En medio de tensiones raciales, la población de Europa crece sólo por la inmigración
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Por primera vez la UE supera los 450 millones de habitantes pero lo hace por los migrantes. Desde 2012 hay más muertes que nacimientos. Aunque, recrudecen las posturas xenófobas.
Por Gabriel Michi

La Unión Europea atraviesa su encrucijada más poderosa; ¿qué hacer con la inmigración? Y es que su realidad se enfrenta a varias paradojas: de no ser por los migrantes que llegan año a a año, su población caería. Y es que desde 2012 la UE registra anualmente más muertes que nacimientos desde 2012. Y, a pesar de eso, acaba de superar el récord de población en su territorio 450,4 millones de habitantes. La explicación: la migración. Ese es el único motor del crecimiento demográfico en el presente. Encima, muchos de los extranjeros que llegan -luego de enfrentar verdaderas travesías que ponen en riesgo sus vidas y que muestran la desesperación que los moviliza a escapar de sus propias realidades- terminan siendo una mano de obra indispensable para que las economías europeas se mantengan. Sin embargo, cada vez aparecen más voces en contra y hasta movimientos que propugnan en forma violenta sus expulsiones, además de medidas restrictivas en materia de recepción de parte de los Estados. Las paradojas son tales que si se analizan las composiciones de los principales equipos de fútbol de las ligas europeas se ve un altísimo porcentaje de jugadores provenientes de otras latitudes, y si se observa lo que ocurre con sus seleccionados nacionales, se ve que los hijos de inmigrantes no son la excepción sino prácticamente una regla ineludible. Pero pareciera que en esos escenarios donde la presencia de extranjeros se traduce en millones de euros no habría mayores quejas y las protestas anti-migratorias se centran en aquellos que llegan en una situación paupérrima y marginal.
Según Eurostat, "el crecimiento demográfico observado puede atribuirse en gran medida al aumento de los movimientos migratorios tras el COVID-19". En 2024, la UE sumó 1,07 millones de nuevos residentes, con una migración neta positiva de 2,3 millones de personas que compensó un descenso natural de población de 1,3 millones. Otro dato que ratifica que, de no existir ese flujo llegado desde el extranjero, la caída demográfica en el "Viejo Continente" sería brutal. Es más, en el balance de nacimientos y muertes la tendencia también es negativa: mientras que en 2024 hubo 4,82 millones de defunciones en la UE, la natalidad fue de 3,56 millones. Es decir, hubo 1,26 millones más de fallecimientos que de niños que llegaron al Mundo, es decir un 27% más. Otro elemento más que demuestra la importancia que ha tenido la tan vapuleada inmigración en Europa.

Si encima se tiene en cuenta el enorme envejecimiento poblacional que enfrenta la Unión Europea y las bajísimas tasa de natalidad, la presión que eso significa sobre los sistemas de protección social -más allá de la escasez de mano de obra- eso resulta una bomba de tiempo y un serio problema no sólo para el futuro sino también en el presente. Sin embargo, las posiciones extremistas contra los inmigrantes no sólo crecen sino que perforan e impregnan al sistema político que busca frenar esas oleadas de ingresantes. Hoy, de total de personas que radican en la UE, un 9,9% (cerca de unos 44 millones de personas) son inmigrantes extra bloque y un 4% son europeos que viven en un país distinto a suyo. El mayor número de nacidos en el extranjero residentes en países de la UE se encuentra en Alemania (16,9 millones de personas), Francia (9,3 millones), España (8,8 millones) e Italia (6,7 millones). Sin embargo, el país con más porcentaje de inmigrantes dentro de su población es Luxemburgo (51%), seguido por Malta (30,8%), Chipre (26,9%) e Irlanda (22,6%). En cambio, los nacidos en el extranjero representaban el 2,6% de la población en Polonia, el 3,1% de Rumania , el 3,3% de Bulgaria y el 3,8% de Eslovaquia, siendo los países con menor proporción de residentes foráneos en la Unión Europea.
El ránking de los residentes de la UE que provienen de naciones que no forman parte del bloque lo encabezan los ucranianos que, desde el inicio de la guerra con Rusia, se vieron obligados a un éxodo masivo. Le siguen los originarios de Turquía, Marruecos, Siria, China, Rusia, India, Colombia, Brasil y el Reino Unido. Como se ve, el repertorio y origen es variado.
En ese contexto, el haber batido el récord de más de 450 millones de habitantes dentro de la UE, sólo es explicable por la inmigración. Francia, Alemania e Italia son las naciones de ese bloque con mayor población: el 47% del total de los habitantes. En 2024 aumentaron las cifras de población de 19 países y disminuyeron las de ocho. El que mayor índice de crecimiento tuvo fue Malta con 19,0 por 1.000 habitantes, seguida de Irlanda, con 16,3, y Luxemburgo, con 14,7. Del otro lado, entre los países que registraron un descenso de la población, se ubicaron Letonia (-9,9), Hungría (-4,7), Polonia y Estonia (ambas con -3,4). La población de la UE aumentó en casi 100 millones de personas en 65 años: era de 354,5 millones de habitantes en 1960. Sin embargo, significa poco más del 5% de la población del planeta, aunque su PBI representa el 19% de la economía global.

Pese a esa realidad y a que en décadas anteriores fueron los europeos los que necesitaron refugio en otras latitudes (como por ejemplo en el continente americano), hoy crecen las posturas antiinmigrantes. Y los discursos xenófobos cada vez ganan más adeptos, con el apoyo a partidos de ultraderecha que crecen en los distintos países. Y con manifestaciones muchas veces violentas que se repiten con más frecuencia, sobre todo cuando inmigrantes participan de algún hecho delictivo. Ejemplo de ello es lo ocurrido en las últimas horas en Murcia, España, donde ha habido una serie de ataques racistas, patrullas vecinales y negocios cerrados tras la agresión de un grupo de magrebíes a un anciano español. Eso generó que la Fiscalía investigue al partido de extrema derecha Vox por posible "incitación al odio" y que incluso la Guardia Civil detuviera a un líder ultra. En ese contexto, el municipio murciano de Torre Pacheco, en el sur de España, ya acumula 13 detenidos por los disturbios de los últimos días, en los que se incluyó el ataque un restaurante kebab por parte de un grupo extremista. Otros comercios permanecen cerrados desde el fin de semana.
El clima de violencia se desató el 9 de julio cuando un jubilado de 68 años fue atacado por tres tres jóvenes de origen magrebí que le dieron una brutal paliza. Los agresores fueron detenidos. Y el caso escaló por las redes sociales y se politizó. Se desataron protestas y ataques a negocios regentados por personas extranjeras, en un clima de creciente tensión racial y social, con expresiones discriminatorias de alto voltaje. Y el caso se fue creciendo hacia otros puntos de España. De hecho, la Guardia Civil detuvo en Mataró (Barcelona) a una persona por "incitación al odio", quien sería uno de los líderes del grupo autodenominado 'Deport Them Now UE' (en español 'Depórtenlos ahora UE') por instigar "cacerías" contra grupos de inmigrantes. Ese grupo radical ya había hecho un llamamiento contra los inmigrantes en Torre Pacheco (Murcia). En la misma localidad también hay manifestaciones promovidas por Daniel Esteve, líder de "Desokupa", una empresa de "desokupación" de viviendas supuestamente usurpadas. Esteve anunció la formación de "patrullas ciudadanas" y encendió todas las alertas.
En medio de las tensiones, la comunidad magrebí local pidió mantener la calma y rechazó la presencia de agitadores. La escalada llegó a niveles tan preocupantes que se involucró hasta el Gobierno nacional. El ministro del Interior, Fernando Grande‑Marlaska, señaló que los disturbios en Torre Pacheco están siendo "impulsados por grupos organizados" y por contenidos difundidos en redes para "encender los ánimos" contra la inmigración. Y eso parece ser un dato insoslayable: estas campañas del odio utilizan esas plataformas para extenderse e incentivar el clima anti-inmigrantes.

Mientras todo eso ocurre, los países buscan alternativas para frenar las olas migratorias. No sólo lo hace Donald Trump en EE.UU., sino gobiernos de otros signos políticos, como los de Keir Starmer en el Reino Unido o el de Emmanuel Macron en Francia. De hecho estos dos países acordaron en las últimas horas un nuevo plan piloto para frenar la migración irregular -que llegan en general en precarias embarcaciones- a través del Canal de la Mancha. En un proyecto, que dieron en llamar "Uno entra, uno sale", Francia aceptará a inmigrantes devueltos a cambio de que el Reino Unido acoja un número igual de solicitantes de asilo con lazos familiares. Esto sentaría un precedente en la devolución forzosa de migrantes a través del Canal, una demanda en la que vienen insistiendo desde hace tiempo en territorio británico, uno de los países más demandados en búsqueda de asilo. Este año han llegado al país más de 21.000 personas, un 56% más que en el mismo periodo de 2024. Starmer dijo: "por primera vez, los inmigrantes que lleguen en pequeñas embarcaciones serán detenidos y devueltos a Francia en breve". Medios franceses afirman que el plan implicaría devolver a territorio galo hasta 50 pequeñas embarcaciones llegadas cada semana. Macron declaró que el acuerdo pretendía tener un efecto disuasorio, comprometiéndose a que funcione, "porque se trata claramente de nuestra voluntad y nuestro interés común".
Como otra demostración más de que el tema inmigración está entre los que más preocupa a los diferentes países de la UE, el martes 15 de julio el Parlamento griego aprobó estrictas medidas, en medio de la polémica por las declaraciones del ministro Thanos Plevris sobre los inmigrantes. La nueva normativa busca reforzar las fronteras del país -aprobada por 177 votos, 74 en contra y 42 abstenciones- apunta a restringir al extremo la llegada de refugiados. El ministro de Inmigración y Asilo, Thanos Plevris, justificó la medida al referirse al perfil de los inmigrantes rescatados el miércoles frente a Gavdos. "De las 507 personas que entraron, estamos hablando de 495 hombres y 16 mujeres. Se acabó el cuento de hadas con las mamás bebés", subrayó Plevris, explicando que se trata de hombres de entre 18 y 30 años, la inmensa mayoría procedentes de Egipto y que, por tanto, no tienen derecho a ninguna protección."Kyriakos Mitsotakis y este gobierno creen que tenemos fronteras y tenemos territorio y lo protegeremos", concluyó.

Los partidos de la oposición describieron la normativa como racista, inhumana y antisistema, pidiendo al gobierno que la retirara. La Solución Helénica -extrema derecha-, que anunció que votaría a favor, se opuso pero por todo lo contrario: afirmó que la normativa debería ser aún más estricta. Por su parte, el Primer Ministro griego, Kyriakos Mitsotakis, afirmó que "Grecia no es un corredor abierto a Europa". Insistió en que "estamos dispuestos a colaborar estrechamente con las autoridades libias para detener las salidas en el punto de partida", pero aclaró que "también necesitamos una respuesta europea unificada". Y aclaró: "Grecia sigue comprometida con una política migratoria justa y eficaz, que incluya rutas migratorias legales, pero la situación actual requiere una acción inmediata. Y esto no es sólo responsabilidad de Grecia, sino también de Europa".
Según el primer ministro griego, "ante el fuerte aumento de las llegadas irregulares por mar desde el norte de África, especialmente desde Libia a Creta, hemos tomado la difícil pero absolutamente necesaria decisión de suspender temporalmente el procedimiento de examen de las solicitudes de asilo para quienes llegan por mar desde países del norte de África". Y concluyó; "Esta decisión envía un mensaje claro e inequívoco a las redes de tráfico de migrantes: Grecia no es una ruta de tránsito abierta. El viaje es peligroso, el resultado incierto y el dinero que se paga a los traficantes se acaba malgastando. Las entradas ilegales no conducirán a un asentamiento legal".
Así, mientras los países europeos -como otros de diferentes lugares del planeta- buscan políticas cada vez más restrictivas en materia migratoria y crecen las manifestaciones xenófobas, en particular en el "Primer Mundo", afloran debates de valores y premisas que pelean con el sentido mismo de la Humanidad y los lazos de solidaridad que deberían representar la vida colectiva. Pero no sólo eso. También aparecen cuestiones que van contra la lógica de la supervivencia. Uno de los más claros ejemplos es lo que ocurre en la Unión Europea que, de no ser por los inmigrantes, vería menguar su población año a año, mes a mes, día a día. Porque cada vez mueren muchas más personas de que las que nacen, con una tasa de natalidad que disminuye sin contemplaciones. Sólo la llegada de esos migrantes -que escapan de escenarios muy complejos- es lo que permite que el "Viejo Continente" no vea agravada aún más su crisis por envejecimiento poblacional, con las consecuencias destructivas en su sistemas previsionales y de desarrollo. Y con la ausencia de mano de obra que significaría que esas personas dejen de lleguen en busca de un futuro un poco mejor para ellas y también para sus anfitriones. Una verdadera paradoja. La encrucijada máxima a la que se enfrenta Europa.

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