Musk lleva al abismo a Tesla mientras crecen los ataques
- MundoNews
- 20 mar
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Desde que se supo que el magnate integraría el gobierno de Trump, cayó a la mitad el valor de su empresa de autos eléctricos. Encima se desató una ola de atentados y boicots en el mundo. La buena imagen de la compañía se hizo añicos por la aventura política de su dueño.
Por Gabriel Michi

Los datos hablan por sí solos. En diciembre de 2024, antes de que se supiera que Elon Musk iba a integrar el gobierno del presidente electo Donald Trump, su empresa de autos eléctricos Tesla valía unos 800.000 millones de dólares. Hoy, cuatro meses después, su cotización cayó a la mitad. Es más, desde el día en que Trump tomó posesión de la Presidencia de los Estados Unidos (20 de enero de 2025) y nombró a Musk como una suerte de asesor para emprender un mega ajuste del Estado, las acciones de Tesla se derrumbaron de los 420 dólares a los 230 dólares. Esa caída del 45% en su valor no tiene que ver con cuestiones económicas sino exclusivamente políticas. La aventura del propietario de la compañía de involucrarse en forma directa en la política del presidente republicano (además de muchas posturas extremistas que el magnate sudafricano ha tomado) llevaron a su empresa de vanguardia a que hoy atraviese su peor momento y se derrumbe esa buena imagen que tenía a nivel mundial por potenciar la utilización de energía menos contaminante como la electricidad (en detrimento de los combustibles fósiles) y garantizar una mayor sustentabilidad del medioambiente. Aquella buena imagen parece haberse hecho añicos de la mano de la aventura política de su dueño. Encima la compañía enfrenta una feroz campaña de boicots en EE.UU. y el Mundo, llevado en casos extremos a atentados contra vehículos y concesionarias, algo que el gobierno estadounidense y el propio Musk han calificado como "terrorismo",
Desde la toma de posesión de Trump en enero de 2025, las protestas contra Tesla fueron escalando hasta llegar al clima de máxima tensión que se vive hoy en día. El movimiento "Tesla Takedown" ya organizó manifestaciones en más de 50 ciudades de Estados Unidos, desde Nueva York hasta California. Y, más allá de eso, se han multiplicado los actos de vandalismo contra autos Tesla. Hubo Cybertruck incendiados o con daños irreversibles, bombas molotov contra concesionarias y todo tipo de protestas en las cercanías de las oficinas de la compañía.. Además de atentados en estacionamientos de esos vehículos, en las estaciones de carga y hasta automóviles en manos particulares que fueron blanco de estos ataques. Por el momento no hubo víctimas mortales ni heridos que lamentar, pero se teme adonde puede desembocar esta escalada
Así como en el pasado las residencias y oficinas de Trump se convirtieron en un objetivo de múltiples ataques y protestas que obligaron a reforzar su seguridad, hoy el foco de conflicto se trasladó a la compañía de autos eléctricos. “Tesla es un blanco fácil”, dijo Randy Blazak, un sociólogo que estudia la violencia política.
Ya hay causas judiciales en marcha. En Colorado los fiscales acusaron a una mujer el mes pasado por una serie de ataques a concesionarios de Tesla, incluidos algunos realizados con bombas molotov lanzados a vehículos y las palabras “autos nazis” pintadas en un edificio. En Carolina del Sur, la semana pasada arrestaron a un hombre al que acusan de haber incendiado estaciones de carga de Tesla cerca de Charleston. Otro hombre de Oregón enfrenta cargos por -supuestamente- haber lanzado varias bombas molotov a una tienda de Tesla en Salem, y luego regresar otro día y disparar a las ventanas de la concesionaria. Y los casos se multiplican.

Muchos de los episodios de vandalismo y violencia contra los Tesla se dieron en ciudades de del Noroeste de la costa del Pacífico de EE.UU., como Portland, Oregón, y Seattle, donde el sentimiento anti-Trump y anti-Musk es categórico. Para graficarlo: en el suburbio de Tigard, en Portland, se dispararon más de una docena de balas a un concesionario de Tesla la semana pasada que causaron daños en vehículos y ventanas, siendo la segunda vez en una semana que la tienda fue blanco de ataques. Otro ejemplo que impactó mucho fue el ocurrido a comienzos de marzo en Seattle donde cuatro Cybertrucks fueron incendiados en un estacionamiento de Tesla. En esa ciudad, días después, un hombre derramó combustible sobre un vehículo desocupado y provocó un incendio en una calle.
En Las Vegas, varios vehículos de la marca fueron incendiados en la madrugada del martes 18 de marzo frente a un centro de servicio de Tesla, donde también se pintó un grafiti con la palabra “resistan” en rojo sobre las puertas principales del edificio. Según las autoridades, al menos una persona lanzó bombas molotov y disparó varias veces contra los autos.
Así como hay una caída descomunal de las ventas -por ejemplo en Alemania donde bajaron un 74%-, empiezan a haber otros tipos de "prevenciones" contra la compañía. Por ejemplo, en Canadá, Tesla fue excluida de una feria internacional automotriz por preocupaciones de seguridad. Sin embargo, la empresa redoblo su apuesta y lejos de amilanarse, anunció el lanzamiento de vehículos eléctricos más accesibles en la primera mitad de 2025 con la idea de poder competir frente a la embestida de China.

Hasta el momento en que Elon Musk decidió su incursión en la política -hoy conduce el Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), responsable de miles de despido en el Estado- Tesla era una marca que para la mayoría representaba el futuro y la sostenibilidad del planeta. Con ese sello llegó a vender más de 1,8 millones de vehículos a nivel global en 2023, con un costo que parte de los 35.000 dólares -el Model 3- y llegan a los 100.000 dólares -el X Plaid-. Hoy eso cambió y no porque sus vehículos chocaran contra esa imagen, sino por las posturas de su excéntrico propietario. Y así como en los EE.UU. aparecieron voces que pusieron el grito en el cielo por lo que el empresario viene representando, algunas personalidades reconocidas han decidido deshacerse de sus propios vehículos en repudio a Musk.
Así lo hizo, por ejemplo, el senador demócrata de Arizona (y ex astronauta) Mark Kelly quien dijo que dejaba de usar su Tesla porque no le interesaba conducir “una valla publicitaria rodante” para Elon Musk que forma parte de un gobierno que "perjudica a la gente". En su anuncio fue más allá: “Elon Musk resultó ser un poco imbécil, y no quiero conducir un coche construido y diseñado por un imbécil”. Mark Kelly aseguró que cuando compró el auto, no pensó que este se convertiría en un tema político. Sin embargo, destacó que ahora el vehículo le recuerda “cuánto daño están haciendo Elon Musk y Donald Trump a nuestro país. Lo que importa es hacer lo correcto. Creo que es hora de deshacerse de él”.
Este gesto de deshacerse de los Tesla no sólo alcanza a figuras de la política o que son conocidos por el público. Hay muchos particulares que lo están concretando. Ese es el caso, por ejemplo, de Joe Romer, un hombre de California que no sólo participa de las protestas anti-Musk sino que anunció que venderá su auto (que compró en 2022 y con el que recorrió 170.000 kilómetros) porque le genera "vergüenza" manejarlo. "Estoy cansado de Elon Musk y toda la basura que está pasando. Así que me estoy deshaciendo del vehículo porque me da vergüenza conducirlo", aseguró.

Esa postura no sólo se ha reflejado en los EE.UU. sino también en otros países. Tal es el caso de Prama, una propietaria de un Tesla en Gales, Reino Unido, quien también decidió deshacerse de su vehículo después de seis años debido al giro político de Elon Musk. Pero no sólo lo anunció con sus palabras sino que grabó un emotivo video en el que se escucha su voz explicando toda esta situación, acompañada de imágenes realizada por un grupo de activistas políticos llamado Led By Donkeys que organizó una protesta visual en la playa Black Rock Sands en el que se va trazando surcos en el piso para finalmente que se lea la leyenda "No compres un Tesla" y un dibujo emulando a Musk haciendo un saludo muy similar al nazi en un acto público. Prama dijo que ese saludo nazi fue su límite. Y que el el involucramiento del empresario con la extrema derecha la llevó a reconsiderar su apoyo a la marca. En el pasado ella sentía admiración por el empresario pero eso decayó al ver su creciente obsesión con el poder y sus vínculos con esos movimientos extremistas. La campaña "No compres un Tesla" va creciendo a nivel mundial y con ese boicot se busca movilizar a otras personas a reflexionar sobre sus decisiones de compra en un contexto de influencia política.
El enojo contra Musk y la caída de la imagen de Tesla se extendió a otras geografías. Por ejemplo, en Países Bajos una encuesta reciente reveló que un tercio de los dueños de esos vehículos está considerando vender su auto. Lo llamativo es que no es que se quejan del funcionamiento del vehículo en sí, sino que no quieren quedar asociados a la polémica imagen de Elon Musk y lo que él hoy representa en materia política e ideológica.
En Alemania la venta de vehículos Tesla cayó un 76% y algunos propietarios de esos autos eléctricos explicaron que fueron señalados en la calle y acusados de ser seguidores de Musk y su flamante referente político Donald Trump sólo por conducir uno de esos autos. Sin embargo, esa caída de las ventas tiene su propio condimento local en tierras germánicas: el apoyo explícito que el empresario le dio a la extrema derecha de Alternativa Para Alemania (AFD) en las últimas elecciones de febrero.
En Europa también apareció un mercado de calcomanías anti-Elon que se está extendiendo entre los propios propietarios de los vehículos que buscan despegarse de la figura del polémico magnate. Esa tendencia se está dando en ciudades como Londres, Ámsterdam y Munich. Allí muchas personas siguen creyendo en el proyecto Tesla como un mecanismo de apoyar la transición hacia la utilización de energías limpias, pero no les gusta nada el perfil que ha tomado el dueño de la compañía devenido en "trumpista". Esas personas reivindican también que pese a Musk, esos autos siguen siendo innovadores y su tecnología es vanguardista. Pero no quieren estar emparentados con la mirada del hombre más rico del Mundo. Algunas frases de los calcos que adhieren a sus autos dicen: "Compré esto antes de que supiéramos que Elon estaba loco” o “Sólo quería un auto eléctrico. Lo siento, chicos”.

Incluso varios ex-ejecutivos de Tesla han venido advirtiendo sobre el daño reputacional que enfrenta la marca por la aventura política de Elon Musk, quien parece contestarles con su búsqueda de seguir sumando seguidores en su red social X (antes Twitter). Mientras el multimillonario acumula "followers" en ella (219 millones), Tesla pierde cuota de mercado, las ventas se derrumban y la competencia -especialmente de fabricantes chinos- se fortalece.
La crisis es tal que se desató una una ola de ventas de acciones por parte de su alta dirección. Por ejemplo, algunos de los que se desprendieron de participaciones millonarias fueron Vaibhav Taneja, director financiero de la compañía; también James Murdoch lo hizo en un momento crítico y Robyn Denholm, presidenta del directorio, se desprendió de una cantidad significativa de acciones recientemente. Pero el colmo fue que hasta Kimbal Musk, hermano del CEO y miembro del consejo de administración, vendió 27,6 millones de dólares en títulos en febrero, justo antes de que el valor de la acción cayera casi un 30%. Todo eso en un marco en el que Tesla terminó perdiendo casi todas las ganancias que obtuvo tras la reelección de Donald Trump, cuando su cotización se duplicó en solo seis semanas. Hoy tocó el piso previo a todo ese interesado fenómeno.
Vale recordar que Elon Musk hizo grandes donaciones a la campaña de Trump -más de 118 millones de dólares- algo que le redituó en fenomenales ganancias ni bien republicano triunfó en los comicios, tal como informó MundoNews. Sin embargo, esa tendencia cayó en desgracia desde que se confirmó que el empresario iba a ocupar un lugar central en el gobierno que llegaba al poder y que iba a cumplir de despiadado ajustador en el mismo. Pero no sólo ese rol parece haber dañado su imagen sino también sus postura de extrema derecha y de guerra contra el "movimiento woke" o, dicho de otra manera, el progresismo. En eso Musk tiene un tema personal: en 2022, su hija transgénero, Vivian, cortó la relación con él y el magnate responsabilizó a los defensores de las cuestiones de género como los culpables de que su otrora hijo "murió", según su drástica mirada. Ese resentimiento lo acercó al propio Trump, que ha hecho de la guerra contra las políticas de ampliación de derechos una de sus principales banderas.
Desde la toma de posesión de Trump en enero de 2025, las protestas contra Tesla fueron escalando hasta llegar al clima de máxima tensión que se vive hoy en día. El movimiento "Tesla Takedown" ya organizó manifestaciones en más de 50 ciudades de Estados Unidos, desde Nueva York hasta California. Pero no es la única agrupación que protesta. El grupo progresista "Indivisible", que publicó una guía para que los simpatizantes organizaran protestas tituladas "Musk o nosotros” en todo el país, dijo en un comunicado que “fomenta explícitamente la protesta pacífica y condena cualquier acto de violencia o vandalismo”. Frente a todo eso, Tesla redoblo su apuesta y, lejos de amilanarse, anunció el lanzamiento de vehículos eléctricos más accesibles en la primera mitad de 2025 con la idea de poder competir frente a la embestida de China.
Además, el propio Donald Trump decidió salir en respaldo de su actual socio político no sólo denunciando que los ataques a los autos y concesionarias Tesla son "terrorismo doméstico" sino también encabezando un evento en la Casa Blanca, donde el mismo presidente le compró simbólicamente uno de esos vehículos a Musk, quien a su vez anunció duplicar la producción en Estados Unidos en los próximos dos años.
Sin embargo, vale aclarar que pese al actual perfil republicano del empresario, la compañía pudo salir adelante gracias a un préstamo federal de 465 millones de dólares durante el gobierno de Barack Obama. El presidente demócrata quiso popularizar el uso de los vehículos eléctricos en virtud de los compromisos mediambientales. Y en su apoyo demostró que, a pesar de las primeras experiencias, esos autos no necesariamente tenían que ser pequeños, con poca potencia y autonomía limitada. Pese a ese impulso fundacional por parte de los demócratas, hoy Musk se convirtió en uno de los más feroces defensores de la administración republicana y su perfil conservador en temas sociales. Y si bien desempeña un rol en el Estado, mantiene el dominio de sus empresas tanto Tesla, como X y también SpaceX.
Así como las acciones de Tesla duplicaron su valor en las semanas posteriores a la elección de Trump, desde que Musk asomó como candidato a ocupar un rol determinante en la administración federal, su cotización cayó en picada. El flamante presidente incluso buscó promover los vehículos eléctricos -incluso con la ficticia compra de un Model S de 80.000 dólares- y pese a que en el pasado había sido muy crítico de esos autos. Ahora, frente a los ataques y atentados, Musk aseguró que “al menos parte de esto está organizado y financiado organizaciones de izquierda en Estados Unidos, financiadas por multimillonarios de izquierda”. Y agregó: “Este nivel de violencia es una locura y profundamente incorrecto. Tesla sólo fabrica automóviles eléctricos y no ha hecho nada para merecer estos ataques malvados”.
Mientras, los precios de los Cybertrucks usados, el producto más característico de Tesla, cayeron un 8% desde que Trump asumió el cargo. Y de eso hay un solo responsable: el propio Elon Musk. El empresario que por sus propias ambiciones personales se lanzó a una alocada aventura política, aun a costa de su propia compañía.

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