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La increíble cárcel de lujo de la que los presos no quieren huir

En Noruega, el complejo Halden parece un hotel cinco estrellas. Allí asesinos y violadores gozan de un régimen de suma comodidad y hasta pueden pasar un fin de semana con sus familias en una cabaña del lugar. Practican deportes, yoga, hacen manualidades, trabajan en distintos oficios y se mezclan con sus guardias. Y tienen la tasa de reincidencia más baja.


Por Gabriel Michi


En la cárcel de Halden, rodeada de bosques, los presos pueden jugar a la Play, jugar al voley y hasta grabar un disco.

Las imágenes podrían confundirse con un spa, un hotel de lujo o un sitio de esparcimiento. Sin embargo, las personas que allí están -y que no son empleados- lo hacen coercitivamente, obligadas. Aunque no quieran escapar. Pueden practicar algún deporte o yoga, hacer manualidades y hasta gozar de un fin de semana con su familia, en una cómoda cabaña. También estudiar, grabar un disco o desempeñar algún oficio. A pesar de que son violadores, asesinos, abusadores sexuales, narcotraficantes... La cárcel de Halden, en Noruega, parece muchas cosas, menos eso. De no ser por la amplia presencia de uniformados que la custodian. Los presos que purgan sus condenas allí pueden desarrollar todas esas tareas y muchas más. Y el dato: este régimen tan especial, con tantas comodidades para peligrosos delincuentes, logra que el grado de reincidencia sea mínimo. Sobre todo si se lo compara con los otros sistemas carcelarios más duros.


Sus "celdas" son en realidad confortables dormitorios muy bien decorados, con baño en suite, placares empotrados y escritorio, heladera y televisor de pantalla plana (con reproductor de DVD). Hasta tienen un jardín privado. Pasan allí 12 horas al día. El resto lo desarrollan en sitios colectivos con el resto de los presos.


Entre los espacios comunes resalta la existencia de un supermercado (muy bien surtido), un gimnasio y también un estudio de grabación de última generación. También hay una cómoda sala de estar donde pueden compartir tiempo con otros nueve reclusos y en el que no faltan cómodos sofás y mesas, además de un armario repleto de juegos de mesa y cartas. Y videojuegos como una Play Station. A eso hay que agregar el acceso a una cocina totalmente equipada donde elaboran, si quieren, sus propias comidas. Si bien hay cuchillos que podrían ser letales, permanecen unidos a un bloque de cemento con una cuerda de acero para evitar males mayores.


Cada semana los presos pueden recibir hasta dos visitas de sus parejas, utilizar una sala íntima (donde les brindan toallas y preservativos) y pedir que se les habilite una cabaña que oficia de albergue familiar durante los fines de semana. Aunque ese privilegio ampliado sólo pueden gozarlo una vez cada tres meses. La acogedora cabaña de madera, que cuenta con una cama doble, habitaciones para niños, cunas y un jardín de juegos para los chicos, forma parte de un programa llamado "Papá en prisión", que busca la readecuación del presidiario con sus familias..


Estos privilegios no son bien vistos por toda la sociedad ya que muchas personas consideran que más que un castigo esto parece un premio para los delincuentes. Sin embargo, las autoridades señalan que con este tipo de régimen carcelario se ha logrado que las tasas de reincidencia en Noruega sean del 25% después de cinco años, un número mucho menor de lo que ocurre en casi todo el mundo con sistemas penitenciarios más duros. Por ejemplo, esa misma tasa en el Reino Unido es del 70%. Lo que abre todo un debate sobre la "resocialización" que, se supone, persigue el encarcelamiento de las personas, más allá del castigo en sí por los crímenes cometidos. Aunque también se plantea la pregunta sobre si los delincuentes noruegos o los presos extranjeros que allí están detenidos (un 30% del total), sabiendo que los espera un encierro "dorado" si los atrapan, no terminan relajándose y aventurándose a cometer un crimen.


El gobernador de la prisión, Are Hoidal, explica que cuando comenzó su carrera en los años 80 la tasa de reincidencia en Noruega era aproximadamente del 60-70%, pero disminuyó cuando se cambió hacia un enfoque mucho más dirigido a la "resocialización". “Los funcionarios de prisiones eran sólo guardias. Pero cambiamos su papel para que se pareciera más a un trabajador social". Y parece que lo lograron. De hecho, una de las cosas que más sorprende es ver cómo confluyen presos y guardias en distintas actividades, con una convivencia inimaginable. Y otro dato: pese a ser una cárcel masculina, la mitad del personal de seguridad son mujeres lo que, según dicen, volvió menos hostil el entorno.


Las salas comunes y los cuartos de los presos gozan de gran confort. La cabaña familiar la pueden usar cada 3 meses.


La cárcel de Halden (la segunda más grande de Noruega) hoy alberga a 40 asesinos, 20 violadores, 20 abusadores de niños y 60 traficantes de drogas. Su construcción, que tardó 10 años, costó 252 millones de dólares y fue pensada para que justamente no parezca lo que se supone que es: una prisión. Está ubicada en las afueras de la ciudad noruega homónima, cerca de la frontera con Suecia. Otra particularidad que dice mucho de su construcción y de su concepción es que no tiene rejas en las puertas ni en las ventanas. Y está rodeada de 31 hectáreas de bosques.


Los presos de Halden tienen la opción de transitar un retiro espiritual en ese bosque, en donde el capellán les brinda un espacio para la meditación y la reflexión. Y algunos de los reclusos gozan también de la posibilidad de salir de la prisión hasta ocho horas por día, siempre que regresen antes de que se ponga el sol. Si bien algunos de los presidiarios aprovecharon esa situación y no volvieron, esos casos son contados con los dedos de la mano. La enorme mayoría decidió regresar.


En Halden pueden dedicarse a trabajar en la imprenta o en la carpintería, entre otras tareas. Hay un taller de chapa de última generación, donde -pese a la peligrosidad de algunos de estos criminales- se le permite manipular herramientas que son potencialmente letales (sierras, martillos y llaves inglesas). Sin embargo eso jamás fue motivo de una situación de violencia.


Quizás uno de las curiosidad que más llaman la atención es que en Halden se creó el primer taller mecánico del Mundo que está dentro de una cárcel. Allí los presos incluso pueden conseguir un título como mecánico. Y otra particularidad es la existencia de un estudio en el que los reclusos pueden grabar su propio disco. Ese estudio cuenta con tecnología de punta a la que, irónicamente, bautizaron como "Criminal Records". Para aprovechar al máximo ese recurso y el potencial artístico de los prisioneros, la prisión contrató al músico Andre Hadland para ayudarlos en ese proceso. “El sistema penitenciario noruego se basa en la rehabilitación y el arte puede ayudar en eso”, señala Hadland. El estudio es utilizado también para grabar un programa de radio que hacen los propios presos y que se emite una vez por mes en una emisora local.


En cuanto al deporte, dentro del complejo penitenciario cuentan con un gimnasio, cancha de voleibol, y hasta un muro para escalamiento. Incluso los propios guardias muchas veces comparten esas actividades con los presos, fortaleciendo la "resocialización". Y esa es la palabra clave a la que apuntan las autoridades noruegas. Por eso buscaron levantar una cárcel que no parezca tal y que hizo, con todas sus particularidades y beneficios (o privilegios, según sus detractores) que los presos no quieran escapar. Al fin y al cabo quizás muchos de ellos se sientan mejor allí dentro que en su propia cotidianeidad extra-muros. Pero, aún así, lidian con una falta invalorable: la de la libertad.


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