de esta turbulenta era política. Quizás el presidente simplemente sea un incomprendido. Quizás lo estén criticando injustamente por regalarle a la nación un hermoso nuevo lugar de encuentro. Pero esto también podría ser el último eco desconcertante de una obsesión de estilo autocrático con grandes proyectos que dominarán a los ciudadanos cuando los líderes ya no estén".
Y lo que parece una ironía -o no tanto- del destino es que el Ala Este fue demolida apenas unos días después de que millones de estadounidenses participaran en las protestas anti-Trump bajo la consigna “No Kings”, es decir, "No reyes", haciendo referencia justamente a los afanes cuasi monárquicos del presidente de los EE.UU.. Pero a él nada le importa. Donald Trump es Donald Trump. Ese mandatario que rompe todos los moldes, incluso aquellos que hablan de identidad y respeto a las tradiciones. Su ambición por quedar en la Historia es tal que la quiere refundar. Para que su sello quede para siempre. En la eternidad.










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