top of page

Barcelona: Puja por las pistolas de agua que se convirtieron en un símbolo anti-turistas

  • Foto del escritor: MundoNews
    MundoNews
  • 30 jun
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 1 jul

Cada vez hay más manifestaciones en la ciudad española en donde mojan a los visitantes con esas armas de juguete. Es en protesta porque la gran proporción de viviendas en alquiler que se vuelcan al turismo encarecen la vida de los que necesitan rentar un hogar.


Por Gabriel Michi



El turismo en España representa el 13% de su PBI.. En 2024 generó más 200.000 millones de euros, siendo el principal motor de su economía. El último año llegaron más de 94 millones de visitantes de otros países, que aportaron 126.000 millones de euros. Hay 2,5 millones de puestos de trabajo en esa actividad (el 11% del total de empleos). Sin embargo, pese a ser un gran dinamizador de sus cuentas, hay sectores que no lo reciben bien. Sobre todo si hay un exceso de afluencia. En los últimos tiempos ha habido una ola creciente de protestas contra el turismo, en particular en Barcelona que cada año recibe 26 millones de turistas en una ciudad de 2 millones de habitantes y donde esa actividad provee unos 15.000 millones de euros anuales, el 15% de su PBI. En esas batallas hubo un elemento que se convirtió en un símbolo anti-turistas: las pistolas de agua. ¿Por qué? Porque en la campaña anti visitantes, los locales -enojados por el encarecimiento de sus vidas por la falta de viviendas permanente en favor de las dedicadas al turismo- disparan ese líquido a los visitantes para molestarlos y expresar su desagrado por su presencia. Lo hacen en las calles, en las terrazas de los bares, y cuanto lugar se les ocurra. De repente los turistas están disfrutando de un momento de relax y aparecen de sorpresa uno o varios individuos y los rocían con ese elemento.


Esas pistolas y escopetas baratas se extendieron entre las protestas contra el turismo en aquellos puntos donde lo viven como sobrecarga de visitantes, haciendo que se vayan corriendo de barrios muy demandados. Ese fenómeno comenzó en el veraniego mes de julio de 2024, cuando un grupo activista marginal de izquierda con sede en Barcelona -​​que propone una desaceleración y un decrecimiento del próspero sector turístico de la ciudad- llevó adelante su primera y exitosa manifestación. En ese marco aparecieron las pistolas de agua que en un principio se utilizaron lúdicamente para dispararse entre sí y, de paso, refrescarse en el calor sofocante del verano. Según Adriana Coten, una de las organizadoras de la Asamblea Vecinal para el Decrecimiento Turístico, “lo que pasó después se viralizó, pero en realidad fue solo una especie de broma de un grupo de personas que trajeron pistolas de agua porque hacía calor”.


Pero la cosa derivó en otra práctica no tan simpática. Después empezaron los lanzamientos de agua contra los turistas. Las imágenes dieron la vuelta al mundo, convirtiéndose en un golpe publicitario para la causa anti-turismo. Hubo un episodio muy comentado que se convirtió en una especie de hito para esos sectores: las armas reaparecieron en abril cuando el mismo grupo detuvo un autobús turístico en Barcelona.


Los manifestantes protestan contra el turismo masivo porque la elevada cantidad visitantes que recibe Barcelona -casi una quinta parte del total nacional- llevó a serios problemas de vivienda y económicas a los habitantes de la ciudad. Por ejemplo, las Viviendas de Uso Turístico (VUT) son mucho más rentables que las destinadas al alquiler y por eso provocaron el aumento de los precios para los inquilinos hasta límites insospechados. Al haber menos departamentos para rentar porque la mayoría se dedica al turismo, mucha gente ve totalmente imposibilitada su acceso a la vivienda. Por eso se dispusieron medidas para que no se ofrezcan alquileres de corto tiempo, una guerra que se ha dado también en otras ciudades del planeta, tal como informó MundoNews.


Este último domingo 29 de junio de 2025, alrededor de mil personas marcharon desde un bulevar comercial de lujo muy popular entre extranjeros adinerados, antes de que la Policía los frenara para evitar que lleguen al principal destino turístico de la capital de Cataluña: la icónica iglesia de la Sagrada Familia. Mientras marchaban, los manifestantes rociaron a los turistas desprevenidos a lo largo del camino, coreando consignas y portando pancartas de protesta. Con leyendas como "¡Un turista más, un residente menos!" o "¡Turista, vete a casa!" . Hubo pegatinas en las puertas de los hoteles, farolas y mesas de cafeterías al aire libre. Algunos carteles mostraban una pistola de agua rodeada de un mensaje en inglés.


Vale aclarar que en esta última manifestación, los que llevaban pistolas de agua eran una minoría y de ellos, la mayoría sólo disparaban al aire o entre ellos. Los anti-turistas que marchan suelen ser un pequeño grupo ya que la enorme mayoría apoya al turismo ya que es pilar de la economía local.


Sobre el uso de las pistolas, una manifestante llamada Lourdes Sánchez y su hija adolescente le dijeron a la agencia AP que el arma que cada una de ellas portaba "realmente no es para lastimar a nadie. Este es un símbolo para decir que estamos hartos de cómo la industria turística está transformando a nuestro país en un parque temático”, dijo Sánchez. Otro manifestante, Andreu Martínez, reconoció que era “para molestar un poco a los turistas”. Y Laurens Schocher, que no disparó a ningún turista, reconoció que en realidad el uso de las pistolas de agua eran una forma de despertar más atención a su causa: "No creo que los turistas lo entiendan. Creo que esto es para enviar un mensaje a las autoridades".


Algunos turistas tomaron los pequeños chorros de manera risueña y hasta agradecieron

el agua porque los refrescó en un día muy caluroso. Otros no lo tomaron tan bien y sus gestos adustos lo demostraron. Incluso hubo alguno que se asustó: ese fue el caso de Nora Tsai, quien acababa de llegar de Taiwán en una breve visita; el domingo fue una de las rociadas con agua y dijo que estaba un poco "asustada y triste". En ese contexto, hubo un momento de mucha tensión cuando varios manifestantes agredieron a los trabajadores de un gran albergue: el clima se caldeó y un trabajador escupió a sus atacantes mientras cerraba de golpe la puerta del albergue, lo que generó bronca entre los que protestaban.


La polémica está desatada. Como también la puja de intereses. Mientras que desde el sector que obtiene sus ganancias con la "industria sin chimeneas" explican que ese tipo de protestas atentan contra "la gallina de los huevos de oro" y advierten sobre las consecuencias que podría traer que esa actividad deje de generar dividendos que, a la larga, benefician a todos los ciudadanos, sus detractores plantean las dificultades que a ellos les genera en encarecimiento de la vivienda y la falta de oferta de propiedades para rentar. Y protestan. Con un instrumento especial: un juguete. Las tan mentadas pistolas de agua.


Comments


bottom of page