En el marco de la COP26 de Glasgow, un mensaje grabado de un ministro de Tuvalu sumergido en el agua buscó alertar sobre el riesgo de millones de personas que están quedando bajo el Mar por el calentamiento global. Un llamado de atención para todos.
Por Gabriel Michi
La imagen es categórica. Simbólica. Contundente. Y elegida especialmente para la ocasión. El Ministro de Justicia, Exteriores y Comunicación del Gobierno de Tuvalu, Simón Kofe, decidió dar un mensaje muy gráfico a quienes participan de la Cumbre COP26 (contra el Cambio Climático) que se desarrolla en la ciudad escocesa de Glasgow. Vestido de traje y corbata y con el agua hasta por encima de las rodillas, Kofe lo dijo con todas las letras: "Señoras y señores, Adiós. Nos estamos hundiendo". Y es literalmente así, más allá de toda ironía.
Tuvau, un pequeño Estado insular de Oceanía (gobernado por una monarquía parlamentaria) está situado en el medio del Pacífico. El archipiélago lo conforman 9 islas de las que al menos dos están en grave peligro por la suba del nivel del mar a causa del calentamiento global. La máxima elevación en varias de ellas es de apenas cinco metros sobre el nivel del mar, De hecho, el lugar elegido por el ministro Kofe para enviar su mensaje no es azaroso. Hace apenas unos años allí no había agua sino que era una paradisíaca playa muy elegida por los turistas. El escenario por el que optó el funcionario está situado en la Isla Fongafale donde se asienta la capital Funafuti.
El calentamiento global está provocando el derretimiento sin precedentes de los hielos que se sitúan, por ejemplo, en el Mar Ártico y en el Antártico, y con el ello el consecuente aumento en el nivel del mar. Eso amenaza no sólo a la población de Tuvalu, sino también al resto de los Estados insulares como Fiji, Islas Marshall, Aruba, Barbados, Samoa, Trinidad y Tobago, Nauru, Micronesia, San Vicente y Granadinas, Vanuatu, Guam, San Cristóbal y Nieves, Maldivas, Santa Lucía, entre otros. También a las Filipinas, Indonesia y hasta a Bangladesh.
Desde hace mucho tiempo esos países vienen clamando a gritos por una mayor concientización frente a ese terrible calentamiento global que, en sus casos, se traduce nada más y nada menos que en una cuestión de vida o muerte. De supervivencia. Y por ello reclaman que se cumplan los compromisos internacionales asumidos en el "Acuerdo de París", como también aquellos a los que se llegue en Glasgow. Pero, mientras tanto, ven como esa conciencia no se plasma ni siquiera en las ayudas comprometidas para mitigar la emergencia. Así. mientras tanto, ven cómo el agua sigue subiendo. Y, con ello, el riesgo de desaparecer.
Tras la difusión del vídeo (grabado por la cadena pública TVBC de Tuvalu, su ministro de finanzas Seve Paeniu, presente en Glasgow, sostuvo: "Las islas están desapareciendo, nos estamos hundiendo literalmente". Y la preocupación del gobierno tuvaluano es la de todos sus 11.000 habitantes que ven en el día día como esa amenaza se vuelve realidad. Los temores de Tuvalu pasan por allí. De hecho, en el cuarto país más pequeño del Mundo, ni el Coronavirus es algo que los atemorice tanto. Tienen sus razones: es uno de los cuatro países del Planeta que no registraron ningún caso de COVID 19 desde el inicio de la Pandemia. Los otros son Nauru (también un Estado insular de Oceanía) y los asiáticos Corea del Norte y Turkmenistán, aunque se duda de la veracidad de los datos oficiales de éstos dos últimos.
Y como muestra de que lo que sienten y ven en Tuvalu no es ni una dramatización ni algo único, el último informe del Panel Internacional de Expertos (IPCC) de la ONU es contundente: el nivel medio del mar se elevó más velozmente desde 1900 que en cualquier otro siglo de los últimos tres milenios. Y esa tendencia se agravará por el calentamiento global. En el mejor de los escenarios, si se controlan las emisiones de dióxido de carbono (CO2) tal como se comprometieron ahora en la Cumbre de Glasgow, ese aumento será de entre 28 a 55 cm: Pero si se sigue al ritmo actual, podría aumentar más de un metro de aquí al 2100. Con ese panorama, incluso con el más optimista, millones de personas corren el riesgo de que sus hogares queden bajo las aguas. Naciones enteras que podrían ver cómo gran parte de sus territorios desaparezcan en el mar. Si no se escucha el grito de Tuvalu, ese mensaje de su ministro con el agua a la rodilla para generar conciencia, la suerte de muchos estará echada. Y ya no habrá futuro para los países que se hunden.
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