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El fantasma de Panamá: Cuáles son los parecidos con la amenaza de EE.UU. sobre Venezuela

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  • hace 3 horas
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En 1989, Bush ordenó la invasión sobre territorio panameño -que dejó más de 500 muertos- y la detención de su presidente Noriega. Hoy Trump acorrala a Maduro. ¿El mismo camino?


Por Gabriel Michi


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Hay un fantasma que se ciñe sobre Venezuela. Un fantasma que remite a Panamá. Y, específicamente, a la última invasión que Estados Unidos protagonizó en territorio latinoamericano. Fue el 1989 cuando las marines desembarcaron en el pequeño Estado, derrocaron y detuvieron al entonces presidente Manuel Noriega, al que EE.UU. acusaba de narcotraficante. Un argumento similar al que hoy está utilizando sobre Venezuela, apuntando al gobierno de Nicolás Maduro -por el que ofrece una recompensa de 50 millones de dólares- y a varios de sus funcionarios más importantes de conformar una Organización Terrorista Internacional dedicada al tráfico de drogas. Por eso y por los hundimientos de más de 20 embarcaciones a las que Donald Trump acusó de ser narcolanchas (con la muerte de casi 100 personas) que llevaban drogas a EE.UU. y las interceptaciones y decomisos de barcos petroleros venezolanos, ese fantasma se volvió a agitar. Y más por la docenas de barcos de guerra -entre ellos el poderoso portaviones Gerald Ford, el más grande del Mundo- con el que la principal potencia global amenaza a Venezuela desde el Mar Caribe, desde un despliegue militar no visto en la región desde la Guerra Fría y con casi 15.000 soldados al acecho. Pese a los parecidos con aquel escenario, también es cierto que hay muchas diferencias.


Desde 1989 que EE.UU. no enviaba tantos barcos a la zona, con la invasión en Panamá. En aquel entonces, mientras crecían las tensiones entre ambas naciones, todo se precipitó el 16 de diciembre de 1989, cuando el teniente de la Marina de EE.UU. Robert Paz -que se encontraba en el asiento trasero Chevrolet Impala- yendo con otros tres militares a una cena en un hotel, fue detenido en un puesto de control de las Fuerzas de Defensa de Panamá, siendo rodeado por 6 soldados. Hubo una discusión y los panameños abrieron fuego mientras el vehículo se alejaba. Las consecuencias fueron letales: Paz murió y eso desencadenó la incursión estadounidense de Panamá cuatro días después, el 20 de diciembre de esa año.


Fue durante la administración del presidente estadounidense George H.W. Bush (1989-1993) que se lanzó hace la llamada "Operación Causa Justa", en la que se movilizó alrededor de 30.000 soldados estadounidenses, el doble de los que hoy tiene alistados Trump en el Mar Caribe. Noriega fue encarcelado y trasladado a Miami para enfrentar un juicio por cargos de narcotráfico. Mientras que en territorio panameño alrededor de 500 civiles murieron en la invasión, según la ONU. Sin embargo, EE. UU. afirma que fueron muchos menos. Otros señalan que existieron muchos más.


La argumentación sobre el presunto vínculo con el narcotráfico de los presidentes de sendos países (Noriega en Panamá en 1989 y Maduro en Venezuela, en la actualidad) fue el pretexto elegido por EE.UU. para aumentar la presión hacia esos mandatarios. Sin embargo, las sospechas internacionales sobre el interés estadounidense en los recursos de ambas naciones emergen por doquier. Le apuntan al control del Canal de Panamá y las vastas reservas de petróleo de Venezuela (las mayores a nivel mundial). Esas potencialidades estratégicas son muy seductoras para los poderes globales.


Sin embargo, también hay muchas diferencias. De hecho, Noriega había sido un "activo" de la CIA durante muchos años -algo impensado en el caso del chavismo- hasta que algo se rompió en esa relación. Cuando fue condenado en Miami las autoridades habían cosechado "pruebas irrefutables" contra Noriega de sus presuntas relaciones con el colombiano Cartel del Medellín (el de Pablo Escobar) que demostrarían desde la identificación de hombres que habían realizado vuelos de drogas o lavado dinero del narcotráfico en Panamá para ese grupo criminal. Es más, uno de los principales líderes del cartel acusó a Noriega de estar involucrado personalmente en el comercio ilegal de la droga.


La diferencia con Maduro radica en que el gobierno de Trump vincula a su gobierno -y el Cartel de los Soles donde hay muchos militares implicados y con el Tren de Aragua- con las lanchas rápidas alcanzadas en ataques aéreos letales en el Caribe. Sin embargo, muchos expertos no creen que el "Cartel de los Soles" sea estrictamente un grupo narco formal, sino que podría constituirse como una red flexible de funcionarios corruptos que sí se han enriquecido con el contrabando de drogas y recursos naturales a través de los puertos venezolanos. El propio gobierno de Maduro sostienen que ese cartel no existe. Y que ellos no tienen ninguna relación con el Tren de Aragua.



Mientras tanto, desde EEUU le apuntan a la familia presidencial venezolana y a varios de sus funcionarios más encumbrados. Y agitan ciertos antecedentes: en 2015, dos sobrinos políticos de Maduro fueron arrestados en Haití en una operación encubierta de la Administración para el Control de Drogas de EE.UU. (DEA). S trata de los hijos de la hermana de la esposa de Maduro que fueron capturados intentando contrabandear 800 kg de cocaína a Estados Unidos. Por eso los bautizaron como los "narco-sobrinos",: se tarta de Francisco Flores de Freitas y Efraín Antonio Campo Flores, quienes debieron pasar varios años en una prisión estadounidense antes de ser devueltos a Venezuela en 2022 como parte de un intercambio de prisioneros con el gobierno de Joe Biden. Pero Trump impuso ahora nuevas sanciones contra los dos, junto con un tercer sobrino, Carlos Erik Malpica Flores.


Frente a eso, el Secretario del Tesoro de EE. UU., Scott Bessent, señaló: "Nicolás Maduro y sus cómplices criminales en Venezuela están inundando Estados Unidos con drogas que están envenenando al pueblo estadounidense. El Tesoro responsabiliza al régimen y a su círculo de compinches y empresas por sus crímenes continuos", en línea con el discurso y la postura de Trump. Algo similar a lo que ocurrió en aquella época con Noriega en Panamá, a la que el subcomité del Senado de EE. UU. lo calificó como "la primera narco-cleptocracia del hemisferio" .


Para aquel ataque sobre territorio panameño, Bush utilizó la doctrina por la que que, en 1987, el Departamento de Justicia de EE. UU. definió al narcoterrorismo como "la participación de organizaciones terroristas y grupos insurgentes en el narcotráfico" y denunció que "se ha convertido en un problema con implicaciones internacionales". Ese fue el paraguas pretendidamente "legal" según la propia normativa estadounidense con la que pretendió defender la invasión. No hay muchas diferencias con el presente y el recurso de calificar al gobierno de Maduro como una "Organización Terrorista Internacional". Sin embargo, desde el Derecho trasnacional se pone en duda la base legal de semejante embestida y, en particular, el hundimiento de embarcaciones que según EE.UU. son narcos pero que no ha revelado pruebas de ello y, por ello, al no mediar ninguna instancia en los tribunales muchos consideran que esas muertes son prácticamente "ejecuciones extrajudiciales".


En el debate actual también se discute la argumentación de Trump sobre el presunto combate al "narcoterrorismo" en las Américas y su definición de que está participando de un "conflicto armado no internacional" con los carteles de la droga. Y es en eso donde intenta justificar los ataques contra las lanchas en el Caribe diciendo que son parte de la estructura del narcotráfico que lleva drogas a su país, provocando daños gravísimos en la sociedad estadounidense. Pero cada vez aparecen más indicios por los que se demostraría que algunas de esas embarcaciones nada tenían que ver con cargamentos narcos e incluso aparecieron pruebas de un segundo ataque contra una misma lancha para terminar ultimando a los sobrevivientes, algo que puede ser considerado un "crimen de guerra".


Mientras todo eso ocurre, Trump ha indicado que tomará el control del espacio aéreo y los mares alrededor de Venezuela -con la anuencia de varias naciones de la región como Trinidad y Tobago, Republica Dominicana, Curazao, Puerto Rico, entre otros- y que se quedará con el crudo incautado a Venezuela. El tema es si además hará una invasión por tierra -como hizo con Panamá- o bombardeos a distancia contra posiciones estratégicas venezolanas. O si se avanzará en una salida negociada que podría incluir un salvoconducto a un tercer país de Maduro y su familia, pero no así de otros personajes claves de su gobierno como el poderoso ministro de Interior, Diosdado Cabello, y el ministro del Poder Popular para la Defensa, Vladimir Padrino, entre otros.


Por todo eso, el fantasma de lo ocurrido hace 36 años en Panamá se ciñe hoy sobre Venezuela. Los parecidos son muchos. Aunque existen varias diferencias. En principio, el Mundo ha cambiado, y ya no se acepta con tanta "naturalidad" la invasión sobre un país, por lo menos por estas geografías. Por otro lado, Venezuela tiene un poderío militar con el que Panamá no contaba. Obviamente al lado de lo que tiene EE.UU. el armamento y personal venezolano es mínimo. Y la principal potencia militar del planeta, encima, está conducida -nada más ni nada menos- por un personaje de las características de Donald Trump. Con todo lo que eso implica. Y es ahí donde el fantasma panameño cobra sentido en el imaginario y los temores que hoy invaden a Venezuela.







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