Mientras Lionel sigue batiendo récords, ahora en el Inter de Miami, el golazo en su debut volvió a traer sobre el tapete la nómina de los mayores anotadores en esa modalidad en todo el mundo y en toda la historia. Y allí apareció otro nombre poco recordado: Víctor Legrotaglie, el zurdo compatriota que aún supera al astro y a Diego y que a sus 86 años vive en Mendoza.
Por Tomás Michi
Cuando se habla de pasión por el fútbol, se piensa en Argentina; y cuando se habla de goleadores, también. La tierra de los mejores de la historia; Diego Maradona y Lionel Messi. Nombres que al escucharlos, una lágrima que reza "fútbol" invade las mejillas de todos. Ambos demostraron ser capaces de desafiar las reglas de la física y perfeccionaron una de las obras de arte más difíciles del deporte: el tiro libre. Pero a pesar de ser artífices de dos de los mejores tantos de falta de la historia (Messi al Liverpool y Maradona a la Juventus con "el tiro libre imposible"), hubo otro argentino que dominó el arte de la pegada y que pocos recuerdan: Víctor Legrotaglie, un mendocino con un pie distinto.
Este fenómeno, que hoy tiene 86 años de edad, también zurdo, registra 66 goles de tiro libre (cuatro más que Maradona y tres más que Messi), superando por uno a la estrella inglesa David Beckham e igualando al astro brasileño, Ronaldinho; lo que lo deja en el cuarto puesto del ranking histórico mundial, justo por debajo de Juninho (77) y Pelé, con 70. Pero no es el único rubro donde supera al actual mejor jugador del Mundo. Pese a que Messi está sólo a tres goles de distancia y puede alcanzarlo esta misma temporada, hay un ítem donde nunca podrá hacerlo: el mágico Legrotaglie tiene 12 goles olímpicos, una "materia pendiente" para el rosarino -quizás la única- que no anotó nunca en esa modalidad.
Los verdaderos amantes del fútbol quizás recuerden a Legrotaglie, pero para aquellos que no, es necesario contar la historia del crack que jugó contra el Santos de Pelé y rechazó al Real Madrid y al Inter de Milán. En los inicios de su carrera, se probó en Independiente de Avellaneda, club del que se haría hincha por su estilo de juego y su "paladar negro". No obstante, es una espina que nunca pudo sacarse, ya que tras su prueba, le ofrecieron empezar en Reserva, por lo que dejó de lado su sueño y armó las valijas de vuelta a Mendoza. A los 17 años debutó en la primera de Gimnasia y Esgrima de la provincia cuyana, convirtiéndose rápidamente en uno de los futbolistas más desequilibrantes del equipo. Formó parte de la famosa formación a la que llamaban "Los Compadres", con jugadores como el "Bolita" Sosa, el "Polaco" Torres y el "Cachorro" Aceituno como líderes. Jugó un tiempo en Chacarita, luego de concretarse un préstamo con opción de compra, pero según cuenta "El Víctor", "extrañaba mucho y regresé".
Uno de los icónicos encuentros donde se lució el rey de los tiros libres olímpicos fue contra el Santos de Pelé en marzo del '64, disputado en la cancha de Godoy Cruz, club al que fue cedido para esta ocasión especial. Según dicen los fanáticos que presenciaron el partido, los brasileños no podían creer -ni detener- las jugadas de "El Víctor". No obstante, la magia no alcanzó y el conjunto local perdió por 3-2. Legrotaglie dijo en una nota con Infobae: "Pelé es (todavía vivía) un tipo fenomenal. Quizá se pensó que nos iban a hacer cinco goles pero nada que ver, fue muy parejo. "El Negro" es un jugador que no se puede comparar con nadie. Es preferible decir que fue un genio y no compararlo con Maradona y Messi. Son todos iguales". Cuenta "El Víctor" que luego de ese partido, innumerables ofertas llegaron para convencerlo de sacarse la camiseta de "El Lobo", pero ni el reconocimiento de equipos como River, Boca, Inter de Milán y el Real Madrid, fue suficiente para lograrlo. "Yo nunca me quise ir de acá, ganaba mucha guita y tenía todo, incluso a mi novia de los 11 años. No podía despegarme. De Gimnasia no me iba ni aunque me ofrecieran lo que quisiera", dijo.
"El Patón" fue otro apodo que recibió por calzar 42, un pie no tan grande, pero que contrastaba con su cuerpo. "Era para que la pelota agarrara un buen chanfle", asegura este particular personaje. "Y el apodo Calzoncillo me lo pusieron cuando se enteraron de que no usaba ropa interior para jugar. Y tampoco cuando usaba traje… Se me hacía más cómodo, era una costumbre". afirmó quien reconoce que prefería "tirar un buen caño" que convertir. Cuando se refiere a su capacidad para conectar con la pelota en los tiros libres, cuenta la anécdota de que "a los referí les decía 'tranquilo, vos contá los pasos de la barrera que este te lo dedico a vos'. Los jodía, era piola. Y después la enchufaba".
Diversas historias existen alrededor de su calidad dentro de la cancha, pero no se puede pasar por alto el cariño de la gente que lo recuerda. "El Víctor" sigue siendo un símbolo del buen fútbol, ubicándose entre las mayores (sino la mayor) figuras del deporte mendocino. Muchos recuerdan aquella tarde en Tucumán cuando los hinchas de San Martín le arrojaban naranjas y él, con una tranquilidad característica de su calidad, las bajó de pecho para devolverlas con el taco, hasta cambiar insultos por aplausos. O aquel paseo de Gimnasia a San Lorenzo en el "Viejo Gasómetro" imponiéndose por 5-2 por el Nacional '71, que llevó al árbitro a susurrarle que no se haría cargo de las patadas que pudiera recibir.
"El Maestro", a sus 86 años, sueña con ver al "Lobo" mendocino en Primera y continúa disfrutando el ambiente único del estadio que lleva su nombre. "Acá soy recontra feliz. Es mi lugar en el mundo. Donde siempre seré recordado".
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