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La Gioconda y la accidentada vida de la pintura más famosa

El último fin de semana un hombre, que llegó en silla de ruedas y reclamó por el medio ambiente, le arrojó un tortazo, del que se salvó por el vidrio de protección. No es la primera vez que agreden la obra de Da Vinci, valuada en 2.500 millones de dólares. En 1911 fue robada y estuvo dos años desaparecida. El ladrón fue un italiano. El instigador, un argentino.


Por Gabriel Michi



Es la pintura más famosa del Mundo. La más icónica. La que por su conocimiento masivo y por su eternización a través de los medios de comunicación, la bibliografía y también el cine ha superado todas las fronteras. De un valor incalculable, aunque algunos arriesgan que se acercaría a los 2.500 millones de dólares. "La Gioconda" o "Monna Lisa", del genial Leonardo Da Vinci, ha inspirado las historias más descabelladas. Y algunas otras que se volvieron realidad. Por extrañas que parezcan. El último fin de semana un insólito episodio se sumó a su accidentada vida. Un hombre ingreso en silla de ruedas al Museo de Louvre en París, se paró dejando atrás su presunta discapacidad motora y arrojó una torta contra la icónica obra. Por suerte hace años que está protegida por un vidrio que evitó que se dañe y atajó la pieza de repostería. Mientras se lo llevaban detenido, el agresor gritaba: "Piensen en la Tierra, hay gente que está destruyendo la Tierra. Todos los artistas piensen en la Tierra. Por eso hice eso".


Este episodio del activista ecológico que con su acción buscó -y logró- llamar la atención de todo el Mundo, no es más que un nuevo capítulo de una saga que tiene a mal traer al pequeño cuadro de 77 X 53 centímetros que retrata a Lisa Gherardini (esposa de Francesco Bartolomeo de Giocondo). Ya en el pasado había sufrido otras agresiones cuando, por ejemplo, en 1956 una mujer arrojó ácido a la pintura y daño algunas de las secciones inferiores; meses después, un hombre le lanzó una piedra, lo que provocó que perdiera un poco de pigmento. Y en 1974, durante su última gira internacional, recibió un ataque con pintura roja dentro del Museo Nacional de Tokio en el marco de un reclamo por la exclusión de la exposición a personas con discapacidad. La anteúltima agresión -antes de la del domingo pasado- ocurrió en 2009 en Louvre, cuando una mujer rusa -en protesta porque no le otorgaban la ciudadanía francesa- le arrojó una taza de té de los souvenir que venden cerca del Museo pero sólo se dañó el cristal que la protege.


Pero sin duda el episodio más grave que sufrió la pieza visitada por multitudes cada día, ocurrió el 21 de agosto de 1911 . Y estuvieron involucrados dos ciudadanos, un italiano (el ejecutor) y un argentino (el instigador). Ese día la obra más famosa del Museo de Louvre desapareció de su marco. Fue robada para perplejidad del Mundo. Y el ladrón fue un trabajador de carpintería que había llegado desde Italia para ganarse unos francos. Era un hombre muy humilde que fue contratado para algunas tareas de mantenimiento dentro del célebre Museo. Se llamaba Vincenzo Peruggia. Conociendo su humilde condición, un ciudadano argentino, Eduardo Valfierno, que tuvo que dejar el país por una serie de estafas después de dilapidar una enorme herencia familiar, lo contactó. Su idea fue que Vicenzo robe la obra. Y, entre copas y copas, se ganó su confianza y lo convenció. Pero el argentino no tenía interés en la misma. Sólo quería que se supiera que "La Gioconda" había desaparecido para él comercializar entre multimillonarios distintas falsificaciones que le había encargado a otro italiano, Yves Chaudron, un verdadero artista de las reproducciones. Así, logro vender fraudulentamente 6 obras "truchas" a un precio tan elevado que le permitió vivir como un acaudalado hasta el final de sus días. De hecho murió, sin ser jamás detenido, en 1931 en los EE.UU.


La obra original fue finalmente recuperada el 10 de diciembre de 1913, dos años y 111 días después de sustraída, cuando Vincenzo Peruggia fue detenido en Italia, luego de -tras retener el cuadro todo ese tiempo sin saber qué hacer porque el argentino había desaparecido- intentar vendérsela a un anticuario de Florencia, Alfredo Geri, que lo denunció al ver lo que le estaba ofreciendo. Cuando afrontó el juicio Peruggia mantuvo su tesitura de que había sustraído la obra de Da Vinci del Museo de Louvre para "devolvérsela" a Italia que había sido víctima de la expoliación artística por parte de Francia. De hecho, ese fue el argumento con el que lo había convencido el (autoproclamado "marqués") argentino Eduardo Valfierno, aunque el ladrón italiano nunca lo mencionó en su descargo. Nadie le creyó. Pero Vincenzo Peruggia fue condenado a una pena menor, un año y cinco meses de prisión, de la que sólo cumplió 7 meses y salió en libertad. Sin una lira ni un franco. Y sin "La Gioconda".


Ese fue el episodio más fuerte que atravesó la pintura más famosa del Mundo. La misma que hoy vuelve a ser noticia por culpa de alguien que, en busca de notoriedad o de que su mensaje llegue a más lugares, la atacó sin mucho éxito. No es el primer accidente que "La Gioconda" o "Monna Lisa" afrontó en su recorrido. Y nadie se anima a vaticinar si será el último.





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