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Una doble vida secreta hasta el final de sus días

Actualizado: 5 dic 2023

Un ladrón de bancos se mantuvo prófugo por décadas manteniendo oculta su verdadera identidad hasta que se la confesó a su familia en el lecho de muerte. Una historia increíble.


Por Gabriel Michi





"Hija, tengo algo que confesarte", anticipó Thomas Randele desde su lecho de muerte. Había mantenido oculto el secreto que le iba a contar a Ashley por décadas. Un secreto que no había hecho distinciones incluso entre las personas que más amaba. Nadie sospechaba de esa doble vida. La del pasado y la del presente. Y lo que escuchó la dejó shockeada: su padre, con un cáncer de pulmón que estaba acabando con su vida, le contó que su verdadero nombre era Theodore Conrad y que cuando tenía 20 años había sido un ladrón de bancos. A partir de allí comenzaría con un derrotero de fuga, que fue exitoso ya que nunca las autoridades pudieron dar con él, pese a figurar en la lista de los delincuentes más buscados por el FBI por más de cinco décadas.


Ashley pudo saber entonces que su papá había saqueado US$ 215.000 de un banco de Ohio, en lo que había sido uno de los golpes delincuenciales más potentes de toda la historia de esa ciudad. Semejante confesión dejó anonadada a la mujer que desoyó el pedido de su agonizante padre y se puso a investigar qué información se encontraba de aquel hecho. "Estaba sola en la habitación de mi infancia y busqué en Google 'Ted Conrad desaparecido', y lo primero que apareció fue algo así como 'Cajero roba banco'. Yo dije 'Oh Dios mío, este es mi padre'", narró a CNN. A medida que avanzaba en su búsqueda, la sorpresa crecía. Como también lo que leía sobre el perfil de ese delincuente olvidado que ahora era su padre, un simple vendedor de autos y profesional del golf, que mostraba su amor y devoción por su mujer y su única hija en su casa de Lynnfield, Massachusetts. Como parte de esa paradoja, este hombre hasta hacía donaciones de dinero a organizaciones benéficas de la policía local. Es más, disfrutaba como pocos viendo series y películas policiales.


Para aquel robo de US$ 215.000 al banco de Ohio -hoy equivaldría a US$ 1,7 millones- Theodore Conrad se inspiró en su película favorita, "El caso Thomas Crown". Y generó tal sorpresa y desconcierto que hasta hubo un par de alguaciles de Cleveland, padre e hijo, que habían convertido su búsqueda y el intento de captura en la misión de sus vidas. Es más, su caso inspiró episodios de los exitosos programas de TV "Los más buscados de América" y "Misterios sin resolver".


Ante semejante sorpresa, Ashley no pudo controlarse y le contó a su agonizante padre: "Te busqué. Y hay un millón de artículos sobre vos. Y también te siguen buscando, por si no lo sabías. Tenemos que decírselo a mamá'", dijo la mujer que se encontró con semejante historia a los 38 años. Y así fue. Ella misma se lo contó: "Ella leía los artículos en Internet y no paraba de decir: '¡Dios mío! Dios mío!", durante unos 10 minutos. Lo conocía desde hacía más de 40 años, y enterarse de este enorme secreto... No puedo imaginar lo traumatizante que fue para ella".



Thomas Randele le escondió su vida pasada a su hija Ashley y sólo le contó la verdad cuando estaba muriendo,

El robo protagonizado por Theodore Conrad tuvo ribetes insólitos. Aquel viernes 11 de julio de 1969 se presentó a trabajar como cajero en el Society National Bank de Cleveland, en la víspera de un fin de semana donde iba a festejar su cumpleaños. Antes de terminar el día de trabajo, entró en la bóveda, metió el dinero en una bolsa de papel y se fue como si nada. Recién el lunes siguiente el banco notó lo que pasaba. Pero ese tiempo le había regalado una luz de dos días de ventaja a un Conrad que así dejaría atrás su antigua vida y comenzaría una nueva, con otra identidad y sin dejar rastros.


Además, hubo otros hechos que se dieron en simultáneo y que distrajeron la atención sobre el atraco. Una semana después, el Apolo 11 llegaba Luna. Entonces, las miradas del público se fueron para otro lado. Sin embargo, los investigadores lo siguieron buscando por todos lados, a tal punto que fueron detrás de pistas falsas que los llevaron a Hawai, Texas, California y Oregón, entre muchos más destinos. Pero todo fue en vano. Theodore Conrad ya había dejado de ser tal para convertirse en Thomas Randele. Y se había alejado unos 1.000 kilómetros desde Cleveland a Massachusetts. Quizás como un guiño irónico, Randele se instaló en un suburbio al norte de Boston, la ciudad donde se ambientó y filmó su película favorita, “El caso Thomas Crown”, que tiene muchos puntos en común con su propia historia de robos.


Nada en su nueva vida delataba su pasado. No se escondía, su cotidianeidad era normal, llevaba a su hija a la escuela y la retiraba cada vez que podía y hasta la acompañaba en sus viajes escolares. Aunque, conocida la historia, la propia Ashley comenzó a reinterpretar ciertas señales: mientras que en las fotos de su juventud siempre este hombre aparecía afeitado, en su nueva vida nunca dejó la barba y era muy extraño verlo en público sin una gorra de béisbol. Además de que jamás salió del país ya que allí podría saltar a la luz su verdadera identidad. A tal punto que tanto su esposa como su hija intentaron convencerlo vanamente de realizar un viaje a Francia. “Él siempre decía que había tantas cosas interesantes que ver en Estados Unidos. No necesitaba salir del país”, explicó Ashley.


Cuando el hombre confesó a su familia su verdadera historia, le restaba poco tiempo de vida, afectado por un cáncer de pulmón. Por eso, ambas mujeres decidieron mantener ese secreto y no contárselo en ese momento a las autoridades. Thomas Randele (o Theodore Conrad) ya tenía 71 años e imaginarlo agonizando en prisión era algo que no se podían perdonar. Lo primero que mamá y yo le dijimos fue: 'Te queremos mucho'. Y descubrir esto no cambia que te amamos. Pero necesitamos hablar de ello”. Y continuó Ashley:No pude enojarme con él en ese momento, porque me parecía algo injusto. Estaba tratando de sacarle la mayor cantidad de información posible, sólo porque quieres saber”. Y una de las cosas que más le dolió, más allá de la mentira, es que su apellido -el que llevó toda su vida y que figuraba desde su partida de nacimiento- no era real.


Finalmente, su padre murió en mayo de 2021, dos meses después de su confesión. Madre e hija habían pactado contarle la verdad la Policía en junio de 2022. Pero las fuerzas federales se adelantaron a esa fecha y en noviembre de 2021, allanaron la casa de los Randele en Lynnfield, tras que un anónimo le escribiera a un diario local que una persona que figuraba en un obituario bajo el nombre Randele en realidad era el ladrón del banco de Ohio y empezaron a cruzar datos familiares que eran coincidentes con su vieja identidad. Pese a eso, no se presentaron cargos legales contra las mujeres.



Cuando los investigadores viajaron de Cleveland a Lynnfield para confirmar la identidad del fugitivo, entre ellos estaba Pette Elliott, cuyo padre, John Elliott (muerto en 2020), había pasado gran parte de su carrera policial buscando a Conrad. Pette contó que su padre desperdició años persiguiendo pistas falsas por todo el país y se perdió sus partidos de béisbol. "Estaba enojado porque Conrad había robado dinero que le habría tomado muchos años ganar como funcionario federal. Algunas personas retrataron a Conrad como Robin Hood. Y mi papá lo llamó nada más que ladrón”, dijo. Cuando finalmente Elliott hijo golpeó la puerta de la casa de Ashley Randele, su cara la delató: “Creo que sabes por qué estamos aquí”, le dijo el alguacil. No hizo falta nada más.


En un podcast, “Smoke Screen: My Fugitive Dad” (“Cortina de humo: mi papá fugitivo”), donde la Ashley narra su historia, habla de su lucha por cuidar a un padre moribundo sumergida en ese vendaval espiritual que significó descubrir tantas mentiras y verdades. "Quería que el mundo supiera quién era mi papá. También quería aprender sobre Ted Conrad, el ladrón de bancos, y Tom Randele, mi padre. Quería saber: ¿dónde se superponen?", describió.


Ted Conrad, a sus 20 años, cuando robo el banco donde trabajaba en Ohio. Luego desapareció por cinco décadas.





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