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La sangre maldita

Actualizado: 2 abr 2021

Federico "Freddie" Klein, un ex funcionario de Trump que participó de la violenta toma del Capitolio el 6 de enero, tuvo un vínculo muy directo con la siniestra dictadura argentina. Es sobrino de un altísimo miembro del Ministerio de Economía de Martínez de Hoz y en más de una ocasión defendió al Golpe de Estado de 1976. Una historia de herencia familiar golpista.


Por Gabriel Michi





Será una cuestión de sangre. O de herencia maldita. O de familias que transmiten sus genes. O que forman a los suyos con disvalores funcionales. Pero pareciera que, en algunos casos, aquellos que vieron sus manos manchadas con sangre proyectan esas costumbres a sus herederos. Y hay una historia que parece confilrmarlo. Hace un tiempo, en Estados Unidos detuvieron a Federico "Freddie" Klein, un ex funcionario de Donald Trump, que participó de la toma violenta del Capitolio el pasado 6 de enero. Ese intento de Golpe de Estado que por primera vez jaqueó a los EEUU (para evitar que se allane el camino hacia la asunción del presidente electo Joe Biden) rememoró en la vida de Klein lo que sus antepasados argentinos habían protagonizado. "Freddie" es sobrino de Guillermo Walter Klein Jr., un alto funcionario del Ministerio de Economía conducido por José Alfredo Martínez de Hoz durante la Junta Militar argentina, la que provocó un endeudamiento histórico y 30.000 desaparecidos, entre otros infinitos males.


Y, si fuera poco, el propio funcionario político del Departamento de Estado nombrado por Trump en más de una ocasión defendió abiertamente las atrocidades cometidas tras ese Golpe de Estado que sumergió a la Argentina en la noche más negra de su historia, de cuya instauración se cumplen 45 años.


Sus propios colegas quedaron estupefactos cuando "Freddie" Klein lanzaba sus elogios. “Sentía un gran afecto por la Junta argentina. Su padre es argentino, y expresaba cierta frustración por cómo la historia recuerda esa brutal dictadura”, le contó a VICE News un exfuncionario del Departamento de Estado.



Federico "Freddie" Klein fue uno de los líderes más violentos en la toma del Capitolio de EEUU, el pasado 6 de enero.


Robert "Bob" Cox, el valiente periodista norteamericano que en aquellos años de plomo denunciaba en el Buenos Aires Herald la masacre cometida por los militares no se sorprendió cuando conoció esta noticia. "Bob" conoció tanto a Guillermo Walter como a Federico Klein, el padre de Freddie, pero no al protagonista de la toma del Capitolio, quien nació en EE.UU. en 1978, es decir, dos años después del Golpe de Estado en la Argentina. “Existe una conexión en la creencia de que se usa la fuerza militar, si se puede. Es algo hereditario. No me sorprende nada”, aseguró Cox.



Hoy Freddie Klein está detenido, acusado de seis cargos, por aquella toma violenta del Capitolio en la que murieron 6 personas, entre ellos un policía. Este ex Marine (estuvo una década en las Fuerzas Armadas norteamericanas) fue voluntario del conservador Consejo de Investigación Familiar. Desde allí se fue ubicando en la campaña presidencial de Trump en 2016. Y eso lo catapultó para llegar a un cargo político en el Departamento de Estado. Estando ya en la "Cancillería" obviamente buscó la forma de ingresar a la Oficina de Asuntos del Hemisferio Occidental y, específicamente, al Cono Sur. Claro que no tenía el más mínimo conocimiento sobre política exterior. Sólo los prejuicios que le habían inculcado desde su familia y que él militaba con vehemencia. “Pronto demostró su falta de formación diplomática y su incapacidad para llevar a cabo ese trabajo”, señalan sus ex compañeros. Fue entonces cuando terminó en la oficina que trata los pedidos referidos a la "Freedom of Information Act" (ley FOIA), considerada en el Departamento como “la isla de los juguetes inadaptados”.


Junto con la defensa de la dictadura argentina, Klein sorprendía a sus colegas por su dureza

conservadora en temas como el aborto y, particularmente, la inmigración. Además, según un los dichos de un ex compañero a Vice, estaba muy paranoico, siempre le preocupaba que hubiera una purga de lo que él llamaba ‘los verdaderos leales a Trump’”. Obviamente, él se sentía parte de esa guardia pretoriana que defendía al ex presidente aún al límite de la legalidad.


"Freddie" Klein no tuvo un papel secundario en los graves incidentes del 6 de enero. Muy por el contrario, estuvo en la primera línea de aquellos que se enfrentaron a las vallas y la Policía, antes de ingresar violentamente al Capitolio. Es considerado uno de los líderes del brutal asalto y hay videos que así lo demuestran. De hecho, fue uno de los primeros en ingresar al edificio del Parlamento estadounidense. Según la información de Vice, “los fiscales dicen que ignoró las órdenes de la policía y solo terminó su asalto cuando fue sometido físicamente por gas pimienta”. Los abogados de Klein pidieron su libertad bajo fianza la semana pasada pero el juez se la denegó argumentando el peligro que representaba por su violenta participación en aquellos hechos y que había traicionado su juramento de defender y proteger la Constitución de Estados Unidos.


Así, la historia parece repetirse. En la misma familia dos de sus integrantes, a miles de kilómetros de distancia y de años de diferencia, se convirtieron en participes de sendos Golpes de Estado. Uno que se concretó en 1976 y que inauguró la noche más oscura en la República Argentina. Otro, que fue protagonista en 2021 de una intentona golpista, nada más y nada menos, en los Estados Unidos. Fracasó, pero su huella quedará también grabada en la memoria como uno de los capítulos más negros de la principal potencia del Mundo. Los Klein lo hicieron otra vez. Y esa herencia no parece diluirse a pesar del tiempo y de la distancia. Una herencia de sangre que avergüenzaría a cualquiera. Como una maldición. Quizás no para ellos pero sí para el resto.


El aviso del FBI por el que se pidió información sobre los atacantes al Capitolio. Entre ellos, Federico "Freddie" Klein.




Herencia familiar

Cuando el caso de Federico "Freddie" Klein salió a la luz por la toma violenta del Capitolio, las noticias se centraban en su rol como funcionario del Departamento de Estado de EE.UU. Pero a medida que pasaban los días se fue indagando sobre quién era el personaje en cuestión. Y así se llegó a su pasado familiar en la Argentina, con un dato que generó mucho impacto: este hombre, que ante sus compañeros había defendido el siniestro Golpe de Estado de 1976, tenía un vinculo muy cercano con un importante funcionario de aquella dictadura. Su tío, Guillermo Walter Klein fue Secretario de Estado de Programación y Coordinación Económica entre 1976-1981, siendo uno de los hombres clave del Ministerio de Economía de José Alfredo Martínez de Hoz.

Desde ese Ministerio fueron el brazo económico de un régimen que no sólo hizo desaparecer a 30.000 argentinos, sino que sometió a la Argentina a un proceso de expoliación de su economía y de un fenomenal endeudamiento: la deuda externa pasó de rondar los 7.800 millones de dólares a alcanzar los 45.000 millones de dólares, cuando los militares dejaron el poder a fines de 1983. El ultraliberalismo de los "Chicago Boys" destruyó la industria del país y extranjerizó la economía, lo que produjo una de las peores crisis socio-económicas del país.

Pero este no fue el único paso de Guillermo Walter Klein por un gobierno antidemocrático y dictatorial. Durante la autodenominada "Revolución Argentina" (1968-1970), que derrocó al presidente constitucional Arturo Illia, Klein fue primero Subsecretario de Inversiones Extranjeras (1968-1969) y luego Subsecretario de Obras y Servicios Públicos (1969-1970). 

Sobre Guillermo Klein pesa una investigación por la desaparición de Juan Carlos Casariego de Bel, un funcionario del Ministerio de Economía secuestrado el 15 de junio de 1977, por negarse a certificar un dato crucial en el proceso de estatización de la empresa Ítalo. Según la familia, Casariego de Bel avisó ese día que llegaría tarde a su casa porque tenía una reunión en el despacho de Klein. Nunca más se supo nada de él. 





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