Cada vez más países imponen medidas para quienes viajen desde el gigante asiático que, pese a atravesar una ola de contagios sin precedentes, abrió sus fronteras para aquellos que deseen ir a otras naciones. Hay alerta porque muchos de ellos arriban con Coronavirus.
Por Gabriel Michi
Un alerta recorre el Mundo. La posibilidad de que la Pandemia de COVID 19 vuelva a ser realidad a escala planetaria pone los nervios de punta a gobernantes de muchos países. Y todo esto tiene un origen: la gran cantidad de casos que se detectaron en el último tiempo en China, el gigante asiático desde donde el Coronavirus nació y se disperso en noviembre de 2019. Encima, la desconfianza que genera la información oficial que desde allí se brinda y la decisión de abrir sus fronteras para que personas que estaban en su territorio puedan trasladarse a cualquier lugar del Mundo (pese a estar atravesando una ola de contagios sin igual y a mantener cerrado el arribo de viajeros), potenciaron ese temor. Por eso, varias naciones comenzaron a levantar barreras y volver a exigir a los viajantes provenientes de China el test obligatorio para ingresar: así lo hizo EE.UU., varios Estados de la Unión Europea, Japón, India, Malasia, entre otros territorios.
La saturación en las camas de hospitales en toda China, sumado a la trágica espera de los cuerpos de los fallecidos en los crematorios, son sólo dos de las más duras postales que hoy atraviesan a ese país después de haber levantado su política de "COVID cero", con la que había contenido los contagios con confinamientos compulsivos y masivos ante la aparición de un caso, pero que produjo muchísimas críticas, consecuencias económicas graves y hasta masivas protestas como hacía años no se veían. Frente a eso, decidió liberar los viajes. Y los países que recibían a los llegados de China comenzaron a detectar que un gran parte de ellos tenía COVID. Hubo un ejemplo claro de un vuelo que arribó a Italia y donde la mitad de los pasajeros estaban contagiados.
Esa situación sumada a que le adjudican a las autoridades chinas no sólo el ocultamiento en cuanto a la cantidad de contagios (hay versiones que señalan que sólo en los primeros 20 días de diciembre hubo 250 millones de casos) y la gravedad de la situación)dejaron de publicar los datos), sino que le critican la falta de información sobre las variantes que están circulando. Eso es particularmente grave porque si no se conoce de qué variantes de COVID se trata, es imposible saber si las vacunas son efectivas.
Las críticas y medidas de esos países han hecho enojar al gobierno chino que señaló que todo se trata de una "exageración, difamación y manipulación política" y le apuntan a la prensa occidental. "El actual desarrollo de la situación epidemiológica china es predecible y está controlado", señaló el portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin.
Pese al enojo chino, una "abrumadora mayoría" de países de la UE se pronunció en las últimas horas favor de realizar sistemáticamente pruebas COVID a quienes lleguen desde China, además de la obligatoriedad de la mascarilla en los vuelos procedentes de ese país, el control de las aguas usadas en los aviones y un refuerzo de los test, con secuenciación de los positivos de Coronavirus para identificar posibles nuevas variantes.
La posibilidad de que el COVID 19 vuelva a ser la amenaza que fue en 2020 y 2021 pone en alerta a todo el Planeta. Con más de 660 millones de contagios en toda la Tierra, y la trágica cifra de casi 6,7 millones de muertos, el peligro de que reaparezca el Coronavirus –que nunca se fue- en dimensiones gigantescas despierta terror en todos. Por eso lo que está ocurriendo en China, allí donde empezó todo, hace resurgir los peores fantasmas. Aquellos que hacen pensar en una Pandemia infinita, que nunca terminará.
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