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Trump cayó en la trampa

El Presidente de EE.UU. planeaba tener un acto glorioso en Oklahoma para lanzar su campaña para la reelección. Habían armado un escenario descomunal porque previamente reservaron sus lugares más de un millón de personas. Pero los jóvenes habían organizado un boicot por TikTok y dejaron muchos espacios sin ocupar. El resultado: un estadio casi vacío.


Por Gabriel Michi



Trump habla ante las 6.200 personas que se hicieron presentes. Esperaban un millón. Arriba, las gradas raleadas.


Todo estaba listo para lo que sería un lanzamiento triunfal. Una fiesta gigante para el Presidente del "Volvamos a hacer grande a los Estados Unidos". Se presagiaba un desembarco glorioso para comenzar el camino a la reelección. Y la expectativa previa y el enorme nivel de interés que habían mostrado los postulantes a participar del gran evento, hicieron que Donald Trump y su equipo de campaña se entusiasmen como nunca. Pero, algo falló. Y no fue el azar. Fue un boicot organizado por jóvenes y adolescentes, tiburones de las redes sociales, que fue un éxito para ellos y un trago envenenado para el mandamás norteamericano.


El equipo de campaña de Trump había organizado este acto de lanzamiento hacia la reelección con mucho tiempo de anticipación. El lugar: un estadio de Tusla, en Oklahoma, lugar donde en las elecciones de 2016 el magnate sacó más de 40 puntos de diferencia sobre Hillary Clinton. Era "territorio amigo". Y eso les daba mayor seguridad. Cuando anunciaron que había que inscribirse vía web para poder asistir al mitín, un río subterráneo comenzó a circular. Y fue tan dismulado que ni los radares de los servicios de inteligencia de la principal potencia del Mundo pudieron advertir al Presidente de que algo no iba a salir bien.


Los organizadores de la campaña por la reelección empezaron a ver cómo día a día, minuto a minuto, el interés por estar presente crecía. O, al menos, eso parecía con los cientos de inscriptos. O, mejor dicho, miles. Al principio fueron unos 1.000, luego 2.000, 5.000, 10.000 y pronto se superó los 19.000 que es la capacidad máxima que tiene el estadio Bank Of Oklahoma (BOK) Center de Tulsa. Pero no quedó allí, los números subían en una carrera alocada hasta llegar casi al millón de supuestos interesados. Y, entonces, hubo que reorganizar toso. No alcanzaba con el escenario puertas adentros, sino que había que poder devolverle a semejante multitud tanto afecto. Por eso, montaron estructuras fuera del estadio para que todos puedan ver, con pantallas gigantes incluídas, el discurso de más de dos horas con que Trump planeaba iniciar su raid para permanecer en la Casa Blanca otros cuatro años más.


Y llegó el gran día. Sábado 20 de junio. El Presidente llegó con el ánimo encendido para abrazar a ese pueblo que tanto ansiaba verlo. Pero cuando ingreso al lugar, la sorpresa fue enorme. No había un millón de personas esperándolo. Ni siquiera medio millón. Ni tampoco 100.000. Ni los 19.000 para colmar las plateas internas. Según los bomberos, sólo estaban presentes 6.200 personas. El estacionamiento y las afueras del estadio donde habían montado esas estructuras estaban prácticamente vacío. De hecho, al puñado de gente que estaba allí las hicieron entrar al estadio para llenar un poco más esas sillas que aparecían raleadas. Aún así, no alcanzo. En todas las gradas superiores lo único que abundaban eran las ausencias. No había casi ninguna platea ocupada.




Un hombre solitario que demuestra el vacío que hubo en el estadio BOK Center de Tulsa, en Oklahoma.

Trump dio su discurso a "los guerreros" que sí habían participado del acto. Y se fue. Ofuscado, enojado. Preguntando qué diablos había ocurrido. Y la respuesta a su trago amargo no era otra cosa que un boicot, minuciosamente organizado por jóvenes que, a través de redes sociales como TikTok o fanáticos del K-Pop se confabularon para inscribirse en masa y, de esa manera, dejar prácticamente vacío el acto de lanzamiento de Trump hacia la reelección. Fue una jugada increíble, que se coronó con éxito y que sirvió de lección para la clase política. Una mini-revolución en tiempos de redes sociales. Donde los jóvenes escribieron una historia distinta y moderna de David versus Golliat. Algo que para algunos será una simple broma pero que esconde un contundente mensaje socio-politico. Un misil moral al Presidente de la potencia más fuerte del Mundo. Y eso, no es poca cosa.



Del festejo a la amargura


"¡Casi un millón de personas solicitaron entradas para el Rally de la noche del sábado en Tulsa, Oklahoma!", escribió Trump en Twitter el 15 de junio, cinco días antes del mitín. Era el dato que le habían informado, entusiasmados, los encargados de su campaña. Si bien se podrían imaginar que no iban a concurrir tantos, al menos armaron estructuras que permitieron suponer que esperaban al menos 100.000 personas en las afueras del estadio. De hecho, el jefe de la campaña de Trump, Brad Parscale, había sostenido que "ésta será la primera vez que el presidente hablará en persona a las multitudes que se encuentren tanto adentro como afuera", por el escenario que habían montado especialmente en el exterior del recinto. Esa plataforma fue desarmada poco antes de que empiece el acto, al notar que las multitudes habían fallado.





Los boicoteados acusaron a militantes "radicales" y a los medios de comunicación por semejante desplante. Sin embargo, poco a poco se comenzaron a ver los microvideos de TikTok en los que jóvenes y adolescentes mostraban su propia inscripción al evento y llamaban a la cruzada.


Y, también , personas experimentadas en lo que es el marketing político hasta dieron fe de cómo los jóvenes se habían complotado para lograr su objetivo. Por ejemplo, Steve Schmidt, miembro del Partido Republicano y parte de la campaña presidencial que colocó en la Casa Blanca a George W. Bush, reveló que su propia hija de 16 años y sus amigos habían reservado cientos de lugares para el acto, con la intención de no asistir y dejar esos agujeros sin ocupar. Lo revelado por Schmidt generó decenas de comentarios de otras personas que también sostenían que sus hijos habían contribuido al boicot de la misma forma.





El desplante a Trump tuvo un enorme abanico de repercusiones en forma de "memes" y también en cuanto a las declaraciones políticas. La que no dejó pasar la oportunidad fue la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez, revelación en las últimas elecciones y uno de los blancos preferidos del Presidente norteamericano. La joven legisladora latina elogió a los jóvenes y a los fanáticos del K-pop que dijo que "habían inundado la campaña de Trump con reservas de boletos falsos".


El equipo de campaña del magnate intentó minimizar el fracaso señalando que no fueron sólo 6.200 personas las que asistieron al mitín -como indicó el Departamento de Bomberos de Tusla- sino que por el detector de metales pasaron unas 12.000 personas. Si bien, al observar las imágenes del estadio (en particular el vacío de las gradas superiores), parece difícil que eso sea así, en el caso de que lo fuera también sería un contundente mal paso ya que estaban muy lejos del millón de personas que esperaban y que festejaban por Twitter en los días previos.


"Los izquierdistas y los trolls en línea están cantando victoria, pensando que de alguna manera afectaron la asistencia a la concentración, no saben de qué están hablando o cómo funcionan nuestras manifestaciones", dijo Parscale en un comunicado antes de sostener que nada de lo ocurrido afectó sus planes porque los ingresos al acto se dan por orden de llegada. Claro que el problema no fue ese, sino que el supuesto millón de fanáticos de Trump nunca se hizo presente.






En el lugar equivocado, en el momento menos indicado



Que esto haya ocurrido en Tusla y en la fecha en que ocurrió cobró un sentido especial No sólo porque esta ciudad fue protagonista de una verdadera masacre contra afroamericanos en 1921 sino que coincidió también con la celebración del fin de la esclavitud en territorio norteamericano. En momentos donde los reclamos anti-racistas desatados por el crimen de George Floyd todavía están calientes y en la que el propio Trump decidió colocarse del lado de los que criticaron las manifestaciones (que el muchos casos derivaron en hechos de violencia), no parece haber sido acertada la elección. Más allá del antecedente del triunfo del magnate en esa ciudad allá por 2016.


A eso se suma el enojo de muchos sectores de la sociedad por el manejo (o el desmanejo) que el Presidente hizo del tema del Coronavirus, ninguneando la gravedad de la Pandemia y metiendo presión para que la economía se reabra en todo el país, incluso en aquellos lugares donde el COVID 19 estaba haciendo estragos. El día que Trump hizo el acto ya había más de 2,2 millones de infectados y casi 120.000 muertos en los EE.UU. Pese a eso, en el mitín se permitió "bromear" al señalar que había pedido a las autoridades sanitarias que disminuyeran el número de pruebas que se hacían: "Aquí está la parte mala: cuando hagas pruebas, vas a encontrar más personas, encontrarás más casos. Así que dije 'hagan menos pruebas'".

Y el tema de la Pandemia también se hizo presente en el mitín de Tusla: no sólo no se respeto el distanciamiento social, sino que el porcentaje de personas con barbijos era muy menor. Obviamente, Trump jamás lo usó. Pero a las personas que asistían los obligaban a firmar un formulario en el que dejaban constancia que en caso de contraer Coronavirus no iban a poder reclamarle nada a los organizadores del acto. Eso sí, les tomaban la fiebre antes de ingresar. Pero parece que tampoco esas (escasas) prevenciones no alcanzaron: al menos seis personas que integran la campaña terminaron contagiados de COVID 19.



La campaña de los jóvenes en TikTok y el apoyo de fanáticos del K-Pop, incluyeron un festejo al ritmo de "Macarena".

Si bien la movida para boicotear el lanzamiento de Trump estuvo protagonizada sobre todo por jóvenes, hubo una mujer de 51 años, Mary Jo Laupp, residente en Iowa, que movilizó gran parte de esta movida e incentivó a las nuevas generaciones a que participen de la misma. "Todos aquellos que queremos ver este auditorio de 19.000 asientos apenas lleno o completamente vacío, vayan a reservar boletos ahora para que lo dejemos solo (a Trump) allí en el escenario", escribió en TikTok, una de las redes sociales favoritas de los jóvenes. Aunque no faltaron los posteos también en Instagram, Facebook o Twitter. Lo extraño es que el equipo de campaña o los servicios de inteligencia no se hayan dado cuenta de lo que se estaba generando.


Los videos de los jóvenes por TikTok mostrando ser parte del complot a través de sus inscripción ficticia al acto, como también los fanáticos de la música pop de Corea del Sur, con gran protagonismo en este tipo de actividades, pusieron al tope de las inquietudes juveniles el formar parte de esta trapisonda contra un personaje que no les resulta simpático. Y con el que están enfrentados por distintas causas, desde la ecología hasta su posición frente a los abusos racistas de la Policía. Todo eso ha contribuido a la caída de imagen de Trump en todas las encuestas. Y que hoy peligre su continuidad en el Salón Oval, después de enero del año próximo.


Hoy los jóvenes movilizaron esas causas y se movilizaron ellos mismos de la manera que ellos mejor manejan: a través de las redes sociales. Y construyeron un mensaje político contundente contra el político más influyente del Planeta. Hicieron su pequeña revolución desafiando al poder y toda su parafarnalia. Le vaciaron el acto con que los republicanos planeaban construir el trampolín para la reelección de su jefe. Fue la mejor jugada. La trampa en la que cayó Donald Trump.


El escenario que habían montado afuera del estadio tuvieron que desarmarlo para amortiguar el papelón.





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