En Argentina, como ocurre en distintos lugares del Mundo, crecen los movimientos de ultraderecha autodefinidos como "libertarios" pero que plantean muchas veces posiciones conservadoras, violentas y discriminatorias. Los fenómenos criollos de Milei, el chileno Kast, el español VOX y el resurgimiento del nazismo y el fascismo son algunas de sus muestras. Un discurso antisistema que ataca a las democracias y que tiene exponentes muy poderosos.
Por Gabriel Michi
Tienen un discurso pro-libertad. Pero muchas veces sus acciones muestran todo lo contario. Insultos, golpes, amenazas. Discriminaciones por doquier. Intolerancia. La lógica del "todo vale" parece reinar en sus prácticas. Aparecen como outsiders o anti-sistemas y, en muchos casos, hasta pugnan electoralmente por ingresar a ellos. Acusan de "casta política" a la dirigencia pero hacen política y buscan cómo formar parte de la misma. Y, lo que parece aún más peligroso para las mayorías democráticas es que consiguen cada vez más votos y más apoyos de parte de cada vez más sectores de la sociedad. En especial, los jóvenes que son escépticos de las instituciones. La "libertad" es su leit motiv, aunque eso implique cegar los derechos y las libertades de los otros. En definitiva, defienden la "libertad" de odiar.
El más reciente ejemplo de ello ocurrió en Argentina, en las elecciones legislativas del 14 de noviembre de 2021. Allí, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el candidato Javier Milei (de La Libertad Avanza) obtuvo el 17% de los votos, ubicándose en tercer lugar detrás de Juntos por el Cambio (47%) y el Frente de Todos (25%). Milei cosechó 310.000 apoyos y logró ingresar a la Cámara de Diputados junto a la Victoria Villarruel, una mujer que ha relativizado los crímenes cometidos por la dictadura militar. Milei tiene un aliado en la Provincia de Buenos Aires, José Luis Espert (Avanza Libertad), también quedó en tercer término con el 7,50% de los sufragios y metió tres diputaciones. Lo votaron 656.000 personas.
No necesitó pasar mucho tiempo después de que los argentinos emitieron su derecho al voto para ver de qué manera esos discursos muchas veces encierran actitudes concretas de violencia. En medio del acto de festejo en el Luna Park, un custodio se subió al escenario y amenazó con desenfundar su arma y empezar a disparar cuando uno de los miles asistentes intentó subir al escenario mientras hablaba Villarruel. Si bien el propio Milei repudió el episodio y aseguró que el violento custodio había sido expulsado del acto y de la empresa de seguridad contratada, la imagen pudo sintetizar algo muy peligroso: cómo esa prédica tan virulenta, cargada de tanto odio, puede desatar una verdadera tragedia.
Entre las posiciones extremas expresadas por Javier Milei, un economista ultra ortodoxo que quiere "dinamitar el Banco Central", figuran su desprecio a la clase política, su prédica contra el rol de un Estado presente y a las ayudas sociales contra las personas que están sumergidas en la pobreza. "Yo considero al Estado como un enemigo; los impuestos son una rémora de la esclavitud. El liberalismo fue creado para liberar a las personas de la opresión de los monarcas; en este caso sería del Estado", señala. Llamativamente, ahora cobrará un salario público y se integrará a la "casta política" que él defenestra. En este frente electoral comulgan con ideas discriminatorias, en algunos casos antiinmigrantes, a favor del uso de armas y, paradójicamente, pese a definirse como ultra-liberal, el propio Milei se definió contra el aborto. Un liberalismo muy ad-hoc, más cercano al conservadurismo.
El economista Diego Giacomino, quien era amigo personal de Milei y hasta compartió departamento y hasta la autoría de dos libros, describió de manera demoledora la actitud de su ex socio: “Él lidera una construcción violenta. Yo le decía ‘Javier dejaste de enseñar y pasaste a tirar eslóganes berretas que te sirven para construir una masa de gente que sigue al Führer, al líder, sin querer formarse y pensar. Eso alimenta cada vez más la agresión’. Todas las imágenes que hay están relacionadas con el león, con Cristo, con el cielo, con Trump bajando del cielo. Todo eso es místico, es mesianismo, y detrás del mesianismo y la mística siempre hay enemigos; y cuando hay enemigos, hay violencia". En su mirada, Giacomino comparó las actitudes de Milei con las de Hitler, Mussolini y Stalin.
Un fenómeno mundial
Lo ocurrido en la Argentina no es algo exclusivo. Esta pasando en todo Mundo y se profundizó con el enojo social por las consecuencias que ha tenido la Pandemia del COVID 19, más allá del signo político y las medidas que hayan tomado al respecto. Hay expresiones encarnadas por estos outsiders que logran hasta perforar y colocarse en la cima del poder. Así aparece un Donald Trump, un mega millonario que se adueñó primero del Partido Republicano y luego de la Presidencia de los Estados Unidos y que intentó una reelección a la que no pudo acceder porque fue derrotado por Joe Biden. Pese a un discurso (y una actitud) misógino, pro armamentístico, anti-inmigrante, intolerante y violento, pudo conducir los destinos de la principal potencia del Planeta. Y, desde la Casa Blanca, siguió con esa actitud de outsider, pese a estar en la cima del poder.
Sin duda un episodio que graficó cómo el discurso violento de Trump trajo consecuencias fue el que ocurrió el 6 de enero de 2021 cuando un grupo de fanáticos tomó el Capitolio. El insistente mensaje del magnate que desconocía el resultado electoral que lo alejaba de la Casa Blanca y le daba el triunfo al demócrata Joe Biden encendió los ánimos de personas violentas y terminó en un hecho sin precedentes en la historia de los Estados Unidos. El saldo: cinco muertos, decenas de heridos y unas imágenes impensadas. Fueron las postales más claras de cómo esos discursos extremistas desde el poder no provocan otra cosa que intolerancia y violencia.
En tanto en Brasil, otro outsider con un discurso antipolítica (pese a vivir de la política desde hace décadas) llegó a la Presidencia del país. Jair Bolsonaro no sólo se jactaba de sus posiciones de extrema derecha cuando era un oscuro y casi desconocido legislador, sino que también lo hizo en su carrera presidencial e incluso cuando ya alcanzó el poder máximo en la principal potencia de Sudamérica. Como a Trump, a Bolsonaro lo responsabilizan de que, como parte de esa actitud que incluía una posición anticientífica, su "negacionismo" de la Pandemia provocó miles de muertes. Algo que incluso ya está judicializado, tras una investigación de una comisión especial en el Senado. A figuras como la de Trump y Bolsonaro, muchos de estos pseudo "libertarios" las defienden. Son una especie de modelos, pese a que se incorporaron al sistema político formal.
Otro ejemplo de cómo esos espacios de la extrema derecha intolerante viene creciendo se está reflejando también en Chile. Allí un candidato de ese sector, José Antonio Kast, aparece encabezando las encuestas para la primera vuelta de las elecciones presidenciales que se desarrollará el domingo 21 de noviembre. Pero con un escenario de ballottage donde deberá competir con el postulante de la izquierda Gabriel Boric. Kast, hijo de un oficial alemán nazi, es un defensor a ultranza de la dictadura de Augusto Pinochet y corre por derecha al propio gobierno de Sebastán Piñera. Entre sus propuestas de campaña está la de construir una zanja gigantesca en la frontera para que lo la puedan atravesar los inmigrantes.
Sin embargo este fenómeno se exterioriza en otros países en forma preocupante con expresiones que aún parecen marginales pero que vienen ganando cada vez más terreno. Ocurre en España con el partido VOX, que ya logró 52 escaños en la Cámara de Diputados nacional y 3, en el Senado, además de 67 parlamentarios autonómicos, 5 alcaldes, 526 concejales en las diferentes jurisdicciones y 4 europarlamentarios. VOX pasó de tener menso de 60.000 votos en 2015 a capitalizar más de 3,6 millones en 2019. Su discurso anti-inmigrantes es un sello característico y en eso se asemeja mucho a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen, en Francia, quien en las elecciones presidenciales de 2017 quedó segunda (con el 21% de los votos) para finalmente perder en el ballotage contra Emmanuel Macron.
Estos fenómenos de radicalización de la extrema derecha se reproducen en Alemania e Italia, donde el neonazismo y el neofascismo vienen creciendo de manera sostenida. En esa lógica es que en el contexto de la Pandemia de COVID 19, aparecieron convocando a una insubordinación a las medidas preventivas y restrictivas que los distintos gobiernos impulsaron para frenar los contagios. Y estos grupos extremistas lanzaron consignas muy peligrosas en las que, por ejemplo, convocaban a asesinar al primer ministro italiano Mario Draghi. El pasado 13 de noviembre una mega redada en 16 ciudades de Italia terminó con varios la detención de 17 líderes ultrarradicales del movimiento "Basta Dittatura" que, a través de su canal de Telegram, planteaba ese tipo de cosas y otras barbaridades, utilizando como símbolo una esvástica.
Las mezclas de discursos nacionalistas (donde la xenofobia anti-inmigrante es una constante) y pseudo liberales (en lo económico, porque en lo social son conservadores) va ganando terreno en todo el Mundo. Cosechando votos para incorporarse a un sistema político al que atacan sin piedad. Con prédicas anti-derechos cavernarias. Y una mirada anacrónicamente inhumana. Con la violencia a flor de piel, como mecanismo para imponer sus ideas supuestamente "libertarias". Pero en las que atacan sin piedad al que piensa distinto. Y condicionan los derechos de todo el resto de la sociedad. Con una intolerancia sin igual. Y con una defensa de una "libertad" en particular: la "libertad" de odiar.
Liberalismo " Es el respeto irrestricto por los proyectos de vida de otros " dice don Alberto Benegas Lynch . Esto no lo sabe el que escribió este texto berreta y tampoco muchos de los seguidores nuevos del liberalismo que han sido educado toda su vida en el populismo. Falta mucho , pero estos textos extremos no ayudan . Habrá que relleer o empezar a leer a Alberdi , quienes no lo entienden aún.