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El "Síndrome Kessler": la amenaza por la saturación de basura espacial y satélites

Foto del escritor: MundoNewsMundoNews

Actualizado: 14 ene

Científicos advierten sobre el peligro que representan los desechos en la órbita terrestre que pueden chocar con el número creciente de artefactos en uso y así generar más residuos y más colisiones. Astronautas y comunicaciones en estado de alerta. Ya hubo 650 incidentes.


Por Gabriel Michi


Se calcula que hoy hay 11.000 satélites orbitando la Tierra. Una parte de ellos, en desuso.
Se calcula que hoy hay 9.000 satélite activos orbitando la Tierra. Una parte de ellos, en desuso.


"Síndrome Kessler": Un fenómeno que es desconocido por la mayoría de las personas. Pero que es muy estudiado en el universo de la astronomía. Y que, sin embargo, debería estar instalado en la conciencia colectiva de todos. ¿Por qué? Porque sintetiza una potencial amenaza -no tan potencial- sobre la Tierra y que se viene acelerando a una velocidad muy peligrosa para toda la Humanidad. El "Síndrome Kessler" -también llamado "Cascada de Ablación"- no es otra cosa que el riesgo que se corre por el crecimiento de la basura espacial en la baja órbita terrestre que aumenta la posibilidad de colisiones con otros objetos activos -como los satélites- que con el impacto podrían ocasionar más basura espacial y con ese multiplicarían la posibilidad de nuevos choques y, por ende, más basura. Y así, al infinito y más allá. Los datos son elocuentes: así como en 1993 se calculaba que había 7.700 objetos considerados "basura espacial" en la órbita terrestre rastreados regularmente por redes de vigilancia espacial, 30 años después serían 36.000 (de más de 10 centímetros). Es decir, se multiplicó por cuatro en tres décadas. Pero según la Agencia Espacial Europea (ESA) el número sería mucho mayor si se toman en cuenta las piezas de menor volumen: hablan de 130 millones de objetos en la órbita de la Tierra, contabilizando aquellos fragmentos de 1 milímetro hasta objetos de más de 10 centímetros.


El término "Síndrome Kessler" surgió por un escenario imaginado por el consultor de la NASA Donald J. Kessler quien puso en alerta sobre esa amenaza a medida que el número de satélites en órbita creía y crecía y los viejos aparatos se acumulaban, potenciando así la posibilidad de más colisiones y basura, en un efecto "cascada" o, dicho de otra manera, una reacción en cadena, tal como lo describió el científico en un artículo publicado en 1978. Los más de 9.000 satélites activos -sin contar los que están en desuso- que hoy orbitan la Tierra -según datos de la Oficina de Naciones Unidas para Asuntos del Espacio Exterior (UNOOSA)- son una fiel representación del peligro que acecha al planeta.


El tema es que esos potenciales accidentes no sólo se circunscriben al Espacio, sino que aumentan los riesgos de que esos residuos caigan sobre la Tierra, como se dio hace unos días en un pueblo remoto de Kenia, cuando impactó un "fragmento masivo" de un objeto espacial. Algo que no es extrañamente excepcional. Y que, si no se toma conciencia y se hace algo, se incrementa el riesgo de que se repita cada vez con más frecuencia y mayores riesgos. Episodios similares vienen ocurriendo desde -por lo menos- el año 1962, cuando una pieza de Sputnik IV de 15 centímetros de tamaño y 9,5 kg de masa- cayó en Manitowoc, Wisconsin. Es más, la primera persona herida por el impacto (casi) directo de la basura espacial fue Wu Jie, un niño de 6 años de China, que en el año 2002 fue alcanzado por una pieza de aluminio de 10 kg del lanzamiento de la nave espacial Ziyuan-2B. Por suerte el impacto no fue directo sino que primero ese trozo golpeó un árbol bajo el que estaba jugando el niño: sólo sufrió una fractura en el dedo del pie y una hinchazón en la frente.


Pero si hay riesgos en la Tierra ni hablar de los peligros que esos objetos errantes representan para los astronautas: en noviembre de 2024, un trozo de basura espacial estuvo cerca de impactar la Estación Espacial Internacional (EEI), poniendo en riesgo la vida de los siete cosmonautas a bordo. El saber de los profesionales encontró la forma de evitar el choque: una nave espacial rusa acoplada a la EEI encendió sus motores durante cinco minutos, modificando ligeramente la trayectoria de la Estación y alejando el laboratorio del área amenazada. Así se evitó una potencial colisión y el desastre que ocasionaría ya que podría haber disparado una despresurización brutal obligando al personal -en el mejor de los casos- a un inmediato e imprevisto regreso a la Tierra. Y aún suponiendo que el impacto hubiese sido menor, los restos del choque podrían generar basura espacial de alto riesgo. Vale aclarar que ese escenario no es algo nuevo: La EEI ha tenido que realizar maniobras similares por lo menos 25 veces desde que fue ocupada por primera vez en noviembre de 2000, y los riesgos de colisión aumentan cada año a medida que prolifera el número de objetos en órbita alrededor de la Tierra. Aun así no salió indemne de todos los episodios. En su historia tuvo más de 1.500 impactos de desechos meteoroides naturales y objetos artificiales que incluso llegaron a dañar algunos elementos como paneles solares, ventanillas, radiadores, entre otros elementos.



La saturación de satélites y de basura espacial puede generar una cadena creciente de colisiones en el Espacio.
La saturación de satélites y de basura espacial puede generar una cadena creciente de colisiones en el Espacio.



Para graficarlo con datos concretos: desde el inicio de los vuelos epaciales en 1957 hubo al menos 650 “rupturas, explosiones, colisiones o eventos anómalos que resultaron en fragmentación”, según la Agencia Espacial Europea. Por eso es que los expertos en tráfico espacial vienen encendiendo la luz de alerta sobre la creciente congestión en la órbita terrestre más cercana. Y no sólo eso: también advierten sobre las colisiones, explosiones y pruebas de armas que generaron miles de fragmentos de escombros. Algunos de ellos fueron rastreados y son monitoreados permanentemente por los científicos, pero hay millones que no se pueden ver ni ser rastreados con la tecnología actual.


Si bien lo primero que hay que tener en cuenta son los riesgos que corren los astronautas frente a esa realidad, también es cierto que ese escenario es peligroso para los satélites y las tecnologías espaciales que impactan en la vida cotidiana las personas, por ejemplo, con herramientas como el GPS, la banda ancha, Internet de alta velocidad y hasta la televisión. La proliferación de nuevos satélites artificiales que orbitan la Tierra y, por ende, los que son abandonados en la atmósfera por quedar vetustos, están potenciando el riesgo. hay decenas de miles de piezas identificables de basura espacial deambulando cerca del planeta. Según los especialistas, estos objetos errantes representan un riesgo para los astronautas, para los satélites y para otras tecnologías espaciales.


Según Vishnu Reddy, profesor de ciencias planetarias en la Universidad de Arizona en Tucson. “el número de objetos en el Espacio que hemos lanzado en los últimos cuatro años ha aumentado exponencialmente. Así que nos dirigimos hacia la situación que siempre temimos”. Esas órbitas alrededor de la Tierra están muy congestionadas y van hacia la saturación por la presencia de cada vez más objetos. Y así crecen los riesgos de coaliciones accidentales como la ocurrida en 2009 entre el satélites de comunicación Kosmos 2251 -ya fuera de servicio- y otro llamado Iridium 33 -que estaba activo- choque que ocasionó miles de fragmentos de escombros. Eso ocurrió hace casi 16 años. Hoy el escenario es mucho más complejo porque ese tipo de artefactos se multiplicaron geométricamente. Por eso ese escenario de "Síndrome Kessler" donde los desechos espaciales colisionan contra otros objetos y eso genera más basura y más accidentes, es hoy algo tan materialmente comprobable. Y eso complica la órbita de los satélites como también los riesgos para que se lancen nuevas misiones espaciales.



Recreación de la colisión accidental en febrero de 2009 de los satélites de comunicación Kosmos 2251, ya fuera de servicio, e Iridium 33, que estaba activo, choque que ocasionó miles de fragmentos de escombros.
Recreación de la colisión accidental en febrero de 2009 de los satélites de comunicación Kosmos 2251, ya fuera de servicio, e Iridium 33, que estaba activo, choque que ocasionó miles de fragmentos de escombros.

Quienes vienen advirtiendo sobre estos peligros llegan a ¿exagerar? con el hecho de que a este ritmo en poco tiempo los satélites van a cubrir toda la atmósfera haciéndose incluso más visibles -por acumulación- que las estrellas que desaparecerán o estarán tapadas frente a nuestros ojos. La advertencia la hizo la Unión Astronómica Internacional, preocupada por la proliferación de objetos en la órbita baja de la Tierra.


Muchos apuntan como máximo exponente de esa amenaza a la constelación de satélites Starlink, empresa propiedad de Elon Musk. Con el objetivo de extender Internet a todos los rincones del planeta ya puso en órbita cerca de 6,000 satélites -es decir, más de la mitad de los que hoy están en funciones- que cumplen con ese servicio en más de 70 países y pretende alcanzar los 42.000. La competencia promete ser aún más feroz con otras empresas que ya tienen en órbita cientos -y en algunos casos, miles- de satélites como Samsung, OneWeb, Amazon o Boeing, por nombrar sólo algunas y sin contar con países como Rusia que quieren una constelación propia.


La paradoja es también que semejante explosión tecnológica termina dificultando incluso a la ciencia astronómica que le dio origen y razón de ser. Un ejemplo: genera una enorme contaminación lumínica, que entorpece la visión del firmamento en las noches oscuras desde los puestos de observación astronómicos. El problema es que cada vez más países quieren tener su propios sistema de satélites buscando depender lo menos posible de otras naciones.


Según Fernando Pérez González, investigador de la "Teoría de la Señal y Comunicaciones" de la Universidad de Vigo, semejante proliferación y explosión de satélites "es innecesaria". "La infraestructura que requiere una red terrestre es mucho más cara, algo que en África puede ser prohibitivo. A corto plazo la red de satélites es una muy buena solución donde no existen infraestructuras. Además, el acceso a internet es instantáneo", señala el catedrático. Sin embargo, cada vez hay más voces que apuntan a la necesidad de una regulación en la materia. Pero como el Espacio "es de todos", eso resulta muy difícil de alcanzar. Según José Antonio Sobrino, responsable de la Agencia Espacial Europea de Misiones Espaciales de Observación de la Tierra con satélites y director del Laboratorio de Procesado de Imágenes de la Universidad de Valencia, si no se regula "el Espacio se va a convertir en algo inmanejable". Por eso alerta sobre otro problema derivado de la saturación orbital: la interferencia de las señales entre los aparatos de comunicaciones y los de observación de la Tierra.


Semejante saturación de satélites y otros objetos en el Espacio incluso complica la observación y la vigilancia sobre asteroides y cometas peligrosos que podrían ser una amenaza para nuestro planeta. De acuerdo al investigador Borja Tosar, "la saturación genera un riesgo para la Humanidad, porque hará muy complicado el seguimiento y control de que un asteroide pueda impactar contra la Tierra",



Donald J. Kessler, el científico que alertó sobre el peligro del "efecto cascada" de la basura espacial.
Donald J. Kessler, el científico que alertó sobre el peligro del "efecto cascada" de la basura espacial.


UN POCO DE HISTORIA


Desde 1962, la Organización de Naciones Unidas (ONU) llevan un "Registro de objetos lanzados al Espacio ultraterrestre". Ese instrumento fue creado originalmente como mecanismo para ayudar a la "Comisión de las Naciones Unidas sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines Pacíficos". La idea fue trazar algunos lineamientos en debates sobre las cuestiones políticas, jurídicas y técnicas acerca de esas cuestiones. Como también seguir la evolución del "Derecho Espacial Internacional". Ese proceso derivó en la creación del Registro que sirvió para determinar qué Estados tienen responsabilidad por los objetos espaciales.


Según la ONU, "tras varios años de debate entre los Estados, el Convenio sobre el Registro de Objetos Lanzados al Espacio Ultraterrestre entró en vigor en 1976. Los Estados y las organizaciones internacionales intergubernamentales que aceptan cumplir el Convenio deben establecer sus propios registros nacionales y proporcionar información sobre sus objetos espaciales al Secretario General para su inclusión en el Registro de las Naciones Unidas. El Secretario General delegó la responsabilidad del mantenimiento del Registro a la Oficina de Asuntos del Espacio Ultraterrestre de las Naciones Unidas. Como lo exige el Tratado, la Oficina difunde públicamente la información proporcionada como documentos de las Naciones Unidas, que están disponibles a través de su sitio web y del Sistema de Archivo de Documentos de las Naciones Unidas". Así, el 88% de todos los satélites, sondas, módulos de aterrizaje, naves espaciales tripuladas y elementos de vuelo de Estaciones Espaciales lanzados a la órbita de la Tierra o más allá han sido registrados ante el Secretario General de la ONU.


A partir de este año 2025, comenzarán las misiones para la recolección de basura a través de un sofisticado robot de cuatro brazos {llamado Vespa) que intentará eliminar escombros. Según el plan, la sonda agarrará a Vespa y la arrastrará a la atmósfera, donde ambos se quemarán. La tarea costará 120 millones de euros. La idea también apunta a "capturar" satélites muertos, sacarlos de la órbita y arrastrarlos a la atmósfera, donde se quemarán. Pero todos esos esfuerzos parecen pocos frente al "Síndrome Kessler". Ese fenómeno de destrucción que parece extenderse al infinito y más allá.






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