Bangladesh: la represión a la represión
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La ex primera ministra, Sheikh Hasina, fue condenada a la pena de muerte por la respuesta brutal a una rebelión estudiantil de 2024 protagonizada por la "Generación Z". Hubo entre 800 y 1.400 muertos. Por estos hechos su gobierno cayó. Ella huyó y está protegida en India.
Por Gabriel Michi

Es una represión a otra represión. Una historia que empieza con varias muertes y que quizás termine también en otra u otras muertes. En un juicio histórico, la derrocada primera ministra de Bangladesh, Sheikh Hasina, fue condenada a la pena capital por la represión de un levantamiento estudiantil el año pasado que dejó cientos de muertos (al menos 800 pero que podrían llegar a 1.400) y provocó el derrocamiento de su gobierno tras 15 años en el poder. El Tribunal Internacional de Crímenes, con sede en Daca, la capital bangladesí, dictó la sentencia contra Hasina -y también su ex ministro del Interior, Asaduzzaman Khan- por su responsabilidad en el uso de fuerza letal contra los manifestantes- Según el Tribunal, Sheikh Hasina cometió "crímenes de lesa humanidad por su incitación, sus órdenes y su omisión al no tomar medidas punitivas”. Sin embargo, Hasina y Khan, huyeron a la India en 2024, por lo que ahora fueron condenados en ausencia. Hasta el momento, la India se ha negado a extraditarlos, lo que volvería al menos improbable que alguna vez sean ejecutados -la forma más usada para eso es la horca- o sean encarcelados.
A la ex mandataria Hasina le dieron la pena de muerte al ser encontrada culpable de cinco cargos de crímenes de lesa humanidad; también fue condenada a prisión perpetua por hacer declaraciones incendiarias y ordenar el exterminio de estudiantes manifestantes mediante el uso de helicópteros, drones y armas letales, en lo que fue una verdadera masacre que despertó el repudio tanto dentro como fuera de Bangladesh. Un tercer sospechoso, un ex jefe de policía, fue sentenciado a cinco años de prisión después de convertirse en testigo del Estado contra Hasina y declararse "culpable".
En aquel momento donde estallaron las rebeliones estudiantiles en julio y agosto de 2024, la represión ordenada por Hasina causó la muerte de más de 800 personas, además de que unas 14.000 resultaron heridas, según datos del gobierno interino de Bangladesh que la sucedió. Sin embargo, las Naciones Unidas estimaron en febrero que hasta 1.400 personas murieron. Los jueces del Tribunal sostuvieron en su sentencia que “era absolutamente claro que la ex primera ministra incitó a los activistas de su partido… y, además, expresó haber ordenado matar y eliminar a los estudiantes que protestaban”.
En su defensa la ex primera ministra argumentó que los cargos eran "injustificados", señalando que ella y Khan “actuaron de buena fe y estaban tratando de minimizar la pérdida de vidas. Perdimos el control de la situación, pero caracterizar lo sucedido como un ataque premeditado contra los ciudadanos es simplemente malinterpretar los hechos”. Y agregó: “los veredictos anunciados en mi contra fueron emitidos por un tribunal amañado, establecido y presidido por un Gobierno no electo y sin mandato democrático”. Esas declaraciones se hicieron públicas a través de un comunicado -que emitió desde su exilio en India- en el que denunció un veredicto planteó: “Rechazo las demás acusaciones de violaciones de derechos humanos del Tribunal Penal Internacional por carecer igualmente de pruebas. Estoy muy orgullosa del historial de mi gobierno en materia de derechos humanos y desarrollo”, añadió. Vale aclarar que Hasina, de 78 años, no puede apelar el veredicto a menos que se entregue o sea arrestada dentro de los 30 días posteriores a la sentencia, algo que parece muy lejos de ocurrir. Su partido, la Liga Awami, convocó un paro nacional el martes para protestar contra el veredicto.
Aquellas manifestaciones estudiantiles comenzaron en forma pacífica, protestando contra las cuotas de empleo en la administración pública. Eso fue creciendo y se transformó en una movilización nacional para exigir la renuncia de Hasina. Hasta que llegó la violenta represión. Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, pudo haber causado la muerte de hasta 1.400 personas. El Tribunal llegó a escuchar los desgarradores testimonios de más de 25.000 personas, muchas de ellas heridas en la represión.

Hasina gobernó la nación del sur de Asia con mano de hierro desde 2009 hasta su derrocamiento en 2024, tras el violento desenlace de la represión a las protestas. Existen algunos temores de que el veredicto del lunes pueda desencadenar una ola de caos político antes de las elecciones nacionales previstas para febrero del próximo año, en medio de múltiples conflictos en esta nación de más de 176 millones de habitantes, que han demostrado un llamativo fanatismo por la Selección de fútbol de Argentina.
Pese a rechazar el procedimiento en su contra, los abogados de Hasina habían presentado una apelación ante el relator especial de las Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias, alegando “serias preocupaciones sobre la falta de garantías procesales y del debido proceso”. Pero todos esos recursos fracasaron y llegó esta sentencia letal que fue muy esperada por decenas de manifestantes que se congregaron antes del veredicto frente a la residencia en ruinas del padre de Hasina, el ex primer ministro Sheikh Mujibur Rahman, en el barrio de Dhanmondi. Los manifestantes llegaron con dos excavadoras, prendiendo fuego en la calle y bajo el grito: “¡Derríbenlo y quémenlo!”. La bronca es por todo lo que representó el control con el que esa dinastía familiar de los Hasina manejó el poder. El Ejército y la Policía les lanzaron bastones para evitar esa demolición. Horas antes, el domingo 16, hubo otras protestas violentas en Dacca, el domingo, donde explotaron varios cócteles molotov lanzados por personas en motocicleta. Eso llevó a reforzar la seguridad en la capital, con vehículos blindados y agentes con escudos antidisturbios rodeando el Juzgado, y la Policía, la Guardia fronteriza y equipos de Acción Rápida fueron desplegados cerca de edificios gubernamentales clave.
A la violencia en las calles y el clima de beligerancia se suman las tensiones políticas. Así como el partido de la ex primera ministra llamó a un paro de 24 horas, el propio hijo de Hasina declaró que los simpatizantes de su agrupación bloquearían las elecciones del próximo año si no se levantaba la prohibición impuesta a ese movimiento, advirtiendo que las protestas podrían tornarse violentas. “No permitiremos que se celebren elecciones sin la Liga Awam. Nuestras protestas se intensificarán cada vez más y haremos lo que sea necesario. A menos que la comunidad internacional intervenga, es probable que haya violencia en Bangladesh antes de estas elecciones… habrá enfrentamientos”, amenazó.
La historia de Sheikh Hasina está ligada estrechamente a la de su nación. Ella es la hija mayor de Sheikh Mujibur Rahman, padre fundador de Bangladesh, y se se vio inmersa en la política desde muy joven cuando ese país luchaba por la autonomía frente a Pakistán. En 1975 hubo un violento golpe militar, en el que fueron asesinados su padre, su madre y tres hermanos. Por eso ella su hermana se vieron obligadas a exiliarse. Recién pudo regresar a Bangladesh en 1981 para liderar la Liga Awami, el partido de su padre, y tras años de oposición política se convirtió en "primera ministra" por primera vez cuando el partido ganó las elecciones de 1996. Cumplió un mandato y regresó al poder en 2008, gobernando Bangladesh con su partido, la Liga Awami, hasta el año pasado, cuando cayó tras el escándalo generado por su descomunal y criminal represión contra las protestas estudiantiles.
Es cierto que bajo su liderazgo, Bangladesh entró en una era de significativo desarrollo económico, pero también afloraron acusaciones de corrupción, retroceso democrático, autoritarismo y violaciones de derechos humanos. Sin embargo, Hasina había logrado superar numerosas protestas previas contra su Gobierno. Hasta las del 2024 cuando estalló la exitosa revolución liderada por la "Generación Z" que -con cientos de bajas propias- logró derrocarla. Ella se escapó a Nueva Dheli, como también muchos de sus familiares, líderes del partido y exministros de su administración que residen fuera de Bangladesh. Y desde ese exilio atacan el proceso judicial contra esta mujer como también al Gobierno interino, liderado por el premio Nobel Muhammad Yunus, que afirma que estos juicios son un paso fundamental para restablecer la "rendición de cuentas" y "reconstruir la confianza pública" en las instituciones democráticas del país. Un país atravesado por el dolor y la violencia y que hoy presencia un momento bisagra. El de la represión a la represión. Aunque la pena capital es algo anacrónico y condenable. Porque en definitiva es hacer pagar con muerte las muertes. Como la Ley del Talión. Del "ojo por ojo". Cuando, se supone, le Humanidad ha evolucionado para responder desde la legalidad a la brutalidad más absoluta. Sino es "comerse al caníbal".










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