Idas y vueltas se desataron en la carrera del antídoto contra el COVID 19. Había picado en punta la de Astrazeneca y sufrió muchos contratiempos. Finalmente, las primeras en ser aprobadas fueron la de Pfizer y la Sputnik. Y, ahora, la de Moderna. Pero el derrotero todavía no está concluido y queda mucha tela por cortar. El caso de Argentina con el desarrollo ruso.
Por Gabriel Michi
A una velocidad inusitada. Casi tan rápida como el avance de su enemigo. Así llegaron a ser aprobadas las vacunas contra el COVID 19. Mientras en un año el Coronavirus ya había diseminado su efecto en todo el Mundo, contagiando a más de 70 millones de personas y matando a más de un millón y medio, las primeras vacunas comenzaron a ser aprobadas y aplicadas en el Planeta. En Rusia se comenzó con la inoculación a través de la Sputnik V. En Gran Bretaña (y luego en EE.UU. y Canadá) fue la desarrollada por Pfizer-BioNtech. Y, ahora, en la principal potencia del Mundo, llega la aprobación de la Moderna. Todo eso en cuestión de meses, cuando todo proceso de investigación, desarrollo, comprobación, autorización y distribución puede llevar 6, 8 o 10 años. Pero la necesidad tiene cara de hereje. Y por eso llegaron las aprobaciones de emergencia que se vienen encadenando en distintos países.
Sin embargo no todo el camino fue una recta despejada hacia la bandera a cuadros. Hubo tofo tipo de contratiempos. Y de hecho los seguirá habiendo por mucho tiempo. La vacuna investigada por la Universidad de Oxford y Astrazeneca lo puede demostrar: picó en punta cuando comenzó esta carrera, con informes que señalaban un futuro promisorio no sólo en materia de seguridad sino de protección ante el Coronavirus, pero empezaron a aparecer datos de complicaciones entre los voluntarios que se la aplicaron y, después, una serie de errores técnicos y la baja en el índice de efectividad la dejaron en boxes.
Pfizer-BioNtech
Fue allí donde apareció en escena cada vez con más velocidad la de Pfizer-Biontech que primero logró la aprobación del Reino Unido, luego de Estados Unidos y después se sumaron otros países como Bahrein, Canadá, Israel, Singapur y, en América Latina, Chile, Ecuador, México y Panamá. Sin embargo no todo lo que reluce es oro: Pfizer debió reducir a la mitad las previsiones de producción de sus vacunas y el hecho de que su conservación deba mantenerse a 70 grados centígrados bajo cero complica la logística general. Sumado a la difusión de al menos 4 casos (dos en el Reino Unido y dos en Alaska, EE.UU.) de reacciones alérgicas graves en pacientes con esas patologías severas. Sin embargo, la efectividad de esta vacuna supera el 95%, lo que la vuelve muy segura. Pese a la actitud que ha tomado el presidente de los EE.UU. Donald Trump frente a la Pandemia, el viernes 18 de diciembre su vicepresidente Mike Pence se aplicó la vacuna de Pfizer en público para generar conciencia sobre la importancia de inocularse contra el Coronavirus.
Sputnik V
En tanto, la vacuna rusa Sputnik V, la primera en empezar a aplicarse, comenzó su camino con la inoculación masiva en Moscú, privilegiando al personal de salud, docentes y trabajadores sociales. En dos semanas se vacunaron 26.000 personas (Rusia tiene una población de 145 millones de habitantes) y el comentario del presidente Vladimir Putin en el que aseguró que aún no se la aplicó porque tiene 68 años y su grupo etario aún no tiene la respuesta definitiva (la pruebas centrales se hicieron entre voluntarios de 18 a 60 años) y que se necesita de la aprobación del estudio complementario sobre esos pacientes para avanzar en ese sentido, cayó como un baldazo de agua fría en toda la comunidad. Desde el Kremlin señalaron que eso se sabía de antemano. Sin embargo, para muchos fue una sorpresa inesperada. En particular para los argentinos que esperan una 300.000 dosis antes de fin de año para empezar a vacunar al personal sanitario. Una misión del gobierno argentino y del ANMAT (el organismo que controla y aprueba los medicamentos) estaba en territorio ruso cuando explotó la noticia que ganó rápidamente las señales de los canales de noticias y los portales de los medios. Y empezaron a circular todo tipo de rumores, incluso aquellos que señalaron que ante la triste novedad de que la vacuna no se podría aplicar -en un primer momento- en pacientes de más de 60 años habría desembocado en una suspensión del vuelo de Aerolíneas Argentinas que traería dichas vacunas. Horas después el gobierno de Alberto Fernández intentó disipar esas versiones y señalar que todo seguía sobre ruedas. Y que el primer envío llegaría en las fiestas navideñas.
Moderna
El mismo día que Pence se vacunaba con la de Pfizer, Trump anunciaba por Twitter que la desarrollada por la compañía norteamericana Moderna había sido aprobada por "amplia mayoría" y que comenzaría su distribución inmediata en los EE.UU. Sin embargo, eso ocurrió horas antes de que la FDA (el organismo pertinente) oficializara esa autorización. Como con los casos anteriores, esta vacuna también muestra un grado de eficacia superior al 90% y requiere de menos frío que la de Pfizer, lo que facilita su distribución. El tema ahora (para todas) es su fabricación en gran escala y la logística para garantizar que lleguen a la mayor cantidad de personas.
En medio de todo eso aparecen las denuncias sobre el acaparamiento con pre-compras por parte de las grandes potencias del Mundo porque concentraron la mitad de todo el Planeta, lo que deja en total desventaja a los países más pobres. Canadá adquirió cinco veces más de las vacunas que necesita para el total de su población, y EEUU y el Reino Unido reservaron por el triple de las que se requieren para inocular a todos sus habitantes. Mientras que el 20% de la población mundial -los más pobres, obviamente- sólo obtendrían el acceso al antídoto contra esta Pandemia asesina recién en 2022. Una situación de enorme injusticia e inequidad. Como si hubiera vidas de primera y de segunda.
Aún así queda mucho por recorrer para las vacunas. Las que están y las que faltan (Johnson & Johnson, las chinas, otras rusas, entre otros). Es un largo, accidentado y sinuoso camino hacia su destino. Y eso, lamentablemente, se cobra con más enfermos y más muertos. En medio de intereses geo-políticos y negocios multimillonarios, sólo queda esperar que se logre ganar la batalla contra la peor Pandemia de la Era Moderna.
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