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Japón, el país más anciano del mundo

Una de cada 10 personas tienen más de 80 años en el país nipón. Y se espera que los mayores de 65 superen el 34,8% del total. Ei envejecimiento poblacional es acompañado por la más baja tasa de natalidad de su historia. Y amenaza a su economía. El caso argentino.


Por Tomás Michi



Crónica de una realidad anunciada. Una estadística preocupa cada vez más a las autoridades de Japón: el país asiático atraviesa un enorme envejecimiento poblacional y una sangría de su juventud. Las especulaciones sobre sus consecuencias se reafirman cada vez con más datos que revelan esa tendencia: Más de uno de cada 10 habitantes en ese país tiene al menos 80 años, según los datos oficiales. El 29,1% de los 125 millones de habitantes tienen 65 años o más, un récord nunca antes visto y el mayor número en todo el Mundo. El motivo principal de este fenómeno es la baja tasa de natalidad que tiene el territorio nipón. Es así que registró la menor cantidad de nacimientos de su historia en 2022, profundizando un descenso de siete años consecutivos. Precisamente, la cantidad de nacimientos cayó a menos de 800.000, un 5,1% menos que 2021 y la menor cantidad desde que empezó a llevar registros en 1899, según el Ministerio de Salud de Japón. Asimismo, la cantidad de muertes aumentó casi un 9% a 1,58 millones durante el mismo período.


Sobre esta problemática, el subsecretario jefe del gabinete japonés, Yoshihiko Isozaki, había reconocido en marzo que "el descenso de la natalidad es una situación crítica; entiendo que hay varios factores intrincadamente entrelazados que impiden a las personas hacer realidad sus esperanzas de matrimonio, nacimiento y crianza de los hijos". Para hacer frente a esta situación, desde el gobierno vienen redoblando sus esfuerzos para aumentar la población activa, animando a más mujeres a trabajar, e incluso, tomando a algunos inmigrantes para trabajar. Se estima que el año pasado nacieron menos de 800.000 bebés en el país, la cifra más baja desde que comenzaron los registros.


Pero la reducción de nacimientos apremia, ya que implica una menor fuerza de trabajo y de contribuyentes para sostener la tercera economía del planeta. Y, por supuesto, el sostenimiento del sistema previsional, así como el cuidado de la población más anciana. Los pronósticos apuntan a que el proceso de envejecimiento poblacional se agravará: se espera que las personas mayores de 65 años representen el 34,8% de la población en 2040, según el Instituto Nacional de Investigación sobre Población y Seguridad Social.


Según los especialistas se debería fomentar el trabajo joven porque la tasa de empleo de personas mayores se posiciona entre las más altas de las principales economías globales: los trabajadores de 65 años o más representan más del 13% de la fuerza laboral japonesa. Como consecuencia, el gobierno debe invertir altas cantidades de dinero para garantizar una efectiva seguridad social, lo cual debe contrarrestar con medidas fiscales, como la aprobación de un presupuesto récord para el próximo año.


Es importante destacar que este envejecimiento poblacional es un fenómeno reiterado en Asia. Por ejemplo, China registró el año pasado una caída de la población desde 1961. En 2022, tenía 1.410 millones de habitantes, 850.000 menos que en 2021, según la Oficina Nacional de Estadística, lo que llevó en que en 2023 esa nacióm haya dejado de ser la más habitada del planeta, siendo superada por India.


Por su lado, Corea del Sur sufrió la mayor baja de la tasa de natalidad a nivel mundial: descendió a 0,78 hijos por mujer en 2022; y ya en 2021, con 0,81, ya se posicionaba en los últimos lugares entre todos los países, de acuerdo al Banco Mundial. No obstante, el envejecimiento de la población es un desafío al que el Mundo deberá enfrentarse en las próximas décadas: la División de Población de las Naciones Unidas vaticinó que el número de personas de 65 años o más se duplique en las próximas tres décadas, hasta alcanzar los 1.600 millones en 2050.


El informe World Social Report 2023, encabezado por el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas, retrata a la perfección esta realidad. "El envejecimiento de la población es una tendencia mundial definitoria de nuestro tiempo", relata. Pero su postura es más optimista: consideran que no sólo presenta retos, sino también que abre oportunidades para las economías de los países. Está claro que una de las principales amenazas es que los gobiernos no posean los recursos suficientes para cubrir las necesidades de los más ancianos, pero, de acuerdo a la organización, es posible reducir su impacto tomando medidas como la de elevar la edad legal de jubilación )algo ampliamente rechazado por la mayor parte de los ciudadanos de todo el Mundo), eliminar los obstáculos a la participación voluntaria de las personas mayores en la población activa o garantizando un acceso equitativo a la educación, la atención sanitaria y las oportunidades laborales a lo largo de toda la vida.




Argentina, uno de los países más envejecidos de la región


"Las proyecciones hacia el año 2050 indicarían que el porcentaje de personas mayores de 65 años será de 19% del total de la población, convirtiendo a la Argentina en una economía envejecida, conforme a los otros países de América Latina", dice el informe liderado por la profesora María Dolores Dimier de Vicente, del Instituto de Ciencias para la Familia de la Universidad Austral. El envejecimiento poblacional es una tendencia lenta, pero sostenida y se lo denomina "invierno demográfico". Según el INDEC, en ciudades como Capital Federal, Santa Fe, Córdoba o Mendoza, el fenómeno se profundiza debido al aumento considerable de la esperanza de vida. En CABA, la densidad de población adulta mayor es la más elevada de todo el territorio, llegando al 21,1% del total.


Además, la vida familiar de las personas se ve afectada por este fenómeno: hijos adultos que habitan prolongadamente bajo el techo de sus padres sin lograr la emancipación; hijos adultos mayores que cubren las necesidades y cuidados de sus padres muy ancianos; abuelos que cumplen con funciones de crianza y tutela de menores; e hijos adultos que se cobijan en el hogar paterno luego de una crisis de la familia de la generación más joven. Otra diferencia importante entre los jóvenes y los adultos en la Argentina, es la pérdida de independencia y autonomía: se encuentra entre los índices más bajos de dependencia (7,3%) de América Latina.









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