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Adiós al hombre que vistió de dignidad a la política

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Actualizado: hace 12 minutos

A los 89 años falleció José "Pepe" Mujica, el ex presidente de Uruguay que fue detenido y torturado por la dictadura pero que llegó al poder sin ánimo de venganza. Su sabiduría y su humildad lo convirtieron en un dirigente único y ejemplar que iluminó a la democracia.


Por Gabriel Michi



Sabiduría. Humildad. Austeridad. Tolerancia. Respeto. Inteligencia. Ejemplaridad. Sinceridad. Honestidad. Resiliencia. Coraje. Solidaridad. Coherencia. Sensibilidad. Compromiso. Y podrían seguir los adjetivos que describen a este hombre tan especial, único, imprescindible, que con sus costumbres pueblerinas vistió de gala a la política de Uruguay, de Latinoamérica y del Mundo. Un ejemplo de cómo esa actividad tan vapuleada podía convertirse en algo virtuoso. Podía transformarse en dignidad. De eso se trató la vida del gran José "Pepe" Mujica, el ex presidente uruguayo que falleció en la tarde del martes 13 de mayo a los 89 años y a tan sólo una semana de llegar a los 90. El hombre que marcó a fuego una forma inigualable de hacer política y que nunca buscó venganza pese a los años que permaneció secuestrado, detenido y torturado por la dictadura de ese país, se fue de este mundo pero sus enseñanzas quedarán para siempre.


José "Pepe" Mujica llegó a la Presidencia de la República Oriental del Uruguay de la mano del Frente Amplio cuando tenía ya 74 años. Alcanzó al poder votado por el 52% de los ciudadanos. Estuvo los cinco años (2010-2015) que establece la Constitución y se fue con una enorme popularidad. Entonces volvió a su humilde chacra para disfrutar de sus quehaceres campestres junto a su inseparable esposa, la ex senadora Lucía Topolansky. Lo hizo con la misma austeridad con la que vivió y gobernó, usando su viejo y destartalado Volkwsagen "Escarabajo".


Su paso por el "Palacio Estévez" (sede del Ejecutivo uruguayo) dejará una marca imborrable en la historia de ese país de 3,4 millones de habitantes. Sus reformas progresistas son parte de un legado que lo trascenderá para siempre. Fue pionero en temas relacionados con las libertades civiles como, por ejemplo, la ley de matrimonio igualitario, el aborto en las primeras etapas del embarazo y la legalización de la venta de marihuana con el control del Estado. Las primeras representaron un gran cambio para la América Latina católica, y la última, en aquel momento, fue algo revolucionario a nivel mundial.


La sencillez de Mujica no lo privó de mantener conversaciones de igual a igual -y sin mucho protocolo- con todos los líderes del planeta que lo miraban y escuchaban con total admiración, indistintamente de cuál fuera su ideología. Su magnetismo traspasaba cualquier frontera. Hubo muchas frases que mostraron su profunda sabiduría y sus valores. Quizás una de las más recordadas, emblemáticas y representativa sea: "el poder no cambia a las personas, sólo revela lo que realmente son". Y como él predicó siempre con el ejemplo, durante su mandato, Mujica se negó a mudarse a la residencia presidencial y optó por quedarse en su modesta casa rural -en el suburbio de Montevideo- en la que mantenían una pequeña plantación de flores y donde más tarde se dedicaron a cultivar verduras y frutas, incluidos tomates que Topolansky encurtía cada temporada. El "Pepe" no era de usar trajes y corbatas, sino que se sentía más cómodo con vestimentas humildes y de uso cotidiano. Era común cruzárselo en restaurantes del centro donde almorzaban los trabajadores de oficina.


Otra cosa que caracterizó también a su Presidencia fue la fiel demostración de que este ex militante del grupo guerrillero Tupamaros (en las décadas de 1960 y 1970) había dejado atrás la violencia y quería construir puentes de diálogos en favor de la democracia, de la convivencia, de la tolerancia y de la paz. Lo mismo que su compañera de militancia y pareja de toda la vida, Lucía Topolansky, con quien se casó en 2005. Ella posteriormente se desempeñó como vicepresidenta entre 2017 y 2020.



"Pepe" Mujica y Lucía Topolansky fueron una pareja inseparable hasta el final.
"Pepe" Mujica y Lucía Topolansky fueron una pareja inseparable hasta el final.

Desde su retiro de la Presidencia de Uruguay a "Pepe" se lo solía ver recorriendo su chacra a bordo de un tractor. Esa era una de sus actividades favoritas porque, según dijo, le permitía tener tiempo para pensar. A Mujica muchas veces le criticaron su estilo llano e informal y que rompía todos los protocolos, algo que en tiempos de tanto cinismo e hipocresía en la política era una virtud más que un defecto. "El problema es que el mundo está dirigido por gente mayor, que olvida cómo eran cuando eran jóvenes", ironizaba.


El anuncio de la partida del gran líder la hizo el actual presidente de Uruguay -y discípulo de Mujica- Yamandú Orsi a través de la rede social X: "Con profundo pesar anunciamos el fallecimiento de nuestro compañero Pepe Mujica. Gracias por todo lo que nos dio y por su profundo amor a su pueblo". Hacia mucho tiempo que un cáncer lo tenía a mal traer pero "Pepe" estuvo muy activo hasta hace poco tiempo, cuando llegó a despedirse en público tras la asunción de su "delfín". Conocida la noticia de la muerte de Mujica no tardaron el llegar las repercusiones en todo el Mundo. Por ejemplo, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, señaló: “Lamentamos profundamente el fallecimiento de nuestro querido Pepe Mujica, un ejemplo para América Latina y el mundo entero por su sabiduría, visión de futuro y sencillez”.





UNA VIDA DE AUSTERIDAD Y PASIÓN POR LA POLÍTICA


José "Pepe" Mujica nació en 1935 (aunque hay quienes creen que pudo haber sido un año antes) en el seno de una familia muy humilde. Él señaló que esos años transcurrieron en medio de una "pobreza digna". Su padre murió cuando él tenía 10 años. Por eso "Pepe" debió ayudar a su madre a mantener la finca donde cultivaban flores y criaban gallinas y algunas vacas.


De joven, Mujica se comenzó a interesar por la política, pero la izquierda uruguaya estaba muy débil y fracturada, por lo que sus primeros años de militancia se dieron en un ala progresista del centroderechista Partido Nacional. Fue recién a finales de la década del '60, que se unió a los Tupamaros, el movimiento guerrillero marxista que buscaba debilitar al gobierno conservador de Uruguay mediante robos, secuestros políticos y atentados. Sin embargo, el propio Mujica aclaro que él jamás asesinó a nadie, aunque reconoció que estuvo involucrado en varios enfrentamientos violentos con la Policía y el Ejército. A tal punto que en una ocasión llegó a recibir seis disparos.


Por aquellos años violentos, las fuerzas de seguridad uruguayas llegaron a dominar a los "tupamaros". Cuando los militares tomaron el poder en un golpe de Estado en 1973, todo fue mucho más duro. Esa dictadura que duró 12 años, secuestró y asesinó a unas 200 personas y otras miles más fueron encarceladas y torturadas, entre ellos el propio Mujica. "Pepe" pasó casi 15 años detenido, muchos de ellos sumergido en un régimen de aislamiento extremo, tendido en el fondo de un viejo pozo, sólo rodeado de hormigas. Logró escapar en dos ocasiones, una de ellas excavando un túnel hasta una casa cercana. Su mayor "vicio", según confesó más tarde, era hablar consigo mismo para poder soportar ese tortuoso aislamiento.


Cuando en 1985 volvió la democracia a Uruguay, Mujica fue liberado y regresó a la política, convirtiéndose gradualmente en una figura prominente de la izquierda. Así fue como llegó a a ser ministro de Agricultura en la coalición de centroizquierda (Frente Amplio) de su predecesor, el presidente Tabaré Vázquez (2010-2015), quien también lo sucedería entre 2015 y 2020.


Durante su Presidencia, Mujica no escatimó esfuerzos en construir canales de diálogo con los opositores, a los que llegaba a invitar a los tradicionales asados ​​en su casa. Él mismo decía: "No podemos pretender estar de acuerdo en todo. Tenemos que estar de acuerdo con lo que hay, no con lo que nos gusta", dijo.


Tras su jubilación -que nunca fue un retiro completo de la política ya que siempre participaba de conversaciones y actividades, además de brindar consejos a quien se lo pidiese- Mujica supo mantener su optimismo, aun cuando su salud flaqueaba: "Quiero transmitir a todos los jóvenes que la vida es bella, pero se desgasta y se cae". Semejante apuesta por el futuro la transmitió, nada más y nada menos, que en el momento en el que al gran "Pepe" acababan de diagnosticarle el cáncer. "Lo importante es empezar de nuevo cada vez que caes, y si hay enojo, transformarlo en esperanza", enseñaba ese maestro de la vida. Ese patriarca de la humidad. Ese sabio que supo vestir de dignidad a la política. Un imprescindible.




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