El bestial asesinato de Tyre Nichols, un padre de familia de 29 años, por parte de cinco uniformados vuelve a disparar la ira y las protestas por los repetidos abusos de la fuerzas. En la ciudad de Memphis, donde ocurrieron los hechos, debieron reforzar la seguridad.
Por Gabriel Michi
Una vez más. Como tantas otras. Policías de los Estados Unidos vuelven a estar en la mira por un caso de violencia derivada en una muerte. Y, otra vez, los signos de brutalidad desmedida parecen ser la clave del asunto. Y la mecha que vuelve a encender la indignación social. La muerte de Tyre Nichols, un padre de familia de 29 años, que recibió una bestial paliza cuando fue detenido por una infracción de tránsito en Memphis está generando una ola de protestas y reclamos frente a algo que se repite hasta el hartazgo: los abusos policiales. Nichols falleció tres días después de aquellos repetidos golpes letales que al menos cinco policías de Memphis (en el Estado de Tennessee) le propinaron y que quedaron grabados y registrados por las cámaras. Si bien el hecho ocurrió el 7 de enero fue la difusión la que dio una dimensión de las características de ese aberrante hecho. Quizás a diferencia de otros casos anteriores en este caso tanto víctima como victimarios eran afroamericanos.
Pero no es lo único distinto que tuvo este caso con respecto a otros. En esta ocasión las autoridades reaccionaron rápidamente y el frecuente lobby de los sindicatos policiales -tan común en otros sucesos- no pudo frenar que los cinco uniformados sean echados inmediatamente de la fuerza y llevados tras las rejas, aunque horas después pudieron salir bajo fianza (pagaron entre 250.00 y 350.000 dólares cada uno). Se enfrentan a graves cargos penales, entre ellos el de "asesinato en segundo grado", figura que en este Estado los puede traducirse hasta en 60 años de prisión. La posibilidad de que se demuestre que fue un homicidio intencional (aunque sin premeditación) se suma a la "agresión con agravantes", "privación ilegal de la libertad con agravantes", "conducta indebida de un funcionario público" y "represión desmedida".
Los cinco ex agentes son Adarrius Bean, Demetrius Haley, Emmitt Martin III, Desmond Mills Jr. y Justin Smith. A todos los echaron por el “uso excesivo de la fuerza, (fallar en) el deber de intervenir y el deber de prestar ayuda”, según el propio departamento de la Policía. Así surge de los registros de la Corte Penal del condado de Shelby y de la cárcel del condado de Shelby.
La bronca causada por semejante crimen policial hicieron que las autoridades debieran reforzar la seguridad u armar un enorme despliegue policial en la ciudad de Memphis, donde las manifestaciones se hicieron sentir con fuerza. Esa indignación creció cuando se hicieron públicas las imágenes del video donde quedó al desnuda la violencia inusitada con la que actuaron los uniformados.
El propio fiscal general de Estados Unidos, Merrick Garland, señaló que lo que vio en la grabación era "profundamente perturbador" y se comprometió a una investigación profunda en el caso Nichols. El abogado de la familia de la víctima comparó este hecho con el de Rodney King en 1991, uno de los crímenes más graves que evidenció la brutalidad policial en los Estados Unidos y que en su momento desató protestas y disturbios colosales en Los Ángeles.
En tanto, los sindicatos de los uniformados prefirieron, en esta ocasión -y ante la contundencia de las imágenes de video- mostrarse más prudentes. De hecho, la Asociación de Policía de Memphis, que representa a los agentes detenidos, prefirió no hacer declaraciones sobre los despidos y se limitó a decir que la ciudad y la familia de Nichols “merecen saber el relato completo de los eventos que llevaron a su muerte y qué puede haber contribuido a ella".
Este caso vuelve a poner en relieve cómo la brutalidad policial en los Estados Unidos sigue siendo algo frecuente. Pese a los efectos que se dieron a partir del caso de George Floyd. Después de semejante aberración que generó la indignación no sólo allí sino en todo el Mundo se suponía que ese tipo de conductas no se repitirían. Pero no fue así. Otra vez los abusos letales de los uniformados vuelven a ser noticia. Como también la bronca desatada.
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