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Trump vs Harvard: la guerra del presidente contra la universidad más famosa

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    MundoNews
  • hace 3 días
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El mandatario lanzó una embestida multifrontal contra la prestigiosa institución académica -y otras- por las protestas pro-Palestina y las políticas de inclusión. Quiere limitar el acceso de estudiantes extranjeros y amenaza con duras sanciones económicas. Hay resistencia.


Por Gabriel Michi



El nombre "Harvard" es sinónimo de prestigio. Del mejor nivel académico. De excelencia educativa. Un sello que ha trasvasado las fronteras de lo Estados Unidos y se ha extendido por todo el Mundo. Pero para los sectores conservadores de la principal potencia del planeta y en particular para el presidente Donald Trump es un paradigma del pensamiento progresista o "woke", algo que para ellos es algo muy negativo. El mandatario ha lanzado una guerra total contra la Universidad más antigua y prestigiosa del país, centrándose en el estudiantado extranjero (el 27% del total de sus 22.000 alumnos) y amenazando con durísimas represalias económicas contra la institución académica. La embestida es en represalia por las marchas pro-palestinas y anti-Israel que se dieron en esa casa de altos estudios (como en muchas otras universidades estadounidenses), en protesta por la respuesta por los bombardeos del Ejército de Benjamin Netanyahu sobre la Franja de Gaza, tras los ataques de los terroristas de Hamás el 7 de octubre de 2023.


El último episodio de esta guerra de la Casa Blanca contra Harvard fue el envío de una circular a todas las embajadas y consulados de EE.UU. en todo el Mundo para que intensifiquen la investigación sobre los estudiantes que soliciten una visa para ir a cursar a esa universidad. En esa pesquisa le instruyen a los agentes estadounidenses que incluso consideren como sospechoso el hecho de que esas personas tengan como "privadas" sus redes sociales y que las obliguen a volverlas "públicas". Algo que muchos consideran como una gravísima violación de la privacidad y una persecución ideológica que ya quedó en evidencia cuando las propias autoridades de EE.UU. deslizaron que se iban a estudiar las publicaciones en las redes sociales para ver si a la persona se le otorgaba o no la visa.


La orden partió del propio Departamento de Estado -conducido por el ultraconservador Marco Rubio- que instruyó a todas sus misiones consulares en el Exterior para que comiencen a realizar verificaciones adicionales de los solicitantes de visa que quieran viajar a la Universidad de Harvard por cualquier motivo. Entre los investigados no se hacen distinciones entre futuros estudiantes, estudiantes, profesores, empleados, contratistas, oradores invitados y turistas. El cable interno acusa a Harvard de no "mantener un ambiente en el campus libre de violencia y antisemitismo".


Además, dentro de la embestida contra Harvard y otras instituciones académicas que tienen una fuerte afluencia de estudiantes extranjeros hay un capítulo especial en contra de los chinos (hay 270.000 alumnos de ese país en los EE.UU.). Y en ese plano, el propio Rubio señaló que Washington comenzará a revocar las visas de los estudiantes chinos y agitó el fantasma de que muchos de ellos tendrían vínculos con el Partido Comunista Chino. Esta decisión puede tensionar aún más las conflictivas relaciones entre la Casa Blanca y el gobierno de Xi-Jinping.


La administración Trump lanzó un ataque multifrontal contra la universidad más antigua (fue fundada en 1636) y rica del país (tiene un presupuesto de unos 40.000 millones de dólares) y se expresa el congelamiento de miles de millones de dólares en subvenciones y otros fondos, proponiendo poner fin a su estatus exento de impuestos y abriendo una investigación sobre si discriminó a empleados o solicitantes de empleo blancos, asiáticos, hombres o heterosexuales. Eso se enmarca en la idea que profesa el propio Donald Trump que alega que las mejores universidades estadounidenses son cuna de movimientos anti-estadounidenses. Fue en esa escalada que el gobierno republicano revocó la semana pasada la facultad de Harvard para matricular estudiantes extranjeros -cancelando la certificación que le permitía a la universidad admitirlos-, medida que posteriormente fue bloqueada por un juez federal. Trump quiere que la tasa de alumnos extranjeros que tiene esa Universidad baje del 27% al 15%.

La casa de altos estudios -con sede en Cambridge, Massachusetts- tiene más de 371.000 estudiantes vivos que han pasado por sus aulas, de los que 60.000 están distribuidos en distintas naciones del Mundo. Hoy, de los 22.000 alumnos que están cursando, 6.700 lo hacen en carreras de grado y 15.300 en posgrados. De esos 22.000 en total, 6.800 son extranjeros y es allí donde se llega a ese proporción del 27%: la mayoría de ellos son cursantes de posgrado y proceden de más de 100 países. La matrícula en esta universidad privada ronda los 53.000 dólares y cada estudiante suele pagar en promedio 80.000 dólares por año. De Harvard han egresado 8 presidentes de los EE.UU., 24 jefes de Estado y 31 jefes de Gobierno. De allí su enorme prestigio y fama internacional a que hoy le hace frente el propio Donald Trump.


"Manos afueras de Harvard" rezan algunos de los carteles de las protestas contra la embestida de Trump.
"Manos afueras de Harvard" rezan algunos de los carteles de las protestas contra la embestida de Trump.


Lo que es claro es que esta Universidad piensa resistir la embestida trumpista. El presidente de Harvard, Alan Garber, anunció el 14 de abril que la universidad no acataría las demandas de la Administración Trump sobre reformas que -según el Gobierno federal- buscan combatir el antisemitismo y abandonar las políticas de Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) implantadas durante la era del demócrata Joe Biden. “Ningún gobierno -independientemente del partido que esté en el poder- debe dictar lo que las universidades privadas pueden enseñar, a quién pueden admitir y contratar y qué áreas de estudio e investigación pueden seguir”, señaló. En la última ceremonia de graduación, Graber fue ovacionado durante varios minutos por los estudiantes. Y remarcó que una de las claves del prestigio de Harvard era justamente por tener en sus aulas alumnos de todo el Mundo.


Sin embargo, las bases para los ataques del republicano a las universidades en general y a Harvard en particular, se sentaron más de un año antes de su regreso a la Casa Blanca. Aunque se incrementaron después de la asunción de Trump el 20 de enero de 2025. Desde esa fecha, el presidente de EE.UU. arremetió contra un grupo selecto de centros de estudio, a los que acusa de fomentar ideologías antiestadounidenses, marxistas y de “izquierda radical”. Las universidades agredidas forman parte de lo que en el país se conoce como la Ivy League’: todas son instituciones privadas, con sede en el noreste de EE.UU. y consideradas de vanguardia, con excelencia académica, procesos muy selectivos de ingreso y admisiones. La Ivy League está integrada por las universidades de Harvard, Brown, Columbia, Cornell, Dartmouth, Pensilvania, Princeton y Yale.


El 3 de febrero, el Departamento de Justicia anunció la creación de un "Grupo de Trabajo Federal para Combatir el Antisemitismo". Dos semanas después anunció que el Grupo visitaría 10 campus universitarios “que experimentaron incidentes de antisemitismo desde octubre de 2023”, fecha en la que comenzó la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, tras los ataques de Hamás que dejaron 1.200 muertos y 251 secuestrados y la represalia israelí que ya ocasionó más de 53.000 muertos (dos tercios, mujeres y niños) en territorio palestino.


Durante la campaña, Trump había prometido recortes federales con un foco especial en escuelas o centros de estudios que, según su mirada, impulsan “la teoría crítica de la raza, la locura transgénero y otros contenidos raciales, sexuales o políticos inapropiados”. Desde que regresó al Salón Oval, la Administración Trump puso en marcha esa guerra en la que ya recortó 9.000 millones de dólares en financiamiento a Harvard, a la que golpeó más duramente con los recortes.


Si bien Harvard fue la que recibió el peor castigo, eso se extendió a otras casas de altos estudios: se canceló 400 millones de dólares de financiación a la Universidad de Columbia , (alegando que no abordó el antisemitismo en el campus); congeló más de 1.000 millones de dólares de fondos a la Universidad de Cornell (por supuestas violaciones a derechos civiles); y pausó subvenciones y contratos a la Universidad de Brown por 510 millones de dólares; en la Universidad de Princeton, suspendió decenas de becas de agencias federales como el Departamento de Energía, la NASA y el Departamento de Defensa; y la Universidad de Pensilvania fue notificada de recortes por 175 millones de dólares por permitir a un atleta transgénero competir en su programa de natación. Además, el Departamento de Educación también envió cartas a 60 facultades y universidades, advirtiéndoles de que son investigadas por acusaciones de "antisemitismo".




El presidente de Harvard, Alan Garber, fue ovacionado por los alumnos por plantarse ante la embestida de Trump.
El presidente de Harvard, Alan Garber, fue ovacionado por los alumnos por plantarse ante la embestida de Trump.

Contra Harvard, el Gobierno emitió otras medidas: le impuso la prohibición del uso de máscaras, limitaciones a las protestas en el campus y revisión de los departamentos académicos. Una semana después envió una carta a la universidad, en la que le instó a implementar más reformas, en su determinación de acabar con las políticas de DEI y combatir el antisemitismo en el país. De no cumplirlas, la Administración cortaría el financiamiento y los acuerdos con agencias del Gobierno.


Las exigencias de Trump y compañía sobre Harvard buscan también reducir el poder de los estudiantes y miembros de facultades, y que las autoridades académicas reporten ante agencias policiales a aquellos alumnos que incurran en "inconductas". Pero también le quieren imponer a la Universidad que cese las políticas de contratación basadas en diversidad e inclusión y compartir la información de las admisiones con la Casa Blanca, además de reformar (y endurecer) las políticas de disciplina.


Como era de esperar, Harvard rechazó esa batería de propuestas de reforma presentadas por el Gobierno federal, incluida aquella referida al uso de una persona externa “para auditar los programas y departamentos que más alimentan el acoso antisemita o reflejan la captura ideológica”. Y fue más allá: la universidad también demandó judicialmente al Gobierno con el fin de recuperar su financiación federal. La demanda se asienta en la "Primera Enmienda" de la Constitución de EE.UU, que protege la Libertad de Expresión frente a las injerencias gubernamentales que buscan imponer el equilibrio ideológico y que prohíbe al Gobierno utilizar sanciones legales u otras medidas coercitivas para suprimir las expresiones que le desagraden. La demanda denuncia una "flagrante violación" de la Carta Magna y advierte que tendrá un "efecto inmediato y devastador para Harvard y más de 7.000 titulares de visados".


El 11 de abril, Garber, el presidente de Harvard denunció -a través de una carta- que las imposiciones que pretendía la Administración Trump significaban “un control sin precedentes e impropio sobre la universidad”. Agregó además que las acciones del Gobierno han puesto en peligro investigaciones de la Universidad en temas críticos como el cáncer, enfermedades infecciosas y las lesiones en el campo de batalla. Y concluyó: Las consecuencias de la extralimitación del Gobierno serán graves y duraderas. Recortar indiscriminadamente la investigación médica, científica y tecnológica socava la capacidad de la nación para salvar vidas estadounidenses, fomentar el éxito estadounidense y mantener la posición de Estados Unidos como líder mundial en innovación”.


En Harvard se han graduado 8 presidentes de EE.UU. Hoy tiene 22.000 alumnos, el 27% extranjeros.
En Harvard se han graduado 8 presidentes de EE.UU. Hoy tiene 22.000 alumnos, el 27% extranjeros.


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