Ecuador: Qué esconden los brutales e imparables asesinatos de futbolistas
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Con el homicidio de Mario Pineida, del Barcelona de Guayaquil, ya son cinco los jugadores ultimados en ese país sólo en 2025. Adonde apuntan las sospechas de los investigadores.
Por Gabriel Michi

El mundo del fútbol de Ecuador de vistió de luto en las últimas horas. Una vez más. La quinta ocasión en que un futbolista es asesinado a sangre fría. Es el quinto en lo que va del año. En una trama criminal que esconde un accionar mafioso como nunca se ha visto en esa nación. En medio de un incremento sin igual de la violencia general y la criminalidad, los deportistas parecen haber sido alcanzados por esa mancha venenosa de horror y muerte. Esta semana, en la tarde del 17 de diciembre, Mario Pineida, el futbolista del Barcelona Sporting Club, fue acribillado a balazos junto a su mujer, Ana Aguilar, mientras estaban en una carnicería en Samanes, en el norte de Guayaquil, la ciudad más violenta de esa país. Los dos sicarios bajaron de la moto y sin mediar palabras les dispararon a mansalva, antes de huir en el mismo vehículo. El viernes 19, la Policía de Ecuador confirmó la detención de dos personas vinculadas al crimen de este jugador que se había convertido en una de las estrellas más destacadas del fútbol ecuatoriano. Fue el quinto profesional de ese deporte ultimado en este 2025 -el año más violento en la historia de Ecuador- que también dejó varios heridos. La pregunta que todos se hacen es: ¿qué hay detrás de esta saga de crímenes contra deportistas en Ecuador?
Las cámaras de seguridad del local de Samanes, mostraron como uno de los sicarios se acercó con total tranquilidad, apuntando a Pineida, quien levantó las manos creyendo que de trataba de un asalto. Y allí lo acribilló mientras a menos de dos metros otro cómplice hacia lo mismo con la esposa del futbolista. Es más, antes de huir, el sicario de Pineida se acercó al cuerpo de la mujer, y con la misma frialdad, disparó más tiros contra ella que ya yacía inerte en el piso. La frialdad con la que actuaron los asesinos es otra de las muestras de la naturalización del horror que viene creciendo en forma descomunal en el país sudamericano.,
Si bien esa violencia está extendida contra toda la sociedad, el ensañamiento contra futbolistas no deja de sorprender. Los investigadores sospechan que detrás de estos brutales crímenes se esconden las mafias de las apuestas ilegales y también los extorsionadores. De hecho se dice que Pineida habría recibido amenazas previas antes del ataque. Algo que también habría ocurrido con algunos (o quizás todos) los otros cuatro asesinados. E incluso con otros jugadores que fueron heridos pero que lograron sobrevivir. Por ejemplo, en el inicio de 2025, el primer ataque fue contra Richard Mina, de Liga de Quito, quien fue herido en un presunto robo en Guayaquil, aunque las dudas quedaron flotando en el aire. En septiembre la violencia explotó con todo: tres futbolistas fueron acribillados en un lapso de pocos días. Maicol Valencia y Leandro Yépez, del club Exapromo Costa, fueron asesinados en un hotel en Manta, en la costa central de Ecuador. Apenas una semana después, Jonathan "Speedy" González, de 31 años, fue baleado en la cabeza en su casa de Esmeraldas, una ciudad fronteriza con Colombia. Y este último crimen en particular, dejaría al desnudo el oscuro vínculo entre las mafias de las apuestas deportivas y el fútbol ecuatoriano.
El dato fue revelador: "Speedy" González había recibido una amenaza para que perdiera un partido que terminó en empate. Y ese episodio no parece ser una excepción. Todo lo contrario: la presión por arreglar partidos se transformó en un juego mortal para muchos futbolistas. Otro caso fue el de Ariel Suárez, de 21 años, jugador del club Orense, quien logró sobrevivir a un ataque armado en Machala, aunque su pareja quedó en estado crítico. Y Bryan Angulo, de Liga de Portoviejo, también salió ileso de un atentado cuando se dirigía a su entrenamiento y fue víctima de otro atentado.
En noviembre pasado, el crimen de Miguel Nazareno, una de las promesas del fútbol ecuatoriano, volvió a conmocionar a esa nación. El joven deportista, de tan sólo 16 años, fue ultimado de un disparo en la cabeza en su casa, en Guayaquil, la urbe donde el miedo se adueñó de todo. Y donde la amenaza de las mafias de las apuestas deportivas contratan sicarios brutales para imprimir terror y muerte incluso contra deportistas muy populares. Si a eso se suma, las siempre presentes sospechas de corrupción en ese mundo, el cóctel resulta así más letal. Convirtiendo al futbol en un deporte de alto riesgo. Un riesgo que en Ecuador se traduce en muerte.










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