La peor cacería: la deportación masiva de latinos en EE.UU. rompe todos los récords
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La decisión de Trump de expulsar inmigrantes puso un foco especial en los llegados desde Latinoamérica: en 10 meses echó más de 200.000 de esta región de un total de 527.000 deportados. Las consecuencias ya se sienten: falta mano de obra, por ejemplo, en el campo.
Por Gabriel Michi

Es una verdadera cacería humana. Con postales de crueldad y desgarros pocas veces vistas. La embestida que Donald Trump ha encarado contra los inmigrantes en los Estados Unidos es brutal. Y tiene a los latinos como uno de los principales grupos atacados. En los primeros 10 meses de su segundo mandato al frente de los EE.UU. ya ha deportado a más de 200.000 latinos, dentro de un universo de más de medio millón de personas que fueron expulsados coercitivamente -incluyendo a quienes fueron rechazados en puertos de entrada y los arrestados dentro del país- de la principal potencia del Mundo. Esas exclusiones de latinoamericanos que se dieron entre enero y octubre de 2025 forman parte del plan de “deportación masiva” encarado por el republicano que implica redadas y detenciones en todo el país, a partir del accionar del temido ICE (el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas). Esas aprehensiones -en los que muchas veces se aplica la violencia extrema- se dan en las puertas de colegios, lugares de trabajo, estacionamientos y zonas residenciales hasta las afueras de cortes de inmigración donde muchos de ellos concurren para intentar regularizar sus situaciones. Y, entre otras cosas, además del drama humano, familiar y comunitario que todo eso representa, también está alterando la vida y la dinámica económica de vastos sectores que ven afectado su presente y su futuro.
Según los datos oficiales y a modo de comparación, esos 200.000 deportados latinoamericanos -podrían ser muchos más porque faltan datos de varios países- representan casi seis veces más de los que se dieron en los primeros diez meses del gobierno de Joe Biden -enero y octubre de 2021- cuando se reportaron 34.293 expulsiones de ciudadanos de esa región, lo que muestra la enorme persecución que se ha desatado en el mismo período del segundo mandato de Trump. Así, las deportaciones aumentaron alrededor de un 470 % desde que el republicano volvió a la Casa Blanca.
Los países de América Latina con más deportados son: México (111.000), Guatemala (32.00), Honduras (27.000), Venezuela (15.000), Ecuador (7.000), Colombia (6.000), República Dominicana (4.000), Perú (3.000), Brasil (2.000), Cuba (2.000), Chile (224) y Costa Rica (122). Faltan los datos de Argentina, Bolivia, El Salvador, Nicaragua, Panamá y Paraguay.
Un ejemplo de las consecuencias están produciendo las expulsiones colectivas es lo que está pasando en el campo, donde esas deportaciones masivas están impactando de manera contundente, haciendo perder miles de dólares al sector porque los trabajadores, en su mayoría inmigrantes indocumentados, o son detenidos o, justamente para evitarlo, ni se presentan a recoger la cosecha por miedo a ser enviados de vuelta a sus países. Y esto va a tener repercusiones negativas en muchísimas otras actividades de la economía. Ya que la población latina representa casi el 25% del total de habitantes de EE.UU.
Las cifras hablan por sí mismas: la comunidad latina alcanzó el récord de más de 68 millones en 2024, según cifras de la Oficina del Censo de EE.UU. Para graficarlo: sólo Brasil y México superan ese número en toda América Latina. Dentro de ese universo, los mexicanos son los más numerosos pasando de casi 36 millones contabilizados en 2020 a 39 millones en 2024; es decir, sumó 3 millones de inmigrantes en sólo 4 años. En ese cuadro, México es también el país que ha visto la mayor cantidad de deportados en los últimos 10 meses, sumando más de 110.000, es decir, el 53 % del total de latinos deportados. Como se mencionó, le siguen Guatemala (15 %) y Honduras (13 %), naciones atravesadas por la violencia endémica, la pobreza y la falta de oportunidades, situaciones que han empujado a miles al exilio hacia el denominado "sueño americano" que se volvió pesadilla .
En el caso de estos dos últimos países, también su presencia en EE.UU. se ha incrementado notablemente en los últimos años (como de toda Centroamérica): en el caso de Honduras superaron el millón de inmigrantes en EE.UU. y Guatemala, los dos millones. Por su parte, los salvadoreños —cerca de 3 millones de residentes— completa el trío de los tres grupos migrantes más amplios de América Central en la potencia del norte.
En cuanto a América de Sur, Colombia, Ecuador y Venezuela – cuya crisis económica y humanitaria empujó a millones de personas a buscar un destino mejor en el Exterior— superan el millón de personas en Estados Unidos, según el Censo, y son también los que más deportados han recibido desde la llegada de Trump en enero pasado. Por ejemplo, la población venezolana tuvo el crecimiento más acelerado de los grupos hispanos, con un aumento del 181 % del 2010 a 2020. Por su parte, Chile y Costa Rica han sufrido menos deportaciones pero también es cierto que sus poblaciones en EE.UU. son más reducidas hay 227.000 chilenos y 220.000 costarricenses.
Lo cierto es que las "razzias trumpistas" no atacan solamente a quienes cruzaron la frontera de manera irregular en los últimos tiempos, sino también a inmigrantes que viven legalmente en EE.UU. desde hace años, provocando verdaderas hecatombes comunitarias. Y, encima, se dan en un marco de extrema violencia. En especial con el envío de fuerzas federales empujadas por Trump hacia Estados gobernados por demócratas que suelen ser más "amigables" con los inmigrantes. El presidente republicano da así dos golpes, unos social contra los inmigrantes y otro político contra los gobernadores opositores. Por ejemplo esos operativos se vivieron muy descarnadamente en algunas ciudades, como Los Ángeles, con controvertidos despliegues de la Guardia Nacional, algo que provocó indignación y protestas de comunidades locales y defensores de los derechos de los inmigrantes.
Aún con semejante panorama sombrío para los inmigrantes los funcionarios no sienten que sea suficiente ya que el mandato de Trump es llegar al millón de deportaciones en un año. Hasta el momento están en la mitad. Sin embargo, más de 2 millones de indocumentados abandonaron EE.UU. entre enero y octubre: de los que, según las autoridades, 1.6 millones lo hicieron de manera voluntaria y más de 527.000 fueron expulsados por el ICE.
La crisis que se vive ya en el mercado laboral se siente porque los inmigrantes indocumentados representan entre el 4% y el 5% de la fuerza de trabajo total del país. Y, encima, hay sectores donde su presencia es mucho más fuerte como en determinadas industrias, la agricultura, el procesamiento de alimentos y la construcción, donde constituyen entre el 15% y el 20% o incluso más. Para graficarlos: según el Departamento de Agricultura, el 42% de los trabajadores agrícolas contratados no tienen autorización para trabajar. La persecución despertó tantos temores que se calcula que, desde abril, cerca 1,4 millones de personas abandonaron la fuerza laboral estadounidense: de ellas, 802.000 nacieron en el extranjero.
La "tolerancia cero" hacia la inmigración se ha traducido en una cruel filosofía central del segundo gobierno de Donald Trump en los EE.UU. Los desmedidos y descontrolados del ICE así lo demuestran. Pese a que las autoridades sostengan que el 70% de los arrestos -y posteriores expulsiones- corresponde a extranjeros con antecedentes penales o con causas judiciales abiertas en EE.UU., muchos aseguran que se están echando a personas que nunca cometieron ningún delito y que hace años vienen contribuyendo al desarrollo de ese país con su trabajo. Más allá de los programas de "autodeportaciones" que incluyen un incentivo de US$1000 y transporte gratuito para quienes decidan regresar voluntariamente a su país de origen, las prácticas coercitivas no paran. Y las consecuencias humanas de semejantes "cacerías", tampoco. Como tampoco las económicas. El otro costo de la "Era Trump".






