La ONU denunció que, por primera vez en la historia de la Humanidad, en Libia se utilizaron drones no tripulados ni dirigidos por personas que atacaron a seres humanos. Hay preocupación mundial por lo que significa el uso de esta tecnología para matar. Tal como en la ciencia ficción, estos peligrosos "kamikazes" son una realidad. La "Era Terminator" ya llegó.
Por Gabriel Michi
Y el futuro más temido ya llegó. Ya es una espeluznante realidad. Eso en lo que tanto fantasearon los libros y películas de ciencia ficción cobró cuerpo. Y nada parece detenerlo. Por primera vez en la historia de la Humanidad drones automáticos, sin la intervención humana, atacaron a personas de carne y hueso. Así como se lee. Ocurrió en Libia, a fines de 2020. Pero el hecho se conoce recién ahora, por una denuncia formulada por la Organización de Naciones Unidas (ONU). Los "Terminators" voladores embistieron en Libia contra las tropas del general Jalifa Haftar, en medio de un conflicto con el gobierno (reconocido por la ONU) del entonces Primer Ministro, Faiez Serraj, enfrentamientos que se repiten desde la caída (y posterior ejecución por tropas locales apoyadas por la OTAN) de Muamar Kadafi en 2011.
El uso de drones militares y sistemas de armas autónomas letales es algo que preocupa al Mundo. En este caso, fueron drones STM Kargu-2, fabricados en Turquía, los que salieron a "cazar" sin la intervención directa del mando humano a soldados enemigos. Y hasta los hicieron retroceder varios kilómetros en el terreno. El informe de expertos de la ONU no definió si hubo víctimas fatales o heridos, pero el simple hecho del uso de esta tecnología autónoma ya presagia el peor de los pronósticos a futuro.
"Los sistemas de armas autónomas letales estaban programados para atacar objetivos sin requerir la conectividad de datos entre el operador y la munición: en efecto, una verdadera capacidad de 'disparar, olvidar y encontrar'", sostuvo la ONU. Y agregó: "Los vehículos aéreos de combate no tripulados y la pequeña capacidad de inteligencia, vigilancia y reconocimiento de los drones con la que cuentan las fuerzas de Haftar fueron neutralizados mediante la interferencia electrónica con el uso del sistema de guerra electrónica Koral". Así se describió el primer ataque de drones militares contra humanos que se llevó a cabo de forma completamente autónoma.
También se señala que estos vehículos aéreos de combate no tripulados y los sistemas de armas autónomos letales “habían demostrado ser una combinación muy eficaz para derrotar a los sistemas de misiles superficie-aire Pantsir S-1 entregados por los Emiratos Árabes Unidos” a las fuerzas aliadas a Haftar. “Anulada la amenaza del Pantsir S-1, las unidades de las fuerzas afiliadas a Haftar no disponían de ninguna protección real contra ataques aéreos a distancia”, explicaron.
“La potencia de fuego concentrada y la conciencia de la situación que proporcionaron esas nuevas tecnologías de combate constituyeron un importante multiplicador de fuerzas para las unidades terrestres de las fuerzas afiliadas al Gobierno de Consenso Nacional, que poco a poco fueron degradando la capacidad operativa de las fuerzas afiliadas a Haftar. Las unidades de estas últimas no estaban ni entrenadas ni motivadas para defenderse del uso efectivo de esa nueva tecnología y normalmente se retiraban en desbandada. Una vez en retirada, eran sometidas a un acoso continuo por parte de los drones", concluye el documento
Desafío mundial
El uso de esta tecnología autónoma genera un alerta a escala planetaria. De hecho, los especialistas argumentan que el uso de estos drones kamikaze tipo Kargu-2 viola la resolución 1970 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas del años 2011, que prohíbe a todos sus Estados miembros involucrarse en "el suministro, la venta o la transferencia, en forma directa o indirecta" de armamentos a Libia. Sin embargo, no hay una legislación clara al respecto. De hecho, el secretario General de la Organización, Antonio Gutérres señaló: "Estas armas son políticamente inadmisibles, moralmente reprobables y deberían estar prohibidas por el derecho internacional». Fue en un escrito que presentó durante una reunión de un grupo de expertos gubernamentales de la organización en el ámbito de los sistemas de armas autónomas en marzo de 2019. Es decir, mucho antes de que este ataque robotizado contra seres humanos se materialice en Libia.
También, varios organismos Derechos Humanos y Organizaciones No Gubernamentales pidieron una prohibición global de los sistemas de armas autónomos letales. Sin embargo, una coalición de miembros de la ONU, incluido los Estados Unidos, opina que las regulaciones legales preventivas no son necesarias. Pese a la posición institucional hasta del propio Secretario general de la entidad.
Según señaló Mary Wareham, directora de defensa de la división de armas de Human Rights Watch, "a gran mayoría de países no tendrá acceso a esta tecnología”. China, Rusia, Estados Unidos e Israel (además de la mencionada Turquía) son algunas de las potencias que ya fabrican y cuentan con estos robots automatizados capaces de matar a seres humanos sin intervención de otras personas. Algo que es preocupante para los ciudadanos: una encuesta de 2020 de HRW a 19.000 personas en 28 países mostró que más de la mitad de los encuestados estadounidenses (55%) están a favor de la prohibición de las armas autónomas, al igual que el 58% de los encuestados rusos y el 53% de los chinos, por citar sólo algunos ejemplos.
Human Right Watch encabeza una campaña para que se ponga fin al desarrollo y la utilización de este tipo de "robots asesinos".
El Kargu-2, un arma letal
A diferencia de lo que venía ocurriendo con el uso de drones de ataque en lugares como Afganistán o Irak, que eran manejados como si fueran juegos electrónicos con Joysticks por pilotos a distancia (por ejemplo desde containers en algún desierto de los Estados Unidos, a miles de kilómetros de distancia de sus objetivos), este tipo de tecnología ya ni siquiera necesita de esos comandos humanos. Así, el Kargu-2 es un dron merodeador de fabricación turca que utiliza algoritmos de aprendizaje automático y procesamiento de imágenes en tiempo real para rastrear y detectar objetivos de forma autónoma, sin intervención de seres humanos.
Según el fabricante de armas turco STM, está diseñado específicamente para “operaciones de guerra asimétrica y antiterroristas”. Así lo informa la compañía en su página web. Puede funcionar de manera autónoma y también manual. Y hasta se puede coordinar con otros drones para moverse en forma de "enjambre" de drones kamikaze. Este modelo usado en Libia pesa 7.060 gramos y mide 60 centímetros de largo y 60 centímetros de ancho, con una altura de unos 40 centímetros y tiene una autonomía de 30 minutos en el aire. En cuanto a su velocidad, puede alcanzar los 72 kilómetros por hora y una altura de 2.800 metros de altitud.
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