El asesinato del ex Primer Ministro Shinzo Abe, en medio de un acto proselitista, es un hecho totalmente disruptivo para la sociedad nipona, acostumbrada a bajísimos índices de violencia armada. Pero hay estadísticas que reflejan otra cosa de esta nación publicitada como modelo.
Por Gabriel Michi
La noticia sacudió al Mundo. Por lo que significa un magnicidio en cualquier lugar del Planeta. Y porque ocurrió en Japón, uno de los países más seguros y tranquilos de toda la Tierra, según en inconsciente colectivo reinante. En un país donde los homicidios no son muy frecuentes y mucho menos la violencia política. El asesinato a plena luz de día y en un acto en la vía pública del ex primer ministro Shinzo Abe, es algo que estremece a todos. Y es algo impensado en una nación desde donde siempre se piensa que gobierna la paz. Algo que viene cambiando desde hace un tiempo.
Abe murió a los 67 años luego de ser atacado a tiros (con un arma artesanal) por un ex militar de 41 años identificado como Tetsuya Yamagami. El magnicidio ocurrió durante un acto de campaña electoral en la ciudad de Nara, en el centro del país. El atacante fue inmediatamente reducido y detenido por la Policía y cuando lo llevaron a la comisaría confesó que había cometido el crimen por una supuesta vinculación del ex mandatario con una organización que las autoridades no identificaron.
Shinzo Abe, el ex Primer Ministro asesinado, había buscado volver a militarizar a Japón, cuyas fuerzas quedaron prácticamente extinguidas cuando, al ser derrotado en la Segunda Guerra Mundial, debió aceptar las condiciones de "pacificación" impuestas por los EE.UU. Durante años el país nipón tuvo el amparo nuclear estadounidense y una constitución pacifista, que el ex mandatario quiso modificar para que haya un nuevo orden militar y obtener más margen de intervención en el exterior. No pudo avanzar con la reforma de la Carta Magna - que en su Artículo 9 señala: "(...) el pueblo japonés renuncia para siempre a la guerra como derecho soberano de la nación y a la amenaza o al uso de la fuerza como medio de solución en disputas internacionales" pero logró promulgar una ley que permitía a las Fuerzas de Autodefensa de Japón, único remanente militar nipón tras la Segunda Guerra Mundial, operar en el extranjero junto a sus aliados, hecho que anteriormente estaba prohibido, lo que le cosechó algunas tensiones con Corea y China. Paradójicamente, el asesino de Shinzo Abe formó parte -por tres años- de esas Fuerzas de Autodefensa.
El ex Primer Ministro japonés fue hasta hace menos de dos años no sólo el mandatario que más tiempo se mantuvo al frente del gobierno nipón (primero gobernó entre 2006 y 2007, y después entre 2012 y 2020) sino también uno de los hombres más poderosos del Planeta ya que conducía los destinos de la tercera potencia mundial (sólo detrás de EE.UU. y China). Se encontraba dando un discurso en la vía pública, justo enfrente a la entrada de una estación de tren, en la recta final hacia las elecciones legislativas del próximo domingo sonde se postulaba a ocupar un cargo en el Senado.
El hecho sorprendió a todos no sólo porque no es algo habitual un atentado político de esta dimensión y mucho menos que eso ocurra en Japón, una de las naciones más estrictas en el control de armas. No es casual que la utilizada para el ataque sea un arma de fabricación doméstica, ya que resulta muy difícil conseguir las autorizaciones para conseguir una normal.
Para graficarlo alcanzan algunos datos: en 2018, Japón, un país de 125 millones de habitantes, solo reportó nueve muertes por armas de fuego, en comparación con 39.740 ese año en Estados Unidos, según datos compilados por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Sydney.
Según las leyes japonesas, las únicas armas permitidas para la venta son las escopetas y los rifles de aire comprimido; las pistolas están prohibidas. Pero conseguirlas es un proceso largo y complicado que requiere esfuerzo y muchos controles. Poseer más de un arma también es un delito, que conlleva una pena de prisión de hasta 15 años. Y disparar un arma en un espacio público puede acarrear una pena de cadena perpetua.
Para obtener una licencia de armas en Japón, los posibles compradores deben asistir a una clase de un día de duración, aprobar un examen escrito y una prueba de tiro con una precisión de al menos el 95%. También deben someterse a una evaluación de salud mental y a pruebas de drogas, así como a una rigurosa comprobación de antecedentes, que incluye una revisión de sus antecedentes penales, deudas personales, participación en el crimen organizado y relaciones con familiares y amigos. Una vez obtenida el arma, el propietario debe registrarla ante la policía y proporcionar detalles sobre el lugar donde se guarda el arma y la munición, en compartimentos separados y cerrados con llave. El arma debe ser inspeccionada por la policía una vez al año, y los propietarios de armas deben volver a tomar la clase y hacer un examen cada tres años para renovar su licencia. Las restricciones han hecho que el número de propietarios privados de armas en Japón sea extremadamente bajo.
En 2017, se estima que en Japón sólo 377.000 armas estaban en manos de civiles. Es decir, 0,25 armas por cada 100 personas,. La contracara de lo que ocurre en EE.UU. donde existen 120 armas por cada 100 personas. Así lo señala el Small Arms Survey, un proyecto del Instituto Universitario de Estudios Internacionales y de Desarrollo de Ginebra.
Es tan extraño que haya un ataque contra un político en territorio nipón que el antecedente más inmediato hay que buscarlo en 2007, cuando el alcalde de Nagasaki, Iccho Ito, recibió al menos dos disparos por la espalda a quemarropa por parte de un presunto gángster y murió tras sufrir un paro cardíaco. Desde entonces, Japón reforzó sus controles de armas y endureció las penas para quienes comentan delitos con ellas.
Quizás por todo eso y por la imagen que el Mundo tiene de Japón es que un magnicidio de estas características genera el estupor global. Sin embargo, hay algunos datos que reflejan que detrás de aquel ideal de no violencia se esconden algunos rasgos de que no todo es lo que parece. A saber:
MAYOR BRUTALIDAD
- Si bien las estadísticas de criminalidad en Japón es bajísima y viene descendiendo desde hace 14 años, se ha agravado la brutalidad de los hechos. En particular los ataques con cuchillos en la vía publica, medios de transporte y hasta jardines de infantes.
- Los niños suelen ser objeto de muchos ataques. Algunos que terminan en verdaderas masacres como la ocurrida en una escuela de Osaka en 2001, cuando un trabajador mató con un cuchillo a 8 niños de 7 y 8 años y dejó heridas a otras 15 personas: o la ocurrida en 2019 en Kawasaki en la que tres personas fallecieron, una de ellas una niña de doce años, y 1 en otro ataque con cuchillos en un colegio.
ABUSOS POLICIALES
- También hay una superpoblación de policías en relación a la cantidad de criminales que aparecen en Japón. Y encima les han otorgado atribuciones exageradas. Por ejemplo, hace poco tiempo se aprobó una Ley Antiterrorista en la que, bajo la figura de detectar presuntas “conspiraciones”, se le otorgó a la Policía la facultad de investigar y detener a quien copie música, se manifieste contra la construcción de departamentos o recoja setas en un bosque protegido, entre muchas otras cosas.
VIOLENCIA DOMÉSTICA:
- Se registra un aumento imparable de la violencia doméstica desde hace 15 años. En 2018, por ejemplo, se batió todos los récords con 77.482 casos, un 6,9% más que el año anterior. Si bien la enorme mayoría de las agredidas son mujeres, el número de víctimas masculinas casi se ha triplicado desde 2013. La mayor parte de los casos (76,1%) de violencia doméstica se producen entre parejas o exparejas. Y, a medida que avanzó el tiempo la situación se agravó: entre abril y noviembre de 2020 aumentaron en 13.000 los casos en comparación con el mismo período del año 2019, alcanzando una cifra histórica de 132.355.
- Durante muchos años las mujeres no denunciaron la violencia doméstica a la que eran sometidas para evitar ser revictimizadas y por una cuestión de vergüenza social. El gobierno japonés estimó que el 95% de las agresiones sexuales no se denuncian. y encima las leyes no las contenían: por ejemplo, hasta 2017 sólo se consideraba "violación" si había penetración por parte del hombre.
- Ese tipo de normativas restrictivas de los derechos de las mujeres vienen cambiando en Japón, aunque muchas se mantienen. Por ejemplo, una mujer no puede tomar la "pastilla del día después" (para detener un potencial embarazo no deseado) sin el consentimiento de su pareja. Y lo mismo pasa con el aborto que, pese a estar legalizado desde 1948, debe ser aprobado por el conyuge. Japón, donde se llevaron a cabo 145.000 abortos quirúrgicos en 2020, es uno de los 11 países que requieren el consentimiento de terceros para los abortos, a pesar de los llamamientos para poner fin a la práctica por parte de la Organización Mundial de la Salud y el Comité de la ONU para la Eliminación de la Discriminación Contra la Mujer .
ACOSO Y ASEDIO LABORAL
- Cada vez hay más denuncias de acoso y asedio laboral, en particular contra mujeres. Entre ellas se han registrado altas tasas de suicidios por hacerlas trabaja hasta 160 horas extras al mes. Human Rights Watch instó al gobierno japonés a tomar medidas para detener el “acoso de poder”, el más frecuente en el país nipón, entre los superiores y sus trabajadores.
- El mercado laboral es cada vez más competitivo y las personas cada vez tienen menos tiempos y posibilidades para realizar actividades vinculadas al placer y al ocio. Eso causa además cada vez más estrés y fricciones sociales. Encima los jóvenes se enfrentan a una realidad laboral mucho más incierta, con sueldos mucho menores que los de sus padres, contratos temporales y a tiempo parcial, y con todo tipo de abusos por parte de las empresas.
PROBLEMAS DEMOGÁFICOS
- Por otro lado Japón se enfrenta a lo que algunos especialistas han denominado "invierno demográfico": si bien es cierto que es el país con mayor expectativa de vida, cada año mueren casi 445.000 personas más de las que nacen. Ese envejecimiento de la población y la menor tasa de natalidad representan una amenaza para cualquier sistema previsional.
AISLAMIENTO SOCIAL
- Además ha aparecido el fenómeno de los 'hikikomori', personas que se aíslan para no tener el más mínimo contacto social y que muchas veces terminan provocando desastres como fue el caso de Ryuichi Iwasaki, el hombre ermitaño de 51 años que atacó a los escolares japoneses.
- En febrero de 2021 Japón nombró a un ministro de medidas para combatir la soledad y el aislamiento y estableció una oficina para el mismo fin. Es por la alarma que se despertó por este creciente fenómeno social problemático. En comparación con otros países, Japón tiene un gran número de personas aisladas que carecen por completo de redes de apoyo. Un informe publicado en 2005 por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) indicaba que era el país con más personas aisladas de entre sus 24 miembros. La tendencia al aislamiento en Japón se ha mantenido en los últimos años, en particular con personas mayores de 60 años sin ningún vínculo familiar.
- Lo mismo sucede con los jóvenes. En la "Encuesta sobre la percepción de los jóvenes de Japón y otros países", organizada por la Oficina del Gabinete en 2018, en la que participaron personas de entre 13 y 29 años procedentes de siete países, Japón fue, con mucha diferencia, el país en que más encuestados respondieron que no explicaban sus problemas y preocupaciones a nadie.
SUICIDIOS
- Relacionado con el punto anterior, aparecen los suicidios. El porcentaje de suicidios de Japón, uno de los más elevados del mundo, refleja la enorme cantidad de personas que viven aisladas allí. En 2015, por ejemplo, Japón ocupaba el puesto 18 de 183 en la clasificación de países por porcentaje de suicidios por cada 100.000 habitantes. Es el segundo país —después de Corea del Sur— donde más personas se quitan la vida de los siete que participaron en la encuesta mencionado.
ACOSO ESCOLAR
- Otro problema es el acoso escolar, o "ijime", algo persistente en Japón. En 2020, hubo 612.000 casos registrados en escuelas de todo el país, más del triple que hace una década. Lo que comienza como una broma entre amigos puede terminar en insultos y violencia. Este tipo de situaciones conducen fácilmente al fracaso académico, al aislamiento y, en algunos casos, al suicidio. El año pasado, el 80% de las escuelas japonesas reportaron incidentes de acoso escolar.
PENA DE MUERTE
- Japón es cuestionado por distintos organismos de Derechos Humanos del Mundo (como Amnesty International y Human Right Watch) por la aplicación y vigencia de la pena de muerte. Si bien había pausado este castigo, hace un tiempo volvió a ejecutarlo. El país nipón es el único miembro del G7 junto a Estados Unidos que aún aplica la pena cápita. A fines de 2021, ejecutó en la horca a tres prisioneros condenados por homicidio, después de dos años de no ajusticiar a nadie. Hoy hay 107 presos en el corredor de la muerte. Y, seguramente será el destino que le espera al asesino del ex Primer Ministro Shinzo Abe.
Como se ve, Japón no es sólo ese país donde el respeto máximo hacia el otro constituye una verdad absoluta. Es una nación donde eso existe, sin dudas. Pero convive con otras realidades muy dramáticas. Que contienen intrínsecamente cuotas de violencia escondidas, silenciadas, encorsetadas. Pero que cuando explotan pueden provocar verdaderas tragedias. Y llegar hasta a un magnicidio. Allí en el país que parecía un ejemplo para el Mundo.
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