El indescifrable péndulo político chileno pone en el ballotage a dos polos extremos
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- hace 2 días
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En las presidenciales, la oficialista de izquierda Jeannette Jara se impuso por poco sobre el ultraderechista José Antonio Kast, quien tiene más chances de ganar en la segunda vuelta.
Por Gabriel Michi

En una elección, la derecha. En la siguiente, la izquierda. Y así, una y otra vez, el incomprensible péndulo político chileno oscila de un lado al otro del espectro ideológico. En cada elección presidencial -y a veces en cada plebiscito- la voluntad mayoritaria se va para un lado o para el otro, sin medias tintas. Y, es más, en los últimos años esa tendencia fue aún más extrema porque en Chile se dejó de optar por los partidos y coaliciones tradicionales, que plateaban posiciones más moderadas a un lado u otro del espectro ideológico (la Democracia Cristiana, a la centroderecha, y la Socialdemocracia, en la centroizquierda) para inclinarse por movimientos más radicalizados. Y eso se acaba de ver, una vez más, en las elecciones presidenciales del domingo 16 de noviembre en que resultó primera -por muy poco margen- la candidata oficialista, declaradamente comunista, Jeannette Jara quien superó -con un 27%- al ultraderechista José Antonio Kast -que se quedó con el 24% de los apoyos-. Sin embargo, el 14 de diciembre habrá segunda vuelta y quien más chances tiene de triunfar es justamente Kast, un es funcionario y defensor de la dictadura de Augusto Pinochet, hijo de un militar nazi y detentor de un discurso anti agenda de derechos civiles. Lo cierto es que la postulante del espacio del gobierno de Gabriel Boric llega en clara desventaja al ballotage ya que los otros candidatos que quedaron detrás de Kast representan opciones de extrema derecha, derecha y centroderecha - 8 aspirantes que cosecharon el 70% de los votos-, y ya han adelantado su apoyo al ex legislador y admirador de Donald Trump.
Así, el péndulo político-electoral fue de nuevo de la izquierda a la derecha y lo más probable es que la referente comunista pierda por mucha diferencia frente al ultraconservador. La polarización extrema será la clave de esta segunda vuelta que se dará en poco menos de un mes. De ocurrir lo que se supone ocurrirá el actual presidente Gabriel Boric, un referente de los movimientos estudiantiles rebeldes que se levantaron contra una educación excluyente como la que se da en Chile, entregará el poder a un abogado ultraconservador -padre de 9 hijos- como Kast que se opone al aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo. Pese a que la inflación anual es de un 4% y hay algunos avances en la reducción de la pobreza, en uno de los países con mayor PBI per cápita pero con enorme desigualdad, muchos chilenos están preocupados por el crimen organizado, la inmigración ilegal y el desempleo. Estas problemáticas permitieron que el candidato del Partido Republicano, basara su campaña en un discurso que hizo eje en potenciales planes para combatir la delincuencia, construir un muro fronterizo gigante y deportar a decenas de miles de inmigrantes indocumentados, en particular, venezolanos.
Por su parte, Jeannette Jara, exministra de Trabajo del gobierno de izquierda del presidente Boric, quien obtuvo una victoria más ajustada de lo previsto, planteó proyectos para ampliar la red de protección social de Chile y combatir el lavado de dinero y el narcotráfico. Sin embargo, el "enojo" permanente que suele empujar las decisiones mayoritarias del electorado chileno para un lado o para el otro, siendo la oposición a quien gobierna la que en general tiene más chance en cada elección.
Tras conocerse los resultados, el búnker de Kast explotó de euforia. Su casi segura victoria en diciembre solidifica una tendencia creciente el América Latina donde sectores de derecha y especialmente de extrema derecha van creciendo, a medida que el descontento popular con la economía se intensifica y los candidatos de derecha toman el relevo de los políticos de izquierda que ascendieron al poder tras la pandemia. Sus promesas de cambio social y una distribución más equitativa de la riqueza no se llegaron a concretar y encima el clima de violencia y la delincuencia parecen haberse convertido en el caldo de cultivo para que discursos de derecha se impongan. Quizás por eso, no hubo otros candidatos favoritos de izquierda, ya que los seis partidos de la coalición gobernante de Chile respaldaron a Jara.
Según Patricio Navia, analista chileno y profesor de la Universidad de Nueva York, “las economías no crecen, no hay nuevos empleos y la gente recuerda que hace 10 años pagaban precios más bajos por casi todo. Los votantes están molestos con los gobiernos de toda la región”, añadió.
A Jara y Kast los siguió el empresario populista y reconocido economista Franco Parisi que obtuvo el tercer lugar cosechando un sorpresivo 20% de los votos. Su campaña se centró también en un discurso de "mano dura" y "orden público", pero con promesas totalmente brutales como, por ejemplo, la de sembrar minas terrestres a lo largo de la porosa frontera norte de Chile para impedir el cruce de personas.
En cuarto lugar -con el 14% de los sufragios quedó Johannes Kaiser, un congresista libertario y antiguo provocador de YouTube que hizo campaña como una alternativa aún más radical a Kast y que habló de deportar a inmigrantes indocumentados a las polémicas prisiones en El Salvador del presidente Nayib Bukele. En tanto, la coalición tradicional de centroderecha de Chile quedó en quinto lugar, con la candidata del establishment, Evelyn Matthei, que obtuvo el 12,5% de los apoyos y que llegó a plantear la posibilidad de que se reinstaure la pena de muerte en Chile. Así 7 de cada 10 chilenos votaron por opciones conservadores. Si bien no hay una matemática directa que señale que todos esos votos vayan sin medias tintas a Kast, pero es lo más probable que esa sea la tendencia mayoritaria, más sabiendo el rechazo de esos sectores al gobierno de Boric y que enfrente estará una candidata de la línea dura del Partido Comunista.
En ese contexto, minutos después de conocerse quienes eran los dos candidatos que pasaban al ballotage, rápidamente llegaron los realineamientos de los apoyos con la mirada puesta en la segunda vuelta. Una de las primeras fue la propia Matthei quien se apresuró a ir a la sede del partido de Kast para manifestar su apoyo a su rival de derecha. "Chile necesita un cambio radical de rumbo", declaró. También Kaiser también se comprometió a respaldar a Kast, diciendo que su partido libertario “garantizaría que no se abandonara una doctrina sólida y la defensa de la libertad”.
El que se mostró un poco más evasivo fue quien salió tercero. Parisi sostuvo: "No le damos a nadie un cheque en blanco. La carga de la prueba recae sobre ambos candidatos. Tienen que ganarse a la gente”. Este hombre es un político outsider, cuyos votantes rechazan a las élites tanto de izquierda como de derecha. Así y todo, Chile parece haber ratificado esa tendencia histórica a cambiar de signo político. En un péndulo incesante -y para muchos, incomprensible- que lo lleva a oscilar de izquierda a derecha y de derecha a izquierda sin solución de continuidad. Un péndulo que ahora, encima, lleva a un ballotage con dos posiciones extremas. Y, como si fuera poco, radicalmente opuestas.










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