Hay más de 70 muros en el Mundo que separan fronteras entre países y generan múltiples inconvenientes y discriminaciones. Los migrantes son los que sufren las consecuencias. Tras el punto final que Biden le puso al de Trump con México, ahora República Dominicana quiere levantar el suyo con el devastado Haití. Se pensó que con la caída del de Berlín cambiarían las cosas, pero las murallas se septuplicaron: hoy se extienden por unos 40.000 kilómetros.
Por Gabriel Michi
"No construyan muros sino puentes" aconsejó hace unos años en Papa Francisco. La metáfora se daba mientras que Donald Trump hacía campaña con la construcción de la muralla entre EE.UU. y México. Con Joe Biden en la Casa Blanca, esa dirección cambió. Pero lo cierto es que gran parte de ese muro ya estaba construido antes de la llegada del magnate al poder. Si bien escandaliza por lo que simboliza esa fortaleza fronteriza en la que se combinan tramos de bloques de cemento, vallas, alambrados y otros tipos de separaciones artificiales, lo cierto es que no es la única en el Mundo, aunque quizás sea el más conocido. A lo largo y ancho del Planeta se extienden miles de kilómetros de esas divisiones en al menos 70 límites fronterizos entre países. Y ahora avanza la idea de crear uno, nada más y nada menos, entre dos países latinoamericanos: República Dominicana quiere levantarla en su límite con Haití. Sería el primero de este tipo en la región.
Esas barreras que también se extienden en Europa, África y Asia, han existido por décadas pero la esperanza de que con la caída del Muro de Berlín (1989), ese tipo de divisiones iban a desaparecer de la faz de la Tierra se diluyó en poco tiempo. Hoy hay muchos más: de 11 que había en aquel entonces a más de 75 en la actualidad. La justificación que se utiliza cuando se los erige es que con eso se frena la inmigración ilegal, los delitos vinculados al contrabando (de todo tipo de elementos) y, más recientemente, hasta el terrorismo. En total el cálculo es que hay murallas y cercos de este tipo en casi 40.000 kilómetros a lo largo del Mundo, o sea, una vuelta al Planeta.
"El 9 de noviembre de 1989 se derribó el Muro de Berlín, marcando lo que muchos esperaban que fuera una nueva era de cooperación y de apertura a través de las fronteras", señaló el Transnational Institute (TNI), un centro de reflexión internacional con sede en Ámsterdam (Países Bajos). En un artículo de Chicago Tribune, el TNI explicó: "Pero 30 años después, parece ocurrir todo lo contrario: el mundo responde a los problemas de seguridad con muros, militarización y aislamiento", agrega TNI en su informe "Construyendo Muros".
Tras la caída del Muro de Berlín, en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1989, se empezó a soñar con un Mundo sin esos monumentos a la intolerancia y la desigualdad. Pero nada de eso ocurrió. Todo lo contrario. Más allá que ya existía una separación artificial entre Marruecos y el Sáhara Occidental desde 1987, o Sudáfrica y Zimbabue (1984), o la India y Pakistán (también en los '80), o Sudáfrica con Mozambique (1975), o Israel y Siria como también Israel y Líbano (1967), o Guántanamo en Cuba (1959), o aquella segmentación que separa dos universos entre Corea del Norte y Corea del Sur (1953), muchos se ilusionaron con que a futuro no se iban a erigir más murallas o frenos a la integración. Lejos de eso, ocurrió lo opuesto.
A las excusas mencionadas se sumaron los conflictos armados y, por supuesto, el clima de paranoia general desatado después de los atentados contra las Torres Gemelas en Nueva York, aquel 11 de septiembre de 2001. Una publicación de la revista «Courrier International», con una infografía especial mostró como de aquellas 11 murallas y vallas que había en 1989, se llegó a las más de 70 de hoy en día. Más allá del muro de EEUU con México, sin duda los que separan a Israel de Cisjordania (levantado desde 2002) y con la Franja de Gaza (2005) son los que más se han discutido en el Mundo.
Pero sin duda la propuesta que Trump hizo para radicalizar a los más radicalizados militantes anti-migrantes escondía -además de un instinto discriminatorio que ubicaba al mal del lado de los mexicanos y latinos en general- ciertas mentiras. En realidad, gran parte del muro ya existía desde el año 2006, cuando en la Casa Blanca gobernaba otro republicano, George W. Bush y cuyas construcciones continuaron con el demócrata Barack Obama. Cuando Trump asumió ya se habían levantado más de 1.000 kilómetros de muros, vallas y distintas divisiones artificiales. Otra gran parte de la frontera con México (en total son 3.100 kilómetros) no necesita de esas construcciones por que los propios accidentes naturales (ríos, cañones) actúan de barreras de por sí.
Las murallas llegan a Latinoamérica y el Caribe
En las últimas horas la noticia de que un muro se levantaría por primera vez en países de América Latina y el Caribe fue un verdadero shock. La intención parte del Gobierno de República Dominicana, que erigiría una muralla en su única frontera con otro país: el golpeado Haití. Según han señalado las autoridades la decisión buscaría frenar los "graves problemas de inmigración ilegal". Es conocido que muchos haitianos cruzan la línea divisoria para buscar un futuro en su vecino país, donde la calidad de vida es muy superior frente a una realidad dramática que atraviesa la nación más pobre de toda América.
Tras el anuncio del presidente Luis Abinader ante la Asamblea Nacional, trascendió que se trataría de una doble verja perimetral con 190 kilómetros de extensión (prácticamente la mitad de los 373 km que dividen en dos a la isla- y con un costo que rondaría los 100 millones de dólares. En República Dominicana viven alrededor de 500.000 haitianos en situación irregular, lo que constituye el 5% de su población (10 millones de personas).
Ya se han construido 23 kilómetros del "muro" y cuando concluya el 2021 se estima que se llegará a unos 30 kilómetros. Así el gobierno dominicano planea resolver un problema real que tiene en materia migratoria, con una traducción muy violenta por ejemplo en el tráfico de niños para el trabajo esclavo (cómo se detectó en las últimas semanas) pero sin atender la gravedad humanitaria que esto significa para sus vecinos haitianos. En esta iniciativa también se traduce un clima de creciente xenofobia que viven muchos de sus ciudadanos y de su dirigencia hacia los migrantes llegados desde Haití.
Entre la autodefensa y el Apartheid
Seis de cada 10 habitantes del Mundo viven en países que han levantado muros o vallas fronterizas. Serían más de 4.600 millones de personas. Así lo demuestra el informe “Mundo amurallado, hacia el Apartheid Global” , publicado por el Centre Delàs d’Estudis per la Pau, el Transnational Institute, Stop Wapenhandel y la campaña Stop the Wall.
Es más, el 60% de los muros que se han levantado en los últimos 50 años han sido para frenar la llegada de migrantes que escapan de sus propios países, por situaciones donde está en juego su propia vida: son desplazados forzosos que se topan con esas paredes de exclusión e inhumanidad. Asia concentra el 56% de los muros del Mundo, seguida por Europa con el 26%. Y hay que decir que detrás de la construcción de esas murallas además se esconden millonarios negocios de empresas multinacionales norteamericanas, europeas o israelíes.
De hecho, más allá de los Estados Unidos que a lo largo de sus 3.100 kilómetros de frontera con México tiene tramos interrumpidos en sus más de 1.000 kilómetros ya construidos, Israel es el país que más cantidad de muros ha levantado (no de kilómetros): un total de 6. Seguido por Irán, Marruecos e India, con 3 cada uno.
Siria, que es un país devastado por una guerra sin cuartel desde hace una década (donde participan también las grandes potencias), es quien más sufre las consecuencias de esos aislamientos: hay 4 países de un total de 5 que lo rodean, que han erigido murallas fronterizas: Israel, Turquía, Jordania e Irak.
Uno de los países que más recurrió a este tipo de separaciones es la India, que erigió más de 6.540 kilómetros de barreras con los países vecinos, lo que equivale al el 43,29% del total de sus fronteras. En África, otra muralla gigantesca es la que rodea a Sahara Occidental que tiene un muro de más de 2.720 kilómetros que empezó a ser construido en 1980 por Marruecos para impedir acciones militares por parte de los saharuis (habitantes de Sahara Occidental).
Europa, que como continente suele ser un faro en materia de Derechos Humanos también ha retrocedido en la materia al ver cómo en algunos de los países que integran la UE los gobiernos nacionales decidieron elevar vallas y murallas para frenar la llegada de inmigrantes que arribaban escapando de África o de Asia, escapando de crisis humanitarias desesperantes. Por ejemplo, hay barreras de este tipo en el límite entre Grecia y Turquía o entre Bulgaria y Turquía. Incluso en pleno corazón europeo, donde el gobierno ultraderechista de Hungría, encabezado por el polémico Viktor Orban, comenzó a levantar en 2015 alrededor de 175 kilómetros de una una cerca con alambrado de púa de cuatro metros de altura en su frontera con Serbia, como anticipo de otra en el límite con Croacia. algo similar ocurrió en la delimitación entre Macedonia y Grecia, Eslovenia y Croacia, y Austria y Eslovenia.
Un poco más al sur, también las filosas vallas que separan los enclaves españoles de Ceuta y Melilla con Marruecos en continente africano.
"Es sumamente triste que el muro se haya vuelto el símbolo de esta época, tres décadas después de la caída del muro de Berlín. No solamente es una traición a las esperanzas de la gente en 1989, sino también nos encierra en una fortaleza sin salida y sin humanidad. Todas las investigaciones nos dicen que podemos esperar más migración en las próximas décadas. Por lo tanto, es de profunda importancia buscar otras formas dignas y humanas de responder a las necesidades de las personas que son forzados a huir de sus hogares por razones de pobreza, violencia y cambios climáticos”, apuntó Nick Buxton, co-editor del informe citado e investigador del TNI.
Así, en pleno siglo XXI, con la mundialización de todos los aspectos de la vida, los muros, barreras y vallas se erigen como divisiones insondables con las que países en una mejor situación que sus vecinos pretenden frenar a aquellos que anhelan escapar de sus propios infiernos. Un Apartheid moderno que parece retrasar a la Humanidad. Y que se levantan para ocultar miedos, discriminaciones y autoritarismos. Eso es lo que se esconde, detrás de las paredes.
Comments