David Beriain fue asesinado por terroristas en Burkina Faso, junto al camarógrafo Roberto Fraile, mientras filmaba un documental sobre la caza ilegal. El corresponsal de guerra había empezado en el oficio siendo pasante en el diario "El Liberal" de Santiago del Estero, donde llegó con tan sólo 22 años. Tuvo que dejar el país por las amenazas del gobierno de Carlos Juárez. El recuerdo de los compañeros que compartieron esos momentos con el reportero que se convirtió en un ícono de la prensa mundial. Su vida desconocida en aquella Argentina.
Por Gabriel Michi
A 10.000 kilómetros de distancia. Desde una tierra desconocida, respondieron con una carta muy esperada. Una de las tantas enviadas a distintos medios por David Beriain, había surtido efecto y tenía su correspondencia. Trascurría el año 1998, y con apenas 21 años, necesitaba realizar una pasantía en algún medio del Mundo, como requisito para terminar sus estudios de Periodismo en la prestigiosa Universidad de Navarra. Allí había conocido a Julio César Castiglione, hijo de Antonio, director del diario "El Liberal" de Santiago del Estero. Y, de esa manera, llegó la oportunidad. David desembarcó finalmente en la provincia norteña argentina. Era un joven inquieto, con muchas ganas de poder despuntar el periodismo de investigación. Aún en esa tierra enigmática y desconocida. Y así lo hizo.
Años después Beriain (43) se convertiría en un ícono del periodismo español más comprometido y también en un ejemplo admirado por colegas de todo el Mundo. Sus documentales y series, sus coberturas en medio de los peores conflictos bélicos, sus incursiones en el corazón de las organizaciones más peligrosas del Planeta (Cartel de Sinaloa, la mafia italiana, FARC, entre otras), sus producciones mostrando el padecimiento de los más vulnerables (como por ejemplo los migrantes y refugiados) lo convirtieron en un faro para aquellos periodistas que se apasionan hasta los huesos con el oficio. Y había construido una excelente dupla con el camarógrafo Roberto Fraile (47), con quien llegaron hace unas semanas a Burkina Faso, un pequeño país de África, para retratar la caza ilegal en sus parques nacionales. Allí, lamentablemente, ambos encontraron la muerte, junto con el irlandés Rory Young, de la ONG Chengeta Wildlife Foundation, tras ser emboscados por un grupo terrorista -presumiblemente de El Grupo de Apoyo al Islam y los Musulmanes (JNIM), la rama local de Al Qaeda- en la zona de Pama, al sureste de Burkina Faso.
Pese a que iban acompañados por una brigada anti-cazadores furtivos de más de 30 hombres, eso no alcanzó para frenar la embestida del grupo terrorista que los superó en número y violencia. Camionetas con ametralladoras y decenas de motos los asediaron con el objetivo de dividir al contingente y así poder llevarse el botín que más les interesaba: las armas de la brigada. Los periodistas debieron soportar un fuego cruzado por más de tres horas, hasta quedar separados de los uniformados armados, y escapar por un bosque donde fueron atrapados y posteriormente fusilados (con disparos en el pecho) por los yihadistas. Fue en la noche del 27 de abril de 2021. A partir de allí, la conmoción sería mundial.
Desde todo el arco político español, cualquiera sea la posición ideológica, se despidió con merecidos honores a los periodistas. Todos resaltaron la calidad y el valor informativo del trabajo que caracterizó a Beriain y Fraile. Los propios colegas también rindieron su tributo y respeto. No sólo de España, sino de todo el Mundo. Y, finalmente, cuando sus cuerpos llegaron a territorio ibérico, fueron recibidos como lo que se convirtieron, verdaderos héroes que dignificaron el oficio de los periodistas.
Pero semejante recorrido profesional tuvo un origen. Y, el de David Beriain, conduce inexorablemente hacia la Argentina, donde el valiente reportero dio sus primeros pasos en el periodismo.
Los orígenes santiagueños
A los 21 años, cuando David Beriain llegó a Santiago del Estero en aquel 1998, ya tenía cursada la mayor parte de su carrera en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad de Navarra. Y allí empezó a cobrar vuelo la oportunidad más soñada, desde un recóndito lugar que ni conocía. En realidad, David nunca había pisado siquiera la Argentina, ni tampoco la región. "Vino a conocer un poco de qué se trataba esto de Latinoamérica, que era Santiago del Estero, y qué historia se podía contar. En un primer momento sólo se quedó unos tres meses; y después se volvió a España", cuenta -a MundoNews- José Aranda, ex compañero y amigo del diario El Liberal, con quien compartieron trabajo y hasta vivienda: un departamento en la calle Pedro León Gallo, en el corazón de la capital santiagueña.
Fue tal el impacto que le generó esa experiencia y la curiosidad y el magnetismo por una sociedad anclada en los '70 -con un caudillo todopoderoso, Carlos Juárez, quien con su mujer Nina Aragonés, manejaba la provincia como un verdadero feudo y mano de hierro- que David quiso regresar lo antes posible para vivir allí y contar esas historias increíbles. Esas historias que parecían extraídas de una novela de Gabriel García Márquez. Una novela que también dotaba de un protagonismo central a la figura de un personaje en particular: el polémico jefe de policía Antonio Musa Azar (con un pasado muy oscuro en la época de la dictadura militar por el que hoy está detenido), quien tenía montada una estructura de inteligencia paralela que espiaba a dirigentes políticos, periodistas, referentes sociales y todo aquel que pudiera ser considerado una "amenaza" para el régimen juarista. Ese oscuro represor despertaba un interés especial para el inquieto y joven periodista llegado desde España.
"El Gallego" -como lo llamaban- era un intrépido y curioso reportero que quería investigar a ese poder que pretendía ocultar sus miserias para mantenerse indemne y eterno. Con su juventud a flor de piel, el cronista buscaba volcar todas aquellas enseñanzas y conocimientos que había aprendido en la Universidad. José Aranda, su amigo, le contó a MundoNews que "en 1999 volvió a Santiago porque le había gustado mucho y lo hizo con la idea de quedarse a trabajar durante un tiempo. Se quedó entre el año 1999 y 2000. En ese tiempo el diario sacó una serie de investigaciones que se llamaban 'El Liberal Investiga', que abordó temas como el espionaje ilegal, el uso político de la vivienda, y, por último, los negocios que se hacían con las asignaciones familiares a través del ANSES. Yo lo acompañé en esas dos últimas investigaciones. Y después de eso, David se fue de la provincia a emprender otro tipos de investigaciones y los documentales que todos conocimos”.
Vale decir que aquellas investigaciones, de hace 23 años, tenían un enorme valor y representaban una enorme osadía al desafiar a ese poder político tan poderoso como peligroso. “Eran denuncias muy fuertes contra el caudillo Carlos Juárez. Han sido investigaciones que tuvieron repercusiones nacionales e internacionales. Y fue el bautismo de fuego de David. Después lo ha sabido desarrollar y potenciar a un nivel mucho mayor".
- MundoNews: ¿Y por qué David se fue de Santiago del Estero?
- José Aranda: En el año 2000, cuando ya se había publicado el primer suplemento de "El Liberal Investiga", que trataba sobre el espionaje policial, David se dio cuenta de las intervenciones telefónicas que había sobre políticos, de gente que estaba vinculada a la actividad pública. Después sacamos el suplemento que abordaba el uso político de la vivienda. Y allí fue cuando una de las fuentes lo llamó y le dio un papel con un dibujo. Y esa fuente le dijo “Anden con cuidado porque la cosa se va a poner jodida para ustedes". Cuando David llegó al departamento, me mostró el papel y no le encontrábamos mucho sentido. Era un dibujo en una hoja de cuaderno.
- MundoNews: ¿Y de qué se trataba ese dibujo?
- Darío Aranda: El dibujo era un croquis, hecho a mano alzada, con todo el detalle del departamento en el que estábamos viviendo. Dónde estaban las habitaciones, dónde estaban las ventanas, dónde estaban las puertas de ingreso .. Para llegar había que atravesar un portón grande que pertenecía a un garage y entrar 30 metros y en el medio estaba la casa y nuestro departamento que nos alquilaba Alejandro Garay. Ahí era nuestra base de operaciones, donde vivíamos, dormíamos y era una especie de oficina donde acumulábamos las pruebas que íbamos juntando, la documentación, armábamos el esquema de la nota que íbamos a hacer. Recuerdo que para uno de los suplementos, pegamos en una pared todos los datos que teníamos para ver qué nos faltaba, qué pruebas debíamos reunir antes de publicar. Todo eso lo hemos hecho en ese departamento. Ese ha sido el detonante (de su partida) porque todo nos indicaba que la cosa podía ponerse más complicada hacia adelante. Y por eso David se fue.
Más allá de que ese era el primer trabajo de Beriain, parece increíble que un hombre que después se metió en el corazón de cuanto conflicto hubiera (Irak, Afganistán, Congo, Sudán, Libia, Colombia, México y mucho más) tuviera que "escapar" de Argentina en plena etapa democrática del país, por los peligros que representaba el poder del "Clan Juárez" y sus secuaces. Lo que no pudieron las guerras más feroces, las bandas criminales más temerarias del Planeta, lo pudo un régimen feudal en Santiago del Estero.
¿Cómo era David?
Según cuentan todos lo que conocieron, además de ser una persona muy entrañable, afable y con una bonhomía sin igual, David Beriain también era un profesional muy detallista, obsesivo por conseguir y chequear la información de primera mano. “Era un ‘chango’ divino, espectacular. Al 'Gallego' lo adoptamos como hijo. Yo tengo 10 años más que él . Le gustaba mucho el periodismo de investigación. Cuando vino acá tendría 21 años y era un chico muy inquieto, muy buena onda", recuerda Julio Rodríguez, quien por ese entonces era Jefe de Política y Economía del diario El Liberal.
Algo similar opina Alejandro Garay, amigo, compañero y quien le alquilaba el departamento a David. En diálogo con MundoNews, Garay cuenta: "Algo que siempre he admirado de David es que era un tipo muy sano, de mente y de corazón. No recuerdo nunca haberlo escuchado hablar mal de alguien. Le gustaba mucho la música de Santiago. También la comida. La chacarera fue algo que lo deslumbró la primera vez que vino, las piezas musicales de Los Carabajal. No tenía vicios: no fumaba. No era de tomar. Era muy sano en general. Y desde siempre, desde muy joven a los 18 años, ya sabía qué tipo de periodista quería ser. La tenía super clara y llegó a hacer lo que quería hacer justamente con su vida y con su carrera". Y todos los testimonios de quienes lo conocieron son similares: David sabía hacia donde quería ir en el desarrollo del periodismo. Y para eso, 23 años después de aquellos inicios en Santiago del Estero, había montado su propia productora, "93 Metros", junto a su mujer Rosaura Moreno.
En el mismo sentido lo describe José Aranda ante MundoNews: “David era muy meticuloso, de buscar muchas fuentes, de andar por todos lados, Era un tipo que tenía mucha sagacidad, era muy inteligente. Y metódico para llevar adelante las cosas. Estos trabajos fueron los primeros pasos que realizó en periodismo y los hacía tal cual como se lo habían enseñado en la Facultad. Siguiendo todos esos parámetros en el tema de la investigación, el armado de las notas, cómo presentarlas, que se conjugase lo escrito con las imágenes, cómo documentar todo. De eso hemos aprendido juntos”.
José recuerda la última conversación que mantuvieron -en febrero pasado- vía WhatsApp y en el que le envió a su amigo español el audio de lo que estaban pasando por la radio: la canción "Tan solo", de la banda de rock Los Piojos, una de las favoritas de David, que le rememoraba sus tiempos en Santiago y que seguía escuchando a la distancia. Luego sobrevendría la promesa de visitarlo próximamente en "Madriz" (así con zeta, como le decía Beriain) y de llevarle alfajores de maicena, de esos que no conseguía en España y que eran su deleite, con un vaso de agua, en cada desayuno santiagueño.
En su página de Facebook, Alejandro Garay lo recordó así: "David fue uno de esos hermanos de la vida con quien uno vive un período tan intenso que su efecto dura para siempre. Sin duda, él fue para mí una de las personas más influyentes. Se agolpan los recuerdos de juventud, cuando teníamos toda la vida por delante y, en nuestros inicios en el periodismo, soñábamos con hacer nuestro aporte para mejorar el mundo. Recuerdo que fue en esa época que David me comentó sobre una película de corresponsales de guerra que había visto. Estaba fascinado e insistió para que la viera (no recuerdo el título). Yo no encontré nada inspirador en ese film, pero para él fue como si se hubiera encendido una gran luz que le revelaba exactamente lo que le gustaría hacer por el resto de su vida. Y lo hizo, siempre apostado en la primera línea de las zonas de conflicto más peligrosas del planeta para mostrar al mundo las imágenes y las voces de quienes atraviesan las situaciones más extremas".
Y continúa: "Atesoro en mi memoria las interminables charlas filosóficas sobre propósito, vocación, ética, destino, servicio y humanidad que abordábamos con la intención de definir nuestros cimientos. David hizo de su carrera un testamento de cada uno de esos temas. Su pasión y su enfoque se antepusieron a cualquier otro asunto que el resto de las personas consideramos prioritarios. (...) Sabía de todo: arte, cultura, historia, y le encantaba compartir sus conocimientos".
Garay cuenta que la llegada a Santiago del Estero fue como un amor a primera vista. "Se enamoró de nuestra tierra y su música, que gracias a él aprendí a valorar más.
Nuestra amistad fue inmediata y espontánea. Después la vida nos llevó por caminos diferentes y nos "perdimos el rastro". Pero hace un par de años recibí una llamada suya que me alumbró el alma. El par de horas que dedicamos para ponernos al día comprobó que la amistad trasciende tiempo y espacio. El afecto, la consideración y el respeto mutuo estaban intactos. Era reconfortante pensar que en cualquier momento nos reencontraríamos una vez más. Eso no pasará. Duele".
Su legado
Según lo que Alejandro Graray publicó en su Facebook: "David se fue antes de que la Humanidad premiara su coraje, entrega y compromiso inclaudicables al servicio del periodismo de investigación. Un servicio que le costó la vida misma. No obstante, algo me dice que David habría preferido exactamente ese final en la película de su vida. No lo digo liviana o frívolamente, sino porque su carácter heroico y arriesgado fueron las constantes que moldearon su trayectoria. De todos modos, Ojalá que se haga justicia con sus asesinos. Estoy seguro que su legado traerá más luz, verdad e inspiración. David será recordado como un periodista extraordinario, tal vez el último ejemplar de una especie en extinción. Y quienes tuvimos la dicha de conocerlo lo tendremos presente como un ser humano excepcional. QEPD".
Algo parecido es lo que opina su otro amigo santiagueño, Pedro Aranda. En una entrevista con Radio Universidad de Santiago del Estero señaló: "Lo que hecho David aquí ha sido importante para nosotros, para nuestra profesión, para aprender, para ver cómo llevar adelante determinadas investigaciones. Pero más que nada para probar que se podía hacer. Aún en un contexto adverso era posible hacer ese periodismo de investigación. Aprendimos que podíamos mostrar la cara oculta de un montón de situaciones y poner sobre la mesa problemas que estaban y que la gente, sin dudas, tenía. En eso ha sido fundamental la participación de David. Marcar una bisagra, marcar la cancha y mostrar lo que el periodismo puede hacer. Dejar abierta una puerta..."
"David estaba muy contento con su Santiago. Quería mucho a la provincia. Le gustaban las historias que se encontraban aquí. Y queda recordarlo viendo dónde dejó esa vara para el periodismo de acá y tratando de honrar, en la medida que se pueda y desde cada lado en que uno esté, este oficio", concluyó Aranda.
Aquellos relatos que llevaron a David Beriain a sentirse seducido y atrapado por el difícil y riesgoso oficio del corresponsal de guerra, aquellos que prendieron esa mecha original en su corazón, tenían una firma: Arturo Pérez Reverte. El máximo exponente español de ese género los despidió a través de su cuenta de Twitter: "Roberto Fraile y David Beriain, muertos trabajando en Burkina Faso, eran jóvenes, valientes y profesionales, reporteros de la vieja y gran estirpe del oficio. Escuchar a ciertos habituales de la telebasura llamarlos 'compañeros' lo deja a uno estupefacto. ¿Cómo se atreven?", marcando claramente una diferencia esencial. Ese hombre con el que se despertó la admiración de David por esta rama del periodismo, se convertiría así en admirador de su "discípulo".
Esta es la historia de aquel joven que con 21 años desempacó en Santiago del Estero, con la idea de comenzar un camino que lo llevaría a los destinos más insólitos, más esperadamente inesperados. A los más peligrosos. Pero con una brújula que ya empezaba a exhibir por aquellos años de tránsito en Argentina. Esa brújula que marcaba la razón de ser del buen periodismo. El compromiso ante todo. La búsqueda de la verdad, cueste lo que cueste. El descubrir lo oculto, asumiendo los riesgos. El darle voz e imagen a los vulnerables. El tratar de descubrir qué motiva a aquellos que sólo generan muerte y violencia. El dejar al desnudo a las distintas mafias. Esa brújula que llevó a este David a enfrentarse a distintos Goliat. Aún a costa de su propia vida.
La historia profesional de David Beriain y Roberto Fraile
Como se conto en la nota de MundoNews "Vivir para contar, morir por informar" los periodistas españoles David Beriain y Roberto Fraile, tenían una amplia trayectoria profesional y eran muy reconocido por sus pares. Aquí sus historias:
David Beriain tenía 43 años y era oriundo de Artajona, Pamplona. Había debutado en el periodismo en 1998 en Argentina, con una pasantía en el diario "El Liberal" de Santiago del Estero, que realizó para terminar sus estudios en la Universidad de Navarra. Luego, quedó tan impactado por lo vivido allí que decidió regresar a tierra santiagueña para desarrollar sus tareas como periodista profesional y, en épocas muy duras en esa provincia (gobernaba con mano de hierro el caudillo Carlos Juárez, con una inteligencia paralela para espiar opositores y periodistas que conducía el peligroso Antonio Musa Azar), David pudo hacer lo que más le apasionaba: periodismo de investigación. Fue en un suplemento especial que, con valentía, publicaba "El Liberal" donde se enfrentaba al poder. Beriain, estuvo allí durante 1999 y 2000, cuando luego de una serie de amenazas que recibieron él y sus compañeros de investigaciones, Alejandro Garay y José Aranda, con un carta donde había un croquis hasta del departamento en el que vivían. Luego de eso volvió a España donde trabajó en diversos medios como "La Voz de Galicia". En televisión, integró el programa REC emitido por en canal Cuatro y en Antena 3 realizó un reportaje sobre la crisis nuclear en Fukushima.
Fue corresponsal de guerra y cubrió un enorme abanico de conflictos: Irak, Afganistán, Sudán, Congo y Libia. Pero también logró meterse en campamentos de las FARC o en el corazón del Cartel de Sinaloa en México donde estuvo sumergido tres meses.
Algunos de sus documentales fueron:
- Afganistán, Españoles en la ratonera
- Congo, tierra violada
- Los guardianes de Chávez
- Baby Sicarios.
- Clandestino
- El Ejército Perdido de la CIA
- La Vida en Llamas
- Amazonas Clandestino
- Amazonas, el Camino de la Cocaína
- Yasuní, Genocidio en la Selva
Hasta hoy se desempeñaba como conductor y director de documentales en los canales DMax y Discovery International Networks como conductor y director de documentales. Su serie "Amazonas Clandestino" se convirtió en un éxito internacional, que se emitió en más de 40 países, con prestigiosos galardones en su haber. Actualmente era dueño de la productora "93 Metros", junto a su mujer Rosaura Moreno, desde donde llevaba adelante varios de sus proyectos.
Por su parte, Roberto Fraile, había nacido hace 47 años en Baracaldo (Vizcaya). Se autodefinía como "Kafir", un término en árabe que significaría un "no creyente", porque su camino era ir a los lugares, ver y comprobar. Incluso en esos lugares oscuros, conflictivos, adonde otros no llegaban, “Estamos sufriendo como perros, pero luchando”, comentó a un colega el domingo en una conversación de WhatsApp, horas antes de su secuestro y posterior asesinato en Burkina Faso. Su pasión eran los reportajes internacionales en zonas de conflicto. Y así lamentablemente encontró la muerte. Padre de dos hijos, su residencia actual era la ciudad de Salamanca. Conocía del peligro que afrontaba en cada una de esas "aventuras" periodísticas. De hecho, en el 2012 fue herido por las metrallas de una granada (en Alepo) cuando cubría la recién iniciada guerra en Siria.
Roberto Fraile trabajó en "Televisión Salamanca" durante dos décadas, donde realizó tareas tanto de grabación como realización. También se desempeñó en "Iris Televisión" y en "La 8" de esa misma ciudad. El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, lo conocía personalmente. Y fue claro en su definición: "un reportero gráfico de raza, fuerza y valentía", según cuenta el diario "El País".
Cultor de un bajo perfil absoluto, sin estridencias ni protagonismo forzado, tenía un temple de acero. Y era el primero en salir al rescate de sus colegas cuando alguna vicisitud lo jaqueaba. Había conocido a su compañero Beriain en el conflicto de Afganistán, pero además de Siria, también cubrió la guerra en Congo, entre muchos otros. Realizó reportajes en Colombia, Nepal y muchos lugares más. Hasta llegar al destino trágico de Burkina Faso.
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